4 de mayo de 2021

Origen, formación y consolidación del antiguo Estado de Yamato en Japón



Imágenes: mapa del área de Yamato y línea sucesoria imperial Yamato (desde el siglo I a.e.c. a finales del siglo IV).

A finales del siglo IV comenzaron a construirse grandes túmulos funerarios, denominados kofun. Estos túmulos, con sus abundantes y preciados bienes sepulcrales señalan que fue en esta época cuando surgió en la región de Yamato un poder central poderoso y próspero capaz de movilizar una gran cantidad de población a su servicio. El nuevo Estado unificador estaba encabezado por un rey, Ókimi, el principal jefe entre los jefes tribales (kimi). Sometiendo a los demás, el rey señalaba en cada kuni sometido un territorio bajo su dominio directo, otorgando objetos de bronce, espejos y espadas principalmente, que simbolizaban la subyugación pero también un reconocimiento del poder local.

En el siguiente siglo los reyes de Wa aparecen citados en las fuentes chinas. La Crónica de Song menciona cinco reyes de Wa que tributaron a la dinastía meridional de China. Se trata de San, Chin, Sai, Kó y Bu, quienes corresponderían a los monarcas que en la Crónica de Japón o Kojiki serían conocidos como los tennó Nintoku, Hanzei, Ninkyó, Ankó y Buretsu. Eran reconocidos como soberanos de Wa por medio del otorgamiento de un título militar (Pacificador) de un territorio, desde la óptica china, bárbaro, territorio que incluía regiones del sur de Corea.

En esta misma época, aparecen en la península de Corea, con notable influencia política y cultural de China, tres reinos, llamados, respectivamente, Paekche, Silla y Koguryó. El estado de Yamato mantenía contactos tanto con Silla como con Paekche, además de un grupo de reinos meridionales de menor tamaño que recibe el nombre de Kaya. Estos Estados coreanos se aliaban en ocasiones, pero otras veces luchaban entre sí, buscando apoyo de uno u otro reino chino, además de Wa. El rey de Wa contaba con Mimana, un pequeño territorio colonial en Kaya, bajo su control, como base de operaciones comerciales. Sería abandonada en 562 debido a las arremetidas de Silla.

Las continuas guerras en China y Corea causaron que muchos refugiados llegaran al archipiélago japonés. Algunos eran miembros de casas reinantes o incluso nobles protegidos por los reyes de Wa, si bien la mayoría era gente trabajadora que traía nuevas tecnologías en distintos oficios. Se asentaron en diferentes regiones como colonos agrícolas o formando comunidades de artesanos, con gremios que servirían al palacio real o a los jefes y clanes dominantes. Se trataba de herreros, tejedores, músicos o escribas. Este aporte de nuevos inmigrantes desde China y Corea fue esencial para desarrollo agrícola y artesanal además de serlo para el establecimiento de un marco institucional por parte del Estado de Yamato. Por supuesto, fueron el soberano y los nobles de la corte, formada por los clanes dominantes, los que dispusieron de tales novedosas tecnologías. No obstante, al tiempo repartían arados o telas de seda, cuya producción había sido estimulada con la intención de abonar tributos, a los jefes de los clanes subordinados como retribución por la lealtad mostrada en forma de tributación o servicios personales. Tal vez el principal aporte de estos inmigrantes a la consolidación del Estado haya sido la introducción de la escritura china, aunque también fueron de extrema relevancia artes de gobierno, como las leyes, los rituales o el propio marco institucional, factores que coadyuvaron al reforzamiento de la concentración de poder bajo la hegemonía de Yamato.

El gran monarca, a la vez jefe político y religioso, otorgaba kabane o títulos (kimi, omi, atae, muraji) a los jefes de clanes para así garantizar el poder e influencia de los mismos en un específico territorio, todo ello a cambio de la subordinación a su poder y del pago de tributos. Los jefes de los clanes más destacados, como Ótomo, Soga o Mononobe, así como ciertos nobles originarios del continente y Corea, como los Hata, constituían la corte del soberano, participando directamente en el gobierno, en tanto que los jefes de clanes menores y los inmigrantes desempeñaban funciones de gobierno diversas y ejercían oficios que beneficiaban a la corte, del tipo escribas, guardianes, músicos, danzantes para los rituales y ceremonias o los artesanos.

