9 de diciembre de 2020

Arte del occidente periférico de Mesopotamia (Mediterráneo oriental) III: arte de Palestina



Imágenes: arriba, dibujo con la reconstrucción del Templo de Salomón, hacia 950 a.e.c.; abajo, figura de marfil de Beer-Sheba, hacia 3000 a.e.c. Museo de Jerusalén. 

Palestina ha sido siempre una zona de paso. El territorio de Palestina ha sido ocupado por poblaciones diferentes, cananeos, amorreos, hebreos y filisteos, y ha desarrollado una cultura y una civilización que ha recibido las influencias siria, egea, egipcia, helenística y romana. Durante el III milenio no existió unidad política ni étnica en la región. Una serie de varios pequeños estados cayeron bajo la influencia de cananeos y amorreos, impregnando la cultura del Bronce Antiguo. Más tarde, los hebreos, llegados en el siglo XIX a.e.c. conquistan paulatinamente Canaán. Serán seguidos por los filisteos y entre ambos pondrán fin a la historia cananea en la zona. Con la monarquía los hebreos crearon un reino bastante fuerte, aunque la falta de unidad de sus tribus acabaría provocando la ruptura en dos pequeños reinos, Israel y Judá, que cayeron en manos asirias y neobabilonias, respectivamente. Tras el cautiverio (siglo VI a.e.c.) dependieron de los persas hasta el sometimiento macedonio, momento en el que los asmoneos se sublevaron contra los seléucidas, obteniendo cierta autonomía, que duró poco tiempo, hasta el siglo I a.e.c., cuando Palestina se convirtió en un estado vasallo del Roma.

Las primeras edificaciones reconocibles pertenecen al Bronce Medio, entre 2100 y 1550 a.e.c. Se trata de construcciones para el culto y lugares de inhumación, en el interior o cerca de las ciudades, que se protegían con murallas, puertas y torres. Se destacan localidades como Gezer, Siquem, Hazor, Jericó o Meggido. Los lugares de culto, de estructura rectangular, solían tener pequeñas habitaciones internas y externas. Los ejemplos más notables son Ta’anak, Meggido y Tell el-Addjul. En esta época muchos enterramientos se hacían en grutas o en tumbas colectivas que se excavaban en la roca, y que llegaban a formar panteones familiares. No obstante, también existieron enterramientos infantiles en los subsuelos de las viviendas.

Durante el Bronce Reciente, ya entre 1550 y 1200 a.e.c., los edificios religiosos fueron erigidos tanto en el interior como el exterior de las ciudades, habitualmente en una zona alta. Son de planta rectangular y con un vestíbulo. En ellos han surgido estelas sacras plantadas en el suelo (massebhoth), cerámicas, vasos para libaciones, bancos corridos, altares y estatuillas femeninas de Astarté. En Hazor destaca el Templo del Estrato 1b, mientras que en Lachis el Templo del Foso, con una antecámara, una sala y un par de estancias. Entre sus restos se encontró una estatuilla del dios Reshef. El Templo de planta rectangular (en los estratos VIII y VIIA, de Meggido, un templo próximo a la puerta de la ciudad en Beisán y el templo-fortaleza de la acrópolis de Siquem, completan la presencia de este tipo de edificaciones. Entre los edificios civiles destacan las residencias reales y el palacio de Tell el-Addjul.

La llegada de hebreos y filisteos, hacia 1250 a.e.c., supuso la desaparición de las ciudades cananeas. No obstante, los hebreos aceptaron lo cananeo, si bien otorgándole impronta fenicia. El rey Saúl construyó en Gabba un palacio fortificado, mientras que David fortificó Jerusalén, donde Salomón erigiría su famoso palacio, que constaría (según la Biblia) de la Casa del bosque del Líbano, en forma de sala hipóstila, un vestíbulo de espera precedido de pórtico columnado, el Salón del trono y los apartamentos del rey y la reina.

En cualquier caso, la construcción más notable fue el Templo de Yahvé, cuya estructura estaba formada por tres secciones, ulam-vestíbulo, hekal-santo y debir-sancta santórum. Este último espacio estaba reservado únicamente al sacerdote. Según la tradición en esta construcción se guardaría el Arca de la Alianza. En el patio que antecedía al templo se encontraba el famoso altar de los holocaustos y el mar de bronce, recipiente específico para las purificaciones rituales. En Meggido sobresale una residencia provincial que tenía un patio central sobre el cual se abría una edificación de doble piso terminado en una torre. En esta suerte de palacio se encuentran las denominadas Cuadras de Salomón.

En la época helenística (siglos IV a I a.e.c.), no hay muchos monumentos. Se pueden mencionar el Mausoleo de Tobías, el Templo de Araq el-Emir y la Torre Hananeel. El período de Herodes, entre 37 y 4 a.e.c. fue de frenética actividad constructiva, en Cesarea, Jerusalén, Jericó, destacando los palacios erigidos en Masada y aquellos de la fortaleza de Herodium.

En la escultura y el relieve se pueden destacar, en la etapa cananea del Bronce Medio y Reciente, los idolillos o figurillas de arcilla con la presencia de Astarté o la dea nutrix (Abu Ghoch), las cabezas masculinas y femeninas para ser empleadas como amuletos y algunas estatuillas de basalto o de caliza, entre las que destaca la de Hazor, una figura de tipo funerario que representa a un rey divinizado, o tal vez a una deidad astral, que está sentada en un trono, con una copa en la mano y poniendo sus manos sobre las rodillas. Además, destacan las placas de arcilla ovaladas de Tell Beit Mirsim, con imágenes de Astarté de frente y desnuda, con sus brazos levantados y llevando sierpes o tallos de lirio en sus manos. Por otra parte, también son reseñables las figurillas en metal, como el dios armado de pie de Meggido, recubierto de oro, y el bronce que representa al dios Reshef de Lachis, lo mismo que los leones de basalto. En el período israelita apenas destacan unas pocas estatuillas de terracota de Gezer, con Astarté como modelo, ya que el Dodecálogo de Siquem prohibía imágenes de seres vivos con el objetivo de rendirles culto.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, diciembre, 2020.

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