En la imagen una crátera de cáliz (vasija para mezclar
el vino con el agua) del Pintor de Hipodamia, fabricada en Apulia y datada
entre 350 y 340 a.e.c. Se pueden apreciar dos registros de decoración figurada
con diferentes, pero tal vez relacionadas, escenas. Hagamos una lectura. El registro inferior
muestra el resultado trágico de la fiesta nupcial de Piritoo, el rey de los
Lapitas y su esposa Hipodamia. Uno de los centauros invitados a la fiesta ha
bebido demasiado vino (sugerido por la presencia de una vasija metálica entre
sus patas), y captura a Hipodamia. Ella se gira y apela a Piritoo, a su
izquierda, mientras en la derecha, un amigo del anfitrión, el gran Teseo de
Atenas, levanta su maza con muy aviesas y diáfanas intenciones. En el lado
opuesto una mujer lapita huye aterrorizada, tal y como parece expresar la
posición de sus brazos. El registro superior se me antoja mucho más enigmático.
El centro de la escena está dominado por lo que parece un alto y ricamente
decorado tálamo, con un escabel al lado. Delante permanecen dos mujeres, a la
izquierda una sirviente (con cierta afectación), y a la derecha una dama en
pose sensual, “provocativa”, con sus manos detrás de su cabeza, atendiendo, tal
vez, a su cabello. El grupo central es flanqueado a la izquierda por una
anciana (quizá sirvienta), que levanta sus brazos y abre su manos en una
expresión de horror o de desánimo. Permanece detrás de una mujer con un velo
sobre la parte posterior de su cabeza, y con las piernas cruzadas y las manos
agarradas sobre las rodillas. A la derecha de esta figura, Eros manteniendo una
guirnalda o algo afilado. En el extremo diestro de la escena, se observa un
anciano con un bastón, una clámide y botas altas que habla a una mujer que
coloca su mano sobre su boca en actitud desanimada o preocupada. Estos
personajes y sus acciones parecen sugerir una escena de un drama trágico. Si
hubiese aquí un reflejo (o una versión) del Piritoo de Eurípides, podrían
conectarse ambos registros: la escena superior podría referirse a los preparativos
de la novia antes de la fatídica fiesta. Una vasija, en fin, de gran belleza,
con figuras en poses elocuentes y colores adicionales sugerentes. Incluso
algunas técnicas pictóricas asoman con prestancia, como el sombreado de la
vasija de metal y las vistas en perspectiva, de arriba y abajo en las piezas
del mobiliario. No sería de extrañar que hubiese habido algún tipo de
referencia en la pintura monumental que, por descontado, desconocemos.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR. Enero, 2018.
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