30 de diciembre de 2015

Señores de las estepas: las tribus escitas





Imágenes, de arriba hacia abajo: alfombra con jinetes y ciervos, de inspiración persa. Túmulo 5 de los textiles de Pazyryk. Datada entre los siglos VI y III a.e.c.; otra alfombra de lana de oveja de los kurganes de Pazyryk (Siberia) con un jinete. Siglos V-IV a.e.c.; detalle del carcaj en oro de un guerrero escita decorado con escenas míticas. Necrópolis de Chertomlyk. Museo del Hermitage; otra escena, con híbridos zoomorfos míticos, del carcaj dorado escita; y placa de oro con dos hombres en juramento de fraternidad a través de beber de vino. Era una costumbre típica de los nómadas esteparios. Museo del Hermitage.

Lo que las fuentes conocen como escitas corresponde a pueblos guerreros nómadas, avezados jinetes hábiles en el manejo del arco, cuyo territorio de acción geográfico fue muy amplio, desde los montes Altai, en la estepa del sur de Rusia y lo que actualmente corresponde a Ucrania, hasta el mar Negro. Los límites geográficos de su región de asentamiento fueron el río Don, en el este, y el Danubio a occidente. Imaginados por los griegos como ideal de pueblo bárbaro, llegaron a crear y consolidar un Estado monárquico durante varios siglos (hasta el siglo II a.e.c.).
Es Heródoto el que recoge un antiguo relato mítico alusivo a los orígenes de los escitas. Según el historiador, Targitao, hijo de Zeus y de una hija del río Borístenes (anterior nombre del Dniéper), es el nombre de un primer hombre que vio la luz en un lugar desértico, y que tuvo tres descendientes, Arpoxais, Colaxais y Lipoxais. Sus tres hijos reinarían en conjunto, hasta que del cielo cayeron una serie de objetos dorados (un yugo, una copa, un arado y un hacha de doble filo), que solamente pudieron ser recogidos por el menor de los hermanos, lo cual supuso que los otros dos convinieran en dejar el reino en sus manos. Puede haber en este relato una metáfora alusiva a la organización social tripartita propia de las poblaciones indoeuropeas[1].
Ciertos investigadores modernos creen que los escitas descienden de los miembros de la Cultura Srubnaya o Cultura de las Tumbas de Madera, comunidades nómadas cuyo origen se encontraba en las inmediaciones de la región del Volga y que en la época de la Edad del Bronce se movilizaron hacia un espacio geográfico que coincidiría con el de los escitas, concretamente al norte del mar Negro. Otros estudiosos, con la reconocida Marija Gimbutas a la cabeza, difieren de esta apreciación y señalan que el lugar originario escita debió encontrarse en Siberia o en algún lugar de Asia Central. En un proceso expansivo posterior se habría producido una simbiosis con poblaciones autóctonas del mar Negro.
Si bien la exacta procedencia geográfica es muy incierta, aparición en la historia de los escitas está más o menos bien documentada. En el siglo VIII a.e.c. se constatan en conflicto con los cimerios, a los que logran expulsar del norte de la zona del mar Negro. En 676 a.e.c., asociados con los maneos, y después de atravesar el Cáucaso, atacan el reino asirio, a la sazón comandado por Asarhadón, quien logra derrotarles[2]. Unas décadas después participan, liderados por un soberano de nombre Madyes, en la conquista de ciertas regiones de Mesopotamia. Hacia 650 a.e.c. se apoderan de Media, costa levantina y norte de Siria, hasta que treinta años después son derrotados por Ciaxares y se repliegan hacia el Cáucaso, el sur de la actual Rusia y el mar Negro, en donde fundarán el auténtico reino de Escitia. Unos años más tarde, también llegan al norte de Egipto, no se sabe muy bien si con intenciones de invadirlo. En cualquier circunstancia, allí el faraón Psamético I logra comprar su retirada.
El contacto escita con los griegos se produce cuando estos últimos llegan a la costa norte del mar Negro, en donde las colonias helenas movilizan la actividad económica escita, sobre todo el intercambio comercial[3]. Este proceso de enriquecimiento comercial escita pudo favorecer que las tribus se vincularan en una estructura estatal, en cuya cúspide estaba ubicado un monarca hereditario, quizá de condición divina, aunque con un poder limitado por una asamblea en la que las diversas tribus escitas estarían representadas. El poderío y fastuosidad de tales gobernantes se verifica en sus enterramientos, los célebres kurganes o grandes túmulos, en los que se inhumaban los reyes y príncipes escitas acompañados por muy ricos ajuares que consistían en vajillas de plata y oro, adornos y orfebrería de diversa consideración, cerámica griega, estatuas y armamento variado.
Esta unificación política escita conllevó un cierto poderío militar, como demuestra la campaña de Darío I en 512 a.e.c. contra los escitas con la intención de apoderarse de las rutas de aprovisionamiento de grano a las polis griegas que el Gran Rey deseaba conquistar. Mediado el siglo IV a.e.c., un rey de nombre Ateas reunifica todas las tribus escitas y emprende un proceso expansivo que extiende el reino escita hasta el Danubio. Sin embargo, Filipo II de Macedonia logró frenar este avance.
Aunque a partir del siglo II a.e.c. comienza a apreciarse la desintegración del reino de Escitia, cuando los celtas ocupan los Balcanes y los expertos jinetes sármatas se apoderan del sur de Rusia, dos monarcas escitas, Palaco y Esciluro, reunieron las fuerzas suficientes para enfrentarse a Mitrídates VI del Ponto en el siglo I a.e.c. en pugna por el control de algunas regiones costeras de la actual Crimea. Algunas fuentes todavía mencionan que a fines del siglo II a.e.c., algunas tribus escitas emigraron a la Sogdiana, Bactriana y Aracosia, antiguas satrapías persas, dirigidas por un rey de nombre Maues. Incluso es posible, aunque con reservas, que hubieran cruzado el Indo y alcanzado las regiones de Punjab y Cachemira, en donde se asentarían en torno al 80 a.e.c.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. FEIAP-UGR


[1] Los escitas, desde una perspectiva lingüística y étnica, eran indoeuropeos, del grupo nor-iranio. Estuvieron emparentados con diversas poblaciones asiáticas, entre las que destacan las de los sármatas, sacios y masagetas.
[2] Las fuentes asirias hablan de Kashtariti, un líder de una agrupación de maneos, medos, escitas y otras tribus de la región de los Zagros, que amenazaron el reino asirio en tiempos del reinado de Asarhadón. Las fuentes asirias denominan a los escitas como ishkuzai (semejante al skythai griego).
[3] Mientras los escitas vendían a los griegos pieles curtidas, cereales, esclavos y ganado, algunos artesanos griegos se dedicaron a trabajar para ellos, lo que motivó la aparición de un estilo estético greco-escita de notable calidad.

22 de diciembre de 2015

Sobre el bipedismo y sus ventajas

La notable transformación morfológica del ser humano a lo largo del tiempo presenta cuatro aspectos cruciales interconectados: la bipedestación, la mano prensil, el aumento del cerebro y la transformación del rostro. La bipedestación marcó, no obstante, el punto de salida, originando, a su vez, el empleo de la mano para manipular objetos de distinta consideración, el aumento del cerebro y una progresiva transformación de la estructura ósea y de los músculos de la cara. Estos cuatro aspectos se influenciaron recíprocamente. En este caso particular, nos centraremos en el bipedismo.
La postura erguida supuso un cambio tanto morfológico como de la conducta. El bipedismo era, aparentemente, habitual en los ardipithecos, los australopitecos y, quizá también, incluso, en el Orrogin tugenensis. Hay que señalar, en cualquier caso, que los cambios morfológicos que se produjeron a partir del inicio del andar erguido fueron paulatinos, muy graduales. Una de las transformaciones más relevante implicó la modificación de la columna vertebral. La misma fue adoptando la forma sinuosa para sostener el tronco vertical, apoyado en la pelvis. Tal posición obliga a la pelvis a ensancharse para poder, así, sostener todo el cuerpo y las vísceras del abdomen. Además, se produce un alargamiento de las piernas, en comparación con los brazos, y un imprescindible desarrollo de la musculatura glútea; el pie también se transforma. El cráneo, por su parte, ahora ya no cuelga de la columna, sino que se sitúa apoyado en la parte superior del tronco. Se da, así mismo, un progresivo alargamiento del cuello.
La postura erguida supuso, sin duda, una notable mejora en el proceso adaptativo al medio ambiente, que debido al enfriamiento del planeta y a una sequía muy duradera, produjo una nueva retirada del bosque y una ampliación de zona de sabana con espacios abiertos. La adopción del bipedismo debió verse posibilitada por una serie de mutaciones genéticas que lo hicieran posible. En los comienzos más o menos titubeantes, debió predominar entre los homínidos un estilo de vida mixto entre la vida arborícola y la propiamente terrestre en la sabana.
Se han identificado diversas ventajas en la posición erecta y en la posibilidad de caminar erguido. Ya en el siglo XIX se afirmaba que la posición del pie permitía a los homínidos liberar sus manos y, en consecuencia, fabricar utensilios de distinta naturaleza, garantizándose, de ese modo, la superioridad sobre los demás animales. Esta apreciación, no obstante, situaba el origen de los cambios de forma y conducta en una suerte de determinada“previsión intencional” de la especie.
Hoy este planteamiento ha perdido vigencia en virtud de que las diversas especies de homínidos caminaban erguidos a pesar de poseer una capacidad cerebral realmente no muy superior a los chimpancés. En tal sentido, la razón del inicio del bipedismo debe buscarse en la necesidad de adaptarse a un nuevo entorno ecológico generado por una prolongada sequía, lo que originó un retroceso de la densidad arborícola y un decisivo aumento de la sabana. Además, tal hecho se relaciona con el tipo de alimentación de los primeros homínidos, centrada en la carne (no cazada, sino por el carroñeo), en los frutos y las semillas.
Entre los beneficios de la nueva postura erguida se señalan determinadas ventajas clave, como aquellas asociadas al transporte de comida y al cuidado de los hijos más pequeños, las relativas a facilitar una conducta vigilante, al levantarse sobre la hierba de la sabana; aquellas vinculadas con una presunta exhibición fálica de los machos para atraer a las hembras; las que favorecían el seguimiento de las piezas de caza en la sabana; o las que aseguran la decisiva ventaja de perder calor corporal al quedar expuestos a la radiación solar en plena sabana. Algunas más consideran que el bipedismo es favorable en el gasto energético en el momento en que hay que hacer marchas muy largas.
De un modo bastante particular, y desde cierta antropología, se ha propuesto también (C. Owen Lovejoy) que el bipedismo se debió a un nuevo modo de vivir la sexualidad y a una nueva estrategia reproductiva del ser humano. Dicho en otras palabras: el bipedismo permitiría procrear más. La mencionada estrategia reproductiva sería ahora de un tipo cualitativo (tener menos descendientes, pero atenderlos mejor). En tal sentido, cada pareja humana no estaría interesada en tener muchos hijos al mismo tiempo, sino sólo uno, aunque tengan que cuidarlo con gran esmero para lograr que sobreviva. Ello supone, según la teoría de Lovejoy, la afirmación de la tendencia a la conformación de parejas sexuales monogámicas e íntimamente unidas, situación a la que contribuyó la orientación que fue adoptando la sexualidad femenina, que pasó de carecer de período estrogénico (estro) a estar en permanente disponibilidad de apareamiento y a la consciente procreación. Lo que es más. Esos condicionantes le permitirían a la hembra sujetar de modo continuo a su pareja y, (desde una perspectiva sociobiológica), conseguir que el macho abandone su natural e instintiva tendencia promiscua y poligámica, y colabore de modo uniforme y comprometido en la cría y cuidado de la prole. De aquí se iría imponiendo un reparto de roles sexuales y culturales, en el que el sexo masculino se orientaría a la caza mientras que el femenino al cuidado de los hijos y a la recolección y, ulteriormente, a la agricultura y la ganadería. Por lo tanto, la postura erguida le permitiría a la mujer llevar en brazos al recién nacido y al varón le habría permitido emplear activamente las manos para manejar las armas o útiles que necesitaba para cazar o buscar alimentos tanto para su pareja como para sus hijos. En la actualidad, este hipótesis es muy criticada y, por ende, muy discutible, ya que el sexo no tiene porque ser la adherencia, o la única adherencia de una pareja.
La solución que, en consecuencia, proponen otros autores (caso de Marcel Blanc, por ejemplo), en relación al origen del bipedismo, no sigue la orientación de un mayor éxito reproductivo (como Lovejoy) sino la senda de una mejor adaptación a un nuevo nicho ecológico, en el que se podía alimentar más (y sobre todo, mejor), sin tener ninguna especie que pudiera hacerle frente al ser humano en ese nuevo entorno natural. Tal ámbito ecológico estaría representado por las grandes extensiones de sabana, con escaso arbolado. En ellas, los homínidos se irían acostumbrando a alimentarse de frutas silvestres y frutos secos de arbustos y pequeños árboles. En un entorno de estas características, resultaría especialmente ventajoso poder ponerse de pie y caminar erguido para así poder advertir con suficiente antelación la llegada de ciertos depredadores.
Es muy probable que la adopción del bipedismo haya permitido una mayor cohesión social del grupo, un factor que, a su vez, habría sido propiciado por la adaptación a un mejor nicho ecológico y un mejor reparto de roles. Una plausible y progresiva cohesión grupal se mejoraría sensiblemente cuando los seres humanos estuviesen provistos de una significativa capacidad cerebral así como de un modo de comunicación dotado de un  lenguaje articulado.
 
Prof. Dr. Julio López Saco
UCAB-UCV, Caracas. FEIAP-UGR

13 de diciembre de 2015

Una aproximación a las lenguas y escrituras de la India de la antigüedad

El fundamento lingüístico esencial de la literatura de India antigua es, sin duda, el sánscrito, lengua integrante de la familia lingüística indoeuropea, en su rama aria, que comprende, a su vez, lenguas indoiranias e indoarias. El sánscrito está estrechamente emparentado con los dos dialectos más antiguos del iranio antiguo, el avéstico, la lengua de Zaratustra-Zoroastro, y el persa antiguo, que fue la lengua de las tablillas aqueménidas cuneiformes. En relación a las lenguas indoarias se habla, convencionalmente, de tres estadios. Se trata del indio antiguo (védico y sánscrito), medio (pali y lenguas prakritas) y moderno, con las lenguas indoarias actuales, como el bengalí, el marathi o el hindi.
El védico, espontáneo y morfológicamente muy rico, se basó en un dialecto popular, aunque en los Vedas acabó siendo una lengua culta. El sánscrito (que significa reglamentado, bien ordenado), es una lengua culta y literaria. El sánscrito resultó ser la modificación de un dialecto de la región de Madhyadesa. En el momento en que los gramáticos indios antiguos fijaron el sánscrito con sus reglas, su ulterior desarrollo interno se frenó, aunque siguió modificándose a través de la adquisición de préstamos dravídicos, mundas y griegos. Nunca ha sido, hay que señalar, una lengua muerta; todavía hoy es una lengua oficial y, por consiguiente, principal en India, incluso en el ámbito académico.
Prakrito significa lengua popular y, por ende, natural. Se trata de lenguas derivadas de dialectos védicos y, por tanto, no proceden del sánscrito, como anteriormente se creía. Se distingue prakrito antiguo, medio y moderno. Al antiguo (desde el siglo III a.e.c., y hasta el II) pertenece el pali (que se traduce como ordenación), la lengua del canon búdico y de la literatura a él asociado. Fue, en origen, un dialecto occidental del centro de India. Otra de las lenguas prakritas medias, que pasó de ser una lengua popular a otra literaria, es la ardhamagadhi, también llamada prakrito arsa o jaina. Corresponde a la lengua de las secciones más antiguas y relevantes de las sagradas escrituras de los jainas. También se encuentra la maharastri jaina, en la que se han puesto por escrito los comentarios al canon jaina, así como las obras seculares de los jainistas. La secta jaina de los digambara, por su parte, redactó sus escritos en la sauraseni  jaina, mientras que la lengua prakrita del territorio maratha, tanto para la lírica como para la épica, fue la maharastri.
Aunque durante mucho tiempo las obras literarias del indio antiguo, especialmente el Veda, se transmitieron únicamente por vía oral, la escritura se empleó desde períodos arcaicos, si bien se limitaba a determinados ámbitos de la vida cotidiana. La técnica de la escritura debió de conocerse, con toda probabilidad, ya en el siglo V a.C. De ello dan testimonio, por ejemplo, la gramática de Panini, los jatakas y el famoso Tripitaka budista.
Durante bastante tiempo concurrieron en el desarrollo de la escritura india dos tipos de escritura, por un lado la kharosthi y por la otra la brahmi. La primera, restringida a sectores del noroeste de India, se escribía de derecha a izquierda. Su uso se constata desde el siglo III a.e.c. y hasta comienzos del V. Muy probablemente  procedía de la escritura aramea. Se conoce sobre todo gracias a las monedas. La segunda se convertiría en la auténtica madre de los alfabetos indios. En la gran mayoría de los casos su grafía es de izquierda a derecha. Es muy posible que la escritura brahmi represente una antigua forma de la escritura semítica del norte. Habría sido introducida a través de mercaderes indios desde regiones mesopotámicas entre principios del siglo IX y mediado el VIII a.e.c.  Inicialmente se destinó a un uso burocrático y comercial. Diversos intereses de casta impidieron su uso para poner por escrito producciones espirituales brahmánicas. En cualquier caso, hacia mediado el siglo III a.e.c. esta escritura ya se encontraba extendida por toda India.
A partir de la brahmi se desplegaron los actuales alfabetos de India, de entre los cuales el más relevante es la devanagari, originaria del noroeste del país, en la que se escriben el sánscrito y también habitualmente el prakrito, así como la principal lengua de India hoy, el hindi. Aunque entre los soportes de la escritura se encuentran la corteza de abedul o las hojas de palma, únicamente las inscripciones en piedra, sobre monedas y otros materiales duraderos se han conservado hasta nuestros días.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. FEIAP-UGR

