Imágenes (arriba): ánfora de Estilo Melio con jinetes.
Hacia 660 a.e.c. Museo Arqueológico Nacional de Atenas; (abajo): interior de
una copa de figuras negras laconia. Se representa la caza del jabalí de
Calidonia. Hacia 560 a.e.c. Museo del Louvre.
Antes de 750 a.e.c. la cerámica laconia se
caracterizaba por la presencia de motivos decorativos rectilíneos, una
influencia argiva y, en menor medida, corintia. Se muestran
algunas escenas de figuras danzando que, tal vez, ilustren festivales
religiosos. La forma principal fue, en esta época, la lakaina.
Durante
el siglo VII a.e.c. los ceramistas laconios produjeron piezas finas decoradas
con patrones lineales Subgeométricos y, en ocasiones, hacia la mitad de la
centuria, con figuras silueteadas. En esa época, varias categorías de vasijas
finas comenzaron a expandirse por el ámbito cultural griego, como es el caso de
Tarento, Samos y Etruria. Las cerámicas laconias de figuras negras se encuentran
en Samos, Cirene, Naucratis y Tocra. Algunos vasos alcanzan Mileto y Dídima[1].
En Olimpia, estas piezas en figuras negras presentaban escenas votivas. Muy
probablemente, la producción laconia de figuras negras se destinaba a los
mercados foráneos.
Las
formas principales con figuras negras que se exportaban fueron las cráteras, el
enocoe, la hidria y, sobre todo, las copas de alto pedestal. La producción
laconia decayó hacia 530 a.e.c., para casi desaparecer a finales de esa
centuria.
En
términos generales, la temática de las vasijas laconias de figuras negras se
divide en dos grupos. Uno, el que presenta escenas de contenido religioso y
cultual, representaciones mitológicas, figurando sobre todo a Heracles; y el
otro el que muestra escenas de la vida cotidiana, tales como los symposia que también, probablemente,
mantenían una significación cultual. Las escenas figurativas solían aparecer en
el interior de las vasijas.
El
notable interés samio por las cerámicas laconias de figures negras es aparente.
Las fuentes escritas señalan que hubo vínculos cercanos entre Samos y Esparta
desde el siglo VII y hasta 525 a.e.c. Muchas escenas de simposios y cultuales
que aparecen en las piezas laconias fueron iniciadas por el Pintor de Naucratis
para cubrir las comisiones solicitadas por los adoradores del Heraion de Samos. No obstante, algunas
representaciones se pueden ver como reflejo de la realidad laconia. Los komastes, por ejemplo, se han
interpretado como participantes en un rito asociado con la adoración de una
deidad espartana, Artemis Orthia. Un más evidente vínculo con las prácticas
espartanas es ofrecido en escenas que muestran una deidad entronizada, un
esquema iconográfico que se aproxima a los relieves votivos en piedra.
La
cerámica figurada laconia tuvo un breve repunte hacia 415, y durante un tiempo
en el siglo IV a.e.c., con la producción de cerámica de figuras rojas. La
producción, sobre todo de cálices, cráteras, copas, platos, versiones de la
lakaina, hidrias y pélikes, aparece vinculada a los productos atenienses
contemporáneos. Los vasos laconios de figuras rojas han sido excavados en
santuarios espartanos, pero también en lugares como Olimpia, el Kabeirion
tebano y en Peracora. En muchos de ellos aparecen deidades y escenas
mitológicas. En el Cerámico ateniense se han hallado, también, lakainai de
figuras rojas laconios, que habían sido ubicados como bienes funerarios en los
enterramientos de espartanos que cayeron en combate contra las fuerzas de Trasíbulo
en el año 403 a.e.c. Aparecen decorados con escenas que pudieron ser apreciadas
como propias de los guerreros. Es el caso de la caza de la liebre, batallas de
hoplitas, una posible sesión de entrenamiento militar y jóvenes realizando una
danza ritual.
Los
vasos figurativos localmente confeccionados en el Peloponeso occidental, tanto
en figuras rojas como en negras, se han localizado primariamente en Olimpia,
Élide y la Pilos eleática. En los siglos VII y VI a.e.c. finas piezas fueron
decoradas con motivos Subgeométricos, con bandas y grandes ornamentos florales.
Los ejemplos del siglo VII parecen llevar elementos laconios, en especial en
relación a los ornamentos empleados. La temática de las escenas figurativas del
occidente peloponesio incluye animales salvajes y jinetes.
Han
aparecido figuras silueteadas con detalles en rojo y blanco o llevando una
incisión mínima. La forma más característica del siglo VII a.e.c., que se
continúa en todo el VI, es el enocoe de cuello alto (de cuello de jirafa). A
veces también aparecen platos y cráteras-cáliz.
Durante
el siglo VI a.e.c. el impacto laconio es evidente con la aparición de las
figuras negras eleáticas hacia 575. El motivo más popular era el friso con
animales. Durante el siglo V a.e.c. la cerámica de Elea de figuras negras se
produjo escasamente. Parece haber estado restringida esencialmente a platos.
Los ejemplares tardíos de figuras negras, que dependieron con claridad, de
modelos áticos, estuvieron poblados de figuras humanas.
La
cerámica elea figurada reaparece hacia 430 a.e.c., con la adopción de la
técnica de figuras rojas. En un pequeño número de piezas se pueden reconocer
episodios mitológicos y la presencia de deidades. Más comunes fueron las
escenas dionisíacas, con sátiros y ménades. Tales escenas ganan en celebridad
en el siglo IV a.e.c., un período en el que los pintores de figuras rojas
eleáticos miraron hacia el occidente, en concreto hacia Apulia. De hecho,
algunos pintores eleáticos pudieron haber venido del sur de Italia. La
producción figurativa local cesó hacia 360, aunque no antes de la presencia de
lekythos de figures rojas, decorados, principalmente, con mujeres, nikai y ménades. No obstante, es posible
que estas vasijas se puedan atribuir a ciertas áreas de la costa este y norte
del Adriático.
Un
gran número de grupos cerámicos se pueden identificar en las Cícladas. El
Estilo Lineal, a tribuido a Naxos, comienza a fines del siglo VIII a.e.c. y se
continúa durante la primera mitad del VII. En sus desarrollos tardíos presenta
rasgos orientalizantes, en tanto que en los períodos más antiguos muestra
rasgos áticos y, en menor medida, corintios. En el período orientalizante se
detectan motivos greco-orientales y cretenses. Las formas mayores de este
estilo fueron las ánforas y las cráteras. Este Estilo Lineal esquematiza
incisiones regulares.
En
los inicios, el Estilo Lineal mostraba, exclusivamente, motivos geométricos,
pero también, en ocasiones, sinuosos pájaros, caballos, leones, sirenas y
esfinges, que ocupaban el panel principal en la zona de las asas y,
ocasionalmente, del cuello. Muchos
motivos del Estilo Lineal tuvieron sus paralelos en otros grupos cerámicos
cicládicos, como los leones heráldicos, cercanos al Grupo Heráldico del primer
tercio del siglo VII a.e.c. (grupo también atribuido a Naxos). La mayoría de
los ejemplos del Estilo Lineal fueron hallados en los cementerios de Thera y
entre el material de las tumbas delias re-depositado en la vecina isla de
Rheneia.
Un
ánfora en un cementerio en Cerveteri, en Etruria, que debió servir para
propósitos funerarios, muestra motivos como animales apotropaicos y guardianes
híbridos. Únicamente la producción cicládica tardía presenta escenas
mitológicas representadas con cierta regularidad[2].
Las
vasijas del “Estilo Melio” fueron elaboradas hasta los inicios del siglo VI
a.e.c. Su forma principal fue el ánfora crateroide. Se trata de ‘vasijas
ricamente decoradas. Aunque muchas vasijas presentan únicamente motivos
florales, las escenas figuradas son abundantes, tanto silueteadas como en
incisión. Hacia mediado el siglo VII a.e.c. los pintores melios parece que
adoptaron ciertos elementos de la Grecia oriental.
Una
buena cantidad de vasijas melias han sido excavadas en cementerios y
santuarios. El ánfora crateroide se ha encontrado en necrópolis y de ahí se ha
asumido su función como marcadores funerarios. Se conocen algunos ejemplos, no
obstante, en los que estas piezas fueron usadas para guarecer las inhumaciones
de infantes. Otras formas se usaron, asimismo, en los santuarios y como objetos
votivos. Fue un estilo bastante exportado, de ahí que se hayan encontrado
piezas en Tocra, en el norte de África, o en Neápolis, en la costa tracia.
La
escala de las escenas figurativas de la mayoría de estas piezas es monumental,
de modo análogo a los contemporáneos vasos Protocorintios. Las escenas
principales se representan en la panza de la vasija, aunque no son desconocidas
escenas mitológicas en el cuello de las mismas, entre las que se destacan
Dioniso con Ariadna, Apolo con un par de consortes en un carro o el juicio de
Paris. A veces, se encuentran figuras no identificables sobre carros tirados
por caballos alados o jinetes heráldicos. La popularidad de las escenas con
caballos pudo indicar que el ánfora crateroide era un indicador de estatus,
señalando al propietario de una caballería.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP Granada.
[1] No obstante, los contextos fueron
diferentes. En los sitios etruscos y en Tarento, por ejemplo, las vasijas se
encontraron usualmente en enterramientos, mientras que en otros lugares se
hallaron principal, pero no exclusivamente, en santuarios. En la cerámica laconia de figuras negras la
influencia ática, corintia y de la Grecia oriental se hizo evidente.
[2] La continuación, en forma
monumental, del llamado Grupo Heráldico puede estar bien representado por el
Ánfora Afrodita, hallada en Naxos, y que muestra a los dioses Ares y Afrodita
en una escena encima de un carro.
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