Imágenes (de arriba hacia abajo): Estatua sentada de
Shaka, en bronce dorado, datada en 606; tríada Shaka de Tori Busshi, en bronce
dorado, sita en el kondo de Horyuj, datada en 623; el Santuario Tamamushi, del
650. Hecho en madera lacada de ciprés y cánfora. Casa del Tesoro de Horyuji,
prefectura de Nara; y panel del Jataka de la tigresa hambrienta. Santuario
Tamamushi.
Uno de los artistas de este período fue Tori Busshi,
el denominado fabricante de imágenes budistas. Desde un punto de vista
genealógico estaba emparentado con Shiba Tatto (su abuelo), un artesano chino,
que ayudó a Soga no Umako a establecer su primer templo budista. Contaba Tatto
con grandes habilidades, entre las cuales se encontraban el trabajo en madera,
la fundición de metal y el trabajo lacado. Su hijo, y padre de Busshi, Tasuna,
llegó a esculpir imágenes budistas en madera. En cualquier caso, Tori Busshi
llegaría a ser el principal escultor que trabajó para Soga no Umako y el príncipe
Shotoku, a comienzos del siglo VII. Fue el responsable de ejecutar la imagen
Shaka para Asukadera en 606, el Buda Yakushi, para Wakakusadera (luego
Horyuji), un año después, y la tríada Shaka, con el Buda flanqueado por dos bodhisattvas,
cuya datación es en 623.
En el kondo del templo original Asukadera se destaca
la estatua sentada de Shaka hecha en bronce dorado. Está sentado erecto y con
las piernas cruzadas. Su vestimenta aparece bien definida. Sus manos conforman
el gesto semui-in (abhayamudra), que simboliza el poder del
Buda para garantizar la tranquilidad y la liberación del temor. Este gesto se
relaciona, tradicionalmente, con el enfrentamiento que Buda tiene con un
elefante enviado contra él. Viendo venir al paquidermo, levanta la mano y el
animal se tranquiliza. El estilo distintivo de esta imagen, y de las otras
obras de Tori, la cualidad lineal y geométrica de los rasgos faciales y de la
pose corporal, y la fascinación con los ropajes, deriva en origen de la escultura
budista de la dinastía Wei Septentrional del norte de China (final del siglo IV
al VI). En la época de Tori, sin embargo, el estilo Wei ya no estaba de moda en
China, y había sido sustituido por una mayor atención a las curvas y a los
volúmenes así como por un mayor realismo. Las obras de arte budistas antiguas
en Japón proceden de Paekche, Corea, más cercanas al estilo más antiguo.
El Buda Yakushi, de 607 es una imagen sentada
entronizada en el kondo del Horyuji,
que sucedió al Wakakusadera. Es una escultura con características del estilo
Wei chino, aunque no se descarta que pudiera ser una copia del período Hakuho
(645-710), debido a ciertas particularidades estilísticas.
En la tríada Shaka, de 623, se observa a Shaka sentado
con serenidad en la cima de una plataforma rectangular. Sus manos, que
contrastan con la severidad e inmovilidad del cuerpo, parecen prometer
tranquilidad y el inefable sendero de la salvación al creyente. La animación se
sugiere a través de las llamas presentes en el borde externo de la aureola, en
el cual se ven pequeñas estatuas sentadas de
los Siete Budas del Pasado (siete manifestaciones terrenales de la
budeidad que le precedieron). Sobre su cabeza surge un círculo que representa
la joya flamígera de la sabiduría budista, sobre una flor de loto invertida.
Los delicados modelos lineales de las llamas y de las hojas de loto contrastan
con los calmados, pero a la vez vívidos, rasgos del Buda. Una inscripción en la
parte posterior del halo o aureola, explica que la escultura fue solicitada por
la emperatriz Suiko y otros miembros de la corte con motivo del fallecimiento
de dos damas cortesanas y por la enfermedad del príncipe Shotoku y su consorte
(entre 621 y 622). La estatua está, por tanto, dedicada al bienestar espiritual
de las damas y el príncipe. La tríada refleja el estilo Wei maduro chino de
principios del siglo VI (el cual se observa con nitidez en el complejo de
Longmen), en las proximidades de Luoyang. La tríada fue concebida para ser
apreciada únicamente de frente, del mismo modo que los relieves de los templos
en gruta chinos.
La imaginería Wei, con la plasticidad de las imágenes
transmitidas por medio de la Ruta de la Seda fue dominada e interpretada por
Tori, un amante del modelo lineal. La atención la prioriza, en cualquier caso,
en los ropajes exuberantemente articulados, con diseños que contradicen el
aparente volumen de las figuras.
