22 de febrero de 2025

Sacrificio humano en el mito griego: Polixena e Ifigenia


Dos bastante conocidas imágenes, separadas entre sí cinco siglos, que muestran míticas víctimas sacrificiales que corrieron distinta suerte, aunque sus motivaciones eran análogas. La primera corresponde a un ánfora ática de figuras negras de uno de los pintores del grupo Tirrenio, datada en 570-560 a.e.c., actualmente en el British Museum londinense; en tanto que la segunda es un fresco mural pompeyano de la Casa del Poeta Trágico, datado entre 63 y 79, hoy en el Museo Archeologico Nazionale de Nápoles.

En la primera, la princesa Polixena, hija de los reyes troyanos Hécuba y Príamo, es sujetada por tres guerreros aqueos y asesinada sobre la tumba de Aquiles por Neoptólemo, el hijo del Pélida, después de que el eidolon del héroe aqueo advirtiese de la necesidad de sus asesinato tras el saqueo de Troya para favorecer el retorno de las naves aqueas tras el fin del largo conflicto.

En la segunda, una joven mujer semi desnuda que levanta de modo patético sus brazos y ojos al cielo, esta siendo sujetada por dos hombres. A la derecha un sacerdote coloca una de sus manos en el mentón, mientras en la otra sujeta una espada, preparado para llevar a cabo lo que parece un ritual religioso, por cuanto la espada advierte la inminencia de un sacrificio. Al otro lado, un Agamenón velado (Plinio el Viejo, Nat. Hist., 35, 73), en una imagen evocativa de una caracterización expresiva de dolor y pena, rehúsa observar la escena. Sobre el cielo flota, en la parte superior derecha, la figura de la diosa Ártemis, identificada por el arco que porta, mientras a su izquierda emerge de las nubes una ninfa montada en un ciervo. En una de las versiones del mito de Ifigenia, la diosa sustituye en el último segundo el sacrificio de la hija de Agamenón y Clitemnestra por una cierva, llevándose a la joven para ser una sirvienta del templo en la región de los Taurios. 

La necesidad de obtener específicas condiciones favorables, relacionadas con Troya, su asedio y destrucción, al principio y al final de la contienda, une ambas representaciones.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, febrero, 2025.


17 de febrero de 2025

Du Kang (杜康): el vino en la religión popular en China

Imagen: el dios del vino representado en una moderna madera pintada.

El vino en la antigua China, elaborado a partir de cereales, fue un alimento básico durante miles de años. Aunque se discute quién fue el primero en producir esta bebida en China, una de las tradiciones más singulares menciona a Du Kang (杜康). A ella nos referiremos en las siguientes líneas.

Du Kang (杜康) se considera la deidad del Vino en la religión popular. Según una historia narrada en el Tang guoshi bu (唐國史補), de Li Zhao (李肇), hubo un inspector regional (cishi, 刺史) en un viaje por el sur de China que observó por primera vez que a Du Kang se le ofrecían sacrificios como divinidad del vino. Xie Zhaozhe (謝肇浙, siglos XVI-XVII), un autor del periodo Ming (, 1368-1644), confirma en su libro Wenhai pisha (文海披沙) que Du Kang era, asimismo, la deidad de los cerveceros. El texto antiguo Yuliji (玉厘記) lo denomina maestro ancestral de los cerveceros, en tanto que en el Bowuzhi (博物志) de época Jin (, 265-420), se dice que inventó el vino.

Según el acervo legendario el hogar de Du Kang es Baishui (白水), en Shaanxi o Ruyang (汝陽) en Henan. De hecho, en los dos lugares se conoce el vino con la etiqueta “Du Kang”. La historicidad de Du Kang puede, como es lógico, ponerse en duda. A veces se le identifica con Shao Kang (少康), soberano de la dinastía Xia (), mientras que en otros textos se advierte que fue un gobernador (taishou, 太守) de la dinastía Han (, 206 a.e.c.-220), de la comandancia de Jiuquan (酒泉), en el Gansu. También se cree que fue un funcionario del granero del emperador Amarillo (Huang Di , 黃帝).

Del mismo modo, están teñidas de gran confusión las historias sobre cómo inventó el vino. Muy popular es la historia en la que emborrachó a Liu Ling (劉伶), conocido como un ebrio célebre. Wei Wu (魏武, 155-220), dice en su poema Zhige xing (知歌行) que Du Kang entendía cómo aliviar a la población de sus penas.

No se puede dejar sin señalar que, aparte de Du Kang, hay otros personajes venerados como patronos del vino, como Ge Xian (葛仙) o Yi Di (儀狄), el sobresaliente poeta del periodo Tang (, 618-907), Li Bai (李白), el Erlangshen (二郎神), o el escritor Han Sima Xiangru (司馬相如).

Este personaje se convirtió en el patrón divinizado de los viticultores tanto de China como de Japón (Tōji, 杜氏, el fabricante de sakeo vino de arroz). La historia de Du Kang se menciona en los poemas del siglo III de Cao Cao (曹操). Desde Cao, Du Kang también se ha utilizado como metonimia de cualquier buen alcohol. Ruan Ji (阮籍, también del siglo III) hace referencia a Du Kang en su atribuida pieza del instrumento musical de siete cuerdas guqin (古琴), llamada Jiukuang.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, febrero, 2025.

 

1 de febrero de 2025

Oración-Discurso Fúnebre de Pericles en Tucídides

Imagen: pintura del academicista alemán Philipp von Foltz, realizada en 1852

El Discurso Fúnebre de Pericles, que habría sido pronunciado por el líder de la democracia ateniense y orador en 431 a.e.c. en el Cementerio del Cerámico, en Atenas (aunque en algunas obras pictóricas, como la pintura de Philipp von Foltz, de 1852, se ubica en la colina del Pnyx, ante la Asamblea), se configura como un testimonio acerca de la cultura y el civismo desde la óptica griega.

Se trata de un discurso en relación a las exequias de las víctimas del primer año de la guerra contra Esparta. Este discurso elogioso, que empieza con una alabanza a la tradición del entierro público de aquellos caídos en combate, se llevó a cabo en la ceremonia procesional que condujo los féretros (uno por cada tribu ateniense), hasta el Cerámico. Pericles intenta definir y evaluar el espíritu de la democracia ateniense, destacando los valores que gobiernan la vida de sus conciudadanos y que explican la grandeza que alcanza esta polis en la segunda mitad del siglo V. Resalta la igualdad de los ciudadanos ante la justicia y cómo estos principios se extienden a la política exterior, destacando la magnanimidad y generosidad de los atenienses, así como la legitimidad de las instituciones de la polis. La grandeza de Atenas es asociada con los héroes muertos. Así, la libertad en el valor es el fundamento de la auténtica felicidad.

El discurso no es una trascripción fiel de lo dicho por el político y orador ateniense, sino una verosímil recreación del historiador Tucídides, que lo incorporó al relato de su Historia de la Guerra del Peloponeso (II, 35-46), donde se narra la guerra civil entre Atenas y Esparta, con sus respectivos aliados. También hay que advertir que no hay una cabal exactitud histórica en la descripción de Atenas, cuya realidad aparece un tanto idealizada. El objetivo no es tanto saber lo que de hecho Atenas fue, sino lo que ella creía, o deseaba, ser. De hecho, la autoría de la oración es atribuida por Platón en su diálogo Menexeno a Aspasia, compañera de vida de Pericles.

El discurso fue escrito bastante tiempo después de que fuera pronunciado y cuando ya Atenas había sido derrotada. Así, se puede entender como un discurso fúnebre de Tucídides en honor a la Atenas vencida que, aunque humillada en su derrota, se levanta como un paradigma universal de la cultura cívica. El panegírico a los muertos en combate aparece casi como pretexto para abordar el elogio de la gloriosa Atenas antigua, entendiendo que la defensa de su eternidad es su verdadero patrimonio y eje de su reputación. Estamos ante un texto fundacional, configurado como un paradigma de conciencia ciudadana y un modelo de reflexión política alentada por una optimista confianza en el progreso de la cultura humana.

¿Pudo haber en Pericles, como advertía Umberto Eco, un uso político de los caídos en batalla como propaganda del populismo más que como una alabanza de la democracia?.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, febrero, 2025.