Mapa, con el territorio destacado en verde, de la Dinastía Han Occidental (206 a.e.-9)
Las rebeliones del siglo II, una
respuesta a las debilidades militares y políticas de la dinastía Han, así como
a las penurias económicas, fueron elementos perturbadores para el estado Han,
que coadyuvaron a su ulterior caída. Se trata, esencialmente, de la de los
Turbantes Amarillos (Huangjin),
extendida por la región noreste desde 184, y el movimiento de los Maestros
Celestiales (Tianshidao), a veces
nombrados como el de las Cinco Medidas de Arroz o Wudoumi o el de los Ladrones de Arroz (Mizei), que estalló en época del emperador Shun (125-144) en la
región de Sichuan, a la sazón el granero de China en aquel tiempo, y una zona
geográficamente muy bien protegida. Los Maestros Celestiales crearon una
burocracia sólida además de una teología de componente deísta. Con esta última consolidaron
la autoridad de sus líderes y los legitimaron.
También durante este siglo II hubo
esporádicas luchas entre facciones de eunucos y los miembros de los clanes de
las emperatrices, estos últimos aliados con burócratas con mucho poder e
influencia. Los eunucos habían alcanzado mucho poderío, porque en este siglo
gozaban del derecho a perpetuar su poder adoptando hijos para crear así
familias. En 166, los eunucos lograron controlar la corte y prohibieron a
muchos funcionarios que siguieran en sus cargos. Este episodio, conocido como
la Proscripción, erosionó definitivamente la moral burocrática y los respaldos
locales a la dinastía Han.
Las cada vez más abismales
diferencias socio-económicas acabaron provocando que los clientes de los
grandes terratenientes prestaran servicios militares privados a cambio de
protección y alimentos. De tal modo, los grandes señoríos contenían muchas
armas para su defensa, en un momento en que el gobierno central Han mostraba
sus debilidades en las diferentes localidades. Sin protección, las poblaciones
locales eran vulnerables a las rebeliones, el desorden y los ataques de
bandidos.
Otro elemento fundamental que
debilitó el estado Han fue la presencia y acción de caudillos, con sólidos
fundamentos económicos en ciertas regiones del imperio. Se destacaron al
respecto Dong Zhuo, Cao Cao, Yuan Shao, miembro de una familia aristocrática,
Liu Bei, miembro, a su vez, del clan imperial Liu y Sun Quan, un líder
caudillista del sur. Sería el hijo de Cao Cao, Cao Pi, el que pusiera fin al
dominio Han, fundando una nueva dinastía y un nuevo estado, Wei, aunque no pudo,
sin embargo, unificar el antiguo imperio.
El cuestionamiento de las verdades
tradicionales, fruto de la desintegración intelectual, aunado al desorden y la
confusión de esta época, propiciaría, además, la entrada y consolidación en
China de una fe extranjera, el budismo, que acabaría ocupando un espacio
relevante impregnado la cultura nativa.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas
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