Los jefes de clanes de las regiones subyugadas eran responsables del gobierno local bajo cuyo dominio estaban las comunidades agrícolas sedentarias originariamente Yayoi, además de las colonias de inmigrantes. Existían esclavos domésticos, que procedían del botín de guerra, los castigos por fechorías o las deudas. Pertenecían a la corte del rey y a los jefes de los clanes principales. Esta primaria y más antigua organización del Estado Yamato, vagamente centralizada todavía, recibe el nombre de Régimen de Clanes y Títulos Shiseisei.

A la par que el gobierno de Yamato fortalecía su organización centralizadora, mantenía una constante conquista de poblaciones no sometidas, caso de los hayato, los kumaso y los emishi. La expansión del poder de Wa en Yamato requirió la adopción de una organización gubernamental compleja, además de una ideología que pudiese legitimar el poder central y el mantenimiento del orden. De este modo, se introdujeron varias artes auxiliares de gobierno, como el calendario, la adivinación, la astrología y, sobre todo, los mitos y crónicas. Todo ello se asentaba en corrientes filosóficas y religiosas originarias de China, taoísmo y confucianismo, así como de India, el budismo.

A lo largo del dilatado período en el que se produjo el surgimiento y la consolidación del Estado Yamato fueron muy frecuentes las guerras intestinas por las rivalidades entre los principales clanes, así como debido a las habituales rebeliones de los muchos poderes locales. Estos conflictos se asociaban con los nexos que uno u otro de tales clanes establecían, dentro del Estado Yamato, con uno u otro de los Estados coreanos.

La manera de garantizar la continuidad del régimen y la legitimidad de la autoridad de Yamato, era establecer una sucesión hereditaria, incluyendo las mujeres. En 592 accede al trono la monarca Suiko, bajo cuya iniciativa se organizaron medidas para alcanzar una mayor institucionalidad del gobierno. A través de las mismas se abonó el terreno para introducir de modo sistemático aspectos culturales de la civilización china a lo largo de la siguiente centuria. Se establecieron una docena de rangos de nobleza y se adoptó un Precepto Ético para ministros y funcionarios con la intención de procurar el buen gobierno, cimentado en la armonía y la bondad.

Mientras, a fines del siglo VI, en China se restablece el Imperio de la mano de los dinastas Sui. El príncipe Shótoku envió, en 607, una misión para entablar relaciones oficiales con Sui. La misión diplomática fue encabezada por Onono Imoko, e incluía estudiantes y monjes, que a su vuelta vendrían empapados de conocimientos sobre las instituciones, el modo de enseñar y las artes. Shótoku se dirigió al emperador de Sui en términos igualitarios, pero según la filosofía política china, el Mandato del Cielo únicamente puede recaer en una persona (no puede haber dos Hijos del Cielo). En vista de ese inconveniente, en Japón se adoptó el título de Emperador del Cielo (tennó), pronunciado sumeragi. Desde ese momento, se emplearon los caracteres nippon (Sol saliente) para designar la denominación del país, conocido hasta ese instante y según la costumbre, como Wa.

Al fallecer Shótoku, el clan Soga acrecentó su influencia política en el gobierno, pero los opositores a Soga se unificaron alrededor del príncipe Nakano-óe y Nakatomi-no-Ka-matari (luego Fujiwara-no-Kamatari), quienes matarían a los líderes del clan Soga, declarando en 645, el inicio de una nueva política, que adoptaba de forma sistemática elementos de la cultura china. Nakano-óe (sumeragi o tennó Tenji) establecerá los cuatro principios de la Renovación, el establecimiento del dominio público sobre la tierra y la población con la consiguiente abolición del dominio privado por los clanes poderosos y el linaje real; la organización del gobierno central y local siguiendo el modelo chino adaptado ya en Corea; un sistema de asignación de la tierra a la población según edad, sexo y estatus y; un sistema de tributación en especie y servicio personal a la población según sexo y edad.