Una imagen, no atribuible directamente a Tori, pero
dentro de los límites de su estilo, es la estatua de Kannon en el Yumedono (Sala de los Sueños) octogonal
del recinto oriental del Horyuji. Este bodhisattva de la compasión se podía
representar de muchas maneras. En Japón, como en Corea y en China, refleja la
parte femenina del personaje, aunque en las primeras representaciones todavía
aparecía en la forma de un joven, como ocurría con la mayoría de los otros
bodhisattvas. Como entidades no terrenales se representan teniendo en cuenta el
esplendor de los paraísos y cielos búdicos, hecho que se interpreta
terrenalmente modelándolos como príncipes indios, con elegantes ropajes,
esplendorosa joyería y muy lucidas coronas. A veces, incluso con mostachos. Es
una escultura hecha de una única pieza de madera (salvo el pedestal en forma de
loto). Estuvo recubierta en toda su superficie de hojas de oro y de pigmento rojo.
El santuario Tamamushi
(el nombre procede de las alas iridiscentes del escarabajo tamamushi), es el
único ejemplo de pintura budista del siglo VII en Japón que ha logrado
sobrevivir hasta nuestros días. Este santuario portátil se encuentra en el Daihozoden o Casa del Gran Tesoro, en
Horyuji. Consiste en un kondo en miniatura, encimado por un alto plinto
rectangular, levantado del suelo por un pedestal. La superficie externa del
kondo y las cuatro caras del plinto rectangular están decoradas con pinturas de
bodhisattvas, los Cuatro Reyes Guardianes (Shitenno),
además de narraciones budistas. Las zonas horizontales superiores e inferiores
del pedestal están cubiertos con tiras de metal. Los colores de las pinturas (a
base de pigmentos y aceites vegetales), rojos, amarillos, marrones claros y
verdes, fueron aplicados sobre un fondo negro.
Sobre las dos puertas frontales del kondo se encuentran dos de los Cuatro
Reyes Guardianes. Estos reyes son algunos de los guardianes del dharma budista. Fueron muy populares en
toda Asia oriental, hasta el punto de que el primer templo budista del príncipe
Shotoku, el Shitennoji, se erigió en
su honor. Las imágenes de los Reyes, vestidas de armaduras, en las puertas del
santuario de Tamamushi parecen balancearse en el espacio, con sus bufandas
oscilando detrás de ellos. Sobre las puertas se representan gráciles
bodhisattvas, cada uno de ellos manteniendo una flor de loto, símbolo de
compasión y atributo específico de Kannon.
Las paredes internas se decoraron con hileras de Budas sentados, sugiriendo los
mil Budas del pasado, que suelen acompañar algunas de las imágenes de Shaka y
Birushana.
El pedestal rectangular que soporta el kondo en
miniatura del santuario se decora con temas budistas tradicionales. En el
frente, unas reliquias son adoradas por dos monjes que ofrecen incienso; en la
parte posterior, se representa el Monte Sumeru,
montaña en el centro del Universo que separa cielos, tierra y océanos. Otros
dos paneles, los laterales, representan los Jataka,
las historias de las encarnaciones previas de Shaka antes de su época
histórica. Se destaca el Jataka de la
tigresa hambrienta, que es típico del tema general del autosacrificio que los
cuentos Jataka expresan. En este caso, el bodhisattva ofrece su propio cuerpo
como alimento al animal, aunque la tigresa está demasiado débil como para tomar
un bocado. El bodhisattva salta desde una montaña con la intención de que el
olor de la sangre derramada atraiga al felino y pueda, al fin, alimentarse. En
el panel aparece encima de la montaña, sacándose su túnica, y en un sistema de
narración continua se muestra cayendo hacia su muerte en tanto que en el fondo
del acantilado la tigresa comienza a devorar sus miembros. El movimiento
circular de la narración es especialmente apropiado para un panel vertical.
Este método de contar la historia es análogo al que se puede observar en las
balaustradas de las estupas indias, como Bharhut (siglo II a.e.c.) y en los
muros de los templos en gruta chinos como Dunhuang.
La pintura, a diferencia de la escultura del período
Asuka no recuerda los prototipos Wei. Los bodhisattvas, con su sentido del
volumen y movimiento, demuestran un estilo más en consonancia con los de la
China contemporánea. No existe, claramente, una división estética y estilística
entre la imagen esculpida y la pintada.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR. Mayo, 2018.
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