23 de abril de 2022

Los ídolos con grandes ojos. ¿Reflejo de un contexto mítico-religioso arcaico?



Imágenes: ídolo-placa con ojos del calcolítico; e ídolo-placa con forma trapezoidal, del Cerro de la Cabeza, en Sevilla. Datado a finales del III Milenio a.e.c.

A lo largo del período final del Neolítico y en el Calcolítico, durante el IV y III milenios a.e.c., estuvieron muy difundidos, especialmente en el sur de la Península ibérica (aunque también se han hallado en otros contextos del Mediterráneo, como Chipre, Anatolia, Próximo Oriente), unas pequeñas figuras sobre distintos materiales que sugieren representaciones humanas a las que se han denominado como ídolos, si bien  algunos de ellos nunca lo fuesen. Se trata de un proceso de representación simbólica de enorme interés. Han sido puestas en relación  con la figuración mueble que aparece desde el Paleolítico Superior.

Destacan tres variedades. Por un lado, los ídolos-placa, hallados esencialmente en un contexto funerario de tholoi y dólmenes. Fueron considerados como representaciones de una Diosa Madre, del tipo que se adoraría desde el Paleolítico, si bien hoy se tiende a interpretarlos como indicadores de linajes y grupos familiares de los individuos enterrados. En tal sentido, su función sería heráldica o, dicho de otro modo, harían las veces de medios de identificación de una comunidad humana en un tiempo y un espacio preciso. Se incluirían  tanto a las personas vivas como a las fallecidas. Cada uno simbolizaría un clan o linaje diferente.

En segundo término, se encuentran los ídolos cilíndricos oculados antropomorfos, hallados en poblados, específicamente en el interior de viviendas, en un contexto diferente al de las placas y, muy probablemente, con una función distinta. Aunque son representaciones asexuadas, se han asociado con divinidades femeninas por haber sido halladas en un ámbito habitacional. Se les ha relacionado con creencias centradas en el culto a la fertilidad y, en consecuencia, vinculadas a las sociedades agrarias sedentarias.

Finalmente, un tercer grupo lo conforman  los ídolos antropomorfos, relacionados con la aparición de las élites sociales y los primeros indicios de jerarquización. Es probable que se trate de representaciones masculinas con la concreta función de identificar la posición preeminente de determinados  individuos en su grupo social y ante otros grupos de poder. Serían un mecanismo de legitimación y sacralización de su estatus, elevándolos a una categoría religiosa, básicamente como intermediarios entre la sociedad y las creencias míticas de esas gentes. La decoración predominante en todas estas piezas podría aludir a tatuajes o a un tipo de pintura facial.

La crítica especializada, aunque sin consenso, habla de estos ídolos como objetos de culto y, por consiguiente, de representaciones de alguna divinidad de origen neolítico, aunque una parte de los especialistas se decantan por ver en estos ídolos la representación de carácter simbólico de las personas a las que se les asocia en los enterramientos. En algunos casos, la presencia de oculados sobre huesos largo o cilindros, en claros ambientes funerarios, podría aludir a un posible carácter de deidad funeraria, con una función protectora de las sepulturas. En ciertos oportunidades también se han puesto en relación con la divinidad femenina mediterránea llamada de ojos de lechuza, propia del Próximo Oriente desde el IV milenio. En este caso, los famosos ojos simbolizarían a una diosa ave, mientras que el tatuaje de la cara el agua fluyendo. También han sido vinculados con la diosa de los ojos de fuego, deidad de los metalúrgicos del cobre.

Otras corrientes hermenéuticas entienden a los ídolos como la representación de antepasados, de ahí que algunos pudiesen actuar como elementos heráldicos. En este sentido, los ídolos-placa serían emblemas asociados a la identidad del muerto, representando la filiación genealógica. En todo caso, la variedad formal de los ídolos así como sus variedades regionales apuntan a la inexistencia para estas arcaicas épocas de un pensamiento religioso monoteísta, lo cual supondría estimar la existencia de una creencia en distintos entes divinos (con sus probables, aunque desconocidos, contextos míticos), relacionados con actividades de la vida y de la muerte (incluyendo la concepción del más allá).

Los ojos muy abiertos podrían implicar una suerte de mensaje codificado, en forma de mirada divina, protectora, vigilante o, incluso, de advertencia. En definitiva, la superestructura simbólica, asociada con el ámbito funerario, parece muy diáfana en relación a estas figuras, aunque no se pueda calibrar contexto mítico alguno, lo cual no es un motivo para desechar esa posibilidad como plausible.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, abril, 2022.

12 de abril de 2022

El budismo en las rocas: Dazu






Dazu, localizada a algo más de ciento cincuenta kilómetros de Chongqing, ha logrado conservar buen parte de la tradición del arcaico Sichuan. Muestra sus casas de madera y sus tiendas abiertas al exterior, aunque lo que más atrae en la zona no es la villa en sí misma, sino las cuevas de las proximidades, donde se encuentra uno de los más relevantes tesoros de esculturas budistas de China. Se calcula la existencia de cincuenta mil esculturas y relieves, además de más de cien mil caracteres, repartidas en unos cuarenta sitios de interés. Hoy en día, destacan dos sobre las demás, las cuevas Baodingshan y las cuevas Beishan. Cada una cuenta con cerca de diez mil esculturas realizadas entre la dinastía Tang y la Song. Sus temas principales, mayoritariamente de carácter religioso, abarcan descripciones de la vida cotidiana así como escenas de hermandades budistas.

El Vajrayāna parte de los principios de Mahāyāna. Se la suele denominar esotérica por el carácter un tanto secreto de las enseñanzas del maestro al discípulo, que no estaría al alcance de cualquiera. En época dinástica Tang, en el siglo VII, llegaron a China algunos maestros, mientras que en los siglos XII y XIII hizo su aparición el monje Zhao Zhifeng, discípulo de Liu Benzun, un experto esotérico, quien llevó el budismo tántrico a la vida diaria. Su filosofía, al lado del folclore del centro de China, quedaría plasmada en Dazu. Reclutó a varios maestros escultores que serían los encargados de perfilar el monte Baoding.

Aunque las primeras esculturas de Dazu datan del siglo VII, al inicio de la dinastía Tang, fue el año 892 cuando se produjo su mayor impulso, pues es la época de llegada de Wei Junjing, un dirigente local que sería el encargado de elegir el monte Beishan para iniciar el proyecto más longevo de Dazu. Aunque la dinastía feneció pronto, se siguió esculpiendo hasta el siglo XII. El resultado serían unos trescientos metros de pared esculpidos hasta unos una altura de casi diez  metros. Divididos en un par de grupos, acumulan más de doscientos  nichos con miles de estatuas. En el periodo se distinguen dos estilos según la dinastía. El primero, hasta mediados del siglo X, se caracteriza por figurillas de pequeño tamaño (nicho doscientos cincuenta y cuatro, con más de quinientos); el segundo, pertenece a la dinastía Song y se dilata hasta el final de Beishan. Las figuras ganan en tamaño y son más proporcionadas. Tal vez el nicho ciento treinta y seis, la cueva de la Rueda de Plegaria, sea el más representativo.

Baodingshan es el más impactante de los centros de esculturas ubicados en los alrededores de Dazu. En una montaña con forma de herradura se hallan esculturas de gran maestría, en muchas de las cuales se ha aprovechado la estructura de la montaña. La más destacable de ellas es la once, que contiene el Nirvana de Buda. Es una enorme composición de un Buda yacente, de más de treinta metros de largo y cinco de altura. A su alrededor se pueden ver otras cuevas y esculturas de interés. En la ocho se encuentra Guanyin, deidad de la misericordia, que tiene mil manos con mil ojos, en tanto que en la número veintinueve se observa el camino para alcanzar el estado de budeidad. Algunas grutas describen escenas relativas a la vida del buda histórico, Sakyamuni, con temáticas como el amor filial, los paraísos e infiernos. También reflejan el nacimiento de la Escuela tántrica Mizong, fundada por  el Buda Pilu.

