17 de febrero de 2022

Vídeos: Mitógrafos de la antigüedad griega y romana


Amigas, colegas, estudiantes. Saludos cordiales a todos. Iniciamos hace unas semanas una serie en YouTube (canal Minutos de Historia con Julio López), titulada Mitógrafos de la antigüedad griega y romana. Se trata en ella, en un total de cinco programas durante tres meses, de analizar la vida, obra sobreviviente e influencias de doce mitógrafos arcaicos de reconocido nivel y prestancia histórica. Acusilao de Argos, Teágenes de Regio, Herodoro de Heraclea Póntica, Asclepíades de Trágilo, Helánico de Mitilene, Ferécides de Atenas, Paléfato, Evémero de Mesina, Apolodoro de Atenas, Conón, Lucio Anneo Cornuto y Cayo Julio Higino son los doce protagonistas elegidos. Como ya es una costumbre casi inveterada, espero resulte de ayuda, utilidad o estímulo a las personas interesadas en semejantes temáticas. Se puede difundir el vídeo si se estima adecuado; también el que lo desee se puede suscribir al canal y, por descontado, hacer cualquier tipo de comentario, análisis, apunte, referencia o crítica. El que aparece sobre estas líneas es el segundo programa de la serie. Saludo cordial. J.L.S.

Prof. Dr. Julio Lopez Saco
UM-AEEAO-UFM, febrero, 2022.

8 de febrero de 2022

Cuentos, mitos y leyendas: imaginario mágico de la cultura popular

El imaginario mágico, expresado en leyendas, mitos y cuentos, sobre todo de hadas, es un elemento crucial de la cultura popular. Esos cuentos y leyendas, lejos de ser solamente entretenimientos, se configuran como historias que hacen llegar a nuestro tiempo una concepción del mundo tradicional, abriendo la puerta a una espiritualidad que concebía el mundo y la naturaleza como un lugar de significado y de sentido plenos. En ese mundo de la tradición, la naturaleza y sus fuerzas estaban dotadas de alma; estaban vivas, un hecho que implicaba que el universo no era únicamente algo, sino también alguien. Un universo que no sería visto como un mecanismo, más o menos complejo, de engranajes y materiales fuerzas ciegas, sino como un organismo con vida. 

Las fuerzas elementales, asociadas a la tierra, el agua, el viento o el fuego, no refieren la existencia de un plano superior trascendente, sino uno intermedio, contemplado como una dimensión espiritual, sutil, poblado de seres mágicos (feéricos) en espacios y lugares naturales, como bosques, manantiales, grutas o montañas. Sería un plano espiritual intermedio vinculado al mundo; es decir, al más acá. La existencia de tales seres o entidades se relaciona con la naturaleza, desarrollando el papel de alma del mundo. Su ocultamiento, o final desaparición, sería una inequívoca señal de la materialización y desencantamiento del mundo, que poco a poco quedaría a merced de un tiempo humano, mientras los seres feéricos harían las veces de antiguas deidades propias de un tiempo ya desaparecido, fenecido.

Los pobladores de esta suerte de reino intermedio no son buenos ni malos. Su conducta es bondadosa o malvada según las circunstancias. En cualquier caso, de este plano intermedio no se deriva la condenación o salvación de almas, sino una armónica relación con la naturaleza, de estrecho vínculo con una realidad natural de la que son parte sutil y, por consiguiente, invisible.

Por otra parte, este reino escondido parecerá asociado a determinados lugares, naturales (manantiales, colinas, lagos, grutas, claros del bosque, cumbres o troncos huecos), y artificiales, construidos por el ser humano, particularmente vestigios arqueológicos de la prehistoria y la protohistoria (menhires, dólmenes, castros, tumbas neolíticas). Los mitos y las leyendas abundan en significar que la naturaleza posee alma y que en ciertos, específicos lugares, dicha alma tiene la capacidad de poder materializarse, si bien siempre de un modo especial. Estos espacios, auténticas bisagras entre el plano humano y el reino oculto, asociados a restos arqueológicos, serán ideales para la creencia en la manifestación de la caterva de seres que pueblan el plano intermedio. De esta forma, la relación entre los vestigios arqueológicos y los cuentos de hadas, por ejemplo, será habitual y notoria. De ahí su valor espiritual y simbólico.  

El hecho religioso, generalmente cristiano, ha negado la dimensión espiritual del mundo de la naturaleza, y aunque el mundo es creación, no deja de ser un lugar desencantado. Además, cuando la religión pone su atención no tanto en la trascendencia como en la inmanencia, acaba por orientarse hacia un panteísmo inmanentista, que sugiere un pacto con las fuerzas naturales para propiciar salud o bienes de la existencia material. La religión debe, por supuesto, reconocer la trascendencia como fuente y destino de la manifestación, pero al tiempo reconocer también el anima mundi como una dimensión espiritual de tal manifestación.

Como es bien sabido, la modernidad no se detiene en considerar un atisbo de trascendencia, negando, asimismo, la dimensión espiritual del plano natural. No obstante su concepción materialista de la realidad, no impedirá el surgimiento (o resurgimiento “encantado”) de cuentos, mitos y leyendas en el sensible entorno del romanticismo, configurándose reelaboraciones realizadas desde las narraciones populares de tradición oral.

Un aspecto destacable es, por demás, la fascinación que semejante reino escondido, y sus habitantes, ha venido despertando, sirviendo de nutriente e inspiración de corrientes estilísticas, tanto de las artes plásticas, como de la música o la literatura. Por mencionar unos pocos casos, la pintura prerrafaelita, la poesía de William B. Yeats, las obras de J.R.R. Tolkien, o la música de Waterboys o de la muy célebre Enya.  Dicho de un modo abierto y claro: los mitos y las leyendas del intermedio mundo escondido animan parte de la producción cultural de un mundo contemporáneo que, a la postre, quiere observar algún resquicio para alejarse de las poderosas seducciones de la modernidad.

Un reencuentro con el mundo natural no ha de ser únicamente en clave ecologista, sino aquel de la mirada, digamos tradicional y pagana, en el que se vuelva a otear un mundo nuevamente encantado, entendido como un lugar a la par maravilloso y peligroso, pero dotado de misterio y de sentido.  

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, febrero, 2022.

1 de febrero de 2022

Qijia: una cultura china de la Edad del Bronce




Esta cultura de la Edad del bronce, fechable entre 2200 y 1650 a.e.c. se desarrolló en la región de Gansu y del Qinhai oriental, teniendo como epicentro la localidad de Lanzhou. El nombre, otorgado en 1923, procede de las tuinas de los sitios Qi Jia Ping[1]. La cultura que la precedió en la zona fue la cultura Majiayao, caracterizada asimismo por el trabajo metalúrgico. En consecuencia, Qijia es la sucesora de Majiayao en el Gansu oriental y central, así como en el Qinhai oriental.

Si bien en un principio se creyó que Qijia fue la primera cultura neolítica del Gansu, lo cierto es que posteriores excavaciones han demostrado que parte de la cultura Qijia no fue más que una sucesora de la occidental cultura de Yangshao, al mismo tiempo que ciertas fases posteriores de la cultura de Longshan del área en la que se distribuyó la cultura Qijia existieron con la influyente presencia de la cultura Andronovo.

La cultura Machang, floreciente entre 2500 y 2000 a.e.c. a lo largo del río Amarillo, y que fue una consecuencia de la cultura Banshan era, en parte, contemporánea de la cultura Qijia. Aunque eran bastante diferentes, hubo un intercambio cultural entre ambas. Se puede añadir, además, que determinados estudiosos consideran la cultura Machang como una fase de la cultura Majiayao, más extensa y que, en consecuencia, también Qijia deriva de la cultura Machang.

Se trata de una cultura sedentaria, fundamentada en la agricultura y la cría de cerdos, empleados en los sacrificios. Los habitantes pertenecientes a esta cultura domesticaron caballos y fueron capaces de practicar la adivinación oracular. Sus hachas y cuchillos metálicos parecen apuntar a una cierta interacción con poblaciones centro-asiáticas y siberianas, en especial con el complejo cultural Seima-Turbino. Algunos de los más arcaicos espejos en cobre y bronce hallados en contextos arqueológicos en China fueron confeccionados por esta cultura.

Son más de trescientos cincuenta los sitios relacionados con Qijia (unos pocos en la Mongolia Interior y en la provincia de Ningxia), sobreimpuestos a los de Majiayao, destacando Qinweijia, Lajia, Dahezhuang y Huangniangniangtai, en los que han salido a la luz objetos de cobre, estaño y bronce, además de cerámica. La cerámica, en buena parte pizas rojizas, fue hecha a mano. Aunque con sus rasgos estilísticos propios, la cerámica muestra elementos comunes de la cultura Majiayao y de la cultura Longshan de la región de Shaanxi. Típico de la cerámica Qijia son las jarras con cuello estrecho y dos asas verticales curvas con un pico ensanchado. Algunas piezas aparecen pintadas con rombos o modelos reticulados, en ocasiones con presencia de ranas estilizadas.  

Las gentes Qijia se asentaban en pequeños poblados de casas rectangulares construidas a nivel del suelo, con presencia de cementerios adyacentes. Los hogares, redondos o cuadrados, podían estar en el interior o el exterior de las viviendas. Los techos estaban soportados por pilares. Los fallecidos se inhumaban en tumbas individuales, acompañados de bienes funerarios en la forma de herramientas hechas en hueso o de piedra, mandíbulas de cerdos, vasijas cerámicas y huesos oraculares. En estos cementerios se hallaron evidencias de  rocas y sacrificios de animales dispuestos en círculo.

Las herramientas propias de la cultura Qijia fueron realizadas básicamente de piedra y hueso. Es el caso de utensilios de comer en forma de cuchara o cuchillos. Parece posible, aunque no es seguro, que la cultura Qijia haya sido el origen del procesamiento del cobre en la zona de Gansu. Alrededor de cincuenta artefactos de cobre fueron encontrados en cuatro sitios, incluyendo punzones, cuchillos, hachas y cinceles, así como joyas (anillos y pendientes). Los objetos eran forjados o fundidos en moldes, y el cobre era ocasionalmente aleado con plomo o estaño. Las excavaciones realizadas en el sitio de Huoshaogou, perteneciente a una cultura sucesora de Qijia, sacaron a la luz gran cantidad de objetos de cobre. Incluso la cultura Erlitou pudo haber adoptado la técnica de procesamiento de cobre de la cultura Qijia, desarrollándola más.

El cementerio cultural en Mogou (condado de Lintan, Gansu) y perteneciente a la cultura Qijia, fue excavado desde 2008. Se han encontrado allí más de mil tumbas. El área fue habitada durante la primera mitad del segundo milenio a.e.c., encontrándose gran cantidad de objetos funerarios, del tipo adornos y utensilios de hueso, conchas, objetos metálicos y vasijas de cerámica.

Hasta la fecha actual, este lugar representa el mayor hallazgo acumulado de objetos de cobre y bronce atribuibles a la cultura Qijia. Los hallazgos son principalmente cuchillos y adornos como pendientes, cuentas y botones. Algunos tipos específicos de objetos, caso de torques y brazaletes, no se habían encontraron anteriormente. Unos pocos artículos fueron fabricados por fundición y por forja en caliente. También fueron excavados recientemente en el cementerio de Mogou un par de fragmentos de hierro. Se han fechado en el siglo XIV a.e.c.

Las ofrendas funerarias de la cultura Qijia incluyen magníficos ejemplos de cerámica y ornamentos personales. Los arreglos de los ajuares de los entierros y sus características asociadas dicen mucho acerca de las creencias religiosas, aunque los mismos todavía no se han estudiado a fondo. Los enterramientos deben proporcionar información fiable sobre la vida social y política de esta cultura.

En las últimas fases de la cultura, Qijia se desplazó desde el oeste y vio reducida su población. Es probable, a decir de algunos estudiosos que la cultura Siwa sea la descendiente directa de la cultura Qijia. Incluso, también se piensa que la cultura Kayue se desarrollaría a partir de la sección occidental de la cultura Qijia.

En agosto del 2015, los arqueólogos descubrieron en Lajia evidencias de un desastre que se remonta a la Edad de Bronce en la provincia de Qinghai. Los investigadores opinan que un terremoto y las subsiguientes inundaciones del río Amarillo asolaron la ciudad. Hay restos petrificados de personas (una mujer y tal vez su hijo abrazándose[2]), así como de otras acurrucadas para intentar sobrevivir al desastre.

Factores sociales y ambientales pudieron haber contribuido al desarrollo de un conflicto durante la Edad de Bronce temprana en el noroeste de China. Esta conclusión deriva del análisis de ciertos traumas violentos en restos esqueléticos humanos del cementerio Qijia. La cultura Qijia tuvo su desarrollo durante un dramático período de cambio social, tecnológico, ambiental y social. La evaluación osteológica de más de trescientos  individuos, adultos y no adultos, del sitio de Mogou, ha demostrado la presencia de lesiones que indican violencia, incluido traumatismos por objetos contundentes o punzantes.

Se encontraron lesiones violentas en varios individuos, sobre todo hombres adultos. No obstante, no se halló evidencia de trauma en niños. Se encontró traumatismo craneal en ciertos individuos adultos. Esta letalidad, además del hecho de que los individuos con trauma eran predominantemente hombres, sugiere una violencia intergrupal, del tipo peleas, asaltos o guerras. Tanto factores sociales como ambientales pudieron haber contribuido a este conflicto, aunque se necesitan datos arqueológicos y paleoambientales sistemáticos para desenmarañar los numerosos factores causales potenciales.

Bibliografía esencial

An, Zhimin, "The Bronze Age in eastern parts of Central Asia", en Dani, A.H. & Masson, V.M. (Eds.). History of Civilizations of Central Asia, Vol.1. The Dawn of Civilization: Earliest Times to 700 B.C., UNESCO, 1992, pp. 308-325.

Chen, Honghai, "The Qijia culture in the upper Yellow River valley", en Underhill, A.P. (Ed.). A Companion to Chinese Archaeology, Blackwell ed., 2013, pp. 105-124.

Kunlong Chen & Xu Jianwei & Chen Kunlong, “Recent Research on Early Bronze Metallurgy in Northwest China”, en Paul J. (Ed.), Scientific Research on Ancient Asian Metallurgy, Freer Gallery of Arts, Washington, 2012, pp. 37-46.

Chen, Jianli & Mao, Ruilin & Wang, Hui & Chen, Honghai & Xie, Yan & Qian, Yaopeng, “The iron objects unearthed from tombs of the Siwa culture in Mogou, Gansu, and the origin of iron-making technology in China”, Wenwu, nº 8, 2012, pp. 45-53 (en chino).

Loewe, M. & Shaughnessy, E.L. (Edts.), The Cambridge History of Ancient China: From the Origins of Civilization to 221 BC., Cambridge University Press, Cambridge, 1999. 

Chang, Kwang-chih, The Archaeology of Ancient China, Yale University Press, 1987.

Liu, Li, The Chinese Neolithic: Trajectories to Early States, Cambridge University Press, Cambridge, 2004.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-UFM, febrero, 2022.

[1] En 2008, el Instituto Provincial de Reliquias Culturales y Arqueología de Gansu encargó a Shaanxi Longteng Exploration que perforara sistemáticamente el sitio Qijiaping. Se encontraron  reliquias culturales (casas, estufas, hornos cerámicos, tumbas), unos restos que  se consideraron ruinas pertenecientes a la cultura Qijia. Además de las tumbas encontradas, había sitios de casas relativamente concentrados, hornos y fosas de ceniza, además de acequias esporádicas. Unos años después, en 2013, Chen Yue escribió su tesis doctoral centrada en el sitio. En ella discutió las etapas y los orígenes de la cultura Qijia. La tesis se basa en el análisis de la cerámica. Divide el sitio Qijiaping en tres períodos, mientras que la cultura Qijia se parcela en cuatro etapas. Los períodos Qijiaping del uno al tres pertenecen a la segunda, tercera y cuarta etapas de la cultura Qijia, respectivamente. El cementerio Qijiaping debe pertenecer al último período Qijia. La tesis de Chen Xiao también señaló que, a partir de la segunda fase de la cultura Qijia, el centro de distribución de la cultura comenzó a cambiar hacia la cuenca del río Tao. Chen Xiao analizó en detalle, finalmente, más de cien tumbas Qijiaping excavadas. Dividió la cerámica de Qijiaping en tres grupos, A, B y C, coexistiendo los tres. El grupo A es el cuerpo principal, y los grupos B y C apenas se ven, o rara vez, en otros sitios culturales Qijia. La tumba individual Qijiaping (M20) coexiste con la cerámica de la cultura Siwa, similar al descubrimiento del sitio Mogou, lo que demuestra que la cultura Qijia tardía y la cultura Siwa temprana de la cuenca Taohe se superponen, al menos, parcialmente

[2] Los resultados de ADN han indicado, no obstante, que los restos esqueléticos de un adulto y un niño encontrados encerrados en una suerte de abrazo a fines del Neolítico o principios de la Edad del Bronce en Lajia no son, de hecho, madre e hijo.