7 de diciembre de 2015

El orden social griego: la antigua Atenas

La base del orden social era el oikos, a cuya cabeza se situaba el miembro varón más viejo, que se  encargaba de llevar a cabo las prácticas religiosas hogareñas. Oikos denota todo aquello “vivo” que se encuentra bajo el techo de la casa: los padres, sus hijos y cualquier otro dependiente, incluyendo los esclavos domésticos. También incluye las tierras adyacentes, la propiedad mueble e, incluso, los animales domésticos.
La mayor unidad después del oikos era el genos (grupo o clan noble de parentesco). Sus miembros trazaban su descendencia a partir de un antepasado común, mítico, heroico o devino, la mayor parte de las veces. En Atenas hubo sesenta gene, muy variables entre sí en tamaño. Entre los más prominentes (y mejor conocidos) se encontraba el de los Alcmeónidas, al que pertenecieron personalidades del renombre de Pericles y Clístenes. Los cultos más venerables de Atenas estaban administrados por gene.
En tanto que solamente los aristócratas pertenecían al genos, cualquier otro ateniense era miembro de alguna phratria o hermandad. La membresía de una phratria se constituyó en el fundamento de la ciudadanía ateniense tras las reformas de Clístenes. Los phrateres se reunían juntos para llevar a cabo las ceremonias religiosas, y cada uno de ellos estaba en la obligación de prestar protección a los demás. Han sido atestiguadas en Atenas desde los siglos VII al II a.e.c. Se sabe que la población ateniense estuvo dividida en treinta phratrias. Los bebés eran admitidos en la phratria generalmente en su primer año de vida por mediación de una festividad llamada Apaturia. A través del voto de todos los miembros de la phratria se admitía al nuevo miembro que, sin excepción, debía ser un descendiente legítimo de padres atenienses. Más adelante, a la edad de dieciséis años, el joven era nuevamente readmitido o reintroducido en su phratria. La ceremonia de inducción incluía, en esta ocasión, un sacrificio y se acompañaba de la ceremonia de cortarle el cabello al candidato, una acción que marcaba, simbólicamente hablando, el final de su etapa de crecimiento infantil. Para reconocer esta legitimidad, los miembros de la phratria votaban nuevamente.
En la época clásica, el Ática entera (y dentro de ella la ciudad de Atenas) estuvo dividida en casi ciento cuarenta demos o distritos locales. Esos demos serían convertidos por Clístenes en unidades políticas, cada una de las cuales con su propias asambleas locales, cultos, tesoro y su particular jefe local o demarchos. Diferentes en tamaño y relevancia, cada uno funcionaba como una polis en pequeño. En el registro de cada demo se recogían los nombres de todos aquellos que hubiesen alcanzado la edad de los dieciocho años. Se trata, en consecuencia, del registro oficial del cuerpo ciudadano.
Los atenienses, y todos los griegos en general, creían que descendían de dos grupos étnicos mayores. Por un lado, las comunidades dorias, divididas en tres tribus, y aquellas jonias, que tomaron el nombre de su fundador mítico Ion, un hijo de Apolo, divididas a su vez en cuatro. Los atenienses “reivindicaron” ser jonios y los espartanos dorios. En el caso ateniense fue, una vez más Clístenes, quien introdujo un sistema fundamentado en diez tribus, nombradas a partir de diez héroes epónimos áticos. Tales tribus conformarían la base de toda la administración cívica ateniense. Formaron el fundamento de la elección del Concilio o Boulé (configurado por quinientos ciudadanos, cincuenta por cada tribu, elegidos anualmente por sorteo de entre cada una de las tribus). Además, durante treinta y cinco días al año, cada uno de esos cincuenta miembros de cada tribu servían también en una especie de comité ejecutivo conocido como Prytanía, un órgano que preparaba la agenda para la asamblea y aconsejaba a los magistrados. Cada Prytanía era responsable del beneficio del estado.

Prof, Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. FEIAP-UGR.

Peculiaridades de la Monarquía en Roma

La singularidad más relevante de la monarquía romana es que no era hereditaria. Según la leyenda más conocida y difundida de los orígenes de Roma, el hijo de Eneas fundó una dinastía “hereditaria” en Alba Longa. Sin embargo, esa dinastía albana es una invención de los anticuaristas, quienes la crearon por motivos cronográficos.La interpretación más probable sería, en consecuencia, que la monarquía romana era un sistema electivo, en el que existían ciertas relaciones, en ocasiones de sangre, entre algunos reyes y sus sucesores. La tradición da a entender que los soberanos podían designar a sus sucesores electos colocándolos en diversos cargos de responsabilidad pública; de este modo, Tarquino Prisco fue la mano derecha de su antecesor, Anco Marcio, y a su vez fue sucedido por su general favorito, Servio Tulio. Un indicio claro de la relación existente entre los reyes y sus sucesores es el hecho de que a menudo eran parientes por alianza. El mencionado Servio Tulio era yerno de Tarquino Prisco, en tanto que Tarquino el Soberbio lo fue de Servio Tulio.
En las leyendas de la monarquía romana las mujeres son en ciertas ocasiones un instrumento relevante en el proceso de la sucesión, desempeñando un papel ciertamente decisivo a la hora de nombrar al rey. Como en los cuentos populares, las leyendas relativas a la monarquía romana contienen el tema del advenedizo que se casa con la hija del rey y de esa forma consigue el trono. El ejemplo clásico más significativoal respecto es la leyenda de Eneas, que se casa con Lavinia, la hija del rey Latino, y a la muerte de éste se convierte, así, en rey de los latinos. Muchos soberanos eran, por lo tanto, advenedizos. Tal es, en un sentido literal, el caso de Numa Pompilio y Tarquino Prisco; el primero era sabino y el segundo tenía un origen mixto, tanto griego como etrusco.
Otro elemento de notable  interés es que los reyes no eran de sangre patricia. Sin duda ese es el caso de Numa y Tarquino Prisco, ambos emigrantes, así como también de Servio Tulio. Por otra parte, la condición plebeya de los Hostilios y de los Marcios parece un claro indicador de que el tercer y el cuarto rey de Roma tampoco fueronpatricios. Irónicamente, ninguna de las grandes familias patricias, entre las que se cuentan los Cornelios, los Valerios, los Fabios o los Emilios,nunca dieron ningún rey.
El procedimiento de elección del rey era complejo. La institución crucial era el interregno. Cuando se moría un rey, los cabezas de familia patricios (patres) se turnaban en el cargo de interrex durante cinco días cada uno de ellos. El interregno (al menos según Livio), duraba un año, al término del cual se realizaba la elección. De este modo, en el proceso de nombramiento del nuevo rey participaban los patricios y la asamblea del pueblo. Esto es, el nombramiento del rey se realizaba con la autorización de los Padres y por mandato del pueblo. Eran los patricios los que elegían al rey, si bien parece también bastante seguro que ellos no podían ser elegidos. Eso sí, entregaban los auspicios al rey, que tenía el deber de conservarlos vitaliciamente. A su muerte, esos auspicios volvían a los Padres. Llevaban a cabo esta acción por medio de un rito religioso en el que se solicitaba a los diosesque aprobasen al nuevo monarca a través de una serie de signos favorables. Esta era la inauguración del rey.
En definitiva, el rey era un advenedizo, en ocasiones también un extranjero, pero en cualquier caso era elegido siempre entre individuos que no perteneciesen a la aristocracia patricia. La elección constituía un proceso sofisticado en el que participaban el soberano anterior, los patricios, las divinidades y el pueblo. No obstante, en los últimos tiempos de la monarquía, esas formalidades se fueron pasandopor alto, y el poder acabaría cayendo en manos de usurpadores, autócratas y tiranos.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. Venezuela

25 de noviembre de 2015

La mitología del gnosticismo y del maniqueísmo

El gnóstico entiende que la verdadera realidad espiritual del hombre es el Sí real y ontológico, consustancial con la propia sustancia divina. El conocimiento (que transmite un revelador-salvador) y que una tradición esotérica garantiza, salva por sí mismo. La iluminación-revelación suele acompañarse de una instrucción por la que el adepto se inicia en los misterios de la gnosis. La misma se fundamenta en comunicar de modo esotérico un relato mítico que es respuesta a los interrogantes existenciales, asociados a una concepción pesimista del mundo y de quien lo crea, el demiurgo, que sería una interpretación en negativo del Dios creador veterotestamentario, dios malvado, ignorante, frente al “bueno”, trascendente e incognoscible* (salvo a través de la revelación de la gnosis).
Un núcleo dualista, entonces, tanto de carácter cosmológico, pues opone el mundo neblinoso creado por el demiurgo, al superior y lumínico del pléroma o plenitud divina, como de tono antropológico, en virtud de la oposición entre principio espiritual latente (pneuma) y el compuesto psíquico y físico generado por el demiurgo que aprisiona la realidad divina. Desde el principio se distingue la plenitud de un mundo divino, pero un incidente (habitualmente un pecado cometido por el último eón emanado por la pareja inicial, identificado con Sophia) propicia el origen de un mundo deficiente, de vacío humano y cósmico. Estamos ante una mitología de autorreflexibilidad y ante una dialéctica interna que es una forma de proceso autorredentor. Autorreflexibilidad porque la mitología narra los aconteceres del Anthropos pleromático (una deidad especial), y autorredentor porque el proceso salvador llevado a cabo por la gnosis es un proceso de autoconocimiento (entiéndase “conocimiento” de la realidad divina**).
La mitología gnóstica incluye también una teología, una teogonía, una teosofía, una cosmogonía, una antropogonía y hasta una escatología. Las dos primeras, en función de que la mitología narra el nacimiento eterno de un dios desconocido; una teosofía porque con el mito se puede escudriñar el misterio que rodea tal nacimiento; una cosmogonía porque contiene una versión anti bíblica de la génesis de este mundo (lugar del mal por responsabilidad del demiurgo); una antropogonía, pues el demiurgo y sus malvados ángeles son los creadores del compuesto psicofísico transitorio humano, en el que el demiurgo inunde, sin embargo, el pneuma transmitido por la Sophia extrapleromática; y una escatología porque el mundo material que configura el artífice divino tiene como destino su destrucción, y solamente sobrevivirá la materia espiritual, capaz de “reconocer” su auténtica, verdadera naturaleza y origen.
La mitología gnóstica, en consecuencia, habla de las vicisitudes del dios concreto que es el gnóstico. Señala sus orígenes, menciona aquello que lo precipita en las tinieblas y en la muerte y precisa, finalmente, como la gnosis hace viable la vía de la salvación.
El mito maniqueo, por su parte, se fundamenta en la doctrina que se ha llamado de los dos principios y los tres tiempos. Desde el origen, dos fuerzas, Bien y Mal, se oponen, y se mantienen separadas, pero en el mundo humano, decadente, se entremezclan, y únicamente al final de los tiempos se separarán de modo definitivo.
En un primer tiempo hay una radical y completa separación de la Luz y la Tiniebla, ambos principios eternos, no engendrados. El primero, el Reino de la Luz, se encuentra en lo alto y es al casa del Padre de la Grandeza. Aquí, el Espíritu con su soplo, expande luz (vida) a los cinco elementos que configuran esta esfera y a los doce espíritus que la habitan. Mientras, el segundo, el Reino de las Tinieblas, se ubica abajo, y se conforma con cinco abismos superpuestos, cada uno de ellos presidido por un arconte. Estos cinco arcontes tienen formas diversas, de animales (león, pez, águila, serpiente) y de demonio. Este reino (que representa la mentira, la materia, los errores), tiene un “jefe”, un Príncipe de las Tinieblas, que simboliza el mal olor, la bajeza moral, los celos y la fealdad.
Hay varios momentos en el segundo tiempo o tiempo medio. En el primero, en el transcurso de una enorme batalla cósmica el Padre evoca a la Madre de los seres vivos y, a través de un proceso emanativo, hace que surja el Hombre Primordial (el alma del Padre), que encabeza la lucha contra el mal, al mando de cinco hijos (viento, aire, agua, fuego, luz). En la refriega resulta herido y cae a manos de los arcontes del mal. Así, se produce la mezcla mítica de tinieblas y luces; el resplandor divino cae en la materia. El Espíritu viviente liberará al Hombre Primordial, lo que establece el prototipo de la salvación. El Espíritu, aliado de la luz, comandando cinco hijos, da el grito salvador en el Reino de las Tinieblas que provoca la respuesta del Hombre Primordial. Se juntas las manos de ambos y el Hombre Primordial es rescatado.  Esta Salvador-Salvado, modelo de la salvación de las almas, se ubica con el Padre. En un segundo momento, el Espíritu viviente castiga a los arcontes, atándolos y desmembrándolos. Con la piel de los mismos configura la bóveda celestial, con su carne la tierra y con sus huesos las montañas. Como demiurgo liberador, el espíritu, libera parte de la luz (y así crea las estrellas, el sol y la luna). Para liberar todavía más luz, el Padre de la Grandeza envía al Tercer Enviado, Virgen lumínica que se encarga de excitar a los arcontes, con cuyo esperma crea la vegetación y los animales. Nace, al final, la primera pareja humana, Adán y Eva que son, en realidad, criaturas de la “mezcla”.
El tercer momento es el de los mensajeros gnósticos, cuando el Padre emana a Jesús, ser cósmico y trascendente, que crea el Gran Pensamiento (cuyo mensaje es la Gnosis, hija del Gran Pensamiento), y transmite a Adán el mensaje de liberación. Hay varios mensajeros (Sem, Abraham, Buda, Jesús, Zaratustra). En la última fase se liberan las últimas partículas de luz. Pero para que esto ocurra de forma absoluta hay que esperar a los últimos tiempos. En ese momento, habrá una batalla definitiva, y Jesús, como juez, separará a los salvados de los condenados lo que generará la completa derrota de las fuerzas del mal.

*Deus absconditus, Primer Principio. Sustancia infinita y desconocida (no puede ser conocida por vía negativa porque no toma decisiones). Trasciende el ente, del que es su origen. Existencia absoluta y exclusiva, de la que nadie participa. Ni es principio de algo ni padre de alguien, por eso está en perfecta auto subsistencia. Esta perfección autosuficiente, no obstante, se interrumpe, pues es infecunda, por lo que se requiere una auto contemplación fecundante, de modo que Dios se identifica con el agua de vida, la sustancia pneumática femenina que lo rodea. Entonces, se manifiesta a sí mismo su propia semejanza. Es un nacimiento eterno, el de un Hijo, un acto de gracia que conlleva el misterio de la libertad divina. La “generación” como manifestación de la potencialidad latente en la naturaleza divina, propiciará el inicio del camino de la salvación.
** La influencia cristiana en textos gnósticos (Basílides, Valentino), propició la construcción de una soteriología, en la que es crucial el elemento de la gracia divina y su talento salvador.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. 25 de noviembre del 2015

Las culturas Erlitou y Xiaqiyuan: ¿inicios de las primeras dinastías chinas de la antigüedad? (II)

La formación del estado de Erlitou incluyó una rápida expansión territorial colonizando las regiones adyacentes, zonas periféricas en el sur de Shanxi, Hubei y Shaanxi, en donde abundan ricas fuentes naturales, especialmente sal y metales. Tal expansión “cultural” fue fruto, muy probablemente, de migraciones de población dirigidas por un estado “centralizado” para procurarse fuentes materiales vitales. La expansión de la cultura material Erlitou en distintas direcciones pudiera sugerir, en consecuencia, diversos intentos de alcanzar un dominio político y de“colonizar” una periferia rica en fuentes primordiales. De hecho, Erlitou mantuvo contactos, directos o indirectos, con lejanos lugares con la intención de adquirir bienes exóticos. Es el caso de los caracoles, cuyo posible origen debió encontrarse en la región oceánica de India, así como de los motivos decorativos que presentan características de culturas centroasiáticas, como se evidencia en algunos enterramientos elitescos de Erlitou. La relación entre el centro y la periferia de la entidad Erlitou apunta al desarrollo de un control económico y político centralizado, hacia la nuclearización de la población que acompaña el urbanismo y a una expansión política y militar.
Cuando la cultura Longshan se desarrolló en la Erlitou, se produjeron una serie de cambios en los modelos de asentamiento y en la cultura material. Decreció el número de sitios arqueológicos y se nuclearizaron los asentamientos, haciéndose mucho más grandes y, en consecuencia, la estructura política cambió, de la coexistencia de múltiples entidades políticas en competencia, a una sola en la cual un único gran centro dominó otros más pequeños y a un número significativo de villas en una región muy extensa. Apareció también una nueva categoría de símbolo de estatus, el moldeado del bronce, en forma de armas y vasos rituales*; los estilos cerámicos alteraron su diversidad (de las seis variantes dela cultura Longshan, se pasó a una cierta uniformidad, a través de las dos variantes de Erlitou), un hecho, probablemente, relacionado al crecimiento de la centralización económico-política. La supresión de pequeñas entidades políticas, un mayor y más libre movimiento de los artesanos en las zonas controladas por el estado, y la expansión de la influencia cultural Erlitou, pudieron ser factores que expliquen la reducción de la variabilidad estilística.
En cualquier caso, no se puede asegurar si la distribución de la cultura material Erlitou coincidió con el territorio del “estado”, si bien la entidad política estableció una dominación económica y política sobre un territorio mucho más extenso que cualquier otra entidad neolítica. Como entidad centralizada, Erlitou puede caracterizarse como un estado territorial (Trigger, Liu, Li). El sistema político-económico Erlitou ha sido descrito también como un “sistema mundial”; es decir, la presencia de un centro dominante (urbano) con diversas regiones periféricas subordinadas, rurales (Frank, Kohl, Stein, Wallerstein). El estado pudo formar una red interregional focalizada en la producción y distribución de bienes de prestigio, sobre todo bronces. Tal red o armazón, incorporaría dos sectores interdependientes, que se han señalado como centro y periferia. El centro, dominante, controlaría la producción de esos bienes prestigiosos, mientras que la periferia, subordinada, proveería materias primas, como los lingotes de metal o la sal. La élite Erlitou, en el centro o núcleo, habría alcanzado el dominio a través de la fuerza militar, estableciendo puestosavanzados en la periferia para asegurar el flujo de materiales e informaciones. Este sistema-mundo sería sostenido ideológicamente por un sistema de creencias ya formado y centrado en los cultos a los ancestros.
Los tipos cerámicos de la cultura Xiaqiyuan son similares a aquellos de la cultura Erligang, vinculados con la dinastía Shang antigua. El límite entre las dos culturas se puede trazar en el río Qin y en una parte del río Amarillo. Al oeste del río Qin y  al sur del Amarillo encontramos la cultura Erlitou, mientras que al este del primer río y al norte del Huanghe encontramos la cultura Xiaqiyuan. Tal demarcación cultural, arqueológicamente confirmada, parece coincidir con el desarrollo del territorio de la dinastía Xia tardía.
La cultura Xiaqiyuan probablemente derivó de una tradición mixta vinculada a las culturas Longshan en el norte de Henan y en el Shanxi central**. Puede dividirse en dos variantes, Zhanghe y Huiwei. Se han identificado casi cuarenta sitios de esta cultura (Li Boqian, Zhang Lidong, Liu Xu, Zhao Zhiquan). Los arqueólogos han concebido la posibilidad de que la cultura Proto-Shang en Henan del norte, como sus predecesores Longshan, se caracterice como un sistema de jefaturas en competencia. Los textos de la antigüedad registran que Xia y Shang estuvieron frecuentemente engarzados en guerras con otra serie de grupos étnicos. Algunos autores han visto una correlación de la variante Zhanghe con Proto-Shang, mientras la variante Huiwei con el estado Wei***, que fue derrotado por los Shang (Zhang Lidong, Zou).
Así pues, si la cultura Xiaqiyuan se vincula con Proto-Shang, estos, difícilmente debieron haber sido un único grupo étnico o una simple entidad política, sino un número determinado de jefaturas probablemente en competencia con otra forma de dominación regional. Esta cultura Xiaqiyuan parece ser la red de unas entidades políticas de moderado tamaño más que una simple entidad política megalítica dominando un pequeño número de entidades. El estado Erlitou, por su parte, parece haber emergido de un conjunto de jefaturas y haber continuado coexistiendo con muchas de ellas (que mostrarían diferentes grados de complejidad social), llevando a cabo un proceso de expansión sobre el territorio. En definitiva, el estado fue creado, más que evolucionado, del contexto de grupos de jefaturas en competencia, cuando una de ellas adquirió poder sobre sus vecinos, a los que convirtió en provincias de una mayor entidad política.

*La producción de bronces pudo haber sido una “industria” controlada por el estado, que aseguraría así su monopolio de los objetos de bronce para uso ritual y militar.
**Las “llanuras centrales” (zhongyuan) es un término con un doble significado geográfico. En un sentido estricto se refiere a la región de Henan, pero en un sentido amplio, define el entero territorio que comprende el valle medio y bajo del río Amarillo. Habitualmente, la expresión se emplea para cubrir una región que incluye Henan y el sur de Shanxi, los lugares donde los primeros estados, Etlitou y Shang, se desarrollaron.
***No obstante, también se ha sugerido que la entidad política en el área Mengzhuang representó el estado Wei.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. FEIAP-UGR.

12 de noviembre de 2015

Las culturas Erlitou y Xiaqiyuan: ¿inicios de las primeras dinastías chinas de la antigüedad? (I)

El establecimiento de la dinastía Xia (2100-1600 a.e.c.) simboliza la emergencia del estado chino más antiguo. Los restos de la cultura material de esa dinastía se ven representados por la cultura Erlitou (1900-1500 a.e.c), centrada, en esencia, en la cuenca del Yiluo, en el Henan occidental (Li Xueqin, Wang Lixin, Childs-Johnson, Zhao Zhiquan, entre otros). Incluso los arqueólogos apuntan a que el sitio de Erlitou fue la capital de la dinastía Xia tardía (Gao Wei). La entidad política que representó Erlitou no sería la única. Su rival contemporáneo habría sido Proto-Shang. Correspondan o no este Proto-Shang a un grupo étnico o a varios de ellos, lo cierto es que los arqueólogos chinos han señalado que la cultura Xiaqiyuan, o una porción de la misma, en el norte de Henan y el sur de Hebei, se relaciona con esta cultura Proto-Shang, que antecedería a la “dinastía” Shang (Li Boqian, Yang Guijin, Liu Xu, entre otros).
La cultura Erlitou recibió su nombre de un sitio de la Edad del Bronce nombrado Erlitou, localizado en Yanshi, en la provincia de Henan occidental, y cuya superficie fue de unas 300 hectáreas. Las excavaciones, llevadas a cabo desde finales de los años cincuenta del pasado siglo, han desenterrado una serie de restos culturales que incluyen fundamentos de palacios o templos, talleres para el trabajo del hueso y el bronce, cimientos de viviendas, piezas cerámicas, hornos, objetos rituales en bronce y jade y enterramientos de diferente estatus social*. El período cultural se divide, en función de los estilos cerámicos, en cuatro fases. Se han hallado unos doscientos sitios con conjuntos materiales Erlitou en las regiones de los valles medios de los ríos Yangzi y Huanghe. Aunque la mayoría de los yacimientos se concentran en el sur de Shanxi y en Henan, algunos aparecen difundidos en Shaanxi oriental y Hubei. Erlitou representa una jerarquía de asentamientos de cuatro niveles: un centro mayor, Erlitou; dos menores, Fucun y Shaochai, once grandes pueblos de entre quince y veinticinco hectáreas de superficie, y un elevado número de pequeñas villas de menos de trece hectáreas. Los más grandes sitios se concentran en el área nuclear cerca de Erlitou, en la mencionada región de Yiluo. Este modelo de asentamientos indica la presencia de un sistema socio-político altamente integrado y centralizado.
La cultura se divide en dos variantes regionales, distintas según sus estilos cerámicos: la variante “Erlitou”, en los sitios en Henan, y la variante “Dongxiafeng” en los yacimientos del sur de Shanxi (Zhao Zhiquan, Zhao Qingchun). Los datos cerámicos y funerarios sugieren que la primera variante se desarrolló localmente desde la cultura Longshan, en el Henan central, a través de un período intermedio denominado fase Xinzhai (período entre Longshan tardío y Erlitou Fase I). Por el contrario, la continuidad de la cultura material de la cultura Longshan y Erlitou en la variante Dongxiafeng es muy escasa. Los restos cerámicos más antiguos Erlitou en el sur de Shanxi y el valle del río Qin, del norte de Henan, corresponden a la Fase II, un conjunto cultural que pareciera una combinación de las tradiciones materiales locales y de regiones vecinas. Como las tradiciones culturales locales Longshan en el sur de Shanxi desaparecieron en la variante Dongxiafeng, mientras una asociación en la cultura material entre Erlitou en el Henan occidental y esta variante, se documenta bastante bien, se ha señalado que el cambio de la cultura arqueológica en el Shanxi meridional puede haber sido el resultado de una expansión de la cultura Erlitou desde su área central nuclear a las regiones del noroeste (Li Boqian, Li Weiming). Henan central, que parece ser, en consecuencia, el origen de la fase Xinzhai**, es el foco del surgimiento del estado Erlitou.
Ahora bien, que el centro primario de Erlitou haya sido el valle del río Yiluo más que el Henan central, donde la mayoría de los sitios Xinzhai se localizan, es un verdadero misterio. Los textos antiguos dicen que los reyes Xia reubicaron su capital en diversos sitios, muchos de ellos identificados en el área nuclear de la cultura Erlitou en el centro de Henan, donde el conflicto intergrupal y los constantes cambios de centros políticos son características comunes predominantes de la cultura Longshan tardía. Es probable, entonces, que ciertas reubicaciones de la capital Xia fuesen consecuencia de guerras intergrupales, aunque también resultado de la adivinación o de la elección deliberada de un gobernante (Keightley, Chang).
El primer centro urbano en Erlitou surgió en dependencia de un terreno agrícola fértil, de la disponibilidad del medio ambiente natural para la defensa militar, y del fácil acceso a las regiones circundantes a través de vías de agua para el transporte de mercancías. Así, fue asociado a diversos tipos de producción artesanal (cerámica, bronce, artefactos manufacturados en hueso***). No obstante, el desarrollo del núcleo de Erlitou pudo ser el resultado de una migración poblacional desde algún lugar o el desenlace de una amalgama de diversas villas de la región (Liu, Li). Aunque el proceso de urbanización comenzó en la Fase II, su culmen fue en la III, momento en el que la población del recinto urbano pudo haber alcanzado entre veinte y treinta mil habitantes. Es en la Fase III cuando se construyó un complejo de palacio-templo, con más de treinta estructuras, distribuidas de forma que probablemente tuvieron distintas funciones administrativas.
Tras la Fase IV (período Shang antiguo), el núcleo se redujo en tamaño y la población disminuyó y se dispersó. Como en las regiones adyacentes a Erlitou no se han descubierto bienes de prestigio, como jades o bronces rituales, se supone que las relaciones económicas entre el asentamiento urbano y aquellos rurales debieron ser asimétricas, lo que sugiere un sistema tributario (Flannery, Wright).


*La práctica mortuoria en Erlitou muestra que algunos enterramientos de élite se localizaron dentro del recinto palacial, completamente separados de las inhumaciones de las gentes comunes.
**La región central de la fase Xinzhai se ubica en el lugar donde sitios de la cultura Longshan tardía (Wangchenggang, Guchengzhai y Wadian) se establecieron.
*** La producción de bronce fue notable, sobre todo bronces rituales en la forma de vasijas para beber y cocinar, que fueron usadas en las ceremonias del culto ancestral, simbolizando, además, poder y estatus social. La metalurgia del bronce se evidencia en dos centros regionales del período Erlitou, Nanguan y Dongxiafeng.


Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-Caracas. FEIAP-UGR, España

29 de octubre de 2015

Fuentes no cristianas del cristianismo antiguo

En referencia al cristianismo se pueden distinguir tres conjuntos de fuentes no cristianas, integradas en las paganas grecorromanas, de principios del siglo II, las paganas de Sirio-Palestina, esencialmente del siglo I, y las judías de los siglos iniciales de la era cristiana.
En relación las primeras se destaca, en primer término, Tácito y sus Anales. Además de suscribir el carácter supersticioso del cristianismo, señala algunos aspectos relevantes, entre ellos que Jesús murió en época de Tiberio y durante la prefectura de Pilato, que se extendió entre 26 y 36, que lo hizo siguiendo el modo de ejecución romano más tradicional, la crucifixión, y que el cristianismo ya se había difundido por el Imperio para la época en la que escribe (el siglo II), afirmando que existía en Roma una comunidad cristiana importante en época de Nerón. También es referencial Cayo Plinio Segundo o Plinio el Joven, del que destaca la correspondencia con Trajano en la que consulta al emperador acerca de los mecanismos de persecución a los cristianos. A través de estas misivas se pude inferir una significativa presencia de cristianos en Asia Menor, la validez de los procedimientos contra los cristianos como una política de gobierno a comienzos del siglo II, y la asidua práctica de reuniones y algunos rituales cristianos.
Una fuente también destacada es el orador romano Marco Cornelio Frontón, que vivió en la primera mitad del siglo II. Escribió una Oración contra los Cristianos en la que plasma acusaciones de diverso tipo quizá originarias de comentarios callejeros. En Sobre la muerte de Peregrino, el autor satírico Luciano de Samosata (segunda mitad del siglo II, entre 120 y 190), menciona a los cristianos, descritos como ingenuos y poco sagaces. Luciano sitúa el origen del cristianismo en Palestina y afirma que Jesús, tildado de sofista, fue crucificado por los romanos.
Otro autor correspondiente a este primer grupo señalado es Suetonio (Vida de los Doce Césares), quien comenta la expulsión de la comunidad judía de Roma, encabezada por un tal Cresto, probablemente en torno al año 49, aunque muy probablemente alude aquí a Cristo y la predicación cristiana. De hecho, el nombre cristianos aparece escrito en ciertas obras romanas como chrestianos (derivado de Cresto, posible deformación de Cristo), en tanto que el nombre de Cresto está ausente en los epitafios de las tumbas judías del siglo I. Quizá Suetonio se refiera a los inicios del cristianismo en Roma y a las subsiguientes disputas y discusiones que la presencia cristiana generaría entre los judíos.
Otras muy parcas referencias se encuentran en los estoicos Epicteto, en sus Diatribas (55-135) y Marco Aurelio, en sus famosas Meditaciones (121-180), quienes etiquetan a los cristianos de irracionales, confiados, sumisos, dramáticos e irreflexivos.
En cuanto a las fuentes paganas de la región de Siria y Palestina se destaca, esencialmente, una carta de Mara bar Serapion, recogida en un manuscrito siriaco del siglo VII, que hoy se encuentra en el British Museum londinense, y que pudo haber sido escrita a fines del siglo I. En dicha carta se cataloga a Jesús como un rey sabio, a la altura de Pitágoras y Sócrates, cuya sabiduría sobrevive a su muerte, causada por los judíos, a través de su enseñanza.
En las fuentes judías, por su parte, Jesús y sus seguidores eran considerados, en términos generales como herejes, malditos y apóstatas. Se pueden destacar las Dieciocho bendiciones (Semoné esre), un texto-plegaria empleado como rezo en las sinagogas. El Talmud de Babilonia atestigua que la plegaria fue adaptada en Jamnia contra los cristianos en tiempo del rabí Gamaliel II, a fines del siglo I.
Otro texto es una baraitha del siglo II conservada en el tratado Sanhedrin del mencionado Talmud de Babilonia, en el que se menciona la muerte de Jesús y se le etiqueta como idólatra y hechicero. Es posible que dicha alusión corresponda a un tal Jesu, un mago discípulo de un rabino del siglo I a.e.c. No se olvide, no obstante, quesemejantes acusaciones contra Jesús aparecen en el Nuevo Testamento. En el tratado sobre el ayuno pTa‘anit, es probable que la referencia a una falso profeta o mesías sea vinculable con la figura de Cristo. Otro tratado de la literatura rabínica, en este caso el Tratado b‘Aboda zara, dedicado a la idolatría del Talmud de Babilonia, refleja la convivencia cristiano-judía en Palestina, aunque también se intenta desacreditar la figura de Jesús.
También entre las fuentes judías hay que mencionar a Flavio Josefo, que vivió en el siglo I, y que escribió una obra titulada Antigüedades Judías, en la que se encuentran informaciones sobre Jesús, enmarcadas en el llamado Testimonio Flaviano, cuya autenticidad se discute. El fragmento pudiera ser una interpolación posterior de un copista cristiano. No obstante, en lo que subyace del autor judío, Jesús es presentado como un hombre docto, sabio y con grandes capacidades para obrar milagros.
Un hecho incontrovertible que las fuentes no cristianas señalan, en general, es la existencia histórica de Jesús. Según todas ellas, Jesús fue un predicador errante, sabio y hacedor de milagros y prodigios que terminó sus días crucificado bajo el poder romano.
 
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas; UGR, Granada.

21 de octubre de 2015

Homo naledi: un nuevo representante del género humano

Un nuevo homínido acaba de ver la luz este año 2015. Se trata del Homo naledi. Descrito por primera vez en agosto del presente año, fue descubierto en 2013 en la denominada cámara Dinaledi de la famosa cueva Rising Star, sita en Sudáfrica, cerca de la ciudad de Johannesburgo. Las investigaciones han sido llevadas a cabo por científicos de la Universidad Canterbury de Kent y del College CUNY de Nueva York. Fue hallado entre unos quince individuos y más de mil restos fósiles. El análisis de ciento cincuenta huesos, que incluyen una mano derecha de adulto, parece confirmar que este espécimen pudiera encontrarse entre los que conformaron las raíces de los primeros representantes del género Homo. Sin datación fiable por el momento, naledi se acerca morfológicamente a los erectus y al hábilis, aunque su volumen craneal es muy parecido al de los australopitecos. Podía usar sus manos con la habilidad y precisión necesarias para manipular, en tanto que sus extremidades inferiores, sus piernas y pies, son claramente humanos, si bien el tronco presenta características de australopitecinos. El pulgar fuerte y largo de naledi, así como la estructura de la muñeca son semejantes a los de los neandertales y humanos modernos. Según los expertos, pudo haber estado adaptado para trepar árboles y, al tiempo, para caminar como movimiento dominante.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV. Caracas

Relaciones culturales este-oeste en época prehistórica a través de las figurillas humanas neolíticas en China




Imágenes, de arriba hacia abajo: figurilla neolítica hecha en jade y hallada en la provincia de Anhui; huellas de construcciones en un yacimiento de la cultura Peiligang; y restos de un yacimiento de la cultura Yangshao.

Un conjunto diverso de figuras cerámicas antropomórficas han sido halladas en varios sitios neolíticos en el valle medio y bajo del río Amarillo. Es el caso de Jiangxicun, en Fufeng; de Liujiahe, en Ankang, en el sur de Shaanxi, que data de la fase Miaodigou del período Yangshao medio; y de Dengjiazhuang, en Lintong, también en Shaanxi, y del mismo período Yangshao. Las figurinas humanas neolíticas encontradas en la región pudieran ser reflejo de imágenes de practicantes rituales con toda su vestimenta característica. Una de ellas, muy particular, encontrada en el yacimiento de Zhouyuan, en Fufeng, porta un signo sobre la cima de su gorro que es idéntico a la inscripción oracular en hueso para wu, que significa mediador ritual (algunas veces traducido como chamán). Se ha sugerido que las figuras en cuestión pueden representar a los Sakas del Asia central, quienes fueron ejecutantes de magia, o que reflejen magos de origen iranio, quizá de la cultura Andronovo, como los que sirvieron como adivinadores en la corte real Zhou. Sin embargo, es difícil asegurar si esos individuos foráneos actuaban como simples entretenedores o como sacerdotes con gran poder en la corte Zhou.
Muchas de las figuras encontradas en Fufeng, cerca del río Wei, que se datan entre el IV y el I milenio a.e.c., tienen rasgos caucasoides. El valle de este río fue una región en la que los grupos étnicos del oeste y el este entraron en contacto. En tal sentido, los practicantes rituales con orígenes centroasiáticos representados en las figurillas, parecen poseer tanto rasgos mongoloides como caucasoides. Estilísticamente, no obstante, la mayoría de las figuras centroasiáticas son diferentes de los ejemplos Yangshao. Es el caso de una figura masculina de Kara-Depe, en Turkmenistán, que lleva barba, una anillo en la nariz y un gorro apuntado, así como el de varias figuras femeninas halladas en Geoksyur, también en Turkmenistán*, que aparecieron sin cabeza.
No se puede aclarar del todo si la civilización china antigua recibió alguna inspiración cultural desde el occidente. Los hallazgos de horquillas con cabezas caucasoides en Zhouyuan, y de diversos artefactos con características centroasiáticas en Erlitou, el primer sitio urbano de la Edad del Bronce en Henan, ha despertado un excitante interés en destacar las interacciones culturales entre la antigua China y los límites occidentales más allá de las fronteras de la China moderna. Las similitudes entre las figuras Yangshao y aquellas del Asia central parecen apoyar el argumento de que los contactos culturales entre este y oeste ocurrieron desde la prehistoria, mucho antes del establecimiento de la Ruta de la Seda.
Las más probables fuentes de la influencia cultural centroasiática pudieron haber estado en la región noroeste de la China actual, en Xinjiang. En esa zona, las tradiciones culturales han sido similares a las de la parte occidental de Asia central, reflejándose en una adaptación a un modo de vida de pastores en condiciones medioambientales semejantes, en las que se combinan desierto, estepas, montañas y oasis. Las regiones centroasiáticas se conectaban tradicionalmente con el este, con las llanuras centrales del norte de China, a través del famoso Corredor del Gansu, conocido cuando se estableció la Ruta de la Seda en los siglos III-II a.e.c.
Los descubrimientos de momias bien preservadas en la cuenca del Tarim sugieren que ciertas poblaciones caucasoides se asentaron en esta región hace bastante tiempo, al menos desde el 2000 a.e.c. La presencia de sombreros de varios estilos, de fieltro o de lana, decorados con plumas, cortos o apuntados, pudiera ser un reflejo de la costumbre regional que surge de la adaptación al medioambiente desértico de Asia central. Es probable que las gentes de la región de Xinjiang empleasen gorros de varios estilos durante los milenios V y IV a.e.c. También es probable que algunos de ellos, incluyendo practicantes rituales o magos, hubiesen viajado hacia las regiones orientales, dejando su imagen e impronta en los restos materiales que se encuentran en los sitios Yangshao.
Al margen de estos supuestos o probables contactos culturales, no se puede aseverar si la influencia centro asiática tuvo un destacado papel en los cambios socio-políticos que acontecen en el Neolítico chino. Las figurillas en arcilla se han desenterradas en todos los contextos arqueológicos en los sitios calcolíticos y de la Edad del Bronce de Asia central, desde basureros y habitáculos domésticos, hasta en el ámbito de la arquitectura monumental. Pudieron ser usadas, tal vez, en rituales, aunque no existe indicación alguna de actividades rituales centralizadas focalizadas sobre tales figuras. Además, no se puede saber si los individuos representados en la figuras se integraron formalmente en las sociedades Yangshao, o solamente fueron individuos itinerantes que iban de poblado en poblado ejecutando ceremonias locales. La antropología física no ha identificado, al menos hasta la fecha, esqueleto caucásico alguno entre las poblaciones Yangshao. Esto supondría que la dinámica de los cambios sociales derivó, con mayor probabilidad, de las propias sociedades indígenas (Yangshao) más que de las culturas distantes y foráneas.

*Ambos sitios datan de la cultura Namazga III, entre 3500 y 3000 a.e.c., contemporánea del período Yangshao tardío. Su ubicación, no obstante, es muy alejada de los “territorios” Yangshao: más de cuatro mil kilómetros.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. FEIAP-UGR (España)

11 de octubre de 2015

La construcción de una historia nacional y de la civilización china de la antigüedad

En los años noventa, un autor, de nombre Su Bingqi, estableció un modelo de investigación de nombre quxi leixing, fundamentado en las tipologías cerámicas. Dice que después del 10000 a.e.c. seis divisiones regionales más o menos estables (quxi) se formaron en el área que abarcó la China histórica: la región norte centrada en las montañas Yan y en la zona de la Gran Muralla; la región oriental focalizada en Shandong; las llanuras centrales (Shaanxi central, Henan occidental y sur de Shanxi); la región suroriental en torno al lago Tai; la zona suroccidental que incluye el área del lago Dongting y la cuenca de Sichuan; y la zona meridional que abarca el lago Poyang y el delta del río Perla. Tales culturas regionales se dividirían en fases locales (leixing). Cada región tendría su propio origen cultural y su propio desarrollo, aunque interactuarían entre sí para conformar el proceso de despliegue de la civilización china. Otro erudito, en este caso Yan Wenming, sugirió que las llanuras centrales habrían sido algo así como el centro de una flor, en tanto que las tradiciones culturales en las áreas adyacentes los pétalos de dicha flor. De este modo, enfatizaba el papel desempeñado por las llanuras centrales en el proceso que condujo a la civilización china, aunque reconociendo la existencia de elementos civilizatorios en la periferia en etapas prehistóricas. Con esta postura, sin embargo, se compromete, en cierta medida, la diversidad cultural.
Los gobiernos nacionalista primero, y comunista, después, intentaron configurar la población multiétnica de China en una unidad política viable y coherente. El concepto de nación, a partir de los años cincuenta del siglo XX, llegó a hacerse equivalente al de estado, descrito por Fei Xiaotong, a fines de los años ochenta, como duoyuan yiti (una entidad simple con múltiples componentes). En un proceso formativo amalgamativo, el núcleo dominante sería Huaxia y las gentes Han, aunque la interacción cultural entre Huaxia-Han y otros grupos étnicos no hubiese sido en una única dirección de difusión, sino de influencias mutuas. De tal modo, el concepto quxi lexing en arqueología, y el paradigma duoyuan yiti en una perspectiva sociológica, se compensaron uno al otro en la dinámica de construcción de la historia nacional.
En los años noventa del pasado siglo Song Jian elaboró un proyecto para reconstruir una cronología segura de las Tres Dinastías (Proyecto Cronológico Xia Shang Zhou), en el que empezaron a participar diversos expertos en arqueología, historia y astronomía. La finalidad, no alcanzada, era hacer la civilización china temporalmente comparable a las más antiguas civilizaciones del mundo, sobre todo las de Mesopotamia y Egipto. Una nueva organización investigativa surgió, entonces, desde el seno del Departamento de Arqueología de la Universidad de Beijing, el Centro para el Estudio de la Civilización, formalizado en 1999, que determinó hallar el origen último de la civilización china en las culturas del neolítico. En este sentido, la cultura Longshan se convertiría en el foco de interés primordial.
Siempre ha habido en la arqueología china una tendencia a identificar las culturas y fases arqueológicas, sitios e, incluso, útiles, con específicos grupos antiguos de personas que son nombrados en las leyendas, mitos y en la literatura histórica. Así, la cultura Longshan de Henan se ha considerado el grupo Proto-Xia, que daría surgimiento a la dinastía china más antigua registrada; o la expansión de los vasos cerámicos he y jue, representarían el desarrollo históricamente documentado de la migración de las poblaciones Xia y Shang. Términos tomados de las leyendas chinas han favorecido las discusiones académicas sobre la cultura Longshan. Es el caso de Wudi shidai o el período míticos de los Cinco Emperadores, que refiere héroes legendarios y sabios que habrían gobernado antes de la dinastía Xia. Un período de tiempo caracterizado por la coexistencia de muchos estados, cada uno de ellos posiblemente compuesto de una ciudad amurallada y algunas aldeas, una configuración que los hallazgos arqueológicos referidos a la cultura Longshan parecieran corroborar.
El pensamiento teorético concerniente a la evolución cultural en la arqueología china fue dominado durante mucho tiempo por la versión sinificada del marxismo. Se prefirió una perspectiva unilineal de evolución social que, todavía a mediados de los años ochenta y noventa, algunos autores suscribían (Tong Enzheng, Shi Xingbang). Todas las sociedades primitivas progresarían desde una organización clánica matrilineal-matrilocal-matriarcal, a una sociedad patrilineal-patrilocal-patriarcal, lo que suponía la transición de una sociedad “igualitaria” a otra estratificada, como resultado de la diferenciación en los medios de producción económica (sobre todo los útiles de metal). La división del trabajo habría formado la condición esencial para la acumulación de beneficios y el intercambio de mercancías. Así, las ciudades, centros artesanales y centros comerciales se habrían desarrollado, y una clase social basada en la propiedad privada y en la explotación se habría consolidado. Naturalmente, este armazón teórico ha sido puesto en duda porque la evidencia de una sociedad neolítica en China matrilineal y matriarcal es muy vaga, y porque son muy escasos los ejemplos de herramientas de metal usadas para la producción de subsistencia durante el período Longshan, o incluso durante la Edad del Bronce.
El modelo evolucionista se ha amalgamado con los nuevos conceptos de nacionalismo (Li Xueqin), formando el componente esencial, aplicado a través de la arqueología, en la reconstrucción de la historia nacional[1].
En la construcción de un esquema evolutivo cultural y social para China, un nuevo concepto gucheng guguo guwenhua shidai (período de ciudades arcaicas, estados arcaicos y cultura arcaica), propuesto por Su Bingqi hace unas décadas, ha ganado bastante popularidad recientemente. Gucheng, núcleo arcaico, se refiere al tipo de “ciudades” más antiguo que se separaron de las villas ordinarias, pero que no se desarrollaron plenamente como urbes; guguo, o estado arcaico, significa entidad política estable e independiente que trasciende la organización tribal basada en el clan. Los dos conceptos se incorporaron posteriormente en la primera parte de una trilogía evolutiva llamada guguo-fangguo-diguo (estado arcaico, estado regional e imperio). El período guguo, descrito como equivalente a chengbang (ciudades-estado), habría comenzado en la cultura Hongshan, hace más de cinco milenios en el noreste de China; el período fangguo, representaría un tipo madura de sociedad estatal, y habría sido visible en algunas culturas prehistóricas, como Liangzhu, en el valle del río Yanzi, y en el bajo Xiajiadian. Más tarde habría caracterizado las famosas Tres Dinastías. El último período comenzaría en la etapa de los Reinos Combatientes (siglo V a.e.c.), cuando algunos estados regionales mayores entrarían en conflicto militar por la dominación política[2].
Otra estrategia investigadora, como resultado del énfasis puesto sobre el desarrollo cultural regional (quxi leixing ya comentado), ha sido trazar los orígenes de la civilización china en cada región en una época más antigua de lo que se suponía. Se han intentado vincular ciertos logros culturales (manufactura de objetos de jade, construcción de monumentos ceremoniales), con el surgimiento de la civilización, o conectar desarrollos culturales neolíticos regionales con las actividades de los reyes y sabios legendarios. En consecuencia, sin embargo, los orígenes de la civilización china no se han podido correlacionar, en antigüedad, con sus contrapartidas mesopotámicas o egipcia, si bien el lugar de nacimiento de la dinastía Xia se ha identificado en localidades del norte y también del sur de China. Ha habido siempre una clara confusión entre civilización y estado, entendiendo la primera como una gran tradición cultural que contiene rasgos definidos, como un estilo artístico refinado, una arquitectura especializada, una escritura, un calendario, y el segundo como una forma de organización política. Ni quxi leixing ni los relatos mítico-legendarios proveen información suficiente para un análisis sistemático del desarrollo de la complejidad social en la antigua China.
El primer estado pudo haberse desarrollado en el norte de China, bien sea a partir de la cultura Yangshao, donde se construyó el primer asentamiento amurallado conocido, por mediación de la cultura Longshan, en donde diversos grupos de sitios amurallados y patrones mortuorios jerárquicos han sido arqueológicamente evidenciados, o desde la cultura Erlitou, momento en el que se desarrolló el primer urbanismo, asociado con complejos palaciales bien definidos, así como una especialización artesanal. Los estudiosos occidentales son más conservadores y cautelosos al respecto, y creen que el estado no se desarrolló hasta la etapa dinástica Shang, cuando se hacen observables las características de los estados burocráticos en los registros arqueológicos. Aquí se apuntará que Erlitou pudo haber sido ese primer estado, caracterizado por una nuclearización de la población, un control político y ritual centralizado, el desarrollo de una actividad artesanal especializada y por una más que presumible expansión territorial.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. UGR (Granada). 11 de octubre del 2015



[1] El modelo neo evolucionista, que implica la sucesión de banda a tribu, y de ahí a jefatura y estado, no ha sido, en realidad, extensamente adoptado.
[2] En este orden de cosas, Yan Wenming señala que el proceso de desarrollo de la civilización china puede ser categorizado en tres etapas: guguo shidai, período del estado arcaico, que incluye el período Longshan, equivalente a una “jefatura” y, por tanto, al origen de la civilización china; wangguo shidai, período del estado dinástico, que representarían las Tres Dinastías, período formativo de la civilización; y diguo shidai, o etapa imperial, que comienza en la dinastía Qin y finaliza en la Qing, cuerpo principal civilizatorio. 

2 de octubre de 2015

Los avatares de Visnú y la divinización de los ríos en India





IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO: EL DIOS VISNÚ DURMIENDO SOBRE LA SIERPE SESHA. TEMPLO DE DASAVATARA, DEOGARH, SIGLO VII; ESTATUA DE VISNÚ EN BRONCE, DE KERALA. SIGLO VIII; VISHNU CON TRIPLE ASPECTO, ANTROPOMORFO, COMO UN LEÓN Y COMO UN JABALÍ. GUJARAT SIGLO XI, Y LA DIOSA GANGA SOBRE UN MAKARA. TEMPLO DE BESHNAGAR, ÉPOCA GUPTA HACIA 500. MUSEUM OF FINE ARTS, BOSTON.

El dios Visnú, el medidor y protector del universo, establece el mundo como casa de los dioses y de la humanidad. Esta benevolente deidad, cuyo consorte es Shri o Lakshmi, hermosa diosa de la buena fortuna, se involucra con el género humano y por ello desciende a la tierra para encarnarse en los momentos en que el mundo de los mortales se encuentra amenazado por el mal. Sus avatares (encarnaciones, descensos), siguieron un modelo evolutivo: peces y reptiles; luego otras formas animales; después el enano Vamana hasta los seres humanos, y de ahí al futuro creador, Kalki. Tradicionalmente se fijó en diez el número de sus avatares. Las encarnaciones siete y ocho, Rama y Krishna, son héroes de la mitología hindú, en tanto que la novena, Buda, se asimiló más tarde, en torno a los siglos III o IV.
Matsya, el pez, fue la primera encarnación. Fue rescatado por Manu de ser devorado por un pez de mayor tamaño. Una vez crecido, y como compensación a la acción de Manu, el pez le advirtió de una inminente inundación catastrófica. Ayudó a Manu a construir un bote en el cual pondría a salvo semillas y animales con los que repoblar el mundo[1]. Kurma, la tortuga, su segundo avatar, soportó sobre su dorso el Monte Mandara durante el batido del océano cósmico. En su tercera encarnación, Varaha, en forma de jabalí, rescató la tierra. El demonio Hiranyaksha agitó la tierra en el océano cósmico, pero el dios se sumergió en el océano y mató al demonio. Encontró a la tierra en forma de una hermosa mujer y la condujo hasta la superficie sobre sus colmillos. Narasimha el león fue su cuarta encarnación. Hiranyakashipu (demonio hermano gemelo de Hiranyaksha), había destronado al dios Indra y se había proclamado soberano del universo[2]. Como su propio hijo veneraba a Visnú le condena a muerte, pero no es capaz de matarlo. Airado, el demonio golpea un pilar demandando saber por qué Visnú no se muestra él mismo. En ese momento, el pilar se abre, y la deidad encarnada en el hombre-león, lo desmembra.
Vamana, el enano, rescata al universo del demonio Bali. Para liberarse del poder de Bali asume la forma de un enano. Una vez que escapa, se convierte en gigante (Trivikrama), y cubre el mundo subterráneo, la tierra y los cielos en tres zancadas. En su sexta encarnación, Parashurama, había nacido como un brahmán, pero su destino indicaba que su vida debía de ser la de un guerrero. Armado con un hacha proporcionada por Siva, y en venganza por los insultos que se habían proferido contra su padre, eliminó a todos los miembros masculinos  de la casta guerrera y ordenó a sus viudas que cohabitasen con brahmanes para producir una nueva y más pura casta de guerreros. Como Rama (rey de Ayodhya), su séptimo descenso, asumió la propuesta de los dioses de destruir a Ravana, el malvado gobernante de Lanka, tal y como se narra en el Ramayana, Por su parte, como Krishna, octavo avatar, su nacimiento se ocultó a causa de una profecía que señalaba que el octavo niño de su madre mataría al malévolo rey Kamsa. Por ese motivo, Krishna fue traído al mundo en una comunidad de pastores. Tras matar a una serie de demonios, incluyendo a Vatsasura, asesinó a Kamsa. Fue el asistente del héroe Arjuna en la gran batalla de Kurukshetra, tal y como se relata en la gran epopeya Mahabharata.
Se decía que Visnú asumió el avatar de Buda (el noveno), para convertir a los demonios al budismo, o con la intención de debilitarles en sus luchas contra los dioses. También es factible que esta encarnación tenga que ver con la intención de Visnú de abolir los sacrificios de animales. El décimo y último avatar será Kalki, aun por venir. Se aparecerá al final de la presente era, el Kali Yuga, que comenzó en 3102 a.C. y finalizará más de cuatrocientos mil años después. En sus últimos períodos, la humanidad encarará la ruptura de la civilización y perderá los valores morales y espirituales. Esta divina encarnación, cabalgando un caballo blanco, será imprescindible para establecer una nueva era.
El río Ganges, que nace en el Himalaya y fluye des de el norte hacia el este de India, es sagrado para los hindúes, quienes creen que bañarse en sus aguas les posibilita alcanzar el cielo de Indra, Svarga (Monte Meru). Sacralizado como Ganga, hija del dios de la montaña Himavat[3], es su aspecto de gran diosa madre, Devi, se dice que emergió de un dedo de Visnú, descendiendo desde el cielo, sobre el cabello de Siva, sentado en el monte Kailasa (permitiendo con ello separar el río en diversas corrientes que impidiesen la inundación de la tierra), con la intención de limpiar la tierra de las cenizas acumuladas de los muertos. Todavía hoy las cenizas de los fieles se encomiendan a su cuidado[4]. Se cree que Ganga fluye también a través del mundo subterráneo, vinculando así los tres mundos o esferas. Se la percibe como un símbolo de pureza y se la retrata como una bella mujer joven, consorte de Visnú y Siva, y asimismo como un rey mortal, Shantanu.
Los hindúes reverencian además la ciudad de Prayaga (actual Allahabad), porque es el lugar en donde confluyen con el Ganges dos tributarios, el Yamuna y el subterráneo Sarasvati[5]. Este lugar de peregrinaje se considera tan sagrado que se cree que un pequeño pedazo de su suelo es capaz de borrar el pecado. La diosa Yamuna era la hija del dios Surya y su esposa Sanjna, aunque algunas veces se consideraba hermana de Yama, deidad védica de la muerte. Se piensa que propicia la fertilidad y las buenas cosechas; por ello se la identifica con la prosperidad. Algunas versiones míticas señalan como el río Yamuna se partió en dos milagrosamente para permitir a Vasudeva, el padre de Krishna, salvarle cuando era un bebé[6].
Sarasvati es una deidad de las fuerzas naturales. Tiene el poder de quebrar las montañas y de conversar con el bramido de las cascadas. Más tarde fue convertida en la creación, y consorte, de Brahma. Diosa de la música, la fertilidad de la tierra y la sabiduría, se la asoció con la invención del sánscrito y por tal motivo es conocida como la Madre de los Vedas. En tal sentido, fue identificada con Vak, diosa de la elocuencia, y por ello es concebida como una deidad del lenguaje, el arte y el aprendizaje. En muchas ocasiones, los escolares antes de sus clases le hacen ofrendas. Hermosa y temperamental a un tiempo era, en ocasiones, representada con cuatro brazos y cabalgando un cisne o un pavo real, o bien sentada sobre un loto. En ciertas ramas del budismo hace las veces de diosa de la instrucción y es la compañera del bodhisattva Manjushri.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. UGR, España


[1] Como Matsya, Visnú tuvo que matar a Hayagriva, uno de los daityas (asuras gigantes hijos de Diti, hermana de Aditi, una de las esposas del sabio Kasyapa, padre de Garuda), que se oponen a los dioses. Hayagriva había atacado a Brahma y robado los cuatro libros de los Vedas. Matsya lo mata y recupera los sagrados textos.
[2] Hiranyakashipu era una encarnación de Ravana. El demonio había persuadido a Brahma de otorgarle el poder de destronar al dios de las tormentas, Indra, y así enviar al exilio a los dioses del cielo. De este modo, se proclama rey del universo.
[3] Himavat, rey de los Himalayas, y personificación deificada de las montañas, fue también el padre de la diosa Parvati, cuyo nombre significa, precisamente, “hija de la montaña”.
[4] Los hindúes creen que morir en Varanasi, o brindar sus cenizas al río, liberarán sus almas del ciclo de renacimiento y muerte.
[5] La confluencia de los tres ríos se conoce como Tirtha, cruce ce lugares que capacita a los creyentes a transitar hacia la liberación de un círculo de renacimientos sin fin. Los siete grandes ríos de India particularmente reverenciados son, además del Ganges, el Yamuna y el Sarasvati, el Godavari, Narmada, Kaveri y el Sindhu.
[6] Sobre la bancada del Yamuna se erige la ciudad de Mathura, mítico lugar de nacimiento de Krishna. La ciudad es también un lugar de peregrinaje para jainas y budistas.