17 de diciembre de 2019

Los aspectos de la muerte: proceso, separación y ejecución


Hasta el día de hoy, la muerte se nos presenta como una ley ineluctable, una necesidad inherente a la especie, a la naturaleza y a la propia vida. Es la muerte la certeza crucial para el ser humano. Aunque míticamente personificada (como segadora) o de otros modos, con nombres femeninos (léase muerte o defunción) o con términos masculinos (fallecimiento, óbito, deceso), la muerte es, por supuesto, un hecho real y concreto. Desde la perspectiva de la percepción, la imaginación y las vivencias, la muerte llega a ser inaprensible, si bien se entienden con claridad los procesos irreversibles que conducen hacia ella, tanto las degradaciones energéticas como los radicales cambios de estado.
La muerte afecta a los seres vivos, pero también a todo aquello con dimensión temporal. Así, los sistemas culturales y las etnias entran en decadencia, las sociedades se desmoronan y los objetos se desgastan hasta transformarse en ruinas. Incluso mueren las estrellas. Desde una perspectiva humana se habla de muerte física (caída en lo homogéneo); de muerte biológica, que culmina en el cadáver; de muerte psíquica, aquella del “loco”; de muerte social. Hasta la condición de jubilación (defunctus) o la reclusión en el asilo serían una suerte de muerte en vida. A todo lo anterior se podría agregar la muerte espiritual, la del alma en pecado (doctrina cristiana). También desde una óptica de las vivencias humanas, se muere para la conciencia lúcida en la demencia senil y para la conciencia en general en el coma prolongado; uno se muere para la vida vigorosa en la vejez y para la vida misma en la muerte cerebral. Hay que añadir que se muere para la sociedad en el destierro o en la pena infamante; o bien se puede también morir para sí mismo (suicidio).
Siempre se encuentra en la muerte el tema del corte, la separación. Los muertos y sus deudos son física y socialmente excluidos de los vivos, el loco recluido en un psiquiátrico y el pecador no arrepentido apartado de la Iglesia. Hasta el delincuente es marginal. Hay un alejamiento espacial que conlleva algún agente que ejecuta así como una víctima, como el medio natural; la enfermedad (destruye el equilibrio orgánico); la sociedad que rechaza y excluye, el hombre que asesina o se mata. Las víctimas serían el putrefacto cadáver biológico, el alma condenada, el excluido (cadáver social) o, incluso, el aparecido que vaga sin rumbo por toda la eternidad.
Existen además, formas colectivas de la muerte, entre las que cabe remarcar las catástrofes naturales, o las provocadas indirecta o voluntariamente por el hombre, las pandemias, la guerra y la muerte de las sociedades o de las culturas. Han existido diversos modos de destruir las sociedades y las culturas, como masacrar o asimilar, expulsar, encerrar en reservas, suprimir, utilizar y hasta esterilizar. Este tipo de muerte grupal priva a un pueblo de su cultura, sus valores propios y sus raíces, impidiéndole, por consiguiente, preservar su identidad.
La muerte es cotidiana, natural (aunque se presenta como una agresión) aleatoria (referida a la incertidumbre del acontecer de la misma) universal (todo lo vivo está destinado a desaparecer, factor que puede trivializar la acción de la muerte). Por todos estos aspectos resulta inclasificable.
Se muere siempre de manera progresiva, tanto en la agonía como en la muerte súbita, a la vez  que por grados y por partes, pues la muerte es un proceso, no un estado. Es posible morir antes de haber nacido (el aborto o la muerte de ciertas células para la formación normal de los miembros). No obstante, es la vejez el preludio más notable, pues mata por desgaste y por un mal funcionamiento de los órganos, así como por un incremento de la fragilidad. Es decir, la vejez es (ya prácticamente) la muerte, en tanto que muerte social y socioeconómica, además de psicológica (para aquellos con demencia senil o semi vegetativos). La vejez expresa la muerte que se está elaborando, que está ya ahí.
Nuestra sociedad actual, que se sabe mortal, rechaza sin embargo la muerte. La muerte ocultada es la muerte en otro lugar, fuera del lenguaje, de la naturaleza y del hogar (a diferencia de lo que ocurría antaño). El difunto, además, es obsceno y proscrito; parece estar de más. La muerte es a la vez fascinante y horrorosa. Es horrible porque propicia la separación para siempre de los que se aman y hace que nuestros cuerpos se desintegren de un modo innoble. Pero es fascinante porque renueva a los vivos y llega a ser inspiradora de nuestras reflexiones y hasta nuestras obras de arte. Además, su estudio configura un camino apropiado para captar el espíritu de la época así como los recursos de la imaginación.
Se podría señalar, para concluir, que la muerte continúa más allá de la vida, pero también la vida persiste más allá de la muerte, tanto en la realidad como, sobre todo, en la imaginación. Y es que, recuérdese, la muerte no es sino un estadio del ciclo vital, en tanto que vida y muerte son complementarias.



Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP. diciembre, 2017.

10 de diciembre de 2019

Hallazgo arqueológico reciente: Venus de Renancourt



Imágenes: arriba, excavación del yacimiento arqueológico en donde apareció la Venus; abajo, varias imágenes de la Venus de Renancourt.

Una nueva “Venus” paleolítica, de cerca de treinta mil años de antigüedad, ha visto recientemente la luz (junio del presente año, pero ahora, en diciembre, “publicada”). Diminuta como la mayoría (4 centímetros de piedra caliza), la ya conocida como Venus de Renancourt (Amiens), presenta esos atributos tan característicos que son muy conocidos en otras piezas (Willendorf por ejemplo): volúmenes de senos, nalgas y muslos evidentes, aunque un tanto hipertrofiados, además de brazos apenas dibujados, que ubican la pieza en el marco del Gravetiense (28000-22000 a.e.c.). La cara sin líneas y el “tocado” o “peinado” de incisiones en cuadrícula se asemeja al famoso ejemplar austríaco de Willendorf o al de la cabecita de Brassempouy. Lo que resulta más interesante es que esta es una de las quince figurillas recuperadas en el yacimiento (que se excava desde 2014), lo cual puede ser un indicio, según el criterio de los arqueólogos, de la presencia de un “taller” de producción de parte de los cazadores-recolectores. El “Estilo Gravetiense” (Paleolítico Superior), fue bastante uniforme, pues su presencia se constata arqueológicamente desde los Pirineos a las profundidades de Rusia. También se han hallado en el yacimiento adornos personales, herramientas y osamentas de animales. Tenemos ante nosotros, entonces, una nueva expresión simbólica (de lo femenino, de la fertilidad), de esas ya casi centenar de figurillas que conforman el grupo de las Venus.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, diciembre, 2019.


1 de diciembre de 2019

Cartografía antigua: mapa babilónico del mundo




La tablilla de arcilla conocida inicialmente como Imago mundi, y luego, más correctamente como mapa babilónico del mundo, fue un espectacular hallazgo, hoy clásico, que se produjo en el antiguo núcleo babilónico de Sippar a fines del siglo XIX. Descubierta por el arqueólogo Hormuzd Rassam, la tablilla, datada entre los siglos VII y VI a.e.c., contiene el primer mapa conocido del que se tenga noticia. Ya en el siglo XX, el asiriólogo I. Finkel encontró otro fragmento del mismo mapa, que completaba la primera tablilla. Hoy se conserva en el British Museum.
El pequeño mapa (de apenas 12 centímetros de altura), está compuesto por varias formas geométricas acompañadas por inscripciones en cuneiforme, referidos a topónimos, distancias entre lugares y accidentes geográficos variados. En el centro del esquema se encuentra Babilonia, en forma rectangular y cruzada por un río, el Éufrates, cuyo curso se representa con dos líneas paralelas, mostrándose desde sus fuentes anatólicas y hasta la desembocadura en el golfo Pérsico. Una referencia en acadio al norte de Babilonia señala una cadena montañosa, seguramente los Zagros, mientras que en el sur se menciona Susa, la capital elamita. La ciudad de Urartu figura al noreste, en tanto que la capital de los casitas (Habban) se sitúa (en realidad de modo incorrecto), en el noroeste.
Mesopotamia está rodeada por el “río amargo” (denominación del Océano), que divide la región exterior en siete territorios, todos ellos entendidos como lejanos. Se escenifican por medio de triángulos. Allende estos territorios alejados está ubicado el cosmos, con presencia de los astros y constelaciones. Estaríamos, entonces, ante una representación del mundo conocido, pero también ante un tributo debido al dios tutelar babilonio, Marduk, responsable de su creación. Este es el motivo por el cual la tierra conocida, lo que incluye montañas, ríos, el océano y las ciudades, se representa en el interior de una circunferencia que la separa del cosmos (un modo de indicar la presencia separada de Tierra y Cielo). Es posible, según se interpreta a partir del poema babilónico Enuma Elish, que los mencionados triángulos simbolizasen puentes de conexión del mundo terrenal con las dieciocho constelaciones de dioses a los que Marduk tuvo que vencer.
Aunque este mapa no es topográfico en un sentido estricto, sí es un intento documentado de representar el mundo conocido en esa época y lugar, de un modo tanto completo como orgánico. Este hecho lo convierte en excepcional.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, Diciembre, 2019.