Imágenes, de arriba hacia abajo: grupo de cerámicas rotas con trazas de incienso copal; ilustración sesenta y tres de Naj Tunich, en la que un hombre está sentado delante de una vasija análoga a las que se usaban en la etapa clásica maya para quemar incienso; santuario de piedra en Naj Tunich; dibujo 18, en la que el Dios N tiene una encuentro sexual con la deidad lunar; y, finalmente, ilustración 21, en donde se aprecia a Hunahpu con piel de jaguar en una escena del juego de pelota.
En el ámbito mesoamericano, concretamente maya, se encuentran medio centenar de cuevas en las que se han hallado representaciones artísticas. Hay evidencias, aunque escasas, de cuevas decoradas de períodos previos, como el caso de la caverna mexicana de Juxtlahuaca, que contiene arte de estilo olmeca.
Naj Tunich es la cueva decorada de mayor extensión en Mesoamérica. Se encuentra ubicada en la municipalidad de Poptún en la actual Guatemala. Su significado, en el lenguaje maya local de Mopan es casa de piedra, lo que implica que la caverna operaba como una suerte de vivienda especial, siendo considerada un centro de adoración. Contiene numerosas piezas artísticas, como pinturas, que incluyen escritura, impresiones de manos y petroglifos incisos. Los escritos caligráficos documentan el uso del lugar como un santuario de peregrinación por parte de las elites sociales. De hecho, un gobernante de la ciudad maya del clásico llamada Caracol (Belice), es mencionado en la cueva.
Las cavernas antiguas y modernas mayas se configuran como un lugar especial, como geografía sagrada en el paisaje. Se relacionan con el mundo de los espíritus y los dioses en diversas maneras; así, como residencias divinas, como contenedores que guardan seres poderosos y sus especiales poderes, o como el interior de seres corpóreos. Cavernas y montañas son los reinos de las deidades y de criaturas extraordinarias que animan el mundo con sus poderes sobre la vida y la muerte. Un caso paradigmático es el de Yahval Balamil, dios de la tierra de los mayas chochiles de Zinacantán, en Chiapas, que reside en una cueva, así como ocurre con el dios Tzultaca en tierras de Guatemala.
Diversos ritos propiciatorios permiten a los lugareños tocar esas fuerzas preternaturales para de esa forma asegurar que la tierra produzca lo necesario para subsistir. Las cavernas son, muy frecuentemente, las casa de divinidades particulares investidas de específicos tipos de poderes. Son portales, niveles cósmicos a través del cual se conecta el poder de las deidades y del mundo espiritual con la gente. Las personas entran en las cuevas para hacer solicitudes a los dioses y para expulsar objetos o fuerzas malignas de la tierra. En la caverna, los objetos sufren una suerte de metamorfosis que los purifica cuando viajan a través de los niveles cósmicos.
Entre los mayas la cueva es un sitio de paso entre estados de existencia. Algunas son, además, depósitos de los muertos. Como los dioses que controlan la lluvia tienden a residir en las cavernas, y la lluvia se relaciona con el crecimiento y el poder de la vida, es en estos espacios en donde la gente apacigua a las deidades con peregrinajes rituales y súplicas.
Las cavernas en el mundo maya, por consiguiente, son residencias de deidades poderosas y de fuerzas generadoras de vida, pero también de peligrosos monstruos. Las obras de arte de Naj Tunich decoran las paredes y las estructuras rituales, como un conocido altar de piedra. Además, en esa cueva también se han hallado platos aplastados, antorchas y jarras de cerámica, en tanto que el suelo está lleno de restos, sobre todo de vasijas rotas, algunas de las cuales contienen todavía restos de incienso copal, usado en los rituales mayas.
Diversas pinturas decorativas fueron hechas en un ambiente ritual. Hay más de sesenta pinturas de personas, algunas representaciones parciales de cabezas, así como deidades en forma humana. Aparecen con unas pocas prendas de vestir; en esencia, taparrabos, diademas, tocados, vestimentas en la cintura, además de joyería (ornamentos en las orejas), lo cual se asocia con sacrificios ceremoniales. No aparecen con calzado. Algunas de estas joyas han aparecido en la cueva, como orejeras de cerámica y jade, y colgantes de la boca. Han sido halladas entre las ofrendas votivas. El pañuelo para cubrir la cabeza, una vestimenta también común, parece haber sido una forma general de atuendo ceremonial, algo que apunta como referente del rango social del portador del mismo.
Se representan las actuaciones rituales y las deidades en las pinturas de Naj Tunich. En el dibujo 63 se observa una figura humana sentada en frente de una vasija cerámica que los mayas empleaban para quemar incienso. Del recipiente surge humo, signo del progreso de la ceremonia. Por su parte, en el dibujo 87 se ve a los héroes gemelos o deidades con banda en la cabeza, Hunahpu y Xbalanqué, que son mencionados en el Popol Vuh, mientras que en la ilustración 21 se representa a Hunahpu llevando una piel de jaguar alrededor de su cintura, lo que sugiere que se le representa aquí en una escena del juego de pelota.
En la ilustración dieciocho se muestra al dios N, el estereotípico anciano lascivo maya, en actitud sexual con la diosa lunar maya. Esta relación sexual entre una joven mujer y un anciano deforme es un tema común también en las actuaciones rituales mayas. Finalmente, hay que advertir que se encontraron diecinueve esqueletos humanos en Naj Tunich, ocho de los cuales mostraban las marcas físicas del sacrificio ritual. Los glifos muestran la escritura asociando a las deidades con fechas especiales del calendario maya.
Bibliografía básica
Brady, J.E. & Stone, A., “Naj Tunich: Entrance to the Maya underworld”, Archaeology, 39, 6, 1986, pp. 18-25.
David, B., Cave Art, edit. Thames & Hudson, Nueva York, 2017.
Stone, A., Images from the Underworld: Naj Tunich and the Tradition of Maya Cave Painting, University of Texas Press, Austin, 1995.
Stone, A., “Regional variation in Maya cave art”, Journal of Cave and Karst Studies, 59, 1, 1997, pp. 33-42.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-AHEC-AVECH-UFM





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