El tennó Tenji fortalecerá el Estado a través de un código, llamado Omirei. Además registrará a toda la población. A su muerte en 672, hubo un conflicto por la sucesión entre sus dos vástagos, el príncipe Ótomo y el príncipe Oama. Este último ocupó el trono, pasando a llamarse, en la crónica oficial, tennó Tenmu. Su política tendió hacia la consolidación del régimen centralizado al estilo de los Tang en China. Crea el Código de Asuka-Kiyomihara, base del posterior Código Taihó de 701. Ahora, el Emperador del Cielo gobernaba directamente tomando decisiones políticas y militares en audiencias, además de presidir las ceremonias y ritos, que servían para certificar la unificación y la supremacía de su clan.

A partir de Tenmu y su sucesora, su viuda Jitó, se avanzó en la institucionalización del Estado al establecerse un gobierno central y local con un fuerte soporte burocrático. El país abarcaba gran parte del archipiélago japonés, aunque ajenos al proceso de integración del Estado centralizado, quedaron el norte de Honshü, Hokkaidó y las islas Ryükyü. El territorio unificado se dividió en seis regiones y Kinai, la región central donde se ubicaría la capital según el ideal chino (en Heijó). Cada región se dividió en provincias (kuni), cada provincia, en condados, cada condado, en comunidades y, finalmente, cada comunidad, en ko, unidades domésticas básicas.

En fin, en el proceso de consolidación del Estado centralizado, además de la influencia de la filosofía política china (el legalismo) y la ideología social del confucianismo, el budismo  también desplegó un rol crucial en virtud de su carácter universalista y transcendental, sobre todo el de la corriente Mahayana.

La crónicas oficiales, la Crónica antigua (Kojiki), escrita en japonés, en 712, siguiendo la narración de Hieda no Are, así como la Crónica de Japón (Nihonshoki), en chino (720), a partir del modelo chino de crónicas dinásticas, tuvieron como referencia las crónicas anteriores de monarcas y jefes de los kuni más fuertes. A ellas se suma, asimismo, un registro descriptivo de cada provincia (Fudoki). A través de la oficialidad de las crónicas y los registros descriptivos, el gobierno del tennó unificó la visión histórica alrededor del origen mítico del gobernante y la genealogía de los clanes. Todo ello se hizo con el claro objetivo de legitimar, justificándolo, el poder y el ordenamiento existente. Los mitos recogidos en Kojiki apuntan que la Gran Diosa que Ilumina al Cielo (Amaterasu) descendió para gobernar las islas japonesas, fundándose así el linaje de la monarquía japonesa de los tennó. Una vez que esto ocurre, el Kojiki pasa de la Edad de los dioses a la de los Hombres divinos. Aun mitológica y no histórica, se comienzan a reflejar ciertos hechos históricos reales. La historia de la pacificación de las arañas de tierra por Jinmu, primer tennó mitológico, parece recrear el proceso de conquista de las tribus locales por el poder emergente de Yamato.

A partir de la práctica establecida por el rey de Yamato, el tennó conservó las funciones religiosas tradicionales, relacionadas a la ritualidad agrícola anual. La principal diferencia entre el régimen de tennó y el sistema imperial chino se halla en la concepción mágico-religiosa del poder regio. Mientras el emperador chino es un mortal virtuoso que recibe el Mandato del Cielo para poder gobernar, el tennó es el sumo sacerdote que preside los ritos del Estado además de la encarnación del espíritu ancestral de los tennó. Finalmente, el culto a los dioses múltiples (kami), fue institucionalizado y jerarquizado, integrándose al sintoísmo, sistema cultual oficial comandado por la deidad solar Amaterasu-ómikami, considerada, desde entonces, el ancestro mitológico del linaje del tennó, del emperador.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP-UFM, mayo, 2021.


No hay comentarios: