Mapa que muestra la extensión territorial de Egipto en época del faraón Rameses II. Dinastía XIX, siglo XIII a.C.
No está nada claro si durante el
Reino Nuevo Egipto mantuvo una presencia militar y civil permanente en las
ciudades conquistadas. Algunas fuentes textuales y arqueológicas parecen
sugerir la colonización de unas pocas ciudades de Palestina, que pudo haberse
iniciado a partir de la persecución de los hicsos a finales del Segundo Período
Intermedio. En base a las Cartas de Amarna y en función de la abundante
presencia de objetos egipcios en yacimientos levantinos, la región de
Siria-Palestina estaría dividida en tres zonas básicas: Amurru, al norte, Upe y
Canaán al sur, en las que habría un gobernador egipcio. Una serie de pequeñas
guarniciones en algunos asentamientos locales servirían de soporte a las tres
regiones[1].
La presencia egipcia en la Baja
Nubia durante el Reino Nuevo es muy significativa. Su motivación debió residir
en la necesidad de obtener objetos por mediación del comercio. Las actitudes de
los egipcios en relación a la población de Nubia resulta, en este momento, un
indicio relevante. Existió una ideología xenófoba: los bárbaros nubios, muy
estereotipados, aparecen representados en la literatura y el arte oficiales
egipcios como representantes del caos y el desorden. Sin embargo, no debe
olvidarse que muchos “extranjeros”, asiáticos y nubios vivían entre los
egipcios en muchas ciudades de Egipto, y que Egipto llevó a cabo una política
de aculturación en Nubia (y también en el Levante), por medio de la cual se
animaba a las elites locales a que adoptaran los nombres y costumbres egipcios[2].
La imagen del “imperialismo”
egipcio está orientada en función del pragmatismo económico y político de
algunos faraones. La influencia ideológica, por su parte, es difícil de
reconstruir, ya que nuestras fuentes de estudio son textos funerarios reales
y religiosos. Las relaciones del antiguo Egipto con el extranjero se
fundamentaban, en todo caso, en el prestigio y, debemos creer, en el poder. Los
primeros contactos comerciales con las poblaciones y reinos vecinos debieron
centrarse en la adquisición productos exóticos, escasos o en aquellos que
pudieran justificar y reforzar el fundamento del poder individual o incluso
grupal. Es necesario recordar que el comercio, regional, local, de ultramar,
fue un elemento crucial de la formación, y posterior expansión, de los estados
próximo-orientales. La importación de bienes y materiales debió verse
acompañado, sin duda, de un flujo más o menos constante de gentes y, a la par,
de influencias culturales (lingüísticas, estéticas particularmente), que trajo
como consecuencia la creación de una sociedad egipcia cosmopolita y
multicultural, al menos en el Reino Nuevo. Más allá de la tolerancia en
relación a los extranjeros en la sociedad egipcia, Egipto logró dotar de gran
continuidad a su cultura, valores y creencias nativas, una evidencia de
fortaleza y flexibilidad cultural e identitaria sin parangón.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV.
[1] No obstante, la cultura material
de los yacimientos egipcios en la zona del delta oriental es muy distinta de la
de las ciudades de Palestina. En tal sentido, no es improbable que no hubiera
muchos egipcios habitando entre la población local en ese territorio. El caso
nubio, para la misma época, es muy diferente: la arquitectura y la presencia de
objetos en Nubia durante el Reino Nuevo es mucho mayor.
[2] Algunos de los vástagos de estas
elites locales eran enviados a Egipto para educarse y ser adoctrinados en los
modos egipcios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario