1 de febrero de 2024

Imaginación, escatología y mito en el arte de Etruria (II)








Imágenes, de arriba hacia abajo: urna funeraria de Fastia Velsi, del siglo III a.e.c.; sarcófago de Laris Pulenas, también del siglo III a.e.c.; sarcófago de Larthia Seianthi, terracota con policromía, Chiusi. Museo Archeologico di Firenze; urna cineraria de Olmo Bello, en Bisenzio; urna cineraria en alabastro, con mujer con torques en la tapa y relieve con escenas de la lucha entre griegos y las Amazonas en el frente, con Vanth observando. Siglo III a.e.c.; urna cineraria en terracota, de Chiusi. 550-530 a.e.c.; y urna de los esposos. Volterra, Museo Etrusco Guarnacci.

La coroplástica etrusca se especializó en urnas cinerarias, sarcófagos, placas figuradas, una amplia serie de decoraciones arquitectónicas, como antefijas o acróteras, amén de esculturas votivas. Se realizaron estatuas de terracota policromadas, usando como colores base el negro, el blanco y el rojo.

En las llamadas terracotas del templo A de Pyrgi, se escenifica la trágica muerte de dos héroes de la saga griega de mayor trascendencia en Etruria, Capaneo y Tideo, que participan en la expedición de Los Siete contra Tebas. Capaneo aparece figurado en el momento de recibir el rayo de Zeus, mientras Tideo, caído en tierra y a punto de morir, sorbe los sesos de Melanipo, muerto por Anfiarao, adivino y guerrero de Argos. Atenea contempla la escena. El Templo B, por su parte, se hallaba decorado con placas de terracota de revestimiento con escenas alusivas a los trabajos de Heracles. La ornamentación de esta última edificación religiosa se fundamentaría, probablemente, en un calendario de fiestas, asociado al curso solar y a creencias astrales, de trasfondo oriental.

Otro ejemplo notable es la célebre estatua acroterial de un personaje sentado, tocado con sombrero, quizá un augur, y que sirvió al lado de otras estatuas, de decoración del columen del tejado del complejo palacial de Poggio Civitate (Murlo). Representaban a los antepasados, masculinos y femeninos, del princeps palacial. Además del valor ornamental, poseerían una función simbólica, apotropaica y celebrativa. Escultura cumbre de la coroplástica es el Apolo o Aplu, que decoró, hacia el 510 a.e.c., junto con otras figuras de tamaño natural (Hercle, Turms, Letun y quizá Minerva), la viga mayor del templo del Portonaccio en Veyes. Este Apolo fue realizado por Vulca.

Esculturas de gran relevancia son las que, en terracota o en piedra arenisca y mármol, adornan las tapas de los sarcófagos, reservados a las clases aristocráticas. De estandarizada elaboración conservan en su modelado rasgos muy distintivos, creando tipos que anteceden los retratos. Estos peculiares retratos de difuntos representaban, en numerosas ocasiones, a un matrimonio, habitualmente reclinado en actitud de complacencia sobre un lecho o klíne. Se pueden destacar los dos Sarcófagos de los Esposos, de hacia el 530 a.e.c., ambos procedentes de La Banditaccia, necrópolis de Caere. Las esculturas reflejan la serenidad y dulzura en el rostro de los esposos, que esbozan una suave sonrisa, conocida como sonrisa etrusca. También de notable relevancia es el sarcófago en terracota de Larthia Seianti (análogo en estilo y cronología al de Seianti Hanunia Tlesnasa), una obra de finales del siglo III o comienzos del II a.e.c., encontrado en la tumba de la familia Larcna, en Chiusi. Representa una difunta de mediana edad, enjoyada, reclinada sobre el lecho y llevando en su mano izquierda la pátera.

También deben mencionarse las tapaderas de urnas y las tapaderas de ciertos vasos cinerarios de terracota, procedentes del área de Chiusi, cuyos principales ejemplos, en el marco de un estilo orientalizante-etrusco, serían los vasos cinerarios Gualandi y Paolozzi. Es probable que las pequeñas imágenes sobre estas tapaderas representen participantes de los ritos funerarios, plañideras o bailarinas, celebrados en honor de una figura central principal.

En este mismo orden de cosas, debe citarse el vaso Coleman, que contenía un gran dolium, en cuyo interior apareció una urna bicónica ubicada sobre un trono ante el que se hallaba una mesa de cuatro patas, un hacha y un incensario. Además, también sobresalen tres esculturas de finales del siglo VII a.e.c., con influencias plásticas del norte de Siria, que adornaron asientos de la cámara lateral de la Tomba delle Cinque Sedie de la necrópolis de la Banditaccia, en Caere. En ellas se puede ver un intento de individualizar los rasgos de los representados, ancestros, al modo de imagines maiorum de la pareja titular de la tumba. Se figuran sentados con la mano izquierda sobre la rodilla y la derecha extendida para recibir un objeto.

Un capítulo propio merecen las lastras del siglo VI a.e.c., en terracota, procedentes de las regiae de Murlo y de Acquarossa. Aquellas que recubrían los pórticos de la regia de Murlo comprenden cuatro temas iconográficos, el banquete sobre dos klínai; una procesión nupcial con dos personajes femeninos sobre carro de dos ruedas; juegos ecuestres; y una asamblea de cinco personajes sentados uno de ellos en un trono, los demás en sella curulis, que llevan en su mano derecha sus atributos (hacha bipennis, lituus, granadas, manzanas y flores), asistidos por tres sirvientes. Podrían tratarse, a partir de la graeca interpretatio, de Zeus y Hera, Hades, además de Core y Démeter. Se evidencian aquí aspectos queridos por la ideología aristocrática.

En las lastras de Acquarossa están presentes cuatro tipos argumentales: una escena de sympósion masculino sobre klínai; escena de komos con nueve figuras de danzantes al son de la doble flauta y la lira; una escena, en el contexto de un triumphus, de uno de los Trabajos de Heracles, relativa al toro cretense; y otra escena, también de Heracles, pero con la temática del león de Nemea. De Velletri, por su parte, provienen diferentes lastras con relieves, parecidos a los de las regiae de Murlo y Acquarossa, que comprenden estos argumentos: escenas de banquete; procesiones con bigas, arrastradas por caballos alados, y con trigas; carreras de caballos; y una escena de reunión al modo de una theon agora, en la que Heracles entra. Los distintos relieves de las lastras reflejan la perspectiva del poder, realzando la virtus guerrera y el reditus triunfal de los principes etruscos, todo ello sazonado con diversos componentes mitológicos.

Entre las esculturas etruscas de carácter funerario hechas en piedra hay, en el período arcaico, estatuas femeninas, vestidas, que quizá representasen a deidades de la muerte, probablemente Vanth, mientras que las masculinas, cubiertas con perizomas, a los propios difuntos. No obstante, algunos expertos han señalado que representarían a los antepasados en acto de duelo en función del gesto de las manos en el pecho.

Una escultura femenina de interés, ya del siglo VI a.e.c., es la conocida como Dama de la Tomba di Iside, una figura esculpida en mármol figurada al modo de un xóanon. En la mano izquierda empuñaría algún objeto y con la derecha, abierta, entregaría algún tipo de regalo. La escultura estuvo originariamente policromada. De elevada relevancia resulta, asimismo, la estatua cinerario de la necrópolis de La Pedata, en Chianciano, conocida como Mater Matuta, una obra de 460 a.e.c. Desde una perspectiva tipológica es una kourotróphos. Muestra una mujer sedente sobre un trono de brazos creados por esfinges. Se encuentra con su hijo dormido en su regazo, a la manera de una diosa madre, simbolizando quizá a Hera Eileithyia, protectora de los nacimientos. No obstante, puede no representar una imagen divina, sino figurar una mujer en su estatus de materfamilias. Se podría pensar en una dama de la nobleza, quizá fallecida en un parto, de forma que su estatua se encomendaba a la deidad como ofrenda. Al margen de las cenizas de la difunta, se encontraron en su interior una enócoe ática que figura una cabeza femenina, una anillo de oro con la imagen de un combatiente, un par de pendientes y un broche dorado.

Muy impactante resulta la llamada Venus della Cannicella, una obra en mármol de Paros localizada en Orvieto, donde fue ubicada en un santuario funerario. Es una mujer desnuda aunque adornada con un collar, pendientes y una diadema. Parece esculpida a partir del esquema de los kouroi griegos, hacia 530 a.e.c. en Naxos, desde donde se trasladaría a Etruria. Fue depositada en el santuario de la necrópolis de la Cannicella como símbolo de una diosa de la Fertilidad o quizá del Amor (Turan). En relación con la esfera funeraria, estaría próxima a la Afrodita Epitymbía o tal vez a la Venus libitina romana.

Al estilo del arcaísmo tardío corresponde la denominada Testa Lorenzini, obra en mármol que muestra a un hombre joven, y que fue localizada en la cantina de la casa Lorenzini de Volterra. Se trataría de una estatua de culto.

Entre los sarcófagos pétreos sobresalen dos de ellos originarios de Vulci, datados en la mitad del siglo IV a.e.c. Uno de ellos perteneció a Ramtha Visnai y a su esposo Arnth Tetnie, mientras que el otro, a Larth Tetnie y a su esposa Tanchvil Tarnai. En los lados mayores del primero se alude a la despedida de los esposos. La mujer lleva a sus sirvientes con sus objetos personales, precedidos por un esclavo, en tanto que el hombre se va a cumplir con sus quehaceres de magistrado, seguido de sus servidores, un par de músicos y un escriba. En los relieves del segundo sarcófago se refiere una batalla entre griegos y amazonas. Ambos matrimonios se muestran abrazados y bajo unas sábanas en las tapaderas de los sarcófagos.

El Sarcófago de las Amazonas, descubierto en Tarquinia y policromado con escenas de la amazonomaquia, perteneció a Ramtha Huzcnai, la madre o abuela del magistrado de nombre Larth Apaiatru. En la tapa aparece figurado una parte del mito de Acteón. En el Sarcófago del Sacerdote, de la primera mitad del siglo IV a.e.c, labrado en mármol de Paros, tal vez realizado en Sicilia pero hallado en la Tomba dei Partunus de Tarquinia, se observa un sacerdote barbado cubierto con túnica. En una de sus manos lleva una palma y en la otra una pyxís. En la caja del sarcófago se representa la muerte de los prisioneros troyanos por parte de Aquiles para vengar la muerte de Patroclo. En los lados hay escenas de amazonomaquia.

Una de las obras de mayor refinamiento de la producción plástica etrusca es el sarcófago, proveniente de Chiusi, de la primera mitad del siglo III a.e.c., del llamado Obesus etruscus, un anciano de pronunciado vientre que aparece semi tumbado. El anillo en el anular derecho y la phiále de la mano izquierda subrayan la dignidad y el poder que hubo de tener mientras vivió.

De finales del siglo III a.e.c., se destaca un sarcófago que formó parte del monumento funerario de Arnth Velimnas, fundador del hipogeo de los Volumni de Perugia. El sarcófago consta de dos partes, una superior, con un lecho ornamental sobre el que aparece recostado el difunto, que porta la pátera; y otra inferior, a modo de zócalo que evoca la fachada de una tumba. En la parte central de este cuerpo inferior, Arnth Velimnas aparecía pintado junto a su hermano en el umbral de una puerta, enmarcada por altorrelieves que figuran un par de deidades aladas del destino.

En la necrópolis de Monterozzi, de Tarquinia, apareció un sarcófago, datado hacia 250 a.e.c., que perteneció al arúspice Laris Pulenas, el cual se figura recostado sobre el lecho, apoyando su brazo izquierdo sobre cojines y teniendo en sus manos un volumen inscrito con un elogium en el que se recoge su genealogía (descendía de helenos), la devoción debida a las deidades Catha y Pacha, la autoría de un libro sobre aruspicina así como la larga serie de cargos desempeñados. En los relieves que lo decoran se observa a un demonio femenino, específicamente Vanth, que porta una llave. Es este demonio el encargado de introducir a un togatus, que lleva en su mano derecha un cuchillo sacrificial y que lo está mirando; además se ven dos Charun que, apartándose, amenazan con sus martillos al togatus (el propio Laris Pulenas), y una figura alada que supervisa el castigo de un condenado infernal, probablemente el mítico Sísifo, por una roca que puede divisarse. Laris Pulenas es recibido en el Más Allá sin sufrir castigo porque sabe pronunciar las palabras sacras que permitían el acceso al otro mundo, y que él conocía por su profesión, y por llevar a cabo los necesarios sacrificios, simbolizados en el cuchillo que porta.

Otros sarcófagos del fines del siglo IV a.e.c. que deben, al menos mencionarse, son el de Ra(vnth)u Vetanei, mujer inhumada en la tumba de la familia Velu; el Sarcófago François, también de una mujer; el sarcófago de Laris Sentinati Larcna, con una galatomaquia; el conocido como Sarcófago Giulietti, con una galatomaquia; el de Thania Sentinati Cumerunia, hoy en París, de una pensativa mujer ricamente enjoyada, en cuyo frontis se aprecia una escena de temática griega, particularmente el episodio de Troilo; y el Sarcófago de la Cervatilla de Tarquinia, así conocido por el ciervo que abreva sobre la pátera del anciano difunto.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, febrero, 2024.

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