1 de marzo de 2007

Cosmovisiones del mundo en la antigüedad occidental y oriental

Entre “Oriente” y “Occidente”: visiones del mundo en la antigüedad*

Prof. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
yogonbus@hotmail.com
El predominio de las leyes naturales universales como factor ordenador es un referente mítico común a numerosas culturas, aunque sus conceptos sean algo diferentes en función de su aplicabilidad, como el me sumerio, maat en Egipto, el dharma sánscrito y el dao chino. En todos ellos, no obstante, es común la subordinación del individuo al rigorismo cósmico. En China, como en otros ámbitos culturales, las leyes naturales se fueron entendiendo, paulatinamente, como entidades individualizadas, abstractas, o personificadas, que reflejan el eje social del orden cósmico La posterior tendencia moralizadora de la cosmología, que implica que los principios morales del hombre son los principios metafísicos del Cosmos, supone que el Universo es un todo orgánico que reposa en una armonía equilibrante pre-establecida, que propicia la organización de correspondencias y resonancias entre aspectos, en apariencia, diferentes, pero con afinidades subyacentes en la realidad. La conexión entre la política, como la tela de araña de relaciones de poder en la sociedad, y la cosmología, como un modo de concebir y entender el Universo como un sistema ordenado, es, un principio del orden político. El emperador se convertirá, desde el ideal del “centro”, en el unificador imperial, pues asume poderes, como puente entre lo divino y lo humano, de las divinidades. La noción de centralidad cósmica se refleja en la ciudad, entendida como axis mundi y como centro ceremonial expresión del espacio ordenado. Como imago mundi, elabora un microcosmos en el que el hombre, en concreto el emperador, participaba para regular el tiempo, concebido, topológicamente, en forma de espiral.
En algunos textos de la antigüedad china aparecen descripciones físicas del mundo que contemplan una imagen geometrizada bajo una forma externa de cuadrado, y dentro de ésta, un centro circular. En el centro, lugar ordenado, jerarquizado y cultivado, se encontraría China propiamente dicha, y a su alrededor, cuatro mares, y más allá de éstos una serie de llanuras desérticas hasta remotos confines casi infinitos. Todo aquello que se encuentra allende el mar es un terreno inhóspito, salvaje, a-normativo, en el que habitan espíritus y que está poblado por infinidad de seres, animales y seudo-humanos, de formas fantásticas de lo más extravagante. Esta mítica visión del mundo en China, como también en Grecia, responde a una concepción del Universo establecida desde una perspectiva etnocéntrica y “absolutista”; es decir, a un mundo encerrado en sí mismo, con un núcleo conocido y una periferia misteriosa, desconocida, pero sobre la que existe, no obstante, ansia de conocer, si bien apartándola del centro privilegiado y culturalmente superior.
En la visión cosmológica del mundo antiguo, la tierra, rodeada de agua, se convierte en un factor significativo en el ideal geográfico mítico oriental y griego: tierra sólida céntrica originaria, rodeada de aguas primordiales, masculinas y femeninas a la vez, que proporcionan los límites mundanos, conocidos y ordenados, y que pueden ser, de este modo, el origen caótico-anárquico, desordenado, de donde surge la tierra habitable, ordenada, civilizada y jerarquizada. En el ámbito griego se concebía el mundo en forma circular, rodeado por el mar ( el río Océano ), en donde la periferia, difusa y misteriosa, estaba poblada por seres extraños y monstruos excepcionales, plausible resultado de los temores psicológicos humanos. Esta imagen, ordenada y sistemática, donde el centro lo ocupa el mundo helénico y su refinamiento cultural, incide en el ideal de conocer el mundo como una necesidad de dominarlo imaginariamente, sobre todo, los espacios no cotidianos, aquellos desconocidos y remotos, indefinidos y sin límites. La imagen herodotea será, la más conocida en el seno del marco cultural griego: un mundo simétrico, con un centro donde predomina la normalidad y el equilibrio, y unos límites externos con abundancia de lo fascinante. En Éforo, la tierra tienen forma cuadrada, con cada lado ocupado por pueblos que conceptualizan los confines en los cuatro orientes, los escitas al norte, los etíopes al sur, indios al este y grupos célticos al oeste.
*Resumen de la comunicación que será presentada en el III Congreso Sudamericano de Historia que se va a celebrar en la Universidad de Los Andes entre el 19 y el 21 de julio del 2007