Baodingshan es la obra más original y completa de Dazu por su específico estilo. Está signado por el realismo, aunque algo exagerado en los gestos, sobre todo al representar el bien y el mal. Baoding es una garganta en forma de U excavada bajo la cuidadosa planificación del monje Zhifeng. En la parte superior está Xiaofowan, conjunto relacionado con el monasterio local. Abajo hay quinientos metros de pared esculpida. Las más de treinta escenas diferentes están centradas en el budismo esotérico. Baoding es, asimismo, un compendio de la vida cotidiana de la China medieval de los Song, en virtud de que se representan la realeza, el pueblo llano y la oficialidad. Las esculturas, que en parte presentan policromía, fueron conservadas por los monjes locales y pasaron prácticamente desapercibidas para el resto del país hasta 1952.

Beishan es el segundo conjunto escultórico de Dazu. Aquí se encuentra una serie de casi trescientos nichos extendidos a lo largo de doscientos cincuenta metros. Muchos son menores que los de Baodingsan, menos elaborados y están, por desgracia, peor conservados. En ellos, se mezclan  los clásicos temas del budismo con algunos de índole confuciana, caso de la piedad filial. Las más impresionantes de este conjunto son las de la gruta ciento treinta y seis. Conocida como Molino de Piedras, fue tallada en la dinastía Song, mostrando al espectador un conjunto elegante, sereno, en el que destacan dos representaciones de Guanyin, Buda de la misericordia, con los típicos rasgos femeninos de la versión china, montado sobre un elefante y sobre un león. También es destacable la gruta doscientos cuarenta y cinco, denominada Paraíso al Oeste. Es una escena clásica del arte budista en el que participan gran número de personajes.

Sin que trabajo cesase en Beishan, entre los siglos XI y XII se fueron creando otras tres zonas de esculturas alrededor de Dazu. Este complemento es la demostración más patente de la hibridación y coexistencia de tres religiones (taoísmo, budismo y confucianismo). La montaña Nan representa el taoísmo más purista. Menos auténtico, y con budismo incorporado, tenemos el monte Shimen, que demuestra la influencia del monte Tai en China durante esta época. El confucianismo, tercera influencia espiritual en China, aparece representado en la cueva del monte Shizhuan.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, abril, 2022.

3 de abril de 2022

Mito de fundación del Estado e identidad coreanos


Imagen: vista del fastuoso y grandilocuente Mausoleo de Tangun, en Corea del Norte, en el condado de Kangdong.

Varios son los mitos de fundación que refieren la formación de federaciones de tribus en la antigua Corea, si bien el más conocido es el de un ser denominado Tangun, considerado el progenitor legendario del pueblo coreano y también el fundador de Kochoson (a veces señalado Choson), considerado el primer y más arcaico Estado coreano en esa península. La traición señala el 2300 a.e.c. como la época de inicio de dicho primigenio reino, ubicado esencialmente en el norte de Corea, porque es el territorio en donde se han encontrado la mayoría de objetos de bronce.

El mito cuenta que Hwan-ung, vástago del Dios Supremo del Cielo quería ofrecer la cultura a la humanidad y, naturalmente, gobernarla. Por tal motivo, se dispuso a descender a la tierra, apareciendo bajo un árbol en una montaña llamada Taebaek. Cerca del lugar habitaban un tigre y un oso en una caverna, quienes de inmediato le pidieron a Hwan-ung que les convirtiera en seres humanos. Para que semejante metamorfosis se produjera tenían que comer unas hojas de artemisa, un determinado número de ajos y, sobre todo, aislarse de la luz solar diurna durante un período de cien días. Aunque el tigre no pudo aguantar estas condiciones, el oso sí lo hizo, convirtiéndose en una mujer, quien pidió al dios tener un hijo. De esta forma, Hwan-ung accedió a ser su marido y tener un descendiente con ella. Este hijo es precisamente Tangun Wanggom (Soberano del sacro árbol del sándalo), que acabaría siendo, a la postre, el fundador de la nación Choson durante la época de gobierno del mítico emperador Yao en China.

Instaló la capital del reino en Asadal, gobernando durante un período de mil quinientos años, momento en que el rey Wu chino (dinastía Zhou), ubicó a su hija Kiya en el trono coreano, en torno a 1122 a.e.c. según la cronología tradicional. En vista de esta situación Tangun regresó a su lugar de origen, convirtiéndose en deidad de la montaña. En ese momento tenía cerca de dos mil años de edad.

Se trata de un mito que, a pesar de haber sido muy debatido y haber sido objeto de varias interpretaciones, lo cierto es que parece reflejar acontecimientos y circunstancias de la más antigua historia de la población de Corea y de sus creencias. Se ha concebido como el origen de la cultura y la identidad coreana. Es decir, Tangun desarrolla un rol primordial en la configuración de la conciencia nacional, la de una población que se enorgullece de pertenecer a un país de más de cinco milenios de antigüedad, tal vez en una emulación de sus vecinos continentales chinos. Incluso en los albores del pasado siglo XX, este personaje fue el motor espiritual de la resistencia y la lucha contra el opresor japonés.

Es muy probable que el mito sea, a fin de cuentas, una representación simbólica de la época en la que los tres clanes primordiales de una confederación tribal se encontraban en el proceso de configurar un arcaico Estado. Uno de tales clanes procedía de algún lugar lejano (por tanto no era autóctono), y portaba una cultura avanzada. Se decía que era un clan celestial. Los otros dos, por lo contrario, eran formaciones locales, cuyos tótemes respectivos eran el tigre y el oso. El clan de avanzada cultura se une al que tiene el tótem del oso y destruyen al que poseía al tigre como referente. La fundación de Kochoson representaría tanto el origen de una familia gobernante como la creación de una primigenia entidad estatal, simbolizando la unión de Cielo y Tierra como fuerzas cruciales del Cosmos. Ambas fuerzas se unirían armónicamente en la persona de Tangun, primer gobernante. De hecho, el nombre del dios-héroe implica a la vez el cargo de rey-chamán; es decir, la jefatura religiosa y política.

La presencia de este mito hace comprensible, a la par, el origen del culto a la deidad de la montaña (San-shin), concebido en las creencias populares coreanas como una divinidad colectiva de todas las cumbres montañosas y cordilleras, que son muy veneradas en Corea, como también lo son espíritus y deidades de otros aspectos de la naturaleza, como el agua o la tierra. Al mismo tiempo, el dios también se comprende como una individualidad. De esta forma es una deidad de los ancestros así como de personalidades tanto legendarias como históricas Tanto es así, que una de las principales características del chamanismo coreano, denominado Musok, es que todas las deidades se pueden visualizar y hasta representar iconográficamente como si fuesen humanos corrientes. La comunicación con ellos se llevaría a cabo en las ceremonias rituales por mediación de los chamanes, siendo invocados utilizando ofrendas al son de diversas danzas y cantos. Incluso logran personificarlos cuando los chamanes se ven poseídos por ellos.

Un aspecto considerado crucial es la presencia de Kija en el mito, pues implica tanto una referencia histórica como una evidente legitimación político-religiosa del cambio de liderazgo del Estado creado por Tangun. El establecimiento de una nueva dinastía con Kiya supondrá un milenio de gobierno de Kiya-Choson, sobre un espacio geográfico que incluiría el sur de Manchuria y territorios del noreste de China, hecho que enfatiza, tal vez, un control chino continental. Tales zonas, no obstante, serían perdidas mucho tiempo después, hacia el final del siglo IV a.e.c. cuando los gobernantes chinos invadieron la península de Liaodong.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, abril, 2022.