Imágenes,
arriba, una pintura lacada de la tumba de Jingmen (Jīngmén chǔ mù,
荊門楚墓)
del Estado de Chu (704-223 a.e.c.), que representa a un grupo de
hombres vestidos con trajes tradicionales de seda y montados en un
carro de dos caballos; abajo, seda con motivos florales de la tumba
número
1 de Mawangdui, Changsha, provincia de Hunan, datada en el siglo II
a.e.c.
La
seda es producida por los gusanos de seda (Bombyx
mori)
para formar el capullo dentro del cual se desarrollan sus larvas.
Durante la fase larvaria de su ciclo vital, los insectos se alimentan
de las hojas de las moreras. Los tejidos que con ella se creaban se
fabricaban inicialmente en telares accionados por pedales, que
aparecen representados ya en los murales que decoran las tumbas de la
dinastía Han (Hàncháo,
漢朝,
206 a.e.c.-220). La seda podía teñirse y pintarse con minerales y
otros materiales naturales como el cinabrio, el ocre rojo, la plata
en polvo, las conchas de almeja en polvo, el índigo así como otras
diferentes tintas extraídas de materias vegetales.
La
producción de seda no fue en la antigua China una exclusiva
actividad económica; siempre estuvo íntimamente vinculada a la
identidad cultural. La célebre Ruta de la Seda estableció a la seda
como un símbolo de riqueza y de prosperidad en las sociedades
antiguas. A través de ciertas figuras míticas, algunas iniciativas
educativas pretenden preservar sus historias, en especial aquella de
Lei
Zu (嫘祖),
integrándolas en los programas escolares y culturales, un esfuerzo
que animan a las nuevas generaciones a apreciar su patrimonio y la
relevancia de los mitos para comprender la identidad cultural china.
La
sericultura, que debe entenderse como el cultivo de hojas de morera
con las que alimenta el gusano, el cuidado de insectos,
la recolección de hilos de sus capullos y el tejido de la seda, se
remonta en China, según la tradición, al reinado del Emperador
Amarillo, Huángdì
(黃帝).
La leyenda atribuye la introducción de la cría de gusanos de seda y
la invención del telar a su
esposa Léi
Zǔ (嫘祖),
quien por ello recibiría para la posteridad el título de Diosa de
la Seda.
La sericultura aparece por primera vez
documentada en el registro arqueológico hacia 3600 a.e.c. Las
excavaciones de Hemudu (Hémǔdù
wénhuà,
河姆渡文化),
concretamente en
Yuyao (余姚)
en
la provincia de Zhejiang, han revelado herramientas neolíticas
utilizadas
para tejer, así
como gasas de seda.
Hallazgos similares se produjeron a
fines de los años cincuenta del siglo XX
en Mei'an (梅堰),
cerca de Wuxian (吳縣),
Jiangsu, con presencia de cerámica negra pintada con motivos de
seda. Asimismo, se encontraron
imágenes de capullos de seda en un objeto de Xiyincun (西陰村),
cerca de Xiaxia (夏縣),
moderno Shanxi. Los primeros ejemplos conocidos de dibujos de tejidos
de seda pintados
en una caja de bambú
se
fechan en torno a
2700, y proceden del yacimiento de Qianshanyang (錢山漾),
cerca de Wuxing (吳興),
originalmente una aldea de la sociedad arcaica
tardía que
formaba parte de la cultura Liangzhu (Liáng
zhǔ wénhuà,
良渚文化),
también
en
Zhejiang.
Recientes
pruebas arqueológicas
sugieren que la civilización del Valle del Indo, en el norte del
subcontinente indio, también fabricaba seda al mismo tiempo que en
la China del Neolítico, usando la polilla Antheraea
para producir hilos de seda para tejer. Ciertos indicios, como una
copa de marfil con una inscripción en la que se menciona al gusano
de seda, así como hilos, herramientas y telas hallada al sur
del río Yangzi
(Cháng
Jiāng,
長江),
pueden
tener una antigüedad
que
se remontaría al VI milenio..
La
producción de seda a gran escala y con técnicas de tejido
sofisticadas, únicamente aparecería a partir de las dinastías
Shang (Shāng
cháo, 商朝)
y Zhōu
(周).
La seda se convirtió entonces en uno de los productos manufacturados
y comercializados de mayor relevancia. Los hallazgos de seda de
época de la dinastía Shang (1700-1080 a.e.c.), así como en una
tumba egipcia, testimonian su apreciado valor y su uso en el
comercio internacional arcaico. Este
arte de la producción
de seda permaneció confinado hasta que se abrió la Ruta de la Seda
en el
siglo II a.e.c.
Entre
los objetos del periodo Shang (商)
que muestran fragmentos de tejido de seda, se encuentra un gusano de
seda de jade, localizado en Anyang (安陽),
Henan, así como el carácter chino para hilos de seda (si,
絲)
o tejido de seda (bo,
帛)
que se encuentra en las inscripciones oraculares de este período
histórico. El cultivo de moreras para alimentar a los gusanos de
seda, así como diversas técnicas de hilado y tejido de la seda, se
mencionan en la literatura de principios del periodo Zhou (周)
como en el clásico confuciano Shijing
(詩經),
Libro
de los Cantos.
Además, el clásico ritual Zhouli
(周禮)
menciona el cargo de diansiguan
(典絲官),
funcionario estatal que se encargaba de suministrar tejidos de seda a
la corte.
Durante
la dinastía Han aparecen bordados multicolores y diseños de figuras
humanas y zoomorfas. Los caracteres chinos también se entretejen. El
cultivo de los gusanos de seda se hizo más sofisticado a partir del
siglo I, con la introducción de técnicas para acelerar o ralentizar
su crecimiento ajustando la temperatura del entorno.
Las
tejedoras solían ser mujeres. La industria acabó por convertirse en
una fuente de ingresos vital para las familias que dedicaban sus
tierras al cultivo de la morera. No obstante, a medida que aumentó
la demanda, el Estado y quienes disponían de suficiente capital
conformaron talleres en los que trabajaban tanto varones como
mujeres. Las grandes casas aristocráticas tuvieron su propio equipo
privado de producción de seda, con centenares de trabajadores
empleados en la producción de seda para las necesidades internas y
para la reventa. La producción de seda se convirtió, incluso, en un
tema literario, de poemas y canciones, como aparece, por ejemplo, en
la obra del Maestro Xun (Xún
Zǐ,荀子),
del periodo de los Estados Combatientes (Zhànguó
Shídài,
戰國時代).
En
el siglo V a.e.c. hay constancia de que se comerciaba con seda china
en la estepa: Fue hallada en las tumbas de Pazyryk, lugar próximo a
Novosibirsk, en Siberia. Sin embargo, la seda también se menciona en
el conocido texto Arthaśāstra
del ministro indio Kauṭilya (Cāṇakya, 350-283 a.e.c.,
aproximadamente), como china-patta.
Fuentes griegas de finales de la cuarta centuria antes de la Era,
hablan de Σῆρες (Seres)
como China, siendo serikon
la palabra griega para referir la seda. Los romanos también conocían
la seda como un producto de China ya desde mediados del siglo I,
aunque ignoraban el origen natural que tenía el textil, hasta el
punto de que fue comparado (Plinio el Viejo, entre 3 y 79), con el
algodón, como un producto botánico. Únicamente en el siglo II,
Pausanias (115-180), describió la seda como el producto de los
gusanos de seda. Como es bien sabido, los misterios de la producción
de la seda permanecieron ocultos y secretos para los romanos durante
largo tiempo.
Son
varias las personas míticas en la antigua China relacionadas o
estrechamente vinculadas con la seda, su descubrimiento, su
producción, hilado y técnicas de cultivo. Es el caso de Can Cong
(蠶叢)
mitológico inventor de la sericultura y, a la par, primer gobernante
del estado
de Shu;
la niña Can Nü (蠶女),
asociada con la invención de la cría del gusano de seda, y la
mencionada Lei Zu (嫘祖),
mítica inventora del hilado de la seda. A ellas dedicaremos el
espacio de las siguientes páginas.
