


Las primeras noticias referentes a este maravilloso museo natural se conocieron en Europa en los años de la primera gran guerra, difundidas por asombrados oficiales de la Legión Extranjera que se habían aventurado hasta regiones situadas a más de 1400 kilómetros de Argel. Sin embargo, recién en 1933, los arqueólogos y geógrafos franceses pudieron observar algunos apuntes de las pinturas, tomados por el Teniente Charles Brenans, a la sazón comandante del puesto de Djanet, quien, al practicar un reconocimiento con su escuadrón de camelleros en la yerma meseta, descubrió algunas cuevas cuyas paredes se hallaban cubiertas de pinturas. El entusiasmo se propagó de inmediato en ciertos centros científicos, pues la existencia de antiguas poblaciones, capaces de reflejar mediante diseños y colores, escenas de la vida material, espiritual y religiosa, constituían un indicio cierto de que el inhóspito Sahara no siempre había sido una inmensa extensión inhabitable. La hipótesis sostenida por varios estudiosos en el sentido de que el desierto fue hace 4.000 años una región fértil, poblada por numerosos grupos tribales, hallaba, en consecuencia, una sorpresiva confirmación.
Prof. Dr. Julio López Saco
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