En el muro occidental de la tumba de Kizilbel, en Licia, datada alrededor de 525 a.e.c., se halla representado un tema mitológico que presenta ciertas particularidades. Se observa un guerrero en pie montado en un carro, mostrado con armadura de estilo hoplita, que gira su cabeza hacia una figura femenina ubicada detrás. A su lado, un auriga alerta, pintado en una menor escala. Delante del carro, hay un grupo de tres personas, un anciano sentado en el suelo que mantiene un bastón y tiene sus manos levantadas, y dos mujeres, una de las cuales lleva consigo un pequeño niño.
Se trata de una composición e iconografía similares al de la partida del héroe Anfiarao que aparece representado en la pintura vascular griega, sobre todo en la conocida como crátera de Anfiarao, una crátera corintia del 560 a.e.c., que estuvo en el Antikensammlung de Berlín hasta su desaparición después de la II Guerra Mundial. Anfiarao fue uno de los héroes de los Siete contra Tebas. Sería persuadido por su esposa Erífile para que se uniese a la batalla a pesar de saber que perecería en la misma.
En esta pintura de la tumba de Kizilbel, lo más llamativo, no obstante, es la presencia de una figura alada, barbada y de largo cabello que se muestra en horizontal sobre los caballos que tiran del carro. Se podría estar representando aquí el conocido tema de la partida del guerrero, aunque el guerrero pintado parece aludir con mayor fiabilidad al fallecido, expresando la idea de su viaje final y definitivo, no hacia la batalla sino hacia la otra vida. Si esto es correcto, la figura alada sería concebida como una adición con la intención de enfatizar la condición escatológica de la representación.
La forma de esta figura recuerda la de aquellas aladas que, en ocasiones, son vistas en los vasos pintados laconios, o a las representaciones arcaicas de nikai, ciertas figuras divinas (e incluso monstruos), aunque el modo de llevar el cabello y, sobre todo, la barba y la flor de loto que porta (símbolo de la muerte), se pueden describir como motivos orientales, lo que nos llevaría a pensar en Egipto o, incluso mejor, en Siria, el corredor del Levante o Chipre. La inserción de tal motivo foráneo en la iconofrafía griega estándar podría enfatizar las connotaciones del guerrero heroico.
Las transmisiones de motivos, ideas e historias míticas sería llevada a cabo por poetas itinerantes (rapsodos, contadores de historias), a través de varios medios (objetos, pinturas, textos escritos), pero también por marineros y comerciantes, quienes ejerciendo de mediadores, intercambiarían sus relatos por aquellos extraños para ellos. En todo caso, esos temas y motivos míticos se moverían dentro de contextos históricos.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-UFM, septiembre, 2023.
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