Comienzo del Evangelio de Tomás en el Códice II de Nag Hammadi.
Gnosticismo es un término aplicable
de modo conjunto a una gran cantidad de doctrinas sectarias que aparecieron en
el marco del cristianismo antiguo y también a su alrededor inmediato, pagano.
Se trata de una palabra derivada de gnósis,
el vocablo que en griego designa el conocimiento. Estaríamos hablando del conocimiento
como medio para obtener la salvación, o como
forma salvadora, además de que este conocimiento se pueda hallar en la doctrina.
Ireneo utilizó el término gnosis para referirse a todas las agrupaciones
sectarias que compartían ese énfasis y ciertas características particulares. Se
puede hablar de escuelas, de sectas y de cultos gnósticos, así como de escritos
y enseñanzas gnósticos, o también de mitos y especulaciones gnósticos. Más
controvertido es ya la referencia a una religión gnóstica.
Los Padres de la Iglesia
consideraron el gnosticismo, básicamente, como una herejía cristiana. Más allá
de la visión tradicional existió un gnosticismo judío precristiano y también
pagano helenístico. En ciertos casos, incluso, en virtud de ciertos criterios,
además del conocimiento, como pueden ser el espíritu dualista y anti cósmico,
doctrinas como la religión de Mani se podrían catalogar también como gnósticas.
Entre las numerosas fuentes del
gnosticismo, se suelen distinguir aquellas fuentes primarias o directas de
otras secundarias o indirectas. La mayoría de las primariasempezaron a ser
consideradas ya a partir del siglo XIX, aunque se han visto constantemente
enriquecidas desde esa época gracias a los hallazgos arqueológicos. De extrema
valía para el conocimiento del gnosticismo allende la órbita cristiana se
encuentran los libros sagrados de los mandeos, una secta con muy pocos adeptos,
pero que ha logrado sobrevivir en la zona del bajo Éufrates, en el actual Irak.
Esta secta, anticristiana y antijudía, incluye, sin embargo, entre sus profetas
a Juan Bautista figura que, en este caso, sustituye y se opone a Cristo. Conforman
los mandeos el único ejemplo de existencia continuada de la religión gnóstica
hasta la actualidad. El nombre de la secta, de hecho, deriva del arameo manda, que significa precisamente
conocimiento, de manera que mandeos vendría a ser, literalmente, gnósticos. Sus
libros sagrados, escritos en arameo, están relacionados con el Talmud. Estos
libros contienen tratados mitológicos y doctrinales, además de enseñanzas rituales
y morales, una liturgia y colecciones de himnos y salmos.
Otro conjunto de fuentes en
constante crecimiento es el conformado por los escritos cristianos
copto-gnósticos, mayormente de la escuela valentiniana. El copto fue la lengua
vernácula egipcia del último período del helenismo, que combinaba el antiguo egipcio
con el griego. El empleo de este lenguaje popular como mecanismo literario es
señal inequívoca del surgimiento de una religión de masas, popular, enfrentada
a la cultura secular griega de aquellos impregnados en el helenismo. Los escritos
coptos gnósticos principales fueron, inicialmente, Pístis Sophía y los Libros de
Jehú. Hacia 1945, no obstante, se produjo el hallazgo de Nag Hammadi, en el
Alto Egipto, que arrojó una entera biblioteca de una comunidad gnóstica. La
biblioteca contiene escritos de lo que se ha denominado la fase clásica de la
literatura gnóstica, entre los que destaca el Evangelio de la Verdad, de cuya existencia tenemos constancia por
el propio Ireneo. Entre los fragmentos gnósticos de uno de los códices coptos
del más antiguo descubrimiento, hoy en un museo en Berlín, destaca por su relevancia
el Apócrifo de Juan, una obra ya usada
por Ireneo en su informe sobre este sistema del siglo II.
Así mismo, la biblioteca de los
papiros maniqueos, descubierta en Egipto en 1930, está escrita en lenguaje
copto. Entre estos códices, que se remontan al siglo IV, se halla Kephalaia, es decir, Capítulos, un Libro
de Salmos de la primera comunidad maniquea, y también parte de una
colección de Homilías de la primera
generación después de Mani. Al margen de los Manuscritos del Mar Muerto, este
hallazgo es de superior relevancia para el estudio de la historia de la
religión. Al igual que el corpus
mandeo, el corpus maniqueo-copto
contiene material doctrinal y también poético.
Otro grupo de fuentes originales de
la religión maniquea, en su forma oriental, lo constituyen los Fragmentos de Turfan, escritos en persa
y en turco, hallados en excavaciones realizadas en Turfan, en el actual
Turquestán chino, a principios del siglo XX. A estos fragmentos se añaden dos
textos chinos en Turquestán, un rollo que contiene un himno, y un tratado
conocido por el nombre de su descubridor y editor, Paul Pelliot. Estos
documentos dan fe cierta del florecimiento de una religión gnóstica en Asia
central.
Muy significativo es también el corpus de los textos griegos atribuidos
a Hermes Trismegisto, denominado habitualmente Poimandres, por su primer capítulo. El corpus es el remanente de una literatura helenística egipcia de la
revelación llamada hermética por la identificación sincrética del dios egipcio
Tot con el Hermes griego. El espíritu gnóstico está presente en la literatura alquímica
y en algunos de los papiros mágicos griegos y coptos. Finalmente, hay un material gnóstico en algunos de los Apócrifos
del Nuevo Testamento, como los Hechos de
Tomás y las Odas de Salomón,
sobre todo en forma de poemas[1].
En relación a las fuentes secundarias
o indirectas, habría que empezar señalando que la lucha contra el gnosticismo,
considerado un peligro para la verdadera fe, ocupó parte de la literatura de
los inicios del cristianismo. Los escritos dedicados a su refutación
constituyen, por la discusión que plantean y por los sumarios sobre las
enseñanzas gnósticas, además de por las citas extraídas de los escritos
gnósticos, la fuente secundaria de información más relevante. De este grupo, de
deben mencionar los polémicos trabajos de los Padres, de Orígenes, Ireneo, Epifanio
e Hipólito, en griego, así como de Tertuliano en lengua latina. Otro Padre,
Clemente de Alejandría, dejó entre sus escritos una colección de excerpta de los escritos de Teodoto,
miembro de la escuela gnóstica valentiniana, que representa su rama oriental,
específicamente anatolia. De su rama itálica, Epifanio preservó un documento
literario completo, la Carta a Flora
de Ptolomeo. Deben también contarse los informes de Hipólito sobre los naasenos
y sobre el Libro de Baruc. En su conjunto,
estas fuentes patrísticas facilitan información relevante sobre un buen número
de sectas, todas ellas nominalmente cristianas. Otra contribución del conjunto
pagano es el tratado de Plotino, filósofo neoplatónico, titulado Contra los Gnósticos. Dicho tratado está
dirigido contra las enseñanzas de una secta gnóstica cristiana en particular,
secta no identificable por los estudiosos.
A partir del siglo III, los
escritores anti heréticos se comprometieron con la refutación del maniqueísmo.
Dichos escritores no consideraron, sin embargo, esta nueva religión como parte
de la herejía gnóstica. De la enorme literatura cristiana, deben nombrarse Acta Archelai,
los trabajos de Tito de Bostra, en griego, los de san Agustín, en latín, y aquellos
de Teodoro bar Konai, en siríaco. A ellos se suma un autor pagano de formación
filosófica, el egipcio Alejandro de Licópolis. Algunas de las religiones
mistéricas de la antigüedad tardía
pertenecen también al círculo gnóstico, ya que crean alegorías de sus rituales
y de sus mitos de culto originales con un espíritu análogo al gnóstico. Es el
caso de los misterios de Isis, de Mitra y Atis. Las fuentes de información en lo
tocante a estas religiones son escritos de autores contemporáneos griegos y
latinos, sobre todo paganos. Hay, así mismo, algunas informaciones veladas dispersas por la
literatura rabínica. Pero en este caso, se optó por el silencio, considerado el
método más efectivo para combatir la herejía.
Finalmente, y a pesar de su tardía aparición, la rama de
la literatura islámica que aborda las distintas religiones contiene relatos
reveladores, en especial sobre la religión maniquea, aunque también sobre oscuras
sectas gnósticas cuyos escritos habían sobrevivido hasta el período islámico.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia-Doctorado en Historia, UCV
[1] Las fuentes originales,
correspondientes a las fuentes directas, son el griego, el copto, el arameo, el
persa, el turco y el chino. Todas las fuentes secundarias, por su parte,
aparecen expresadas en griego, latín, hebreo, siríaco y árabe.
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