Can
Cong, también llamado Qingyishen (青衣神),
o Deidad de los ropajes de color azul, fue un antiguo gobernante del
reino de Shu, siendo el primero de su dinastía. Gobernó durante una
época en la que los habitantes de esa región todavía no disponían
de escritura ni de rituales y música (liyue,
禮樂).
De acuerdo a la leyenda, Can Cong instruyó a su pueblo en la cría
de gusanos de seda, convirtiéndose de este modo en un héroe
inventor local. Reinó, cuentan los mitos, varios cientos de años
durante los periodos Xia (夏),
Shang (商)
y principios de Zhou (周),
y fue sucedido por Bo Guan (柏灌),
cuyo trono heredó a su vez Yu Fu (魚鳧).
Según
la leyenda, Can Cong recorría con regularidad su reino, observando
con detenimiento a la población, y apoyándola en la cría de
gusanos de seda. Durante esa específica actividad solía vestir
ropas de color verde azulado, lo que le dio su estilo Qingyishen.
Existió incluso un distrito denominado Qingyixian (青神縣)
aquel del Dios Verde Azul, en su honor. Hay registros, asimismo, de
santuarios de Can Cong al suroeste de Chengdu.
Can
Nü, por su parte, es una chica que figura en los cuentos locales de
Sichuan, donde se la relaciona con la invención de la cría del
gusano de seda. Según narra la leyenda, Can Nü vivió en la región
de Shu (蜀,
en Sichuan) durante la época del mítico emperador Gao Xin (高辛),
(Di Ku, 帝嚳).
En aquella época aún no existía ni gobierno ni administración en
en este estado de Shu. Su padre había sido asesinado, y lo único
que le había dejado en herencia a su hija era un caballo. Echaba
tanto de menos a su padre que su madre le prometió casarla con
aquella persona que fuera capaz de traer de vuelta a su padre de
entre los muertos. Al final, fue el caballo el que, de un modo
milagroso, devolvió la vida a su fallecido padre.
No
obstante, la situación se volvió tensa. Su padre, enfurecido por la
intromisión del corcel en los asuntos humanos, mató al animal, lo
despellejó y secó su piel al sol. La piel del animal reclamó
entonces su derecho, raptó a la niña y la depositó en la copa de
una morera, lugar en donde mágicamente se transformó en gusano de
seda. Más tarde se le permitió entrar en los nueve palacios
celestiales, donde montaría en el denominado caballo del gusano de
seda (canma,
蠶馬).
Esta es una relativamente conocida historia que se encuentra recogida
en la enciclopedia Taiping
guangji
(太平廣記).
En
una historia contada en el texto llamado Soushenji
(搜神記),
la joven confía directamente al caballo el rescate de su padre,
prometiéndole de modo solemne casarse con él si le devuelve a su
progenitor. El nombre chino de la morera, sang
(桑),
es, no por casualidad, homófono de la palabra entierro (sang,
喪).
Todavía otra versión de la historia se menciona en el Xun
Zi (荀子),
donde se afirma que la muchacha poseía cabeza de caballo y por eso
se la llamaba chica con cabeza de caballo (matouniang,
馬頭娘).
Se dice que una figura suya se presentaba en las ofrendas anuales en
su tumba en la región alrededor de Mianzhu (綿竹),
Shifang (什邡)
y Deyang (德陽).
En esta última ubicación había un santuario conocido como Templo
de la Doncella del Gusano de Seda (Cangu
miao,
蠶姑廟)
que estaba profusamente ornamentado con pinturas murales que
ilustraban la historia de esta deidad
de la seda.
Lei
Zu también escrita (雷祖
o
傫祖),
era la verdadera Diosa de la Seda. Era, como ya se comentó
previamente, la consorte principal del Emperador Amarillo (Huang Di,
黃帝),
e hija del Señor de Xiling (西陵).
Lei Zu dio a luz a dos hijos, el mayor de los cuales llevaba por
nombre Xuan Ao (玄囂),
pero también era llamado Qingyang (青陽),
mientras que el segundo era Chang Yi (昌意).
Xuan Ao vivía en las aguas del río Yangzi, en tanto que Chang Yi en
el río Ruo (若水),
y estaba casado con Chang Pu (昌僕),
una hija del señor de Shushan (蜀山氏).
Esta última sería la madre de Gaoyang (高陽),
Emperador Zhuan Xu (顓頊),
uno de los célebres Cinco Emperadores (五帝)
de la mitología china. En la colección de poesía meridional Chuci
(楚辞),
se le considera el antepasado de los gobernantes de Chu (楚).
La
tradición advierte que Lei Zu falleció en el monte Hengshan (衡山)
durante una gira por el sur del territorio, y se halla enterrada
allí, en un lugar llamado Xiancanzhou (先蠶冢);
es decir, la Tumba del Primer Hilador de Seda.
Lei
Zu, quien se menciona en varios antiguos textos, como Shiji
(史記),
Las
Memorias Históricas,
del
historiador Sīmǎ
Qiān (司馬遷),
ocupa un lugar muy destacado en la mitología y el patrimonio
cultural chinos. Como figura mítica a la que se atribuye el
descubrimiento de la seda, simboliza la intrincada relación entre
feminidad y creatividad. La seda, tejido lujoso, ha sido una piedra
angular de la cultura y la economía chinas, influyendo en el
comercio, la moda y el arte.
La
morera y los gusanos de seda han tenido un destacado significado
simbólico en el seno de la cultura. La morera se asocia con la
fertilidad y el crecimiento, en tanto que los gusanos de seda
representan la transformación y la creatividad. Juntos encarnan la
esencia de Lei Zu, representando los aspectos nutritivos de la
feminidad así como la belleza de la creación. De hecho, en el
homenaje que Lei Zu recibe durante el Festival de la Seda, se llevan
a cabo ceremonias especiales en su nombre para festejar la cosecha de
hojas de morera, reforzando la íntima conexión entre la naturaleza
y la producción de la seda.
Existieron,
en definitiva, varios mitos y leyendas sobre el origen de la
producción de seda. Los escritos de Confucio (Kǒngfuzǐ,孔夫子)
y otras tradiciones cuentan la historia de la emperatriz Lei Zu,
diciendo que un día cayó en su taza de té un capullo de gusano de
seda. Ansiosa por extraerlo de su bebida, la joven empezó a
desenrollar el hilo del capullo. Al observar las largas fibras que
constituían el capullo, reunió otros y los tejió en tela. Tras
observar la vida del gusano de seda empezaría a instruir a su
séquito en el arte de criar gusanos de seda: la sericultura. Esta es
la historia clásica de la mitología.
El
conocimiento de la producción de seda acabaría saliendo de China
por medio del heredero de una princesa prometida a un príncipe de la
ciudad-oasis de Khotan (nombre turco de
Yutian 于闐),
casi con seguridad a comienzos del siglo I, todo ello gracias a la
ruptura de la prohibición imperial de exportar gusanos de seda.
La
seda se exportaba al extranjero, pero la sericultura seguía siendo
un secreto que se guardaba celosamente. Otras culturas no chinas
acabarían desarrollando sus propios relatos y leyendas acerca del
origen del tejido. En la Antigüedad clásica, los romanos,
admiradores de las veleidades y propiedades de la seda, estaban
convencidos de que los chinos extraían el tejido de las hojas de los
árboles, una creencia mantenida por Séneca en su Fedra,
y por Virgilio en su obra Geórgicas.
Con
la expansión global de la sericultura, las mitificaciones empezaron
a perder su peso específico, pero la seda y su hilado ha mantenido
siempre en el tiempo ese aura legendario que la convirtió en ese
objeto de deseo de parte de los más pudientes.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-UFM, diciembre, 2024.