Las
lenguas y hablas de las gentes de África se integran en tres grandes grupos:
lenguas camito-semíticas, negroafricanas y las particulares lenguas khoisánidas.
No obstante, habría que sumar la lengua de los malgaches, habitantes de la isla
de Madagascar, que presenta una notable influencia de Indonesia.
El
primer grupo abarca tres familias, semítica, del África del norte, de Marruecos
a Egipto, además de Etiopía y Eritrea (en donde coinciden con lenguas kuchitas)
bereber, en el Sahara, en donde incluye el tifinagh y el guanche (de los
aborígenes de las islas Canarias), y kuchita o camítico, desde el Nilo medio al
Mar Rojo, y sectores de Etiopía y Somalia, así como zonas del occidente de
Sudán. En el segundo se incluye el habla sudanesa[1],
en toda el África occidental. Es probable que las poblaciones del sur de Sudán
oriental pertenezcan a un grupo diferente al sudanés, el nilótico (que agrupa
lenguas con características camíticas. Grupos nilóticos, de hecho, se mezclan
entre las poblaciones camíticas y semíticas del África nororiental, como en
Uganda y Kenia. El límite sur de las lenguas sudanesas nilóticas y de las
camito-semíticas sirve de frontera septentrional del tronco de las lenguas
bantúes. Las lenguas khoisánidas agrupan el habla hotentote y la bosquimana
(famosa por los clicks, únicos en el
mundo), hablas ambas aglutinantes. El primero puede derivar del camítico,
aunque también pudiera estar emparentado al khoi-san, con el que pudo conformar
un tronco común.
Entre
los grupos étnicos son varios los que deben destacarse. Los pigmeos son
cazadores de la región selvática húmeda. De pequeña estatura y de color negro,
parece que descienden de antiguos pobladores del África ecuatorial desde el
Holoceno. Los melanoafricanos pueblan el continente desde los confines de
Sahara hasta El Cabo, y del litoral del Océano Índico al del Atlántico. Son de
elevada estatura y color negro, y se dedican a la agricultura y el pastoreo. Su
existencia puede provenir del Paleolítico, aunque no hay restos identificados
de antepasados directos más arcaicos que el Hombre
de Asselar, hallado en Mali. Los Capoides o Khoisan (llamados hotentotes y
bosquimanos anteriormente), son arcaicas poblaciones de cazadores-recolectores,
hoy apenas confinados al desierto de Kalahari. Son de pequeña y mediana talla,
de pigmentación aceitunada. Bereberes, libios y egipcios, agricultores y
también pastores, que hablan lenguas emparentadas entre sí, pueden aparecer
mezclados con negros en la zona saharaui y en la cuenca del Nilo. Los eritreos,
en la región este del cuerno de África, comprenden varias etnias, somalí,
galla, abisinia y danakil, entre otras. Son de gran estatura y con extremidades
alargadas y cabellos lisos. Los malgaches son de origen indonesio. Emigraron a
la isla y allí se mezclaron con negros de habla bantú del África oriental. Sus
características sobresalientes son su amarillenta y ocre pigmentación y sus
rasgos asiáticos.
Hoy
la antropología y la etnografía aceptan en África la presencia de dos
secuencias raciales, una en el África septentrional, y otra al sur del Sahara,
sumadas a una tercera, lo que daría lugar a tres secuencias: una afroaustral
(capoide), otra congoide, y la tercera caucasoide, catalizadora de las
anteriores. La secuencia capoide se puede remontar al Paleolítico Medio, en el
horizonte Ateiense. Se le asignan cráneos fósiles bosquimanos, los concheros de
Homa, en Kenia, Florisbad y Fish Hoek en Sudáfrica. La secuencia congoide se
pudo manifestar al sur del Sahara en el Pleistoceno. Se le atribuyen fósiles
como el Hombre Chelense III, la
calota craneana de Saldanha, y el cráneo de Broken Hill, con dataciones de unos
500000 mil años[2]. La llegada de los
bosquimanos pudo propiciar una miscegenización con los primitivos capoides. A
la secuencia caucasoide se le atribuyen útiles líticos en hoja, identificados
en Egipto, en Kom Ombo, datados en 12000 a.e.c. Es probable que también le
corresponda a esta secuencia las osamentas de los hombres coetáneos del
Capsiense halladas en Tanzania y Kenia. Son individuos de gran altura, nariz
achatada y maxilar prominente, quizá fruto de la miscegenación entre negros y
caucasoides. Las gentes del Capsiense, de hecho, se antojan caucasoides,
probablemente mediterráneos, aunque los primeros moillianenses de la costa
argelina y marroquí eran diferentes[3].
En
el Egipto prehistórico los cazadores y depredadores del valle del Nilo
presentaban un componente genético nativo africano, mientras que los
agricultores del Neolítico, asentados en las márgenes del río, pudieron ser ya
caucasoides procedentes de la región de Siria-Palestina o, incluso, de
Anatolia. Al final del protodinástico ambos grupos se habrían miscegenizado. En
Nubia ha salido a la luz la secuencia racial caucasoide en algunos yacimientos
mesolíticos, con la presencia de cráneos dolicocéfalos, frentes huidizas,
prognatismo alveolar y mandíbulas muy robustas. Los restos de egipcios
dinásticos parecen tender hacia las formas caucasoides. Sin embargo, la franja
africana del norte del Sahara originalmente tuvo una población no caucasoide.
Cuando los caucasoides llegaron se mezclaron con algunos nativos, relegando a
los demás hacia el sur. Sucesivas oleadas caucasoides posteriores provocaron
que la población del norte de África fuera cada vez más caucasoide[4].
La secuencia incluyó, en consecuencia, muchas gentes leucodermas, los actuales
árabes y otras etnias análogas.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. Doctorado en Historia.
[1] En el
conglomerado sudanés los expertos han señalado la presencia de diversos grupos,
el nigrítico mande, el sudanés del interior y el semi bantú.
[2] El origen de los negros y pigmeos es un enigma. Sin
embargo, hay indicios de que el este y el sur del continente no conoció
población humana hasta la llegada de los portadores de hendedores y mandorlas
achelenses.
[3] Los esqueletos de las
grutas de Taforalt en Marruecos y Afalou-Bu-Rhummel, en Argelia, parecen
pertenecer, como algunos hallados en las Canarias, a gentes de elevada
estatura, cráneo macizo, mandíbula fuerte y fosas nasales anchas. Les denominan
cromagnones africanos, al margen de su evidente aire caucasoide-leucodermo. Sus
orígenes raciales, aunque se hayan mezclado con indígenas, podrían encontrarse
en las gentes del ateriense.
[4] En el
África colonial, ya a partir del siglo XVII, el tráfico de esclavos empezó a
invertir esta clara tendencia.
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