11 de octubre de 2021

Penetraciones amorreas en Siria en el Bronce Medio



Imágenes: arriba, el llamado Adorador de Larsa, una estatua de carácter votivo dedicada al dios Amurru, hoy en el Museo de Louvre; abajo, Inanna y Dumuzi en una terracota de la época amorrea (2000-1600 a.e.c.). También en el Museo del Louvre, París.

Una vez que entra en declive el control de la III dinastía de Ur en el ámbito mesopotámico, así como su influencia en la región de Mari, emerge un nuevo poder central mesopotámico, aunque no tan fuerte, ubicado en una primera etapa en la ciudad de Isin y en una segunda fase, en Larsa. Este período histórico es referido en la historiografía mesopotámica como el Periodo de Isin y Larsa, una fase en la que escasean las fuentes escritas en relación con la momento histórico previo. Esta etapa coincide con el Primer Periodo Intermedio egipcio (hacia 2160-1990 a.e.c.), caracterizado a su vez por un declinar en relación a la fase anterior del Reino Antiguo.

En cualquier caso, tanto la debilidad de Egipto como la desaparición de Ur III, no fueron factores suficientes para que en Siria, inmersa en esa época en una etapa transitoria de cambios, surgiera un poder político que pudiese crear un Estado territorial extenso y consolidado como en Egipto o en Mesopotamia. Serán apenas pequeños reinos, no muy consolidados, los que constituirán el espacio político siro-palestino en la etapa señalada, entre 2000 y 1800 a.e.c. Tales dinastías de escasa entidad trataron de participar activamente en relaciones comerciales de cierta intensidad con el mundo exterior.

El nuevo contexto de poderes políticos que abren el II milenio a.e.c. incidió en la evolución política de Siria, en tanto que ni Mesopotamia ni Egipto poseían la capacidad necesaria para ejercer influencia directa en los asuntos sirios. Desde el comienzo del II milenio, Siria recibe la llegada, muy probablemente masiva, de un elemento étnico nuevo, concretamente semítico occidental. En pocos años este componente se instalará como novedoso poder político en los más destacados centros urbanos de sirio-palestinos. Los inicios y las causas de este fenómeno histórico son bastante desconocidos, ya que sobre el mismo únicamente  se conservan referencias tangenciales.

Algunos indicios de este episodio histórico resultan significativos. Una de las consecuencias de largo calado de tales masivos movimientos migratorios en Siria-Palestina fue el trastorno de las estructuras preexistentes, destacando en este contexto la desaparición de la escritura en casi toda la región. De las primeras centurias de esta invasión-penetración (hacia 2000-1800 a.e.c.), apenas existen noticias textuales que aporten datos sobre esta suerte de etapa oscura. Este tiempo sin epígrafes parece revelar una fase de convulsiones y cambios,  en la cual las poblaciones preexistentes se integrarían con los foráneos recién llegados. El territorio de Siria-Palestina fue objeto de oleadas medianamente pacíficas de tribus de origen amorreo que impactaron y fomentaron cambios en la civilización local en esos dos siglos. La tradición escrita se recuperó al final del período. El alcance y trascendencia histórica del fenómeno hasta 1600 a.e.c. ha propiciado la designación del momento como una fase de dominación amorrea en todo Oriente Próximo, en virtud de que incidió de forma directa en la historia política de la Babilonia clásica y en Asiria. Hammurabi, como es bien sabido, inauguró en Babilonia, hacia 1792 a.e.c., una dinastía de origen amorreo.

La región que configuró Amurru pudo abarcar el área costera del Levante sirio, desde Biblos hasta la franja norte de Siria, al sur de Ugarit[1] y al occidente del Éufrates. Se puede afirmar que desde el inicio del II milenio hasta cerca de 1600 a.e.c. los amorreos dominaron una parte extensa del Próximo Oriente, desde Hazor en Palestina y Qatna, Alepo y Carkemish, incluyendo Mari, hasta la alta Mesopotamia.

