29 de enero de 2021

Relieve de Behistún: una narrativa de mitificación dinástica persa



El más que famoso relieve de Behistún fue tallado en lo alto de un acantilado en los montes Zagros, en el camino que llevaba de Babilonia a Ecbatana. Dicho relieve muestra un victorioso rey Darío con su pie izquierdo encima de un falso Bardiya, que yace en el suelo, y frente a nueve hombres atados, identificados en los epígrafes como reyes rebeldes. El último de estos soberanos, de sombrero puntiagudo, es el monarca escita. Encima de la fila de cautivos permanece la figura todopoderosa del dios Ahuramazda (representado como Faravahar). Debajo y a cada lado del relieve están inscritas las tres versiones del texto, en persa antiguo, elamita y acadio. 

El texto en persa antiguo se distribuye en cuatrocientas catorce líneas en cinco columnas; el elamita incluye quinientas noventa y tres líneas en ocho columnas, en tanto que el babilonio ciento doce líneas. Sería un oficial del ejército británico, de nombre Sir Henry Rawlinson, quien transcribiese la inscripción en 1835 y 1843. La primera referencia histórica de la misma proviene de Ctesias de Cnido. Tácito también la menciona, incluyendo la descripción de monumentos auxiliares en la base del acantilado. Asimismo, Diodoro de Sicilia menciona el Bagistanon aunque afirma que fue inscrito por la reina Semíramis de Babilonia. Durante mucho tiempo, se creyó que la inscripción procedía del reino de Cosroes II, pues una leyenda narraba que había sido creada por Farhad, una amante de la esposa de este rey. A fines del siglo XVI la inscripción fue vista por el inglés Robert Sherley durante una misión diplomática en Persia en nombre de Austria. La erudición de la Europa Occidental, creyó en esos tiempos que se trataba de un relato de la ascensión de Jesús, o bien de Cristo y sus apóstoles, de las tribus de Israel o, incluso, del rey Salmanasar I de Asiria.

El texto explica, en el fondo, cómo Darío[1] llegó a ser rey de Persia, justificando la apropiación del trono como un retorno de la realeza a la legítima dinastía aqueménida. Las batallas que relata contra diversos rivales en diferentes regiones del imperio evidencian la confusa situación acontecida tras la muerte de Cambises. ¿Qué fue lo que ocurrió?. Resulta interesante constatar la creación de un mitificado relato de auto justificación de parte de Darío para hacerse con el trono.

Cambises parece que no tuvo heredero, de forma que cuando se quedó en Egipto después de su conquista, su hermano menor Bardiya pretendió el trono. Cambises regresó pero (a decir de Heródoto), murió de camino. Bardiya no logra poner a la élite persa de su lado y por tal motivo es asesinado. Es este el momento preciso en que Darío se apodera del trono, aunque carecía de derecho legítimo sobre él. Procede entonces a inventar un cuento bastante alambicado para explicar lo que había pasado. Cambises habría matado a Bardiya antes de ir a Egipto, y durante su ausencia un sacerdote, Gaumata, habría incitado a la rebelión alegando ser hijo de Ciro. Como Darío sabía la verdad, mató al falso Bardiya restaurando el orden. Puesto que ni Cambises ni Bardiya tenían descendientes, Darío reclamó el trono y explicó por qué podía hacerlo de una forma legítima: Ahuramazda le había otorgado la realeza y su linaje le otorgaba el derecho.

Por eso, la inscripción de Behistún comienza con la genealogía de Darío, haciendo un rastreo de su ascendencia hasta Aquemenes, padre de Teispes. Darío ignora la línea dinástica de sus predecesores (Ciro y Cambises), quienes afirmaban descender de Teispes, remplazándola por la de sus propios antepasados, todos descendientes del padre de Teispes, de nombre Aquemenes. Así, desde ese momento, la dinastía persa continuó ciñéndose a semejante afirmación, por lo que se la llama habitualmente aqueménida.

Las luchas dinásticas después de la muerte de Cambises tuvieron relevantes consecuencias para el imperio en virtud de que muchos “países” se rebelaron, incluyendo la propia Persia, Media y Elam. Darío dedica gran parte de su inscripción, en consecuencia, a detallar cómo superó tantos problemas. Los rebeldes se fueron proclamando descendientes del último gobernante independiente de sus estados: en Persia (un militar), en Media (Fravartish, que se dice descendiente del Umakishtar que derrota a Asiria), en Babilonia (Nabónido y Nabucodonosor). Darío afirma que estos fuertes hombres locales mentían y no eran de sangre real, pues él mismo era el heredero legítimo de esos tronos.

Las insurrecciones, localizables temporalmente entre 522 y 519 a.e.c., estaban encabezadas por varios nobles persas y medos, lo que indica que en el fondo el asunto era batallar por el trono imperial. Darío logró hacerse aceptar como gobernante por las poblaciones y las elites a fuerza de una dilatada acción militar. En tal sentido, el relieve en Behistún lo muestra victorioso frente a más de diez reyes enemigos. El rey desarrolla una escritura oficial para las proclamaciones reales (el persa antiguo), construye capitales en Persépolis y Susa y, lo más significativo, establece una genealogía de los descendientes de reyes de Aquemenes.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, enero, 2021.



[1] Se trata, naturalmente, de Darío I (520-486 a.e.c.), rey persa que dirigió una gran expedición en territorio griego y que acabó derrotado en Maratón, en 490 a.e.c.

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