21 de junio de 2024

Imaginación, escatología y mito en el arte de Etruria (VI y final)












Imágenes, de arriba hacia abajo: brazalete de oro hallado en la tumba Regolini-Galassi, en Cerveteri, y datado en el siglo VII a.e.c.; fíbula dorada decorada con cinco leones y cincuenta patos, también hallada en la tumba Regoliini-Galassi, asimismo del siglo VII a.e.c.; conjunto de joyas etruscas del siglo V a.e.c.; bol de oro del período orientalizante. Siglo VII a.e.c.; caja cerámica de bucchero con una decoración a base de cordero y toro, datada en el siglo IV a.e.c.; vasija cerámica con tapa, roja y blanca, de Vulci o Bisencio, datada en 700 a.e.c.; ánfora de terracota con tapa, con decoración de sirenas. Siglo VI a.e.c.; la llamada Crátera de Aristonothos, entre 675 y 660 a.e.c.; plato que escenifica el rapto de Deyanira, atribuido al Pittore de Tityos, Vulci; vaso de tipo Bucchero, hoy en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York; y píxide de Chiusi, de la Tomba della Pania. Siglo VII a.e.c.

Los etruscos también elaboraron joyas y objetos de marfil, ámbar, fayenza y pasta vítrea, muy solicitados por las clases aristocráticas, además de piezas cerámicas, primero tradicionales con ornamentación geométrica y luego de tradición euboico-cicládica, transmitidas desde las colonias de la Magna Grecia. Los modelos procedían de Grecia, si bien la influencia orientalizante se plasma en los esquemas ornamentales, geométricos y zoomorfos. Las joyas etruscas, en uso desde el siglo VIII a.e.c., son un indicador del estatus social de sus portadores, testimoniando la riqueza personal así como el grado de lujo de algunos miembros de la sociedad.

Entre el grupo de las fíbulas llamadas del tipo dragón, sobresale la Fíbula Corsini, proveniente de una tumba de Marsiliana d’Albegna, pero hecha en Caere, y datada hacia 650 a.e.c. De plata revestida de oro, aparece embellecida con un par de leones y varios patos. Otro ejemplar notable es la fíbula áurea, del siglo VI a.e.c., ornamentada con elementos del mito de Belerofonte. Se observa la Quimera y dos caballos Pegasos, además de tres amazonas en la extremidad de la pieza. Hay fíbulas también de las llamadas del tipo sanguijuela, de Vulci, además de las del tipo naveta.

Entre los collares, brazaletes y broches destaca un broche de oro hallado en la Tomba Bemardini de Preneste, que fue parte de un cinturón o un pectoral. La pieza, hecha en Caere, se engalana con figurillas en relieve de leones, sirenas, quimeras y équidos. También es un referente el collar de la Maremma toscana, de cuya cadena, con una malla de hilos de oro, penden colgantes figurando cabezas del dios Aqueloo, arpías con sus alas extendidas, flores de loto y engastes ovalados.

Muchas de las gemas y anillos etruscos aparecen realzados con motivos ornamentales de tema guerrero o con figuras de héroes griegos, como Heracles llevando a cabo sus trabajos o combatiendo contra Anteo o el dios-río Aqueloo Algunas gemas representan divinidades del panteón etrusco, Menrva en especial, con composiciones rituales, como el sardónice de Boston con la figura de Tages, o con escenas, caso del escarabeo etrusco llamado Gemma von Stoch (siglo V a.e.c.), hallado en Perugia. En esta última pieza hay cinco personajes, individualizados con los nombres, que escuchan con atención al oráculo que predice la muerte de Anfiarao.

Los motivos ornamentales de las joyas presentan un repertorio muy amplio. Destaca la animalística, a partir de prototipos orientales, de carácter mítico, como pegasos, sirenas, arpías, quimeras o esfinges, o naturalista, como leones, ciervos, sierpes, panteras y toros. La representación humana está presente tanto en forma individual o en composiciones, siendo también relevante aquella del mundo divino. Todo ello acompañado con los temas florales y geométricos.

En un principio, las piezas marfileñas fueron traídas desde Fenicia, Siria y Chipre con la intención de abastecer a las élites. Posteriormente, llega a Etruria marfil asiático y africano, así como eborarios orientales, de manera que se instalaron talleres locales. Los más sobresalientes ejemplares provienen de las grandes tumbas, sobre todo en forma de placas de revestimiento ornamental de cofres, mangos para espejos de bronce, píxides, copas o apliques de muebles, sin olvidar los lechos funerarios. En marfil y en hueso se fabricaron agujas, pequeños discos, pinzas, peines, tapaderas, pendientes, cucharillas o anillos.

La temática, oriental, protocorintia y corintia inicialmente, se centró en la animalística, real y fantástica, en la figura humana y en los motivos florales. En su mayoría las piezas fueron realzadas con policromía, hasta el punto de que de los objetos de marfil pudo haber surgido la plástica etrusca de piedra y de terracota.

Una píxide hecha en un taller chiusino y hallada en la Tomba della Pania, muestra una decoración en cuatro registros separados por bandas fitomorfas. En el primero, visto desde arriba, aparecen parte de una esfinge, un monstruo serpentiforme con triple cabeza, una nave con timonel, un par de guerreros y tres carneros con figuras humanas bajo el vientre de los animales; también se observa otro carnero y un cuadrúpedo. Estas imágenes refieren dos conocidas escenas de la Odisea, el ecuentro de Ulises con el monstruo Escila y la huida del héroe del antro de Polifemo. En un segundo registro se observa la partida de un guerrero sobre su carro, amén de una escena de ceremonia fúnebre con plañideras en medio de danzas rituales. En los últimos dos registros, se ve un caballero con dos centauros y animales reales y míticos. El conjunto decorativo quizás aluda al viaje de un difunto al mundo de Ultratumba o a una escena de carácter iniciático.

La cerámica etrusca fue de excelente calidad técnica, siendo apreciada y demandada en la Antigüedad. En la fase protovillanoviana, y sobre todo en la vittanoviana, aparece una cerámica empleada como recipientes para contener las cenizas de los difuntos, adoptando, en ocasiones, las formas de una cabaña de planta circular o cuadrada. Si tenían un perfil bitroncocónico las urnas cinerarias estaban cubiertas con piezas cerámicas en forma de escudilla, asociadas a urnas cinerarias femeninas, o con yelmos, destinadas a los varones.

En el siglo VIII a.e.c., la cerámica etrusca adoptó nuevas formas, continuadoras de la cerámica de las tumbas villanovianas Durante el período orientalizante, en Veyes y en Vulci, se imitan las cerámicas de la época geométrica griega de inspiración euboica. Entre esas formas nuevas del período, de creación villanoviana, etrusca o importadas, sobresalen los vasos canopos, usados como urnas cinerarias. Tenían como tapas cabezas humanas, si bien en un deseo de humanizar los recipientes, se le colocaban brazos sobre el cuerpo de las piezas.

La cerámica etrusca de imitación geométrica griega remedó el repertorio decorativo y un buen número de tipos específicos, como el aríbalo, el ólpe, la crátera, el enócoe o el alábastron. La producción de vasos etrusco-corintios se llevó a cabo en Caere, Vulci y Tarquinia. El cántaro, por su parte, relacionado con las ánforas, se asocia a la exportación del vino. Unas relevantes formas vasculares de impasto son los spanti de Caere, de princiipios del siglo VII a.e.c. Proceden de formas orientales, usadas como vasos rituales, análogas a las páteras y a los vasos ishpantura hititas.

Al denominado Pittore dell’Eptacordo se le vincula el bicónico de Caere, en la que se representan animales y una pareja humana, relacionada con algún episodio de la Guerra de Troya. En relación a la producción local etrusco-corintia, en Tarquinia, Veyes, Caere y Vulci, realizó su labor un artista ático, de origen cicládico, llamado Aristonothos, autor de una crátera decorada con una escena de la Odisea, en la que Ulises y sus marineros ciegan al Cíclope y con una batalla naval entre dos naves de guerra, una etrusca y la otra griega del Egeo. Entre los pintores del Gruppo di Monte Abatane sobresale el Pittore dei Cappi, quien incorpora como temática en sus cerámicas la pantera y el hipocampo, así como el Pittore di Garovaglio, que introdujo las figuras de guerreros. También deben citarse el Pittore di Pescia Romana y el Pittore di Feol.

Al desaparecer la cerámica etrusco-corintia, se comenzó la fabricación de una cerámica etrusca de figuras negras sobre fondo rojo, que imitaba la cerámica ática. Fue muy reconocida entre las clases refinadas etruscas. Además, se inició la producción de otras piezas de uso cotidiano. Entre estas últimas hay que reseñar aquellas piezas del servicio de mesa, con ricas decoraciones a base de mitos griegos y también orientales, a veces acompañadas de elementos de tradición iconográfica local, sobre todo hipocampos y quimeras.

Desde mediado el siglo VI y hasta comienzos del V a.e.c., se realizaron en Vulci los ejemplares llamados vasos pónticos. Entre su autores sobresalen el Pittore di Paride, en cuyos vasos plasmó un variado panorama mitológico griego, destacando Teseo y el Minotauro, una temática relativa a Heracles, o el Juicio de Paris, así como el Pittore del Sileno, cuyas vasijas fueron ornamentadas con ménades, silenos y una escenaografía de banquetes. De gustos etruscos fueron el Pittore di Tityos y el Pittore di Amphiaraos.

Al lado de estos vasos pónticos sobresalen dos piezas de renombre; una es la kylix decorada con el tema de la nave de Dioniso, de Vulci, mientras que la otra es la crátera ática denominada Vaso François. La crátera, firmada por el pintor Kleitas y el ceramista Ergótimos, de 565 a.e.c., muestra seis registros pictóricos alrededor de las circunstancias de la estirpe de Peleo, siendo la temática central las bodas de Peleo y Tetis (padres de Aquiles). En su cara A se muestran, en el primer registro, la caza del jabalí calidonio, en donde se observa a Peleo y Meleagro, Atalanta y los Dióscuros; en el segundo registro se representan los juegos funerarios en honor de Patroclo, en los que Aquiles preside la carrera de las cuadrigas, en las que participa Odiseo; el tercer registro, central, contiene el cortejo nupcial de Peleo y Tetis. La diosa se ve sentada dentro de un templo dórico, en tanto que Peleo está ubicado delante de su palacio. Hay un cortejo de las principales divinidades griegas, además de las Musas, las Horas, las Gracias, Océano y las Ninfas; el cuarto registro muestra el acecho de Aquiles a Troilo. Con el héroe se encuentran Hermes y Atenea, además de su madre Tetis, mientras que Apolo se figura cerca de Troilo. En la escena aparece también la hermana de Troilo, Políxena, amén de una joven de nombre Rhodia. Delante de los muros de Troya está sentado el rey Príamo.

En el quinto registro no hay figuración antropomorfa, sino esfinges junto a dos panteras que atacan a un toro y un ciervo, además de flores; finalmente, en el sexto friso de esta cara se aprecia la lucha que, según el mito griego, cada año contraponía a los pigmeos con las grullas. En el lado B se representa, en el primer registro, el mito de Teseo y Ariadna, en donde se observa la nave de la que salen catorce personajes de la empresa cretense, las siete doncellas y los siete jóvenes, configurando la danza de las grullas (géranos), al frente del cual aparece Teseo con la lira. Delante del héroe, Ariadna, que le alarga la mano con una corona y el ovillo de hilo; en el segundo registro, la batalla entre Centauros y Lapitas, guiados estos por Teseo; en el tercer friso sigue la escena principal, el cortejo nupcial de Peleo y Tetis; en el registro cuarto se figura el cortejo dionisíaco que acompañó el vuelta de Hefesto al Olimpo. Zeus y Hera, sentados en un trono están acompañados de Atenea, Ares y Afrodita, a los que siguen Ártemis y, tal vez, Posidón y Hermes; en el quinto registro no hay figuración humana, únicamente grifos y dos leones que atacan a un jabalí y a un toro; en el último friso, sobre el pie del vaso, se mantiene la escena de la geranomaquia.

Sobre las asas de la crátera son visibles otras dos escenas que se figuraron repetidas: la inferior presenta a Áyax transportando el cuerpo de Aquiles y la superior una pótnia con leones y una pantera con un ciervo. Este vaso contribuyó a fijar en el área tirrénica el mito griego, destinado a ser comprendido por los grupos aristocráticos en virtud del trasfondo del programa socio-político de sus escenas.

El Pittore di Micali, con su escuela en Vulci, activo entre 510 y 500 a.e.c. es el más célebre ceramista de vasos de pinturas negras. Además de su discípulos, como el Pittore del Vaticano o el Pittore di Kyknos, hubo también en Orvieto otro muy notable centro de cerámicas de figuras negras. Ya a comienzos del siglo V a.e.c., asimismo por influencia ática, la cerámica etrusca produce vasos decorados con figuras rojas sobre fondo negro, sobre formas como las ánforas, la crátera con volutas y el stámnos. Uno de los iniciadores de este tipo de cerámica en Etruria fue un griego, Praxias (Arnthe), proveniente de Cumas o Reggio, y que laboró en Vulci hacia 470 a.e.c. La temática decorativa siguió con contenidos mitológicos, sobre todo el ciclo de Dioniso, acompañado de escenas de guerreros, palestra, y la presencia de ménades y sátiros. En la segunda mitad del siglo IV a.e.c. grupos de ceramógrafos se establecieron en Volterra, Chiusi y Vulci. Asimismo, se fabricaron también, imitando las formas griegas, cerámicas sobre fondo blanco, destacando la lékythos funeraria.

El siglo III a.e.c. es testigo de la desaparición casi total de la cerámica figurada etrusca. La cerámica es reemplazada por una de barniz negro y de brillo metálico, creada en Campania, denominada cerámica campaniense. Las pastas negras acabaron dando lugar a las rojas, obteniéndose la terra sigillata.

En el desarrollo de la producción de la cerámica bucchero se distinguen dos etapas, una orientalizante y la otra arcaica, aunque subdivididas ambas en seis fases cronológicas. Esta cerámica se difundió por la Europa meridional y por todo el Mediterráneo. En una mayoría de las piezas de esta cerámica hay una decoración no figurativa, a base de motivos geométricos o en relieve, así como la presencia de figuras humanas, animales y seres fantásticos. Estos motivos, como el tema de la Pótnia theron o Señora de los animales, son más decorativos que narrativos. Además, las composiciones mitológicas se refieren a unos pocos temas significativos, destacando Heracles, Aquiles, Teseo y Belerofonte. Asimismo, en muchas de las cerámicas aparecen inscripciones incisas, que son marcas de propiedad, así como pequeños textos que aluden a su carácter de don.

Un buen número de ejemplares de bucchero fueron depositados como exvotos en las favissae de templos y santuarios, en ocasiones inscritos con graffiti, como ocurre, por ejemplo, con la copa de Araz Larani.

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Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, junio, 2024.

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