En los territorios de la alta Mesopotamia los amorreos se mezclaron con los hurritas, conformando en esa región una realidad etnolingüística muy probablemente compleja. Si se estima a los amorreos como semitas occidentales dominadores de Siria en las primeras centurias del II milenio a.e.c., se puede aseverar que un sector considerable del Oriente Próximo se occidentalizó a consecuencia de su influencia.

A lo largo del período amorreo Siria estuvo dominada por dos extensos reinos. De una parte, el reino de Yamhad, con capital en Alepo, en la zona septentrional, mientras que de la otra, el meridional reino de Qatna. Es muy probable que ambos se repartiesen la mayoría del territorio. Así, bajo el control político de Qatna quedarían Palmira y Qadesh, mientras que el territorio desde la región eufrática de Emar hasta el valle del Amuq, abarcando incluso Ugarit, estaría bajo el mando de Alepo. Un poco más al norte, Carkemish y Urshum convivirían como pequeños reinos independientes, bien relacionados con Yamhad. Otro lugar relevante sería Hazor, en Palestina, el reino amorreo situado más al sur. En cualquier circunstancia, es muy probable que los amorreos se impusieran en Siria y Palestina como un poder político y un elemento poblacional dominante hacia principios del II milenio, en las más ciudades de mayor relevancia.

Sería en la ciudad de Suprum en donde aparecerá el primer rastro histórico de una dinastía de soberanos amorreos, la llamada dinastía Lim, que en los inicios del II milenio a.e.c. acabaría por instalarse en Mari. Con Yagid-Lim en esta localidad de Suprum, y quizá también en Terqa, se produce el asentamiento de la tribu amorrea de los haneos en esta región del Éufrates de Siria, que dominarán con celeridad ante el vacío de poder político existente.

Es en los textos acadios paleo babilónicos de Mari, en donde se hallan los escasos términos originales definidos como amorreos. Se trata de nombres geográficos, de divinidades y bastantes de persona. En virtud de esta fuente, se conocen además ciertos nombres del conjunto de tribus que formaban la bautizada como etnia amorrea del territorio siro-palestino: amurrum, benjaminitas (bini-yamina), bensima‘alitas (bini-sima‘al) haneos, suteos y yarihûm o amnanûm.

El rol, económico y político, de Urshu en el norte de Siria, parece que adquirió mayor relevancia desde el comienzo del II milenio. Ebla quedó en un segundo plano con relación a Urshu, en una etapa en que su esplendoroso imperio comercial había desaparecido con motivo de la dominación amorrea. El reino de Urshu fue, de este modo, sede de un puerto comercial asirio (karum), convertido en punto de encuentro y de trasiego de mercancías en la ruta entre Kanish y la asiria Asur. Es factible que comerciantes sirios septentrionales tomasen parte en las actividades comerciales centralizadas en Urshu. Otros centros comerciales sirios, sin embargo, debieron desempeñar un significativo papel en las relaciones económicas de la región desde el II milenio. Los mercaderes sirios acudían a diversos emporios comerciales de Anatolia en donde obtenían cobre tras pagar con plata amorrea. En tal sentido, el norte de Siria siguió siendo, desde principios del Bronce Medio y tras el dominio comercial de Ebla, un espacio de mercadería activo al inicio de la dominación amorrea de la región.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP-UFM, octubre, 2021.



[1] Un texto de Ugarit escrito en cuneiforme alfabético o ugarítico, y datado en el siglo XIV a.e.c., enumera varios reyes antiguos locales deificados. Encabeza la lista Yaqarum al que, con seguridad, los monarcas posteriores del reino costero habrían considerado ancestro de su dinastía. Se ha pretendido identificar tales monarcas ugaríticos con antiguos reyes amorreos. En tal sentido, determinados ejemplos del archivo de Kanish (hacia 1900 a.e.c.), citan a personas de diversas urbes sirias como Ebla, Tadmor, Sam`al o Urshu, cuyo origen podría ser asimismo amorreo.

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