Imágenes: arriba, el llamado Adorador de Larsa, una estatua de carácter votivo dedicada al dios Amurru, hoy en el Museo de Louvre; abajo, Inanna y Dumuzi en una terracota de la época amorrea (2000-1600 a.e.c.). También en el Museo del Louvre, París.
Una vez que entra
en declive el control de la III dinastía de Ur en el ámbito mesopotámico, así
como su influencia en la región de Mari, emerge un nuevo poder central
mesopotámico, aunque no tan fuerte, ubicado en una primera etapa en la ciudad
de Isin y en una segunda fase, en Larsa. Este período histórico es referido en
la historiografía mesopotámica como el Periodo de Isin y Larsa, una fase en la
que escasean las fuentes escritas en relación con la momento histórico previo.
Esta etapa coincide con el Primer Periodo Intermedio egipcio (hacia 2160-1990
a.e.c.), caracterizado a su vez por un declinar en relación a la fase anterior
del Reino Antiguo.
En cualquier caso,
tanto la debilidad de Egipto como la desaparición de Ur III, no fueron factores
suficientes para que en Siria, inmersa en esa época en una etapa transitoria de
cambios, surgiera un poder político que pudiese crear un Estado territorial
extenso y consolidado como en Egipto o en Mesopotamia. Serán apenas pequeños
reinos, no muy consolidados, los que constituirán el espacio político
siro-palestino en la etapa señalada, entre 2000 y 1800 a.e.c. Tales dinastías
de escasa entidad trataron de participar activamente en relaciones comerciales
de cierta intensidad con el mundo exterior.
El nuevo contexto
de poderes políticos que abren el II milenio a.e.c. incidió en la evolución
política de Siria, en tanto que ni Mesopotamia ni Egipto poseían la capacidad
necesaria para ejercer influencia directa en los asuntos sirios. Desde el
comienzo del II milenio, Siria recibe la llegada, muy probablemente masiva, de
un elemento étnico nuevo, concretamente semítico occidental. En pocos años este
componente se instalará como novedoso poder político en los más destacados
centros urbanos de sirio-palestinos. Los inicios y las causas de este fenómeno
histórico son bastante desconocidos, ya que sobre el mismo únicamente se conservan referencias tangenciales.
Algunos indicios
de este episodio histórico resultan significativos. Una de las consecuencias de
largo calado de tales masivos movimientos migratorios en Siria-Palestina fue el
trastorno de las estructuras preexistentes, destacando en este contexto la
desaparición de la escritura en casi toda la región. De las primeras centurias
de esta invasión-penetración (hacia 2000-1800 a.e.c.), apenas existen noticias
textuales que aporten datos sobre esta suerte de etapa oscura. Este tiempo sin
epígrafes parece revelar una fase de convulsiones y cambios, en la cual las poblaciones preexistentes se
integrarían con los foráneos recién llegados. El territorio de Siria-Palestina
fue objeto de oleadas medianamente pacíficas de tribus de origen amorreo que
impactaron y fomentaron cambios en la civilización local en esos dos siglos. La
tradición escrita se recuperó al final del período. El alcance y trascendencia
histórica del fenómeno hasta 1600 a.e.c. ha propiciado la designación del
momento como una fase de dominación amorrea en todo Oriente Próximo, en virtud
de que incidió de forma directa en la historia política de la Babilonia clásica
y en Asiria. Hammurabi, como es bien sabido, inauguró en Babilonia, hacia 1792
a.e.c., una dinastía de origen amorreo.
La región que configuró Amurru pudo abarcar el área costera del
Levante sirio, desde Biblos hasta la franja norte de Siria, al sur de Ugarit[1]
y al occidente del Éufrates. Se puede afirmar que desde el inicio del II
milenio hasta cerca de 1600 a.e.c. los amorreos dominaron una parte extensa del
Próximo Oriente, desde Hazor en Palestina y Qatna,
Alepo y Carkemish, incluyendo Mari, hasta la alta Mesopotamia.
En
los territorios de la alta Mesopotamia los amorreos se mezclaron con los
hurritas, conformando en esa región una realidad etnolingüística muy
probablemente compleja. Si se estima a los amorreos como semitas occidentales
dominadores de Siria en las primeras centurias del II milenio a.e.c., se puede
aseverar que un sector considerable del Oriente Próximo se occidentalizó a
consecuencia de su influencia.
A
lo largo del período amorreo Siria estuvo dominada por dos extensos reinos. De
una parte, el reino de Yamhad, con capital en Alepo, en la zona septentrional,
mientras que de la otra, el meridional reino de Qatna.
Es muy probable que ambos se repartiesen la mayoría del territorio. Así, bajo
el control político de Qatna quedarían Palmira y Qadesh, mientras que el
territorio desde la región eufrática de Emar hasta el valle del Amuq, abarcando
incluso Ugarit, estaría bajo el mando de Alepo. Un poco más al norte, Carkemish
y Urshum convivirían como pequeños reinos independientes, bien relacionados con
Yamhad. Otro lugar relevante sería Hazor, en Palestina, el reino amorreo
situado más al sur. En cualquier circunstancia, es muy probable que los
amorreos se impusieran en Siria y Palestina como un poder político y un
elemento poblacional dominante hacia principios del II milenio, en las más
ciudades de mayor relevancia.
Sería
en la ciudad de Suprum en donde aparecerá el primer rastro histórico de una
dinastía de soberanos amorreos, la llamada dinastía Lim, que en los inicios del
II milenio a.e.c. acabaría por instalarse en Mari. Con Yagid-Lim en esta
localidad de Suprum, y quizá también en Terqa, se produce el asentamiento de la
tribu amorrea de los haneos en esta región del Éufrates de Siria, que dominarán
con celeridad ante el vacío de poder político existente.
Es
en los textos acadios paleo babilónicos de Mari, en donde se hallan los escasos
términos originales definidos como amorreos. Se trata de nombres geográficos, de
divinidades y bastantes de persona. En virtud de esta fuente, se conocen además
ciertos nombres del conjunto de tribus que formaban la bautizada como etnia
amorrea del territorio siro-palestino: amurrum, benjaminitas (bini-yamina),
bensima‘alitas (bini-sima‘al) haneos, suteos y yarihûm o amnanûm.
El rol, económico
y político, de Urshu en el norte de Siria, parece que adquirió mayor relevancia
desde el comienzo del II milenio. Ebla quedó en un segundo plano con relación a
Urshu, en una etapa en que su esplendoroso imperio comercial había desaparecido
con motivo de la dominación amorrea. El reino de Urshu fue, de este modo, sede
de un puerto comercial asirio (karum), convertido
en punto de encuentro y de trasiego de mercancías en la ruta entre Kanish y la
asiria Asur. Es factible que comerciantes sirios septentrionales tomasen parte
en las actividades comerciales centralizadas en Urshu. Otros centros
comerciales sirios, sin embargo, debieron desempeñar un significativo papel en
las relaciones económicas de la región desde el II milenio. Los mercaderes sirios
acudían a diversos emporios comerciales de Anatolia en donde obtenían cobre
tras pagar con plata amorrea. En tal sentido, el norte de Siria siguió siendo,
desde principios del Bronce Medio y tras el dominio comercial de Ebla, un
espacio de mercadería activo al inicio de la dominación amorrea de la región.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP-UFM, octubre, 2021.
[1] Un texto de Ugarit escrito en cuneiforme alfabético o ugarítico, y datado en el siglo XIV a.e.c., enumera varios reyes antiguos locales deificados. Encabeza la lista Yaqarum al que, con seguridad, los monarcas posteriores del reino costero habrían considerado ancestro de su dinastía. Se ha pretendido identificar tales monarcas ugaríticos con antiguos reyes amorreos. En tal sentido, determinados ejemplos del archivo de Kanish (hacia 1900 a.e.c.), citan a personas de diversas urbes sirias como Ebla, Tadmor, Sam`al o Urshu, cuyo origen podría ser asimismo amorreo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario