18 de diciembre de 2023

La oralidad de Buda. Udana

El texto en el Canon Pâli

El Udāna es un texto canónico budista que forma parte esencial del denominado Canon Pâli del Budismo Theravada, que es la Doctrina de los Ancianos o Antiguos, denominación genéricamente aceptada de la escuela más antigua del budismo. Los seguidores de esta escuela o hermandad, llamados Theravādines, han logrado conservar su propia versión de las enseñanzas del Buda; esto es, de Siddharta (Siddhattha en pali) Gautama o el considerado Buda histórico (Sakyamuni). El Canon Pâli, según los miembros Theravada (Sthaviravâda), mayoritarios en el sudeste de Asia (Laos, Camboya, Tailandia), así como en la isla de Sri Lanka, es una reserva crucial de las palabras, comentarios y dichos auténticos, originales del Buda Sakyamuni (Iluminado de la tribu Sakya) o Buda histórico, que habría vivido entre 560 y 483 a.e.c. El Canon se estableció en los primeros e históricos Concilios budistas conocidos (Râjagaha, Vesali, Pâtaligâma-Pâtaliputra y el más reciente de Sri Lanka), todos ellos entre los siglos V y I a.e.c.

El texto cuyo significado podría ser pronunciamientos, enunciados, palabras o declaraciones inspiradas, se incluye en el Khuddaka Nikaya de los Sutta Pitaka. El Khuddaka Nikāya o Colección Menor, es la última de las cinco nikayas, es decir, colecciones, insertas en el Sutta Pitaka, una de las tres cestas que componen el Tipitaka en Pâli, las escrituras del señalado budismo Theravada. Se trata de un nikaya que consta de quince o de dieciocho libros (quince en Sri Lanka y Tailandia, y dieciocho en Birmania), que se encuentran en diferentes ediciones en relación a distintas temáticas atribuidas al propio Buda y a sus discípulos más distinguidos1. La colección considerada equivalente en los grandes cánones chino y tibetano sería el Kṣudraka Āgama.

El escrito budista comprende ochenta declaraciones o enunciados, la mayoría de los cuales se encuentran en verso. Cada uno de ellos va precedido de una narración que proporciona el contexto en el que el Buda los pronuncia. De una forma bastante simple, aséptica, sin entrar a comentar o a tomar partido por algo o alguien, los diversos relatos se centran en la descripción de algunos personajes, relatan hechos de la vida cotidiana de la época y narran también acontecimientos de la vida de los monjes budistas y, naturalmente, del Buda mismo. Es un texto, se podría decir, meramente informativo, cuya valía radica en que fija su objetivo en la vida del Iluminado.

Udâna es, sin duda alguna, una de las primeras escrituras budistas. El texto de los discursos Pâli que incluyen el Udāna, debió estar fijado ya, al menos en su mayor parte, en su forma actual, si bien con ligeras diferencias en relación al texto moderno, en el siglo I a.e.c. El tipo de discurso imperante en Udâna formó parte integrante de la navaṅga pre canónica, que clasificaba los discursos, a tenor de su forma y estilo, como geyya (con secciones en prosa y verso mezclados), gāthā (pareados de cuatro líneas), jātaka (las historias previas de nacimiento), y udāna (enunciados).

En el marco de la extensa literatura budista, aproximadamente una cuarta parte de las secciones en prosa de Udâna se corresponden a textos de otras partes del Canon Pâli, especialmente en el Vinaya, que refiere las normas y procedimientos que rigen la comunidad monástica budista, o Sangha. Los textos del Vinaya de un buen número de escuelas del budismo indio se han conservado en los cánones tibetanos y del Asia oriental, incluidos el Mahīśāsaka, el Mahāsāṁghika, y el Sarvāstivāda. En relación a la literatura budista tibetana, autores como O. von Hinüber han señalado que el Udâna habría conformado el núcleo original del sánscrito Udānavarga, al que se añadieron versos del Dhammapada (la colección de dichos del Buda vertidos en forma de verso, siendo una de las escrituras budistas más conocidas). En lo referente a textos no budistas, se puede decir que ciertos conceptos de Udâna se pueden hallar en los Upanishads védicos (textos en sánscrito de filosofía hindú que tratan de la meditación, la conciencia y el conocimiento ontológico) de India, así como en ciertos textos jainistas.

En lo relativo a la estructura, se debe advertir que Udâna se compone de ocho capítulos (vagga) de diez discursos cada uno de ellos. Los títulos de los capítulos son los siguientes. El primero, Bodhivagga (Capítulo de la Iluminación o el Despertar); el segundo Mucalindavagga (capítulo del Rey Mucalinda); el tercero, Nandavagga (capítulo del Venerable Nanda); el cuarto, Meghiyavagga (capítulo del Venerable Meghiya); el quinto, Soṇavagga (capítulo del seguidor laico Sona); el sexto, Jaccandhavagga (capítulo del ciego de nacimiento); el séptimo, Cullavagga (capítulo Menor); y el octavo y último, Pāṭaligāmiyavagga (capítulo Pataligamiya). Cada discurso incluye una sección en prosa seguida de un verso2. Al final de cada sección en prosa, y como preludio del versículo, se incluye un texto formulario que reza así: “Entonces, al darse cuenta del significado de eso, el Bienaventurado en esa ocasión exclamó.”3 Precisamente, como se puede intuir fácilmente, es a partir de tales "exclamaciones" (udāna) que la colección deriva su denominación.

El Udâna no sólo nos transmite las enseñanzas más arcaicas propagadas por el Buda en su deambular evangelizador durante las décadas previas a su Iluminación4, sino que también es una obra de una extrema relevancia desde la perspectiva literaria, pero del mismo modo desde un enfoque filosófico e histórico.

Udâna y su relevancia histórica

Udâna puede considerarse una fuente histórica de primera categoría, esencial para conocer los avatares de la India septentrional entre los siglos VI y V a.e.c. Los hechos que aparecen descritos y relatados en el texto se enmarcan en un período en el que dos reinos, Magadha (antesala del posterior reino Maurya del gran rey Asoka, con capital en Râjagaha) y Kosala, con su ciudad capital en Sâvatthi, intentaban centralizar el territorio, más desde el control de la red de rutas comerciales y centros de mercado que desde una centralización efectiva de orden político, militar y administrativo.

También el reino de los Vatsas, con capital en la ciudad de Kosambî, así como una serie de varios estados principescos, aristocráticos, independientes o bien federados entre sí, ubicados en las estribaciones meridionales del Himalaya, hacían vida en estos tiempos. A uno de estos grupos tribales o clánicos5, los Sakya (Sâkiyas), pertenecía el Buda Gotama.

En ciertos pasajes se alude a la vida de los distintos monarcas, al rol de sus cortes, así como a las prácticas administrativas que caracterizaban sus gestiones. Así, se refieren los momentos de distracción, ocio y descanso de algunos reyes, las actividades de los informantes de los soberanos, los abusos cometidos por ciertos mandatarios sobre la población común, las dimensiones de sus harenes, las actividades relativas al suministro de alimentos a la población o la presencia itinerante de ascetas (sâdhus), unos cuantos reconvertidos en verdaderos y sumisos adláteres de los râja.

En general, se refleja una época de monjes y ascetas mendicantes, itinerantes por los caminos, pero también un tiempo en el que predominaban las agresiones, conflictos y peleas motivadas por diferentes causas, incluyendo la habitual presencia de ladrones, bandoleros y asaltantes. Asimismo, varias críticas de monjes budistas y hasta del propio Tathâgata, respecto a comportamientos mezquinos o desaforados de los brahmanes están bastante presentes a lo largo del texto. No podían faltar, por supuesto, citas y referencias a los aspectos socio-religiosos presentes en esta época histórica. En términos generales, las sectas no budistas no resultan muy apreciadas en Udâna, siendo criticadas tanto por sus prácticas como por sus reflexiones teóricas, que se entienden fruto de una filosofía poco comprensible o directamente confusa.

En este rico ambiente ideológico-cultural e histórico aparecen reflejadas en el texto, finalmente, numerosas notas en lo tocante a las costumbres y creencias populares de la época. Las menciones de dioses, como el infernal Yama o el guerrero védico Indra, así como entidades sobrenaturales (apsarâs, nâgas, yaksas), que forman parte del sustrato cultural brahmánico en el que surge el budismo, se entienden sometidos al ciclo de reencarnaciones; esto es, a samsâra, de forma que hasta los mismos dioses deben ganar méritos. Se generan, por lo tanto, numerosas escenas que serán empleadas como motivos principales en las artes plásticas, sobre todo en la escultura y el relieve.

Los temas

Desde una perspectiva estrictamente temática Udāna, como colección, exhibe un buen número de temas comunes. Uno de los principales temas que recorren todo el libro es el de la liberación, el de Nibbāna (Nirvana); un segundo tema presente es el que tiene que ver con los sectarios y sus concretos puntos de vista, así como con el tipo de acciones que son capaces de hacer y cómo enfrentar sus acciones. Un tercer tema relevante es el de kalyāṇamittatā, lo que implica saber cómo la buena amistad puede provocar grandes avances, hasta lograr finalmente la completa libertad. En tal sentido, dos grandes Nāga, caso de Sāriputta y Mahāmoggallāna se respetan y adoran mientras viven juntos.

Otro de los asuntos destacables reside en el hecho de que Buda nota determinados rasgos de un thera y lo alaba. En el monasterio de Anāthapiṇḍika en el Jetavana en Sāvatthi, los Venerables meditan, siendo observados y alabados por el Buda. En el que podría ser considerado el quinto tema, Buda advierte una conversación inapropiada de los monjes y les exhorta a participar hablando sobre el Dhamma o, en caso contrario, mantener un silencio noble, mientras que un nuevo argumento radica en la contemplación del Buda de sus propias cualidades.

Un rasgo de cierta consideración tiene que ver con el hecho de que Udāna contiene, porcentualmente, el mayor número de suttā ubicados en las semanas posteriores a la Iluminación búdica, así como en los tiempos previos a mahāparinibbāna, que refiere el pasaje de Buda al Nibbāna, es decir, la muerte de Siddharta Gautama, el reino del verdadero Ser eterno del Buda6. Finalmente, no se debe dejar de lado la presencia de Māra, el perenne y astuto tentador en la literatura budista, quien en Udāna solicita al Señor Buda que alcance parinibbāna. Māra7 es una ilusión de los estados mentales que puede personificarse en forma de oscura entidad demoníaca. Ella y sus tres bellas hijas personificadas, Arrepentimiento, Deseo y Satisfacción, intentarán, en vano, seducir a Buda.

Se han identificado una serie de especificidades, cinco excepciones concretamente, en Udāna que no aparecen en ningún otro texto del Sutta Piṭaka, y en determinados casos también en el Vinaya Piṭaka. Las semanas posteriores a la Iluminación del Buda suponen detallar los primeros días del recién Iluminado, rasgo que es único en el Sutta Piṭaka (aunque con la excepción del Vinaya Piṭaka). Del mismo modo, Udāna es el único lugar en todo el Sutta y Vinaya Piṭaka donde aparece Bāhiya Dārucīriya Thera, y también el único en donde hace acto de presencia el Noble Suppabuddha. Como curiosidad, finalmente, es llamativo que Udāna sea el único texto donde se incluye un sutta en el que las polillas caen en la llama.

Algunas de las singularidades que se encuentran en Udâna son relevantes para conocer el budismo en su esencia. Algunos ejemplos serán suficientes. En los tres primeros suttas del Bodhivagga se cuenta cómo el Buda, durante la séptima noche después de su Iluminación, percibió el origen condicionado de las cosas. En el Muccalinda Sutta del Muccalindavagga, el Buda, después de una semana de haber sido iluminado, se acerca al árbol de Mucalinda (el rey de las serpientes) donde permanece gozando de la beatitud de la liberación durante una semana con la serpiente, que lo protege de las inclemencias del tiempo.

En el Sippa Sutta del Nandavagga, mientras los monjes discuten sobre la importancia de las técnicas o de los oficios mundanos, el Buda señala que únicamente el abandono de los mismos es lo que hace a un monje perfecto, en tanto que en el Loka Sutta, también del Nandavagga, inmediatamente después de su Despertar, el Buda inspecciona al mundo con su vista espiritual viéndolo pleno de sufrimiento, ignorancia y avidez. En el Sonavagga, en el Appayuka Sutta, el Buda señala que la inexorabilidad de la muerte debe inducir a practicar una vida santa, mientras que Suppabuddhakutthi Sutta, instruye a un leproso sobre cómo alcanzar la entrada en la corriente, el primer estadio de la Iluminación.

En el Jaccandha, específicamente en Ayusankharossajjana Sutta, se narra el diálogo entre Buda y Mâra, la entidad maligna, quien insta a Buda a entrar en el parinibbana en virtud de que se han cumplido las condiciones que el propio Iluminado fijó para ello. Por consiguiente, Buda abandona los factores condicionantes de la existencia. En el mismo Jaccandha, pero en el Tatiyananatitthiya Sutta, advierte que las discusiones sobre las diversas teorías no solamente no conducen a la verdad sino que originan el completamente equivocado concepto del yo. En el Udapana Sutta del Culavagga, haciendo uso de una muy infrecuente exhibición de poder sobrenatural, el Tathāgata llama la atención a Ânanda sobre el Dhamma.

En el Pataligamavagga, en el Pathamanibbanapatisamyutta Sutta, el Buda describe el Nibbana, para a continuación, en el Dutiyanibbanapatisamyutta Sutta, comente lo difícil de comprender que es Nibbana, y en Tatiyanibbanapatisamyutta Sutta haga una suerte de descripción negativa, señalando a Nibbana como lo no devenido, lo no compuesto y lo no-nacido. Finalmente, en Cunda Sutta, dentro de Pataligamavagga, aunque repetido luego como parte de Mahaparinibbana Sutta, se relata la historia de Cunda, quien invita a comer al Buda, ofreciéndole una comida que acabará enfermándole mortalmente. A pesar de tal infausta situación, se mencionan los méritos adquiridos por Cunda, finalizando con un mensaje contundente: al destruir el deseo, el error y el odio se alcanza el Nibbana.

La filosofía presente

En numerosos pasajes de Udâna aparecen bien reflejados algunos de los principales aspectos propios de la doctrina del budismo. Es el caso de la doctrina de la Iluminación Instantánea (aquellas personas no budistas que escuchan la palabra del Despierto se transforman y pueden avanzar en el camino de la liberación de las impurezas, como le ocurre al leproso Suppabuddha arriba mencionado); el de la Generación o Surgimiento Condicionado, en tanto que la vida está condicionada por el nacimiento y la existencia por el apego, a su vez condicionado por el deseo (y se sigue la relación sensaciones-contacto de los sentidos-seis dominios-individualidad-conciencia-samskâras8-ignorancia de las enseñanzas del Buda)9; el del Yoga, método de trance místico, logrado en determinadas posturas de meditación, con un control de la respiración y una concentración mental en una idea, símbolo sagrado o una sensación; el del ideal de la persona sabia y sus atributos, entre ellos la no violencia (ahimsâ), la de ser una persona totalmente despojada y no sentir deseo por nada en absoluto, o, en definitiva, el del Nirvâna, la finalidad última y superior del budismo, entendido de diversas maneras10: aniquilamiento, extinción total (vista en positivo si se entiende que la existencia es, en realidad, una condena al sufrimiento y al dolor), liberación de la cadena existencial, que resulta ser una cárcel e, incluso, existencia de inefable, y eterna, felicidad.

Traducciones primordiales y bibliografía referencial

Una bibliografía esencial de apoyo referencial sobre Udâna y en general acerca de la figura de Buda y la literatura budista, se encuentra en Bodhi, Bhikkhu, En palabras del Buddha. Una antología de Discursos del canon pali, edit. Kairós, Barcelona, 2019; Endo, Toshiichi, Studies in Pâli Commentarial Literature: Sources, Controversies and Insights, Centre of Buddhist Studies, The University of Hong Kong, Hong Kong, 2013; Harvey, P., El Budismo, Cambridge University Press Madrid, 1998; Hinüber, Oskar von, A Handbook of Pāli Literature. Berlin: Walter de Gruyter, 2000; Hirakawa, A., A History of Indian Buddhism, From Sakyamuni to Yearly Mahâyâna, Honolulu, University of Hawaii Press, 1990; López Saco, J., La leyenda del Iluminado. Aproximación mítico-simbólica al Buda, edit. Comala.com, Caracas, 2007; Mason, J., La Religion populaire dans le Canon Bouddhique Pâli, Muséon, Louvain, 1942; Nakamura, H., Indian Buddhism. Japan; reimpreso en Motilal Banarsidass, Delhi, 1980; Narenda Wagle, Society at the time of the Buddha, Popular Prakashan, Mumbay, 1966; Norman, K.R., A History of Pâli Literature, Otto Harrassowitz, Wiesbaden, 1983; Rhys Davids, T.W. & William Stede (Eds.), The Pali Text Society's Pali-English Dictionary. Chipstead: Pali Text Society, 1921-1925; Richard Welbon, G., The Buddhist Nirvâna and its Western Interpreters, The University of Chicago Press, Chicago, 1968; Ruiz Falqués, A., Los últinos días del Buddha (Mahâparinibbânasutta), edit. Trotta, Madrid, 2022; Shulman, E., Visions of the Buddha: Creative Dimensions of Early Buddhist Scripture, Oxford University Press, Oxford, 2021; Wynne, A., The Origin of Buddhist Meditation, edit. Routledge, Londres, 2007.

Un motor de búsqueda general en línea para el PED está disponible en http://dsal.uchicago.edu/dictionaries/pali/; Sri Lanka Tripitaka Project (SLTP) (n.d.). Paṭhamanānātitthiyasuttaṃ (Ud. 6-4, en Pali), en http://www.metta.lk/tipitaka/2Sutta-Pitaka/5Khuddaka-Nikaya/03Udana/06-Jaccandhavaggo-p1.html#six4.; Thanissaro Bhikkhu (Trans.), Tittha Sutta: Various Sectarians (1) (Ud. 6.4, en inglés), 1994, en http://www.accesstoinsight.org/tipitaka/kn/ud/ud.6.04.than.html.; Ṭhānissaro Bhikkhu & Khematto Bhikkhu, Noble Warrior: A Life of the Buddha Compiled from the Pāḷi Canon, 2019, en www.dhammatalks.org; F. Tola y C. Dragonetti, Yoga y Mística de la India, de. Kier, Buenos Aires, 1978; Walters, J. S.; Apadānapāḷi: Legends of the Buddhist Saints, Whitman College, 2018, en http://www.apadanatranslation.org

A esros títulos de pueden añadir algunos diccionarios: Cone, M., A Dictionary of Pâli (vols. I-III), Oxford / Bristol, Pali Text Society, 2001-2009; A Critical Pâli Dictionary, editado por V. Trenckner & D. Andersen & H. Smith, Copenhagen, 1924 y ss. (The Royal Danish Academy); PTS Pāḷi-English Dictionary http://dsal.uchicago.edu/dictionaries/pali/; Sanskrit http://andhrabharati.com/dictionary/sanskrit/index.php#ws-1; Wisdom Library http://www.wisdomlib.org/; y Dictionary of Pâli Proper Names, editado por G.P. Malalasedera, Londres, 1960 (Pali Text Society). Además, en nuestro idioma, Pujol Riembau, Ó., Diccionario sánscrito-español. Mitología. filosofía y yoga. Barcelona: edit. Herder, 2019.

En relación a las traducciones específicas de Udâna, no muy abundantes en los diversos idiomas occidentales, se pueden mencionar, Anagarika Mahendra, (Mahinda Bhikkhu), Udāna: Book of Inspired Utterances, Bilingual Pali-English, 2022, Dhamma Publishers, Roslindale; Ānandajoti Bhikkhu, Udāna. Exalted Utterances (última versión revisada en 2008; tercera edición, 2011), (https://www.ancient-buddhist-texts.net/Texts-and-Translations/Udana/index.htm); una traducción al italiano aparece inserta en Canone buddhista I. Discorsi brevi. A cura di Pio Filippani-Ronconi, Torino, 1968, (Unione Tipografico-Editrice Torinese); en español, Dragonetti, C & Tola, F.,Udāna. La palabra de Buda. Madrid: Editorial Trotta, 2006; Ireland, J.D. Buddhist Publication Society, Kandy, Sri Lanka, 1990; reimpreso ulteriormente en un volumen con traducción de Itivuttaka (The Udâna Inspired Utterances of the Buddha & The Itivuttaka The Buddha’s Sayings, Kandy, Sri Lanka, Buddhist Publication Society, 1997); López Saco, J. & Scarcia, F., Udâna. Declaraciones inspiradas de Buda, Generis Publ., Chisinau, Mold., 2023 (hasta el presente la más actual); Masefield, P. Pali Text Society, Bristol, 1994 (Pali Text Society, Bristol; Bilingual Pâli-English study edition, 2010 Theravada Tipitaka Press); Major-General Strong, D.M., The Udana: The Solemn Utterances of the Buddha, Luzac y Co., 1902; Ṭhānissaro Bhikkhu; Udāna: Exclamations; 2012, (https://www.accesstoinsight.org/lib/authors/thanissaro/udana.pdf); en alemán, la ya antigua de von K. Seidenstücker, Udâna. Das Buch der feierlichen Wörter des Erhabenen. Übers, Augsberg, 1920; y Woodward, F.L. (Trad.), "Verses of uplift", en Minor Anthologies of the Pali Canon, volume II, 1935.

1En Udāna son mencionados un buen número de discípulos del Buda (Devadatta, Ânanda, Sâriputta, Mahâkassapa, Anuruddha, amén de otros varios), así como grupos de monjes budistas errantes mendicantes que meditan, entran en trance yóguico, recorren los distintos reinos con sus escudillas en busca de limosnas y, unas veces debaten sobre aspectos doctrinarios mientras otras lo hacen sobre asuntos superfluos y triviales.

2Cada sutta posee un enunciado inspirado al final, usualmente en la forma de verso si bien varios suttā tienen el enunciado inspirado en la forma prosaica. Muchos también contienen versos intercalados. En total, hay 102 versos en Udāna.

3Atha kho bhagavā etam-atthaṃ viditvā tāyaṃ velāyaṃ imaṃ udānaṃ udānesi”: Traducido, de manera alternativa, de este modo, “Luego, al darse cuenta del significado de eso, el Bienaventurado en esa ocasión exclamó este inspirado enunciado” (o expresión-udāna); o incluso así: “Entonces el Bienaventurado, habiendo conocido el significado de esto, en ese momento pronunció esta declaración inspirada”. Se adoptará esta última expresión de una forma convencional.

4La Iluminación presenta una serie de condiciones, en total ocho: nacer humano varón, serían las dos primeras; tener buena fortuna, ordenarse como religioso mendicante tras haber conocido a un maestro, son otras tres; poseer capacidades para un conocimiento superior, tener voluntad comprometida y firme, así como dedicar una vida entera, las tres finales.

5Mallas, Koliyas, Vajjis o Licchavi son las denominaciones de algunos otros de estos importantes clanes. Muchas otras ciudades son referenciales en el texto en virtud de su conversión en lugares sacros del budismo, relacionados con la presencia o acciones del Buda, así como por ser activos lugares de peregrinaje budista.

6En el arte budista, este peculiar evento está representado por la figura del Buda reclinado, a menudo rodeado de discípulos, sobre su lado diestro. Se trata del estado (visaya) de la última Consciencia y Conocimiento (jnana) única y exclusivamente asequible para los que se han convertido en Budas total y absolutamente despìertos.

7En la mitología hindú, Mâra suele concebirse como equivalente a Kama, deidad del deseo.

8Una suerte de residuos del karma, potencialidades o energías que se fueron acumulando en una vida y se actualizaron en la siguiente.

9Conocer y poner en práctica las doctrinas del Buda elimina la ignorancia, la formación de samskâras y, por consiguiente, propicia finalizar el ciclo de reencarnaciones. Todas las cosas tienen una causa que las explica y determina, siendo todo interdependiente.

10Es probable, como apuntan F. Tola y C. Dragonetti en la traducción de Udâna (Udāna. La palabra de Buda, Editorial Trotta, Madrid, 2006, pp. 34-35), que la concepción de Nirväna haya derivado de la experiencia del trance del yoga, momento en que el ser humano realiza lo Absoluto.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, diciembre, 2023.

 

11 de diciembre de 2023

Los galos en la península itálica (siglo VII-225 a.e.c.)




Imágenes (de arriba hacia abajo): cuadro titulado Galos a la vista de Roma, del pintor Évariste Vital Luminais, siglo XIX. Musée des Beaux-Arts de Nancy; pintura Combate entre romanos y galos, también de Evariste Vital Luminais. Musée des Beaux Arts de Carcassonne; y, del mismo artista, La invasión, en la que se muestra a jefes galos volviendo con prisioneros romanos. Museum of Fine Arts, Boston.

Los grupos de gentes de origen celta llega a la actual Península itálica, en distintas oleadas migratorias, desde finales del siglo VII a.e.c. Penetran a través de los Alpes occidentales y de los conocidos pasos de San Gotardo y del Brenner. Con anterioridad a tales migraciones, la presencia de celtas en la península mediada la Edad del Hierro aparece constatada en relación directa con la llamada cultura de Golasecca, en la región de Lombardia. La investigación arqueológica, que ha sacado a la luz tumbas (Sesto Calende) así como la presencia de un dialecto céltico, testimoniado en los conocidos como textos leponzios, confirman esta presencia. Esos celtas iniciaron su participación en los diferentes procesos culturales propios de la antigüedad en la península, como es el caso de la adquisición de la escritura, impulsada por los etruscos de Bolonia, según constatan las inscripciones de Lezzo de Este, en la zona paleo véneta, o las de Castelletto Ticino.

Diferentes contactos mercantiles y sociales entre celtas de Golasecca, etruscos, villanovianos y vénetos debieron de ser comunes, sobre todo si se atiende a los movimientos de permeabilidad en el interior de grupos que acogían individuos de otras zonas, tal y como se refleja en las necrópolis gálicas de Casalecchio di Reno y de Bolonia, o se refiere en la documentación onomástica de celtas en Mantua o Spina.

En cualquier caso, sea por motivos demográficos o por sentirse atraídos por nuevas tierras, los celtas transalpinos comenzaron a movilizarse al comienzo del siglo VI a.e.c., dando lugar a diferentes invasiones o migraciones. Se ha obtenido la información de tales invasiones de autores clásicos como Tito Livio (V, 33-36); Polibio (II, 17-20); Apiano (Céltica, II, 1); Dionisio de Halicarnaso (XIII, 10-11); Trogo Pompeyo, a través de Justino (Epit. Hist., XX, 5-6); y Aulo Gelio (XVII, 13), entre algunos otros. Se puede señalar que existen dos versiones referidas a la invasión gala; la primera, centrada en una anécdota legendaria; en tanto que la segunda, basada en una explicación lógica, que menciona una infiltración de gentes que acabaría convirtiéndose en una suerte de invasión.

La leyenda, que recoge Dionisio de Halicarnaso, Plutarco (en Camilo, XV), y Tito Livio, afirma que los galos fueron inducidos a atravesar los Alpes por el anciano Arrunte de Chiusi (Clusium), quien les dio a conocer el sabor dulce del vino de su tierra. Le habría despertado, así, el deseo de conquistar aquellas tierras que producían ese tan notable vino. La oculta realidad consistía, sin embargo, en el deseo de Arrunte de vengarse de Lucumón, un rico terrateniente de Chiusi (o un jefe etrusco), quien había seducido a su esposa, Una variante comenta que la venganza iba destinada al hijo de Lucumón, quien habría confiado al joven a la tutela de Arrunte. El mito sitúa la acción a inicios del siglo IV a.e.c., si bien fue decantándose poco a poco hasta el fin del siglo II, cuando fue recogida por Catón el Censor en Orígenes de Roma, una obra actualmente desaparecida.

La versión oficial romana, por su lado, relataba que el pueblo celta de los bituriges, a causa de un exceso poblacional, se había visto en la necesidad de movilizar a sus gentes en un par de grandes expediciones con dirección al valle del río Danubio, la una y hacia la península itálica, la segunda. Aquella que se encaminó hacia la península itálica, iría comandada por Belloveso, un sobrino del soberano celta biturige de nombre Ambigato, al frente del pueblo de los insubros. Este Belloveso, cuya historicidad es más que dudosa derrotaría, tras atravesar los Alpes, a los etruscos cerca del lago Tesino. Posteriormente, fundaría la ciudad de Mediolanum, Milán, al oeste de la destruida Melpum. A continuación seguirían otros pueblos celtas, denominados genéricamente galli por los romanos.

Sería el caso de los cenómanos, comandados por su jefe Elitovio, que se instalarían en la región de Verona y Brescia; así como de los libuos y saluvios, que harían lo mismo en las inmediaciones del citado lago Tesino. Una oleada posterior, formada por los hoyos y los lingones, llega a la Transpadana y la encuentran ocupada por estos pueblos celtas previamente señalados. A consecuencia de ello, se vieron obligados a atravesar el Po en busca más de botín que de tierras, enfrentándose a umbros y etruscos. Consiguen derrotarlos y ocupan toda la Emilia.

Por su parte, los senones, uno de los pueblos celtas que habían arribado a las costas del mar Adriático, se convirtieron, en su búsqueda de botín, en la vanguardia de todo el movimiento celta que acabaría expansionándose hacia el sur. Según relata Diodoro de Sicilia (XIV, 112-115), en 391 a.e.c., lograron atravesar la cordillera de los Apeninos llegando ante la urbe etrusca de Chiusi, a la que le exigieron tierras. Era un enclave etrusco, aunque desde la conquista por Roma de la Etruria meridional, se encontraba en la esfera de influencia romana. Em consecuencia, fue allí donde galos y romanos tomaron contacto por primera vez. Los romanos quisieron ejercer de mediadores entre estos galos senones y los etruscos de Clusium. Sin embargo, fracasan las negociaciones, así como también la captura de Chiusi1.

Por tal motivo, los galos, dirigidos por el famosos caudillo Breno, se dirigieron hacia Roma. Muy cerca de Fidenae, los romanos fueron derrotados, poniendo los galos sitio a la propia Roma, cuya mayoría de población había tomado refugio en Veyes. Roma sería, entonces, saqueada e incendiada fruto de una derrota militar en torno a mediados del mes de julio de 390 o de 387 a.e.c. (si nos atenemos a Polibio y Diodoro). Hacia esta misma época, los galos invadieron áreas etruscas. En manos de los boyos cayó Felsina (Bononia gracias al nombre de estos galos), y también ocuparon zonas de Apulia así como la legendaria Alba Longa.

Únicamente recuperaría su libertad después del pago de un botín compuesto por mil libras de oro, según afirman tanto Diodoro de Sicilia (XVI, 115-117), como Polibio (I, 5-6; II, 18-20). Tan enorme suma fue pactada por el ex tribuno militar Quinto Sulpicio Longo con la finalidad de obtener la retirada de los galos. Los objetos sacros, que pudieron ser salvados, fueron trasladados por las vestales a la ciudad etrusca de Caere (Tito Livio, V, 39-40). Los senones, aculturados bajo influencias helénicas, poseedores de territorios propios en áreas de la costa del norte del Adriático, según reza el Periplo de Escilax, y organizados en una estructura política articulada, pactaron con el tirano de Siracusa, a la sazón Dionisio I el Viejo.

El historiador Tito Livio menciona siete ataques de los galos, presentes en asentamientos de Apulia y Campania, contra Roma entre 367 y 348 a.e.c. A pesar de ello, los romanos lograron defenderse, acordando con ellos una paz hacia 335 a.e.c., tal y como relata Polibio (XIX, 1-2). Del mismo modo, se instalaron contingentes galos en la zona yapigia, que cumplirían el rol de tropa de apoyo de los tiranos de Siracusa, además de defender el Adriático de la piratería ilírica y etrusca.

Después de una fracasado ataque galo, en 236 a.e.c., a la colonia de Ariminium (hoy Rímini), los galos prefirieron lanzarse, desde la llanura del Po, hacia Etruria, apoyados en una coalición de taurinos, boyos, gesates, insubros y lingones, mandados por los caudillos Aneoresto y Concolitano (Polibio, II, 22-23), llegando en 225 a.e.c. hasta Clusium, ciudad que fue arrasada. Roma, al saber de tales acontecimientos, movilizó la Liga itálica, formando un gran ejército para frenar la invasión gala.

Al final, en la península itálica, ocupada en buena parte de su territorio por los galos, según refiere Justino (XXVIII, 2), Roma expulsaría a estos galos después de infringirles una derrota en la batalla del cabo Telamón, en la toscana (Polibio, II, 26-31). En ese lugar, en 225 a.e.c., los ejércitos consulares romanos de Cayo Atilio Régulo y Lucio Emilio Papo, lograron detener y acabar con unas cuantas tribus galas. Las demás serían desalojadas de toda la Galia Cisalpina en los siguientes años.

Seguidamente a este episodio, comenzó la etapa colonizadora romana por el valle del Po, en donde se establecieron dos colonias militares, Cremona y Piacenza. La presencia de los galos en la península terminaría diluida de dos formas distintas. Por un lado, los pueblos celtas ubicados en el valle del Po y el litoral adriático, en directo contacto con etruscos y ligures, terminaron por aculturarse, fundiéndose con ellos. Se convirtieron en pueblos agricultores, adoptando las costumbres etruscas, como se evidencia en los ajuares hallados en las necrópolis de Montefortino, Filottrano, Omavasso y Castiglione delle Stiviere. En estas tumbas, al lado de espadas características de la época de La Téne y de torques celtas, se hallaron espejos y candelabros específicamente etruscos. Por el otro, los galos que atacaron la peninsula, y que mantuvieron su tipo de vida de aventureros en busca de botín, terminaron siendo expulsados o, en el mejor de los casos, incorporados como mercenarios de etruscos y de algunos otros pueblos itálicos.

Un tiempo después de tales acontecimientos, varias leyendas se hicieron eco de ciertas acciones meritorias romanas durante el asedio galo. Se destaca la resistencia de los senadores a abandonar Roma ante la amenaza, permaneciendo sentados en sus sillas de marfil en sus hogares; el célebre graznido de las ocas de Juno ante la presencia de los invasores; la defensa de la ciudadela efectuada por el cónsul Marco Manlio, etiquetado por esta hazaña como el Capitolino; el grito Vae Victis! de Breno al arrojar su espada sobre la balanza que pesaría el pago de la derrota; y, en fin, la victoria del héroe de la guerra de Veyes, Marco Furio Camilo, sobre los galos cuando ya se retiraban de Roma.

Bibliografía básica

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Cornell, T. J., The Beginnings of Rome: Italy and Rome from the Bronze Age to the Punic Wars, edit. Routledge, Londres, 1995.

Cotton, T., Rome: City-state to Empire. Lulu Press-Phaselus Publishing, Rhosilli, 2014.

Ellis, P.B., Celt and Roman: the Celts of Italy, St. Martin's Press, Nueva York, 1998.

Lara Peinado, F., Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma, edit. Cátedra, Madrid, 2007.

1 En un principio la ciudad solicitó la ayuda de Roma. Ésta, primeramente, intentó negociar con los galos a través de una embajada dirigida por tres hijos de Marco Fabio Ambusto. La ciudad se suele identificar con la Clevsin etrusca y con la Camars de la que habla Tito Livio (X, 25-26). Los orígenes del asentamiento etrusco conectan míticamente con Cluso, el hijo de Tirreno, y con Telémaco, vástago de Ulises. La tradición la convirtió en la patria originaria del famoso rey Lars Porsenna, aliado de Tarquinio el Soberbio, a quien quiso ayudar a recuperar el trono de Roma después del fin de la monarquía.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, diciembre, 2023.