29 de mayo de 2020

Mitos acadios III: el dragón Labbu, los siete Utukku, los Gidim, Lamashtu y Pazuzu




Imágenes, de arriba, hacia abajo: placa en versión neoasiria de protección contra el temible Lamashtu. Museo del Louvre, París, y figurilla del demonio Pazuzu en su versión asiria, hoy también en el Museo del Louvre.

En tablillas de Nínive (encontrada en la biblioteca de Assurbanipal) y Assur se narra la lucha de Tishpak, una deidad que se veneraba en la ciudad de Eshnunna contra un dragón que aterrorizaba a la humanidad e, incluso, a los dioses. Este dragón se imaginó como un ser monstruoso, mitad león y mitad sierpe. Fue diseñado por Enlil y nació de Tiamat en el abismo de los mares. Este mito de Labbu representa una catástrofe cósmica en forma de una lucha entre poderes y fuerzas en oposición. Este gigantesco dragón era un enorme mushgallu. Por iniciativa del dios Sin, Tishpak le lanza las nubes de lluvia a Labbu y provoca sobre él una poderosa tormenta. Al mismo tiempo, tiene un cilindro-sello colgado al cuello que coloca delante del rostro del dragón; se lo acaba lanzando y lo mata.
En una tablilla bilingüe sumero-acadia del período babilonio, que era una de varias que configuraban una serie mágica cuya finalidad sería ritual, aparece la leyenda de siete demonios perversos que son conocidos como los utukku. Serían unas criaturas, espíritus impíos nacidos de la bóveda celeste y agentes del mal y de desgracias varias, responsables de los eclipses de luna pero también de enfermedades. A la par, también propician confusión, intranquilidad y desorden. Se dice que habitaban en el desierto o en los infiernos, así como en sepulturas o cavernas e, incluso, en casas en ruinas. A pesar de tan funestos propósitos, se les consideraba hijos de deidades y sus mensajeros. Cada uno de ellos tenían su propia función específica. Así, por ejemplo, el alu limnu atacaba el tórax de las personas, mientras que el namtaru la garganta y el etemmu el vientre. El asakku era propenso a perjudicar la cabeza humana, en tanto que el utukku el cuello y el ilu limnu y el gallu, el pie y la mano, respectivamente.
Son los causantes de las nubes densas que provocan la oscuridad celestial así como los responsables de los impetuosos vientos que causan las tinieblas. Son, se dice, la inundación de Adad, deidad del tiempo. Se encomienda, por mediación de Ea y Enlil, a Shamash, Ishtar y Sin, tres divinidades astrales, la labor de garantizar el orden de la bóveda celestial frente a los ataques de los utukku, sobre todo después de que Sin (Nannar), fuese eclipsado, si bien finalmente sería Marduk el encargado de liberarle.
Los tres gidim, o etemmu en acadio, configuraban un trío de fantasmas (Lilu, su esposa Lilitu y su sirviente, de nombre Ardat-lili). Se trata de espectros o esqueletos fantasmagóricos del viento y de la noche que moraban en las ruinas de las antiguas ciudades o en los desiertos. Ardat-lili se consideraba una suerte de novia frustrada, por que era incapaz de llevar a cabo una actividad sexual normal y porque su conducta frente a los hombres jóvenes era muy violenta. Se creía que causaba esterilidad e impotencia. Para el imaginario popular ni era madre ni esposa; no poseía leche en sus senos y era malvada porque había carecido de tumba, de libaciones y de comidas funerarias. También se pensaba que su maldad provenía del hecho de que había cometido determinadas injurias en contra de alguna deidad o había muerto sin familia. En los textos de tenor mágico se le mostraba como el estereotipo de las personas desgraciadas.
Un muy conocido, y temido, demonio femenino, fue una hija de Anu, de nombre Lamashtu, quien conformaba una tríada con Ahhazu, responsable de la ictericia y Labasu, causante de las fiebres. A veces participaba al lado de los siete utukku. Era la que producía escalofríos y calenturas a las mujeres embarazadas o a las madres jóvenes y sus bebés recién paridos, aunque también podía atacar sin problemas a los adolescentes e, incluso, a los adultos.  Su padre la había expulsado del cielo a causa de sus fechorías, motivo por lo cual tuvo que vivir en las estepas o zonas de montaña.
Denominada hasta con siete nombres, fue imaginada como un monstruo compuesto: patas de águila, cuerpo femenino, dientes de perro, cabeza de león y con una sierpe en cada una de sus manos. Se decía que un cerdo y un lobo (o perro negro), mamaban de sus pechos. En tal sentido, nunca se saciaba de carne humana, huesos y sangre. El exorcista, en su oficio, la mandaba al infierno a lomos de su asno o en su barca, pero proveyéndola de sandalias para el viaje, un peine para acicalarse, pan para comer y un odre con agua para beber.
Pazuzu, vástago de Hanpa, era el rey de los vientos y de los fantasmas Lilu, Lilitu y Ardat-lili. Se trata de un dios demoníaco cuya personalidad poseía un aspecto doble, ambiguo, tanto maléfico como benéfico. Se pensaba que era el causante de provocar la malaria y propagar epidemias, aunque del mismo modo se le propiciaba para que ayudase en contra de las enfermedades. Podía aparecer asociado con Lamashtu. Las mujeres embarazadas llevaban amuletos con su imagen para protegerse de Lamashtu. Se presenta como una figura híbrida, formada por un cuerpo humano sin ropa, con cuatro alas, pene en forma de serpiente, cabeza de perro con cuernos, cola de escorpión, patas de ave rapaz y manos humanas. Era una figura muy comúnmente conjurada.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2020

1 comentario:

Brian J. Gabriel Varela. dijo...

¿Por qué hay tanta información sobre que Lamashtu es supuestamente madre de monstruos? Hay algunos mitos que la mencionan engendrando medusas, arpías o gente hiena, pero más bien parecen ser propios de un videojuego llamado "pathfinder adventure ". ¿Hay algún mito real que hable de esto o es una farsa?