Los
intercambios comerciales hititas con las potencias foráneas del momento
debieron conducirse, de modo casi exclusivo, a través de los centros de las
costas del Levante y de Cilicia. Durante el Reino Antiguo hitita las campañas
del rey Hattusili I en Siria pudieron haber facilitado el acceso hitita a las
mercaderías internacionales que encontraban sus mercados en esta región. Bienes
del Egeo, Egipto y el Próximo Oriente debieron ser frecuentes en las rutas
comerciales a las que los hititas accedieron. Las campañas de Suppiluliuma en
el norte sirio (siglo XIV a.e.c.), así como el establecimiento de una red de
reinos vasallos de los hititas en la región, debieron facilitar también el
transporte y comercio de mercancías entre los puertos de la costa levantina,
sobre todo los de la costa de Ugarit, y el territorio hitita.
Los
textos indican contactos comerciales entre Hatti y Babilonia, Mitanni, Asiria,
la zona Sirio-Palestina, Chipre y Egipto, si bien el registro arqueológico es
escaso y no permite entrever los productos que se intercambiaban. Algunos
ejemplos podrían ser ciertas piezas cerámicas de Chipre y el norte de Siria,
varios sellos cilíndricos babilonios y un escarabeo en alabastro egipcio,
objetos todos ellos aparecidos en sitios anatólicos. Sin embargo, su escasa
cuantía no evidencia necesariamente una actividad comercial reguilar. También
es posible, no obstante, que ciertos productos fuesen consumibles muy
perecibles en el registro arqueológico, como diversos granos, perfumes,
textiles y aceite de oliva, que apenas dejan huella.
Se
sabe de la probable exportación de expertos profesionales desde Egipto y
Babilonia, quizá como consultantes, así como escribas y practicantes de la
adivinación desde Babilonia. También los caballos, desde Mitanni, Egipto y
Babilonia, y, probablemente del occidente anatólico, pudieron ser exportados
hacia territorio hitita. Los cargamentos de grano desde Egipto se hicieron
constantes, sobre todo desde la firma del tratado entre Hattusili III y Ramsés
II. Se puede deducir el carácter regular de esos envíos a partir de la
afirmación de Merneptah señalando el embarque de grano hacia Hatti para
mantener viva aquella tierra[1].
El
transporte de mercancías desde la costa hasta el territorio neural hitita
parece haber estado en manos de los mercaderes de Ura, quienes actuaban como
agentes del rey hitita para organizar el embarque de los bienes desde Ugarit a
Ura y de ahí al corazón del reino hitita. En consecuencia, el comercio
internacional hitita estuvo en manos de intermediarios y operadores
extranjeros.
Los
minerales, especialmente el cobre, la plata y el oro se sacaban de minas de la
Anatolia central y de otras áreas bajo el control hitita. De este modo,
significativas cantidades de tales metales pudieron haber sido exportados por el
reino hitita, pero sobre todo como
pago por otros bienes recibidos.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCAB-UCV. FEIAP-UGR. 1 de julio del 2016.
[1] Puduhepa, en una de las cartas a
Ramsés II remarcaba que no había grano en sus tierras, una solicitud diseñada
para persuadir al faraón para que agrupara, tan rápido como fuera posible,
caballos, vacas y ovejas como dote para la princesa hitita que se le iba a
enviar como futura esposa. Las urgencias
de grano pueden también deducirse de la carta despachada desde la corte hitita
durante el reinado de Tudhaliya IV al rey de Ugarit (Niqmaddu III o bien
Ammurapi), en demanda de una tripulación y un barco para el transporte de
varias toneladas de grano desde Mukis a Ura y, desde allí, a través de la costa
sur de Anatolia, hasta el territorio de Hatti.
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