15 de febrero de 2023

Príapo: del antiguo mito a la recepción contemporánea



Imágenes: arriba, fresco de Príapo en la casa de los Vetii, en Pompeya; abajo, estatuilla galo romana hecha en bronce de Príapo o, tal vez, Genius.

Príapo, deidad de origen oriental, cuyo culto parece que proviene de Lámpsaco, en la Turquía moderna, se solía representar como un personaje itifálico. Su desmesurado pene refiere un precario control de los impulsos así como su incapacidad de actuar con moderación. De su figura nos hablan Ovidio, Catulo, Marcial, Horacio, Diodoro de Sicilia, Pausanias y los Carmina Priapea (composiciones de los siglos I y II). Hijo de Afrodita y Dioniso, o bien de la diosa y Adonis, en función de las diferentes versiones, es un dios rústico, al que se le atribuye la protección de la vida vegetal, tanto huertas como jardines.

Se le representaba como un pequeño hombre barbudo, en ocasiones un anciano itifálico. La población rústica empleaba esta deidad y sus representaciones como una fórmula mágica para neutralizar el mal de ojo contra la envidia y como medio de potenciar la sexualidad. Como vástago de dioses desinhibidos (Afrodita, Dioniso), aunque en otras versiones también de Hermes, Zeus o Pan, se entendía que debía pagar los errores de sus progenitores. En la versión en la que es descendiente de Afrodita y Dioniso, se señala que la diosa quedó embarazada de un antiguo amor durante un viaje a la India, sin que Dionisio lo supiera, siendo por ello maldito por Hera.

En el imaginario popular su fisionomía característica reside en las representaciones romanas, tanto en relieves, amuletos o pinturas (Casa de los Vetii en Pompeya), como en esculturas o en los tintinnabula, campanillas de función apotropaica. Sus estatuas probablemente ornaban jardines y huertos romanos. Su alusión a la fuerza, vigor y superioridad masculina (sexual, económica, social, militar y política), de los varones de las elites, contrastaba con la mollitia o blandura, característicamente femenina en el mundo romano. Su actitud agresiva, violenta y engreída es común en sus relatos míticos, en los que intenta violar a Vesta y a la ninfa Lotis.

En Roma no será la única deidad fálica, pues tanto Genius como Mutino Titino o Fascino compartieron este característica. Plinio, por ejemplo, advierte que Fascino era un guardián protector del mal de ojo en Roma; divinidad de forma fálica que formaba parte de los sacra que protegían las Vestales.

Tras el fin del Imperio romano, se cristianizó el culto fálico a Príapo y al resto de deidades de estas características. Determinados santos, como Nicolás, Eutropio de Orange, Cosme y Damián, san Fiacro o san Faustino, mantuvieron elementos que recordaban ligeramente a Príapo. En el Renacimiento, se hace alusión a los llamados dedos gordos del pie de san Cosme, que semejan falos.

El protagonismo moderno del dios ocurre sobre todo en el siglo XVIII, como se constata en el poema erótico de Alexis Piron (Oda a Priapo, de inicios de la centuria), en un catálogo de ilustraciones de tema sexual que pretendidamente procedía de antiguas alhajas acompañadas de alusiones escritas, se dice realizadas por una tal Elephantis, meretriz de la época de Tiberio, o en Disertación sobre la adoración de Príapo y su conexión con la teología mística de los antiguos, de Richard P. Knight, de finales del siglo. Modernamente, aunque el término priapismo ya lo empleó Celio Aureliano en el siglo V, que ya distinguía diáfanamente priapismo de satiriasis, refiere la conocida disfunción sexual.

Además, la imagen ha sido apropiada por parte de los colectivos homosexuales. En esta contexto, destaca el caso del Templo de Príapo, religión neopagana, con un probable origen en el San Francisco de los años setenta del siglo XX, y cuyos miembros adoran el pene, señalando al falo como el camino hacia la sabiduría y la verdad; la compañía Priape, fundada en Montreal en 1974, dedicada a vender ciertos productos para el consumidor homosexual masculino, y cuyos nuevos miembros han abierto un canal de televisión (Priape Tv); y el manga Priapos (2014), de Mentaiko Itto, cuyo argumento es, por decir lo menos, pintoresco: Zeus, que ya no es capaz de soportar los defectos de los seres humanos, piensa un genial plan de extinción masiva, que consiste en enviar a Príapo a la tierra con la tarea de convertir en homosexuales a todos los hombres, evitando, en consecuencia, la reproducción del género homo.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, febrero, 2023.

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