21 de marzo de 2013

La llegada del Budismo Zen a Japón


IMÁGENES: PINTURA SUIBOKUGA DEL MONJE ZEN SESSHU TOYO, SS. XV-XVI; JARDÍN ZEN.

En el siglo XII, un monje japonés de nombre Yosai trajo de China una forma de budismo Mahayana denominado Ch’an, meditación o concentración, de la que surgiría la más renombrada forma de budismo japonés, zen. Ch’an o zen dio lugar en Japón a dos escuelas concretas: Soto y Rinzai. La primera, propugnaba el método zazen (una postura cómoda y quieta con la que conseguir la vaciedad). La segunda, promueve el koan, o la muestra del absurdo mediante ejemplos o aporías verbales, así como el mondo, juego de preguntas-respuestas muy rápidas entre el maestro y los discípulos, orientadas a mostrar la vaciedad de todas las cosas. Uno y otro método estaban destinados a conseguir una iluminación inmediata, repentina que, en japonés, recibe la denominación de satori. Esta iluminación se consigue en determinados momentos privilegiados, como consecuencia del impacto de un koan, a lo largo de la absurda retahíla del mondo, o en medio de la más absoluta inmovilidad del zazen, proporcionándose con ello una perspectiva permanente de las cosas, en la que éstas aparecen privadas de sentido, factor que desata, al mismo tiempo, una actitud indiferente e impasible del sujeto respecto de su entorno.
El zen, nacido del vínculo e influencia mutuas entre el daoísmo chino y el budismo mahayana, supone un doble aspecto: el del pensamiento y el del ejercicio; esto es, la meditación, el aquietamiento, la contemplación y la concentración de la mente en un único punto u objeto. Se trata del modo experimental de operar del budismo, de vivir la espontaneidad y la naturalidad sin fijarse en dogmas o teorías. En tal sentido, es más una disciplina que una filosofía, cuyos fundamentos serían: recuperar la simplicidad y sencillez primigenias, valorar la riqueza del vacío y entender la inexistencia de principio y fin.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
Doctorado en Ciencias Sociales, UCV

18 de marzo de 2013

Un acercamiento al Neolítico en China II



Dawenkou, desplegó su influencia entre 4700 y 3650 a.n.E., cubriendo la península de Shandong y buena parte de la llanura aluvial del río Amarillo. Presenta una economía basada, como Yangshao, en el cultivo del mijo; su cerámica es más elaborada y con una decoración a base de aplicaciones o impresiones de cestería. Los enterramientos asociados a esta fase cultural, que vienen marcados por la presencia de ataúdes protegidos con cámaras de madera, y con abundancia de numerosos objetos de finalidad ritual, parecen mostrar una sociedad más compleja y con mayor variedad social que la cultura Yangshao. La cerámica hecha a torno ofrece tipologías novedosas, como el trípode llamado ding y el recipiente dou, antecedentes cerámicos de las grandes vasijas del bronce.
Dawenkou y las culturas sureñas en torno al Yangzi se relacionaron de modo efectivo. La evolución hacia el Estado y la realeza arcaica necesitaba de la presencia de una extensa red de núcleos, que propiciase la circulación de bienes, lo cual aumentaría la riqueza. Estas interacciones se materializaron en la denominada cultura Longshan, desarrollada entre 3000 y 2500 a.n.E. en la zona noreste de la China septentrional, en Shandong, sobreponiéndose en Henan a la cultura Yangshao. Presentaba comunidades permanentes, algunas con murallas de tierra apisonada, en cerros que dominan las llanuras. Su cerámica es característicamente negra, de paredes muy finas. A partir de una mayor diferenciación en cuanto a la riqueza y el poder político, la importancia del ritual y el empleo de la violencia de modo coercitivo, este horizonte cultural acabará abarcando las culturas norteñas y se extenderá hacia el sur, en torno al Yangzi.
Las comunidades Longshan emplean piedra pulida y el hueso para las puntas de flecha, y se evidencia la acción del fuego sobre el hueso con fines, probablemente, adivinatorios, hecho que anuncia un procedimiento de gran relevancia en época Shang, aunque no hay todavía restos de escritura.  El torno de alfarero y, sobre todo, el jade, adquieren gran popularidad. Las piezas de jade, un material muy difícil de trabajar, aparecen en ocasiones concentradas en algunos enterramientos, lo cual evidencia, gracias a formas como el tubo llamado cong, o el disco funerario bi, un ritualismo de un significado cosmológico ya bastante estructurado. Antes de los grandes bronces de las dinastías Shang y Zhou, es en estos jades donde aparece por primera vez representada la máscara taotie, figura conformada a partir de la contraposición de animales, especialmente dragones, que ni representan seres míticos, ni animales reales de la época. Su significado pudiera ser de índole chamánica.
La presencia ya, en este momento, de algunos sacrificios humanos pudiera ser un reflejo de posibles conflictos, de la presencia de posiciones sociales desiguales y del empleo de la fuerza por parte de aquellos socialmente más poderosos.
No existe ningún testimonio arqueológico fiable vinculable a la, todavía mítica, dinastía Xia. No obstante, es en este contexto de culturas neolíticas avanzadas donde pudo aparecer la ciudad-palacio, lugar en el que se desarrollaría un poder fundamentado en la posesión y empleo de las armas de bronce. En cualquier caso, las condiciones son análogas a las que dieron lugar a las primeras civilizaciones mesopotámicas, de Egipto y del Indo. Parece bastante claro que desde fines del Neolítico se formó en el valle del  Huanghe un núcleo de civilización original. Es, por lo tanto, razonable relacionar la cultura Longshan con la civilización del bronce en China.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, marzo, 2013

11 de marzo de 2013

Un acercamiento al Neolítico en China I




Desde el Mesolítico se empiezan a hacer evidentes las diferencias entre el norte y la región meridional de China. En tanto que el norte desarrolla una cultura microlítica, que guarda relación con los microlitos manchurianos y del sur de Siberia, el sur se entronca con las culturas hoabinhianas del sureste de Asia. La región del Yangzi (sur) evolucionó, por su parte, desde sus propias tradiciones, esencialmente las culturas Majiabang y Hemudu. Hubo una serie de culturas neolíticas diferenciadas posteriores a esta época. De entre ellas debemos individualizar al menos tres: Yangshao, Dawenkou y Longshan, siendo esta última el probable paso decisivo hacia el bronce.
Yangshao se ubica cronológicamente entre el 5000 y el 3000 a.n.E. Se desarrolló en las regiones del noroeste de China septentrional, en Gansu, Hebei y Shanxi. Presenta poblados que se estructuran en forma de comunidades rurales, cercanas a los ríos, y en los cuales se han descubierto vestigios de casas (a veces más de un centenar), hornos cerámicos, graneros y cementerios. Las diferentes tipologías de las viviendas, circulares y rectangulares, que se han encontrado en el casi millar de asentamientos que se asocian con Yangshao, han dado pie a la presencia de sectores que se pueden individualizar, como ocurre con Bampo. La distribución de las viviendas en Bampo, agrupadas en zonas, cada una con una gran casa comunitaria en el centro, muestra una presumible organización en clanes o linajes, lo cual sería evidencia de una arcaica estructuración social.
Podrían identificarse, gracias a las tumbas, rasgos significativos de la sociedad china de la Edad del Bronce, como la diferenciación jerárquica entre los grupos sociales y artesanales, así como aquella existente entre ciudadanos y mandatarios. Se evidenció un relevante desarrollo artesanal, con presencia de cestas y tejidos, así como la fabricación cerámica. Ésta presenta una decoración geométrica o con dibujos estilizados de peces en color rojo.

Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Doctorado en Historia, UCV

1 de marzo de 2013

La religión en el Egipto antiguo V: la Baja Época


IMÁGENES: ARRIBA, UN RELIEVE DEL SANTUARIO DE JONSU CON RAMESES III EN ACTITUD DE OFRENDAR, KARNAK; ABAJO, UN FRAGMENTO DE UNA ESTATUA DE AMÓN EN KARNAK.


La religión egipcia de este momento histórico se caracteriza por un cisma entre las esferas religiosas oficiales y las populares. La religión oficial se encierra cada vez más en un formalismo ritualista con un marcado énfasis en el secretismo, en tanto que la religiosidad popular se desentiende de los dioses oficiales y del clero para buscar refugio, individual e íntimo, en diversas fórmulas religiosas que les pudieran consolar ante las penalidades de la vida diaria. Esta actitud condujo al crecimiento de las actividades propias de la magia. Es en esta época cuando se generalizan semidioses y genios como Bes o Tueris, protectores de la maternidad y la infancia, así como las técnicas de momificación. En Alejandría, por su parte, se empezó a favorecer el culto de una divinidad mixta muy famosa, Serapis, una forma de Osiris-Apis bajo apariencia griega.
Los Tolomeos de la dinastía macedónica lágida controlaron el clero egipcio que, no obstante, mantenía algunos de sus privilegios, a través de sínodos anuales. En ellos manipulaban la religión y a sus representantes. Lo que ocurría en cada sínodo se ponía por escrito en forma de decretos en estelas pétreas que se colocaban en los principales templos. Se trata de los decretos trilingües tolemaicos, que se escribían en jeroglífico, demótico y griego.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas