Tras las guerras contra los
sabinos, Roma entra en pugna con los latinos de Alba Longa. El conflicto entre esta
ciudad latina Alba Longa (fundada por el hijo de Eneas, Ascanio, conocido por
los romanos como Iulo, patronímico de la familia patricia imperial posterior) y
Roma, ambas ciudades del Lacio asociadas por vínculos de sangre, se resolvió
mediante el enfrentamiento de tres hermanos Horacios, romanos, y tres
Curiáceos, albanos, que vivieron en tiempos del mítico rey etrusco en Roma Tulo
Hostilio en el siglo VII a.n.E.[1]
Los primeros combatían individualmente, mientras que los Curiáceos en grupo. En
el combate a muerte, tras el fallecimiento de dos de los Horacios, el que
quedaba vivo, usando el plan divide y vencerás, logró vencer a sus heridos oponentes.
Sin embargo, su victoria quedó ensombrecida por las lamentaciones de su hermana
Camila, prometida con uno de los Curiáceos. El Horacio vencedor dio muerte
también a su hermana. Cuando los lictores lo apresaron, el padre de los
Horacios salió en defensa de su hijo aludiendo su entrega a la causa cívica.
Finalmente, el joven Horacio vencedor volvió a ser aclamado como un héroe,
puesto que primero estaba Roma, es decir, la Patria, por encima de sus
intereses personales. Tras la destrucción de Alba Longa, los habitantes de la
ciudad fueron trasladados a la colina Celio en Roma.
Uno de los relatos que conforman
las leyendas históricas de Roma es la que protagoniza, según Tito Livio, Publio
Horacio Cocles, un tuerto héroe romano que a fines del siglo VI a.n.E. se
enfrentó a las ciudades etruscas cuyos ejércitos dirigía Lars Posenna,
evitando, inicialmente con dos compañeros, Espurio Larcio y Tito Herminio, y
luego solo, su entrada en Roma mientras se destruía el puente Sublicio sobre el
Tíber. Es uno de los egregios representantes de los jóvenes guerreros
individuales indoeuropeos armados que atemoriza al enemigo con su aspecto y sus
proclamas.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV-Escuela de Historia
[1] Se trata de un combate singular
que enfrentaba a tres contra otros tres, delante de los dos ejércitos que iban
a pugnar. Sobre estas leyendas históricas se debe revisar Tito Livio y Dionisio
de Halicarnaso.
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