IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO: CRÁTERA DE FACTURA CORINTIA LLAMADA EURITO, NOMBRE DE UN PERSONAJE DE LOS MITOS DE HERACLES. CERVETERI, 600 A.N.E, HOY EN EL LOUVRE; CRÁTERA CERRETANA DE ARISTONOTOS. 650 A.N.E., HOY EN LOS MUSEOS CAPITOLINOS EN ROMA. SE REPRESENTA EL CEGAMIENTO DE POLIFEMO; Y LEBES DE AMASADO, CON JINETES Y PLAÑIDERAS VINCULADOS AL ESTATUS SOCIAL DEL DIFUNTO Y AL PROPIO RITUAL. TUMBA DE PITIGLIANO, 650-600 A.N.E. MUSEO ARQUEOLÓGICO DE FLORENCIA.
Desde el siglo IX a.n.E. los
contactos entre la isla de Eubea y los poblados sicilianos, del sur de la
península itálica y la Etruria se hacen constantes, hecho que propició la
llegada de diversas influencias culturales. Con motivo de la presencia de
recursos minerales en Etruria, el comercio se hizo muy fluido. La aristocracia
etrusca, imbuida de lleno en esta actividad, fue la que propició la llegada y
asimilación de nuevas tecnologías y de una iconografía orientalizante,
proveniente de Grecia y del Próximo Oriente. En las vasijas para el simposio o
el banquete[1],
cuya tradición era greco-oriental, se representan escenas cotidianas y de la
épica homérica. Esto significa que la aristocracia etrusca asimiló los valores
helénicos arcaicos, además del alfabeto (que penetró en Etruria a través de las
colonias campanas desde fines del siglo VIII a.n.E.), convirtiéndolo en un
elemento de poder político y social.
La cerámica de amasado (vasos de
uso común) fue realizada, inicialmente, por mujeres. La llegada en el siglo
VIII a.n.E. del torno dio pie a la aparición de talleres ceramistas
especializados que empleaban el amasado con precisión. Entre los siglos X y
VIII a.n.E., las formas más comunes, además de las urnas bicónicas y con forma
de choza, fueron los elegantes vasos empleados en los banquetes, decorados con
motivos geométricos. En la siguiente centuria cambiaron algunas formas de los
vasos, probablemente derivados de piezas de metal de origen oriental. Esta producción,
que se mantuvo hasta época romana, se vio acompañada por la hecha en bucchero (amasado depurado de color
negro). El ánfora con espirales y el cántaro se produjeron en buena cantidad
hasta el siglo VI a.n.E. La producción de bucchero
se inició a principios del siglo VII a.n.E. en Caere, con artesanos
especializados en vasos ceremoniales para el simposio y vasijas para el tocado.
Durante esta centuria se abrieron centros productores en Campania y el sur de
Etruria. El bucchero de esta época
aparece decorado con motivos grabados e impresos en forma de abanicos, frisos
de animales y espirales. Las formas son parecidas a los amasados vilanovianos o
a las piezas de metal de tradición oriental, usadas para el agua, y cuyo empleo
fue muy extendido por el Mediterráneo hasta principios del siglo VI a.n.E. La
demanda de estas vasijas propició la aparición de centros productores, como el
de Chiusi, en el norte de la Etruria, que producía grandes vasos decorados con
escenografía narrativa.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y Doctorado en Ciencias Sociales, UCV
[1] Los vasos de gran tamaño se
empleaban para mezclar agua y vino en los banquetes aristocráticos. La
tradición menciona la llegada a Etruria de un corintio de nombre Demarato, que
sería el iniciador de la producción etrusco-corintia de vasijas. Lo cierto es
que desde principios del siglo VII a.n.E. se importaron a Etruria cerámicas
corintias, cuyas formas y decoraciones, se imitaron con fruición.
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