23 de septiembre de 2014

El “imperialismo” en el Egipto de la antigüedad (II)

Mapa que muestra la extensión territorial de Egipto en época del faraón Rameses II. Dinastía XIX, siglo XIII a.C.


No está nada claro si durante el Reino Nuevo Egipto mantuvo una presencia militar y civil permanente en las ciudades conquistadas. Algunas fuentes textuales y arqueológicas parecen sugerir la colonización de unas pocas ciudades de Palestina, que pudo haberse iniciado a partir de la persecución de los hicsos a finales del Segundo Período Intermedio. En base a las Cartas de Amarna y en función de la abundante presencia de objetos egipcios en yacimientos levantinos, la región de Siria-Palestina estaría dividida en tres zonas básicas: Amurru, al norte, Upe y Canaán al sur, en las que habría un gobernador egipcio. Una serie de pequeñas guarniciones en algunos asentamientos locales servirían de soporte a las tres regiones[1].
La presencia egipcia en la Baja Nubia durante el Reino Nuevo es muy significativa. Su motivación debió residir en la necesidad de obtener objetos por mediación del comercio. Las actitudes de los egipcios en relación a la población de Nubia resulta, en este momento, un indicio relevante. Existió una ideología xenófoba: los bárbaros nubios, muy estereotipados, aparecen representados en la literatura y el arte oficiales egipcios como representantes del caos y el desorden. Sin embargo, no debe olvidarse que muchos “extranjeros”, asiáticos y nubios vivían entre los egipcios en muchas ciudades de Egipto, y que Egipto llevó a cabo una política de aculturación en Nubia (y también en el Levante), por medio de la cual se animaba a las elites locales a que adoptaran los nombres y costumbres egipcios[2].
La imagen del “imperialismo” egipcio está orientada en función del pragmatismo económico y político de algunos faraones. La influencia ideológica, por su parte, es difícil de reconstruir, ya que nuestras fuentes de estudio son textos funerarios reales y religiosos. Las relaciones del antiguo Egipto con el extranjero se fundamentaban, en todo caso, en el prestigio y, debemos creer, en el poder. Los primeros contactos comerciales con las poblaciones y reinos vecinos debieron centrarse en la adquisición productos exóticos, escasos o en aquellos que pudieran justificar y reforzar el fundamento del poder individual o incluso grupal. Es necesario recordar que el comercio, regional, local, de ultramar, fue un elemento crucial de la formación, y posterior expansión, de los estados próximo-orientales. La importación de bienes y materiales debió verse acompañado, sin duda, de un flujo más o menos constante de gentes y, a la par, de influencias culturales (lingüísticas, estéticas particularmente), que trajo como consecuencia la creación de una sociedad egipcia cosmopolita y multicultural, al menos en el Reino Nuevo. Más allá de la tolerancia en relación a los extranjeros en la sociedad egipcia, Egipto logró dotar de gran continuidad a su cultura, valores y creencias nativas, una evidencia de fortaleza y flexibilidad cultural e identitaria sin parangón.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV.



[1] No obstante, la cultura material de los yacimientos egipcios en la zona del delta oriental es muy distinta de la de las ciudades de Palestina. En tal sentido, no es improbable que no hubiera muchos egipcios habitando entre la población local en ese territorio. El caso nubio, para la misma época, es muy diferente: la arquitectura y la presencia de objetos en Nubia durante el Reino Nuevo es mucho mayor.
[2] Algunos de los vástagos de estas elites locales eran enviados a Egipto para educarse y ser adoctrinados en los modos egipcios.

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