26 de julio de 2019

Imagen: antigüedad grecorromana en India



A pesar de lo aparentemente extraño de esta imagen, con un barbado Heracles en pose guardián o protector del Buda, o parafraseando a Fernando Wulff, espantándole las moscas al Iluminado, en un estudio recogido en un libro titulado La Antigüedad como paradigma. Espejismos, mitos y silencios (Universidad de Zaragoza, 2015), lo sorprendente es que no se sepa que en ciertas zonas de la India antigua, su imagen era relativamente frecuente, tanto en monedas y estatuas, como en relieves sobre estupas. No es una fusión de personajes, una amalgama de personalidades. Este Heracles está alejado del bruto, salvaje, fortachón y sexualizado (en la comedia) héroe panhelénico; parece, en realidad, el salvador, el protector que se tomaría como modelo filosófico. No hay aquí un encuentro yuxtapuesto de imágenes, sino una fusión de mundos específicos interconectados.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, julio, 2019.

19 de julio de 2019

Génesis y desarrollo de los turcos pre islámicos en Asia


Las fuentes históricas chinas, datadas en el siglo VI a.e.c., mencionan a un pueblo, Tu chüe, que suele considerarse el antepasado de los turcos. Otros documentos antiguos señalan a los Xiongnu (hunos), como precursores de turcos y mongoles. No obstante, no hay evidencias seguras de conexiones lingüísticas y étnicas entre ellos. Ciertamente, el primer imperio estepario lo formaron los Xiongnu, que establecieron una confederación de tribus unidas con la intención de defenderse del imperialismo chino. Predominaba en ellos el elemento altaico.
Las invasiones chinas al sur del río Amarillo, incluyendo la región del Ordos, trajo consigo la aparición de un líder, Modun, capaz de sobreponer la lealtad a su persona sobre las fidelidades tribales a la hora de incursionar contra el imperio chino. Se diferenciaron dos clanes, seniro y junior, aunque la autoridad, sancionada por el cielo, recaía en un líder supratribal (chanyu, luego el khagan de turcos y mongoles). Aquellos del linaje del líder compartían la soberanía, aunque no la autoridad.
Al principio el estado xiongnu subsistió gracias a los tributos cobrados a las tribus nómadas, los chinos del imperio Han y las comunidades-estado de la cuenca del Tarim. Los chinos pactaron alianzas en 198 a.e.c., entre las que se incluía el matrimonio del chanyu con una princesa imperial. Poco a poco, aumentaron las exigencias xiongnu, como el control de los mercados fronterizos en la época del emperador Wendi. La potenciación de las capacidades militares chinas y la edificación de fuertes, depósitos y carreteras, facilitaron los ataques chinos, de tal manera que hacia 110 a.e.c. los xiongnu fueron desplazados hacia las estepas boscosas del norte del desierto del Gobi. Su existencia se prolongó hasta el siglo III, aunque desde mediado el siglo I a.e.c. se habían formado reinos locales.
En el siglo II la confederación de los Xianbi fue la que empezó a usar el título khagan. Tal nueva formación huna desplazó a los iraníes de las estepas e inició la “turquificación” del centro y el oeste de Eurasia. En 370 traspasan el Volga y se establecen en panonia, desde donde desencadenarán la serie de oleadas invasoras germánicas que cambiarían el mapa étnico del ámbito romano occidental.
A mediados del siglo VI se crea la formación política que se denomina Türk. Los posteriores estados, hasta el siglo X, vivirían del cobro del tributo a las poblaciones sedentarizadas y del comercio.  Los dos primeros imperios turcos se desarrollaron entre 552 y 630 el primero, y entre 682 y 745 el segundo, siendo sus sucesores los uigures en el este (744-840) y los jázaros en occidente, entre 630 y 965.
Los orígenes del primer imperio turco se cuentan en sus mitos. Se dice en ellos que sus fundadores, en el valle del río Orcón en 552, había sido una tribu, de nombre Ashina, fragmentada de los Xiongnu. Aunque fueron destruidos por sus rivales, sobrevivió un pequeño niño que sería alimentado por una loba en una cueva en las proximidades de Turfan, hoy en el Xinjiang chino. En la caverna habría una llanura circundada por montañas. La loba habría parido diez niños que, una vez casados, serían los creadores de los ashina. Varias generaciones después se hacen súbditos de los Rouran, para los que trabajan como herreros. A pesar del mito, los orígenes turcos esteparios son más pluriétnicos y plurilingüísticos, tal y como parecen señalar las inscripciones del valle del Orcón.
La configuración del imperio turco es coincidente con la reunificación china de Sui y Tang. Uno de los emperadores Tang, concretamente Taizong, establece relaciones diplomáticas con estos turcos. Busca la alianza con los occidentales para frenar a los orientales. Durante una parte significativa del siglo VII (629-680), los turcos serían súbditos de los Tang, si bien no tardarían en rebelarse para formar el segundo khaganato (682-745), el cual se dedicaría a las razzias y al cobro de tributos a los chinos. Sin embargo, las rivalidades tribales provocaron en 744 la sustitución del mismo por el estado uigur.
Este “imperio” turco estableció, sobre una sociedad multiétnica, una confederación de tribus en niveles. El primero, el conformado por las tribus interiores, en torno al clan gobernante y sus aliados; el segundo, el de las tribus que se unían al primero de modo libre; el tercero, aquellas tribus unidas forzosamente; en cuarto lugar, las poblaciones sedentarizadas que pagaban un tributo; en quinto, los reinos sometidos de la región de la Sogdiana; y finalmente, las colonias de mercaderes que solían colaborar con el estado nómada turco con la finalidad de acceder a los ricos mercados chinos. La sociedad turca estaba jerarquizada: los beg, clan de la elite de gobierno; los clanes nobles y el pueblo llano (kara bodun). Los hombres eran, de una manera directa, guerreros, mientras que las mujeres se ocupaban de las actividades productivas.
En la cumbre estaba el khagan, del clan Ashina, quien gobernaba según mandato divino (llamado kut). Legitimaba su poder llevando a cabo un ritual de carácter chamánico en un monte concreto, llamado Ötüken. Aquí representaba, al lado de su esposa (khatun, del clan Ashere), la hierogamia de la pareja divina formada por Tengri[1], deidad celeste, y Umay, diosa terrestre y de la fertilidad.
Las bases del éxito del khaganato estribaba en su capacidad de movilización y redistribución de recursos, tanto los tributarios como aquellos logrados por medio del comercio. Apoyado por una comitiva guerrera (böri, lobos), administraba el imperio con gobernadores pertenecientes al clan Ashina, que se dedicaban a controlar a las tribus y a los jefes tribales indígenas. Desde los comienzos el imperio estuvo comandado por dos khaganatos, el oriental y el occidental, de ahí la posibilidad de la sucesión horizontal en la jefatura suprema.
El envenenamiento del khagan Bilge en el primer tercio del siglo VIII conllevó una serie de rivalidades tribales que provocaron el colapso imperial. El imperio fue remplazado por el estado Uigur (744-840), con cuartel general en Mongolia y capital en Ordubalik, próxima a la Karakorum de los mongoles. Fue un estado que mantuvo la política de colaboración con la China de los Tang, con los que intercambiaba caballos por seda. Además, los khaganes contraían matrimonio con princesas chinas.
En el estado uigur se practicaba el nestoriamismo y el budismo, aunque los uigures acabaron convirtiéndose al maniqueísmo en 762. Tales factores fueron coadyuvantes para que se produjese una relevante simbiosis cultural. Finalmente el khaganato uigur fue destruido por los kirguizos en 840. Ello provocó que varias tribus se desplazaran hacia el oeste. No obstante, en el Turquestán una elite uigur conservaría los reinos de Kocho y Ganzhou (el primero hasta el siglo XIII y el segundo hasta el XI). El de Kocho fue el reino de transmisión cultural hacia los mongoles. Fue una etapa en la que los uigures se sedentarizaron y se dedicaron a mercadear con las comunidades-oasis, trasmutando el maniqueísmo por el budismo y el cristianismo nestoriano. Ya en el siglo XIII se convierten al islam. En el occidente, tras el colapso del imperio, concretamente en la región esteparia del Caspio y el mar Negro, el poder se dividió entre los búlgaros y los jázaros

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, julio, 2019.


[1] Por debajo de esta deidad se encontraban un par de dioses mensajeros, uno de los cuales facilitaba el favor divino a los individuos, mientras que el otro era capaz de restaurar la fortaleza del estado. En términos generales, el desarrollo de la sociedad turca favorecerá la conversión a alguna de las grandes religiones de su entorno cultural.

8 de julio de 2019

El período Uruk en el sur de Mesopotamia




Imágenes: arriba, planta del Templo de la Ceniza, con el vestíbulo de las columnas, de Warka; abajo, vaso pétreo de Warka o de Uruk, con diseños organizados en bandas que muestran diversas actividades humanas.

Los periodos principales que señalan las secuencias cronológicas y las fases de ocupación en la Mesopotamia antigua son tres. El primero, y más arcaico, es El Ubaid (5300-3600 a.e.c.), subdividido en Ubaid del 1 al 4, y que corresponde al Badariense y Amratiense en el valle del Nilo, así como al Yarmukiense y parte del período Bersheba-Ghasuliense en el Levante; el segundo es Uruk (3600-3100 a.e.c.) subdividido en antiguo y reciente, y coincidente con las fases Susa B y C en el Juzistán, el Geerzense y el Predinásico reciente en el valle del Nilo, así como el resto de la etapa Bersheba-Ghasuliense levantina; el tercero y último es el período Jemdet Nasr (3100-2900 a.e.c.), que coincide con el Bronce Antiguo levantina y las dos primeras dinastías egipcias. El período que aquí destacaremos será el de Uruk (Warka, Erech en la Biblia).
Los útiles que caracterizan al período, así como el sistema cultural que Uruk representaba, estaban muy extendidos por todo el sur de Mesopotamia e, incluso, más allá de la región.  La cerámica pintada se sustituye por otra, fabricada a torno rápido, con decoración de motivos incisos. Los tipos cerámicos producidos en serie serán indicadores claros del inicio de Uruk reciente, siendo su final asociado a las primeras improntas de escritura. Las subdivisiones cronológicas posteriores se harán en función de la arquitectura, la glíptica y las dinastías históricas.
En la fase de Uruk antiguo la arquitectura sigue los precedentes de Ubaid 4, en tanto que las cerámicas son grises y desciende notablemente la decoración pintada. En el período reciente, entre 3400 y 3100 a.e.c., se constatan innovaciones técnicas notables y cambios en las temáticas ornamentales. Abundan ahora los cuencos con un borde biselado. La presencia de impresiones digitales y de apliques e incisiones en la cerámica, aunado a asas en forma de soga, son características destacables. Por otro lado, aparecen innumerables sellos, tanto del tipo cilindro como del de estampilla, en los que destacan motivos geométricos y temáticas zoomorfas, antropomorfas y naturalistas.
Lo más reseñable del período son los edificios monumentales de Warka, comunidad que se había establecido en el período Ubaid, cerca de Ur. Sus cerca de diez mil habitantes le habrían conferido un claro estatus urbano. Los templos han proporcionado mucha información sobre la religión y el ritual. Muy poco se sabe, por el contrario, de la actividad cotidiana de la sociedad, al no haber sido excavados talleres artesanales, edificios cívicos y construcciones domésticas. La arquitectura más antigua corresponde al denominado zigurat de Anu. La construcción más conservada del recinto se conoce con el nombre de Templo Blanco, de planta tripartita. En su sala central dos elementos han destacado por su relevancia. El primero, un pedestal de forma rectangular, tal vez destinado a las ofrendas; el segundo, una plataforma con escaleras, quizá base de una escultura. En el interior hay varios nichos y en el exterior contrafuertes. Sus dimensiones y algunos de sus elementos principales son cónsonos con los templos sumerios históricos ulteriores.
Este complejo de Anu evidencia la existencia de una elite que controlaba una gran fuerza de trabajo bien organizada. Se implica, por lo tanto, una jerarquía institucionalizada que tenía acceso privilegiado a los recursos económicos y a un gran número de trabajadores y artesanos especializados.
El complejo más monumental es el de los templos estratificados del recinto de Eanna, sitio ubicado en el centro de la ciudad. En la época histórica estuvo dedicado al culto de Inanna, patrona de Warka (en su advocación semítica Ishtar). En este recinto el templo más arcaico es el denominado Templo de Caliza, con una gran sala en forma de T. Otra edificación sobresaliente es el Templo de las Columnas, que presenta columnas exentas y una decoración con mosaicos de conos arcillosos, que estuvieron pintados de colores (negro, rojo y blanco). Estos conos proporcionaban unos motivos ornamentales geométricos, en forma de zigzag, bandas diagonales y triángulos. Esta arquitectura religiosa conforma una clara evidencia, en consecuencia, de la presencia de una poderosa elite. En los templos del zigurat de Anu los indicios de pedestales y altares para cremación de ofrendas, así como la sofisticada planificación de los nichos internos del recinto de Eanna, cuyas funciones pudieron ser tanto decorativas como rituales, ejemplifican el poder de tal grupo elitesco presumiblemente religioso.
Otro de los elementos de la cultura material de Uruk son los vasos de piedra. Destaca el vaso de Warka, decorado con tres registros que presentan escenas de la vida cotidiana y también religiosa. En el registro inferior se observan plantas y animales, en tanto que en el intermedio se representa una procesión de hombres que van desnudos y con sus cabezas rapadas, llevando consigo lo que parecen ofrendas de vino y alimentos. En el registro superior pudiera representarse una escena ritual en la cual se le presentan a una diosa varias ofrendas de comida. Otro notable ejemplo es la naturalista cabeza de mármol de Warka, tal vez la parte superior de una estatua femenina de madera. Esta estatuaria monumental de bulto redondo precede la tradición artística sumeria.
La interpretación de las tablillas de la etapa de Uruk reciente parece confirmar la introducción del arado en este momento. Del mismo modo, las más antiguas noticias acerca de la invención de la rueda también se registran entre los restos culturales principales del cuarto milenio que corresponden al período Uruk, época en la que, asimismo, empezó a emplearse el torno para la fabricación cerámica. No se debe olvidar que los carros fueron fundamentales para el transporte, facilitando la intensificación de una economía eminentemente redistributiva.

1 de julio de 2019

Las raíces de la Céltica hispánica


Las raíces profundas del ámbito celta no se encuentran ni en la Edad de Hierro ni en la de Bronce. Es muy probable que pudiera haber estado en las culturas del vaso campaniforme (III milenio a.e.c.). Se trata de una serie de culturas que se extendieron por grandes regiones de Europa occidental y central. Con ellas pudo haberse iniciado un proceso formativo, dilatado en el tiempo, que en la Edad del Bronce cristalizaría en las distintas poblaciones celtas. La amplia extensión de eso que se denomina Céltica (del Atlántico a la Europa central), así como su variabilidad y diversidad internas, podría ser explicada de esta manera.
La Céltica sería una de las provincias indoeuropeas, un grupo de comunidades que hablaban una lengua celta en el período protohistórico. Se trataría de una Céltica heterogénea, diversa, muy dinámica y polimórfica, divisible en atlántica y británica, gala y continental, hispánica y meridional, oriental y gálata. La Céltica habría surgido a fines de la Edad de Bronce, entre 1200 y 750 a.e.c., y su peculiaridad principal sería la presencia de sociedades jerarquizadas con un componente ideológico guerrero, a cuyo frente se situarían grupos aristocráticos. Estaríamos hablando de sociedades esencialmente ganaderas y que comercializarían productos como el bronce.
La configuración de la Hispania céltica habría sido posible debido a la existencia de un sustrato anterior, vinculado al mundo indoeuropeo (protocelta), sobre el que el accionar de grupos celtas propiciarían el surgimiento de diferentes niveles de desarrollo y grado de celticidad. Habría, en tal sentido, dos grandes grupos de celticidad hispánica, relacionados con dos lenguas distintas. El primero, sería el grupo del oeste y noroeste peninsular (de lengua denominada “lusitano”, o céltico -P, la más antigua lengua celta conocida, próxima al indoeuropeo antiguo); se trataría del grupo lusitano-galaico, centro del celtismo arcaizante peninsular, de sustrato indoeuropeo protocéltico y asociado a una cultura de castros; el segundo, sería el grupo celtibérico (el más celta de la Hispania prerromana), de lengua llamada céltico -Q, de mayor antigüedad que lenguas como el britónico de Bretaña o el goidélico irlandés. Se trataría de un grupo próximo al modelo de celticidad centroeuropeo, que acabaría desarrollando una cultura de oppida, y que se vería influenciado por la cultura ibérica (que ocuparía un área peninsular no indoeuropea). Este mundo celtibérico se originaría con la llegada al noroeste de la meseta de la cultura de los campos de urnas (cultura de la Europa central desarrollada hacia 1200 a.e.c., en el Bronce Final).
En el resto del interior peninsular (del mundo vettón al de los cántabros, con vacceos, carpetanos y astures), habría una zona transicional entre el ámbito lusitano-galaico y el mundo celtibérico. A pesar de la romanización de la Céltica a finales del siglo I a.e.c., algunos rasgos culturales, tradiciones y hasta lenguas célticas, habrían sobrevivido en forma de mitología irlandesa (ciclo del Ulster) y de folclore británico (ciclo artúrico).
Finalmente, no está de más completar esta panorámica arqueológico-lingüística con la perspectiva genética. Los estudios genéticos parecen afirmar la tesis de que la huella genética de los pueblos prerromanos todavía es la primordial entre los españoles en la actualidad, a pesar de la posterior presencia de romanos, visigodos, musulmanes y judíos. El marcador genético compartido por todos los españoles es el característico de Gales, Irlanda y Escocia y, en menor medida, de Bélgica e Inglaterra.



Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, julio, 2019