21 de diciembre de 2013

Arquelao de Priene: Historia y Mito en el Helenismo

Bajorrelieve denominado Apoteosis de Homero, de Arquelao de Priene, que vivió entre los siglos II y I a.n.E. Hoy se encuentra en el British Museum de Londres.

El famoso relieve que se muestra, de marcado carácter simbólico, muestra a Homero como un majestuoso Zeus, sentado en un trono rodeado por diversas personificaciones de la Odisea y la Ilíada. Detrás de él están representados Cronos y Oikoumene, quienes colocan una corona sobre el poeta. Este heroizado Homero preside una escena sacrificial que comprende la presencia de Historia (como una joven mujer que salpica incienso) y Mito (como un joven que porta recipientes rituales), que flanquean un altar detrás del cual un toro está esperando a ser inmolado. La procesión que se aproxima al altar desde la derecha incluye tres figuras femeninas personificadas, identificadas como Poesía, Comedia y Tragedia. En un registro más elevado, Zeus mismo ocupa la cumbre del Helicón (o el Parnaso), y permanece suspendido sobre Mnemosyne y el conjunto de las nueve Musas inspiradoras, quienes devastan la montaña para unirse a Apolo, que está tocando la cítara en una caverna. En un pedestal, en el exterior de la cueva, se ve un poeta desconocido cercano a un trípode, símbolo de victoria en una competición musical.
Algunos estudiosos han sugerido que el relieve conmemora la fundación del Homereion alejandrino por parte de Ptolomeo IV, y que las personificaciones de Oikoumene y Cronos muestran los rasgos físicos del rey y su esposa-hermana (Arsínoe III). En todo caso, Homero aquí emerge como el prototipo del poeta divinamente inspirado, cuyo canto acompaña al mito y a la historia por igual. En tal sentido, mito e historia son aquí aspectos complementarios e interdependientes, del mismo modo que lo fueron en el ámbito de la cultura griega. No se puede olvidar que la mayoría de los poetas cortesanos alejandrinos, como Píndaro o Simónides también, alabaron a sus patrocinadores reales comparándolos con los héroes de un pasado mítico paradigmático. La historia toma bajo su ala al mito, mientras que la imaginación mítica usurpa el dominio de la historia y forma la percepción helenística de los eventos pasados y contemporáneos de esta época de la antigüedad helena.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV. Doctorado en Historia. Caracas

18 de diciembre de 2013

El ADN y la evolución de las “especies” humanas

Según las más recientes excavaciones y los últimos análisis de ADN realizados, a fines del Pleistoceno, Asia y Europa estaban habitadas por cuatro especies humanas diferentes, sapiens, neandertales, un grupo no muy bien conocido llamado “denisovanos” y una cuarta población no determinada. Las investigaciones están revelando que estas cuatro especies no solo habitaron en los mismos lugares, sino que llegaron a tener descendencia común, mezclando sus genes. Los científicos han comparado las secuencias de los denisovanos, con ADN neandertal procedente de la región del Cáucaso, y con los genomas de varios humanos modernos, descubriendo huellas genéticas que revelan un cierto entrecruzamiento de estas especies a lo largo del tiempo. La secuencia demuestra que los neandertales estaban estrechamente emparentados con los denisovanos, con quienes habrían compartido un ancestro común hace 450000 años. Este ancestro, a su vez, se habría separado del linaje de los humanos modernos entre 550000 y 765000 años atrás.
Así, fruto de los plausibles cruces entre las distintas especies, se conformaría el legado genético de los neandertales y denisovanos en distintas poblaciones de los sapiens modernos. Según los científicos[1], entre un 1,5 y 2,1% del genoma de los humanos no africanos actuales es de origen neandertal. Análisis previos han mostrado que los denisovanos dejaron su huella hasta en un 6% de los genes de aborígenes australianos y melanesios, en tanto que el 0,2% del genoma de los chinos de la etnia mayoritaria Han, de los nativos americanos, así como de otras poblaciones asiáticas, se debería a la herencia denisovana. A la par, los denisovanos recibirían un 0,5% de su ADN de los neandertales, incluyendo genes asociados con la inmunidad. Entre el 2,7 y el 5,8% es el porcentaje del genoma que los denisovanos recibieron de ese “otro” grupo de humanos arcaicos. Este linaje, cuya identidad es un misterio, se habría separado del resto hace más de un millón de años. Sería una antigua población de homínidos que habría vivido antes de la separación de neandertales, denisovanos y los humanos modernos. Respecto a una presunta identificación de este grupo, Kay Prüfer sugiere la hipótesis de que pudo haber sido Homo erectus. Erectus comenzó a dispersarse desde África hace unos 1.9 millones de años, aunque las poblaciones de Homo erectus asiáticas y africanas pudieron separarse hace únicamente un millón de años. Incluso los investigadores creen que su descendencia pudo haber pervivido hasta hace unos 12000 años en el caso de peculiar Homo floresiensis de la isla de Flores en  Indonesia.
Los autores de este impresionante trabajo subrayan que no se conoce todavía durante cuánto tiempo estas cuatro especies humanas llegaron a coexistir, en virtud de que la franja temporal de coexistencia y entrecruzamientos abarca desde hace 125000 a 12000 años. Existen pruebas fósiles de que neandertales y sapiens convivieron en Eurasia durante unos 30000 años, como mínimo. Unos ochenta y siete genes de los humanos actuales son significativamente diferentes de sus versiones en neandertales y denisovanos. En este muy escaso conjunto de genes podría residir lo que nos distingue de otros parientes que perecieron en la extinción humana.

Comentado por Julio López Saco. Diversas notas de prensa del día 18 de diciembre de 2013.



[1] Estamos hablando de Svante Pääbo y Kay Prüfer, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, y de Montgomery Slatkin, de la Universidad de California, en Berkeley.

17 de diciembre de 2013

Sobre el término mito

En los últimos años se ha conjeturado que el término mito puede rastrearse más allá del ámbito griego al que pertenece. Así, se ha hablado de una raíz indoeuropea *mud- o *mudh-, que significa imaginar, y también pensar. Algunas analogías y parentescos lingüísticos de la forma helena se pueden encontrar en lituano, eslavo antiguo y viejo irlandés. No tan clara parece, por el contrario, la correspondencia con el latín muttire, murmurar o hacer muecas (de ahí el mute inglés, por ejemplo), ni con los términos egipcios mdwj, que significa habla, palabra o dicho, y mdwt, discurso, asunto. Un ajuste semántico y fonológico es una indicación válida de conexión etimológica; sin embargo, habría que descartar el posible préstamo egipcio a Grecia. Por otra parte, la correspondencia entre el egipcio, el griego y el latín es difícilmente aceptable dada la disparidad cladística de esos antiguos lenguajes: el egipcio se clasifica entre las lenguas de la familia afro-asiática y el griego y el latín entre las de la familia indoeuropea. Una plausible explicación que recientemente se ha ofrecido radicaría en aceptar la presencia de un sustrato proto o pre Nostrático desde el que varias familias de lenguajes distintos pudieron haber emergido a partir de la mitad del Holoceno.  Algunos investigadores (William Doty), han sugerido la conexión entre el sonido ma que hacen los bebés humanos en el pecho de sus madres, con el sonido de la raíz indoeuropea para la palabra madre (mu), de donde emergería el término mythos, literalmente, hacer un sonido con la boca; esto es, una palabra. Sonido y palabra, no lo olvidemos, suelen ir de la mano en los mitos de creación del mundo en numerosas mitologías. En cualquier caso, la controversia sigue abierta.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, diciembre, 2013

Bibliografía básica

Bomhard, A., Toward Proto-Nostratic: A New Approach to the Comparison of Proto-Indo-European and Proto-Afroasiatic, John Benjamins edic. Amsterdam & Philadelphia, 1984.

Doty, W.C. The Study of Myths and Rituals, University of Alabama Press, Tuscaloosa, 1986.

Partridge, E., Origins: A Short Etymological Dictionary of Modern English, edit. Routledge &Kegan Paul, London, 1979.

van Veen, P.A.F. & van der Sijs, N., Etymologisch Woordenboek: De Herkomst van onze Woorden, edic. Van Dale Lexicografie, Utrecht & Antwerpen, 1997.

10 de diciembre de 2013

Masada: bastión de rebelión contra el poder de Roma

IMAGEN: CORTESÍA http://www.masada.org.il
 
 
La meseta conocida con el nombre de Masada (referida por los árabes como A-Saba), se ubica en la vertiente oriental del desierto de Judea, próxima al Mar Muerto y entre las localidades de Ein Guedi y Sodoma. Se eleva a casi quinientos metros sobre el nivel del mar. Su ubicación fue privilegiada en la antigüedad, pues se hallaba en las proximidades de dos caminos de relevancia: el que cruzaba el desierto de Judea, que llevaba al sur de Moab, y el sendero que comunicaba el Mar Rojo, la Arabá y Moab con Jerusalén. En cualquier caso su ubicación, lejana de centros habitados, propició su conversión en fortaleza. La principal fuente, al margen de la arqueología, por medio de la cual conocemos los avatares de Masada es Flavio Josefo, que vivió en el siglo I, y que se dedicó a escribir, desde Roma, los hechos acontecidos durante la rebelión contra el poder romano. El primer fuerte de Masada pudo haber sido erigido por el rey asmoneo Alejandro Janeo (103-76 a.n.E.), también conocido como el supremo sacerdote Jonatán[1].
Herodes el Grande (rey de Judea, Samaria, Idumea y Galilea, en condición de vasallo de Roma, entre 37-4 a.n.E.), aprovechando el indudable valor estratégico de la elevación, lo empleó como refugio ante los enemigos y como residencia de invierno. A él se deben ciertas construcciones como algunos palacios, almacenes y un complejo sistema de cisternas. Con la anexión de Judea al imperio romano (en el año 6), una guardia romana se instala en la zona.
Uno de los hechos más relevantes, según Josefo, del levantamiento antirromano del año 66 fue la toma de Masada por los Sicarios (cuyo nombre deriva del puñal curvo que portaban denominado sica en latín), aunque pudo haber también samaritanos y esenios en el grupo. Estos rebeldes estaban comandados por Menajem ben Yehuda el Galileo. La destrucción de Jerusalén en el 70 por orden del emperador Tito propició  que algunos rebeldes se refugiaran en la fortaleza, entre los que se encontraba Eleazar ben Yair, que acabaría haciéndose con el mando del grupo. Estos rebeldes son los responsables de la construcción de algunas edificaciones hoy visibles, como la sinagoga y los baños rituales (mikvá), llevando a cabo una convivencia comunitaria hasta el fin de sus días.
Flavio Josefo señala que masada fue el último baluarte rebelde en Judea. La X legión romana, comandada por Flavio Silva, se desplazó desde Jerusalén y puso la fortaleza bajo sitio. En torno a los años 73 y 74 más militares romanos, con tropas auxiliares (unos 8000 legionarios) se apostaron en la zona en ocho campamentos (el contorno de alguno de los cuales todavía es visible). Construyeron un baluarte y una rampa de asedio, hecha de vigas de madera y tierra apisonada, en la ladera occidental. El sitio duró varios meses. En su Guerra de los Judíos (VII, 394-406), Josefo afirma que Eleazar ben Yair convenció a los resistentes (casi mil personas) a suicidarse antes de humillarse ante los romanos y convertirse en sus esclavos. Tras la caída definitiva, queda apostada en Masada una unidad de tropas auxiliares romana hasta el inicio del siglo II.
Abandonada durante siglos, no fue sino hasta el V, durante el esplendor bizantino, cuando se levantó en Masada un monasterio de ermitaños (siguiendo la costumbre de crear asentamiento de monjes en el desierto de Judea[2]).
El redescubrimiento moderno de la fortaleza solamente acontece en el siglo XIX. Durante el XX, se transforma en centro de identificación de los movimientos juveniles sionistas, convirtiéndose, de la mano de S. Gutman, en un símbolo del nacionalismo judío. Las excavaciones arqueológicas sistemáticas únicamente comenzaron a producirse en la década de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, al mando de Igael Yadin, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, iniciándose un progresivo proyecto de restauración y conservación del lugar y sus principales vestigios. 

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV


[1] Este Jonatán puede referirse al hermano de Judas el Macabeo, quien fue nombrado Sumo Sacerdote en 152 a.n.E. Lo cierto es que la arqueología ha sacado a la luz algunas monedas de época de Alejandro Janeo.
[2] Se ha querido identificar este monasterio con Marda, mencionado en la literatura de los patriarcas de la iglesia.

5 de diciembre de 2013

ADN antiguo en fósiles humanos

Un equipo de paleontólogos de Atapuerca y expertos alemanes en ADN antiguo han logrado obtener ADN de un fósil humano (en concreto un fémur), de la Sima de Los Huesos, de hace 400000 años (Pleistoceno Medio). Hasta este momento únicamente se había secuenciado ADN tan antiguo en animales, específicamente de un caballo de hace 700000 años, conservado en el permafrost en Canadá. Obtuvieron  la secuencia casi completa de sus genes. Al comparar el ADN con los genomas de los humanos modernos, los neandertales, chimpancés y bonobos, se ha descubierto que los individuos de la sima de los huesos están emparentados con los denisovanos, una población de los montes Altai siberianos de hace unos 40000 años, y no con los neandertales, a pesar de que comparten rasgos comunes. Esta relación genética entre poblaciones tan distantes, los humanos de la sima y los denisovanos, un linaje hermanado con los neandertales pero del este eurasiático, es difícil de explicar[1]. Se trata de una relación lejana en el espacio (de la Europa Occidental al sur de Siberia) y en el tiempo (los escasos y hasta precarios, restos denisovanos recuperados tienen solamente unos 40000 años, frente a los 400.000 de los hallazgos de la sima de los huesos).
Una de las hipótesis plausibles es que los hombres de la sima pudieran estar relacionados con los ancestros comunes de denisovanos y neandertales[2]. Si esto es así, hay que explicar la semejanza del genoma mitocondrial con los primeros y no con los segundos. Otra posibilidad que se sugiere es que el flujo de genes de otra población llevó el ADN mitocondrial a los denisovanos y a la Sima de los Huesos, o a sus ancestros. Si se asume esta hipótesis, entonces más de un linaje evolutivo humano vagaría por Europa hace unos 400000 años.
Es creíble que en la época de la Sima de los Huesos algunos individuos (entre los que se encontraría el dueño del fémur XIII), o algunos grupos familiares, fueran portadores de un genoma mitocondrial de linaje arcaico, no neandertal, que terminaría por desaparecer, quedando solo el de los neandertales. El ADN mitocondrial se transmite por vía exclusivamente materna y esto hace que no se recombine, por lo que pueden coexistir varios linajes mitocondriales en la misma población. Pero también puede ser, dice J.L. Arsuaga, que hubiera más de un tipo humano viviendo y evolucionando en Europa y parte de Asia: los antepasados de los neandertales y otros (supervivientes de una especie vieja, quizás los descendientes de la población a la que perteneció la mandíbula de Mauer), y que se cruzaran entre ellos. De este modo llegaría a la población de la sima y a los antepasados de los denisovanos un genoma mitocondrial de tipo antiguo.

Comentado por Julio López Saco. Fuente: diario El País (España) 4 de diciembre del 2013



[1] Los humanos de la Sima de los Huesos se han clasificado oficialmente como Homo heidebergensis, una especie tal vez un tanto amplia para ser eficaz. Presentan rasgos distintivos de los neandertales (en los dientes, las mandíbulas y en la morfología del cráneo), siendo muy anteriores a ellos. En este sentido, se han considerado durante años como antepasados de los neandertales, población típica europea que se extinguió hace unos 30000 años.
[2] En tal sentido, como explica J.L. Arsuaga, podría ser que los denisovanos y la gente de la sima de los huesos, descendieran de una población que se extendió hace más de medio millón de años desde Europa hasta Siberia. Desde ese tronco común evolucionarían los neandertales en Europa.

4 de diciembre de 2013

Historias míticas populares jaina: Parshavanath

PANEL EN MARFIL BLANCO DEL TEMPLO JAINA DE RANAKPUR, CON EL SEÑOR PARSHAVANATH PROTEGIDO POR LA SIERPE NAGRAJ Y OTRAS MIL COBRAS.


Parshavanath es el vigésimo tercer tirtankara[1] janinista. En una ocasión se encontró con un sadhu que estaba llevando a cabo la penitencia de los cinco fuegos, cuatro a su alrededor, y el quinto encima de su cabeza. Por medio de su divina visión, Parshavanath vio que una sierpe se había refugiado en uno de los leños que se quemaban. Con la intención de salvarla tomó un hacha y rompió el leño, de manera que la serpiente pudo escapar sin heridas. Sin embargo, el sadhu perdió la concentración en su meditación y se enfureció con Parshavanath. Ambos siguieron su camino por separado. Mucho tiempo después, el sadhu, que vivía en el cielo, vio a Parshavanath en profunda meditación en la tierra, y decidió vengarse: envió tanta lluvia que enseguida el agua alcanzó la barbilla del tirtankara. Sin embargo, la serpiente que antaño había liberado Parshavanath, ahora reina de las sierpes, y que también vivía en el cielo, decidió corresponder al sabio y ayudarle. Envió un mensaje a todas las serpientes sobre la tierra para que lo salvaran. Miles de cobras abrieron sus caperuzas, con sus cuerpos le levantaron para que no se ahogase y, formando una especie de paraguas, cubrieron su cabeza para protegerle de la lluvia y que, así, continuase su meditación.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, diciembre, 2013


[1] Profeta. En total fueron 24. A través de la práctica de la austeridad conquistan la mente y las pasiones para lograr liberarse del ciclo sin fin de los renacimientos.

1 de diciembre de 2013

Etiopía antigua: imperio y religión en el Kebra Nagast

El Kebra Nagast (Gloria de los Reyes), es un texto etíope escrito en la arcaica lengua de ese país, inicialmente en el geez de los habitantes del reino de Aksum y, posteriormente, en amárico. Su compilación, quizá a manos de un sacerdote copto, se produjo entre los siglos IV y VI, aunque su establecimiento definitivo solo se produjo en el XII. En él se narra la tradición religiosa del arcaico imperio cristiano de Etiopía. Se conforma a partir de textos judíos rabínicos veterotestamentarios, extractos del Corán y algunos de sus comentarios, ciertos Evangelios cristianos, leyendas tradicionales árabes, sobre todo sirias y de Palestina, leyendas coptas, etíopes e, incluso, del antiguo Egipto, así como textos apócrifos, como el Libro de Adán y Eva, El Libro de la Perla o La vida de Ana, madre de la Virgen María, entre otros. Por medio de notas de carácter histórico, arqueológico, mítico y religioso, se menciona el traslado de la dinastía regia de Israel desde Jerusalén hasta la antigua Sheba o Saba (Etiopía), simbolizado en el cambio de localización del Arca de la Alianza y el decálogo[1]. El Arca pasa de Salomón a un hijo ilegítimo tenido con la Reina del Sur, esto es, Etiopía, llamada Makeda[2]. Este vástago, de nombre Bayna-Lehekem[3], es coronado como rey de Etiopía con el título de David II o Menyelek I, en algún momento del siglo X a.C. Con él se iniciaría la línea de los reyes de Etiopía, cuyo comienzo se conecta, por lo tanto, con la descendencia salomónica y la línea en la que se encuentran renombrados personajes bíblicos[4], como David, Moisés y Abraham[5].
El texto podría considerarse, en esencia, un intento de elaborar una mitología historizada o una historia nacional fundamentada en elementos mítico-religiosos para justificar la dinastía divino-imperial etíope, cercana al modo del Kojiki japonés. La sustentación mitológica y religiosa confiere a la dinastía un poder indiscutible e indiscutido, una fuerza sancionadora y de posterior reivindicación étnica nacional. El Kebra Nagast es, en definitiva, uno de los textos clásicos para comprender la hermenéutica bíblica de los Rastas, pues al registrar la historia del linaje del rey David, completa algunas historias bíblicas y recupera otro sentido de la propia tradición cristiana.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Ciencias Sociales, UCV



[1] Tal cambio supone la instauración en Etiopía de la monarquía teológica israelita y una conexión genealógica con la Biblia, en especial, con el Antiguo Testamento.
[2] Esta reina, antigua adoradora del sol, empezará a adorar al Dios de Israel cuando conoce a Salomón. En esta transformación reside el paso de una arcaica tradición politeísta a una monoteísta.
[3] Ebna Hakim o “hijo del Sabio”, también denominado Menekik I.
[4] Pudiera no resultar apropiado para el status quo de la Iglesia Católica enfrentarse con una historia que ubica en África la tierra prometida, entre un pueblo negro como el abisinio.
[5] El último rey etíope fue Ras Tafari Makonnen, coronado emperador en 1930 con el título de negus negesti Haile Selassie I. La idea subyacente aquí es la de un rey negro, líder de un continente, el africano, libre, soberano y poderoso, que propicia el culto espiritual del rastafarismo, símbolo de la definitiva emancipación de la esclavitud.