23 de octubre de 2008

Pensamiento y religión védica: Rig Veda

La antigua religión védica en India: el Rig Veda

Prof. Julio López Saco


El pensamiento védico

La religión védica, estructurada en virtud de esas colecciones de himnos que traen consigo los grupos arios (elite noble guerrera), llamados vedas, presenta la particularidad, como todas las religiones indoeuropeas, de mostrar un predominio significativo de dioses masculinos, especialmente, Indra, Mitra y Varuna, que reinan sobre principios absolutos, abstracciones y personificaciones de poderes y potencias vitales. Además de estas divinidades, son también relevantes Soma, personificación de un líquido usado en las libaciones en los sacrificios, y Agni, un elemento del sacrificio, concretamente el fuego, pero también una personificación divina. Se trata, en este caso específico del vedismo, sustrato del hinduismo, el budismo y el jainismo, de una religiosidad sin imágenes de dioses ni templos, y con un cierto henoteísmo latente. Aunque la sociedad védica retomará en su seno el modo funerario de la incineración y el concepto del renacimiento pre-ario; esto es, ideales y costumbres propias de los habitantes de la antigua civilización del Indo, instaura un nuevo tipo de modo de vida, de lengua escrita y de religiosidad.
En términos generales, el pensamiento védico pervive popularmente en algunas colecciones literarias significativas: los brahmanas, exposición de los rituales, compuestos por los brahmanes, y de carácter cosmogónico, compuestos entre 1000 y 800 a C.; las Upanisads, enseñanza íntima, aquella impartida por un maestro o gurú a sus discípulos, textos especulativos (compuestos, los trece antiguos, entre 700 y 500 a.C.), en los que se reflexiona filosóficamente acerca de la creación del mundo, y donde también encontramos la descripción de la energía audible (Om), sílaba que inicia la potencia energética que prefigura la trimurti hinduista, esto es, los dioses Brahma, Siva y Visnú; y los Purana, manuales de mitología, en especial del hinduismo, estructurados en 18 libros, y compuestos en los primeros siglos de nuestra era.


Los Vedas: revelación eterna


Los vedas (sabiduría, percepción sobrenatural), son cuatro colecciones de himnos de tradición oral y secreta, que fueron transmitidos de maestros a discípulos. Sólo los sacerdotes serán los capacitados para transmitir esta tradición, considerada revelada. Estos textos son: Rig Veda, Sama Veda, Yajur Veda y Atharva Veda. En términos generales, el pensamiento védico tiene como fundamento el sacrificio, entendido como un culto esotérico que busca satisfacer las ambiciones de los socialmente más poderosos; es decir, de los brahmanes. Esta característica le confiere a la cultura india de esta época de la antigüedad un doble carácter: aristocrático y teocrático, en un momento en que el sacerdote se convierte en puente directo con lo divino. El sacrificio, así, será considerado también un acto social. De entre toda la literatura india, considerada sruti o revelada, frente a la smurti o recordada, son, sin duda, los Vedas los más importantes, en especial el Rig Veda. Los vedas son para el hindú, en términos generales, una revelación atemporal, de autoría no humana, eterna, y que porta, en sí, todos los conocimientos. Son la verdad revelada, no nacen en un momento concreto de la historia, sino que son obra divina. Para cualquier creyente los Vedas son una revelación eterna, pero para los investigadores occidentales, que aplican el rigor filológico e histórico a los textos, son una colección de himnos y oraciones, transmitidos por los sabios arios, llamados rishis, y compilados a lo largo de un amplio período temporal, que reflejan e ilustran acontecimientos sociales y religiosos. Como ya dijimos, únicamente los brahmanes son los guardianes de esta tradición y los capacitados para transmitirla, siendo los responsables de la preservación ritual oral de los textos. En la práctica ritual, la comida sacrificial se compartía con los miembros del grupo y con numerosos seres sobrenaturales o devas. A través del sacrificio los dioses pueden ser aplacados, se pueden recibir sus beneficios, en forma de cabezas de ganado o descendencia, o se puede realzar la posición social o la pureza religiosa del que lo efectúa. Las escuelas teológicas o ramas que se especializan en el aprendizaje de ciertos textos de los Vedas conforman el mecanismo principal para su clasificación, pues un Veda puede tener varias escuelas que se relacionen con él. Estas escuelas aseguran la transmisión precisa de generación en generación gracias a la ayuda de reglas para su recitación, aunque el significado de los textos se fuese perdiendo para los recitadores a medida que la lengua se alejaba de sus orígenes védicos más arcaicos. Los himnos de los Vedas, aquellos que los sabios escucharon y posteriormente recitaron a sus discípulos, quedaron bajo la custodia de las familias brahmines. Transmitirlos de padres a hijos se convirtió en su tarea y fin, de modo que quedaron directamente vinculados, en el contexto de la sociedad védica, con el lenguaje, la comunicación y el recitado de los himnos, así como con el manejo de fórmulas de culto (mantra).
Los cuatro vedas son, en realidad, cuatro colecciones distintas del veda primitivo, una denominación ofrecida al conjunto de material poético oral anterior a su agrupación en colecciones. Dicho material estaría compuesto por himnos, poemas filosóficos, fórmulas mágicas y canciones populares, con un contenido fundamentalmente religioso.
Los Vedas, que incluyen las cuatro tradiciones mencionadas, se dividen, a su vez, en varias categorías de texto: Samhita, Brahmana, Aranyaka y Upanisad. El Veda, como sustrato más arcaico de la literatura védica, se refiere a la parte samhita.

Rig Veda

El Rig Veda, el más notable, es una colección de diez libros (mandala), con 1028 himnos dedicados a varias divinidades, compuestos en sánscrito védico y que pueden datarse hacia el año 1200 a.C. Contiene himnos para lograr el favor divino, y en él el sacrificio, o sus elementos constitutivos, se emplean como divinidades, particularmente en el caso de Agni y Soma. Los himnos, generalmente, por consiguiente, de carácter propiciatorio, fueron compuestos por rishis, hombres inspirados por lo divino, cuyos nombres perviven en la tradición brahmánica, por más que hayan sido figuras semimíticas, como Kanva o Pippalada. Se compusieron oralmente y fueron transmitidos de padres a hijos en el seno de familias brahmánicas especializadas. Pero hubo un momento en que la tradición dejó de ser productiva y dejaron de componerse nuevos poemas, estableciéndose, paulatinamente, un canon fijo de himnos, aunque ligeramente variable según las escuelas surgidas de aquella tradición familiar. En el Rig Veda encontramos verificada la homología cósmica, fundamento de la religión india, que implica la vinculación entre el cuerpo, el Universo y el sacrificio, manifestado en la idea del hombre cosmológico de cuyas partes constitutivas se forma el Universo y que explica el surgimiento de la sociedad y de las diferencias sociales: Purusa Sukta. El Rig Veda es el texto más antiguo de los cuatro mencionados y el más relevante, sin duda, para comprender la sociedad y las creencias de los primeros indoarios. En los últimos mandalas los dioses, presentes en el texto como potencias exteriores a los que es oportuno propiciar, como Indra o Surya, o como formas imprecisas, caso de Prajapati o señor de la creación, y Visvakarman o creador de todo lo que existe, comienzan a esfumarse ante la importancia del sacrificio, que empieza y acaba en sí mismo, observándose una incipiente tendencia hacia el monoteísmo que luego protagonizará Brahma.
El Rig Veda fue conservado oralmente aunque ya los habitantes del subcontinente indio utilizaban la escritura hacía bastantes siglos, aunque, fundamentalmente, en menesteres de carácter cotidiano. La reticencia a conservar este texto por escrito se debía a su poder mágico y a que dicha potencialidad no debía caer en manos inescrupulosas. Los que lean y reciten, en lugar de memorizar, el Veda, son, prácticamente, corruptores. Es por esto que fue memorizado, de modo que fuese tarea imposible encontrar en él rastro físico alguno. La formación de la colección del Rig Veda, el libro religioso por excelencia de la casta sacerdotal, pudo estar concluida hacia 800 a.C., aunque su fijación definitiva por escrito no debió acontecer, en cualquier caso, antes del 600 a.C.
El Rig Veda, como el Atharvaveda, suele ser considerado como una colección histórica, a diferencia de los otros dos, considerados como de intención estrictamente ritual y litúrgica. Como el Rig Veda contiene el modo de ver las cosas de varias generaciones de cantores, encierra, en sí mismo, diversos estratos de pensamiento. En él se puede seguir una evolución religiosa desde el animismo más arcaico hasta fórmulas organizativas más avanzadas. Los problemas genésicos iniciales que el texto plantea, se traducen en una visión politeísta, pues cada cuestionamiento es explicado por la acción de un dios. Por todo ello, las divinidades védicas aparecen íntimamente relacionadas con las realidades físicas de las que derivan: Sûrya-sol, Agni-fuego, Vâyu-viento, aunque otras, como Prajâpati, señor de las criaturas, o Varuna, no parecen derivar de fuerza natural alguna. La interconexión de todos los elementos naturales, no obstante, sugiere cierto sincretismo de todas las divinidades, lo que pudiera hacer pensar en una concepción proto-monoteísta. Los himnos del Rig Veda son, esencialmente, invocaciones a los dioses, algunos de ellos muy arcaicos, y que aparecen también reflejados en el Avesta, lo cual es reflejo de la época en que indios e iranios aun no se habían diferenciado como poblaciones diferentes. Entre estas deidades arcaicas, compartidas con el mundo iranio, se encuentran Yama, dios de la muerte, Mitra, cuyo culto llegó al imperio romano y caló, especialmente, entre los militares, y el culto a Soma (Haoma). A un período todavía más arcaico corresponde la concepción del cielo como padre de los dioses: Dyaus pitâ (el Zeus griego). En cualquier caso, los dioses védicos no son eternos, pues han tenido un comienzo: surgen del cielo y la tierra o de otros dioses. Además, tampoco son, en origen, inmortales. Tal condición la obtienen otorgada por Agni o Savitar, o por beber Soma. Su descripción física es bastante antropomorfa, aunque su vaguedad descriptiva, lejana de la humanización griega, dificultó enormemente su desarrollo gráfico e iconográfico. El adorador, en definitiva, está sometido a la voluntad de estos dioses. Oraciones y diversos sacrificios tienen la intención de ganarse el favor y la bondad divinos, aunque también es verdad que la fuerza y poderío de los dioses depende del recitado de los himnos, los sacrificios y las oblaciones líquidas. De aquí surgirá la idea de que el sacerdote “controla” la actuación divina y, por consiguiente, el brahmán puede ser visto como un dios entre los hombres, con todas las prerrogativas, religiosas y sociales, del caso.
El número de dioses en el Rig Veda es de treinta y tres, once por cada región (cielo, tierra y aire), un número no absoluto, sino simbólico. En los fragmentos más recientes del texto encontramos divinidades abstractas, algunas meras deificaciones de nombres abstractos (Manyu, cólera), o abstracciones de nominaciones que indican alguna operación o atributo. El proceso de deificación indica que originariamente fueron atributos o propiedades de uno o varios dioses que acabaron independizándose. Junto a las deidades encontramos también entidades semidivinas, entre las que destacan Apsaras y Gandharvas, e, incluso, hombres, entre los que se destaca Manu, el primer sacrificador y el antepasado por antonomasia del grupo humano.
En definitiva, el Rig Veda presenta, fundamentalmente, una religión politeísta de grandes dioses, más o menos personalizados y antropomorfizados, yuxtaponiendo un rígido ritualismo y concepciones mágico-supersticiosas a un comienzo de especulación filosófica un tanto sutil, que se verá desarrollado posteriormente, en todo su esplendor, en las Upanisads.

Bibliografía


-DONIGER, W., Mitos de otros pueblos, edit. Siruela, Madrid, 2005
-FLOOD, G., El Hinduismo, edit. Cambridge University Press, Madrid, 1998
-GELDNER, K.F., Der Rigveda: Aus dem Sanskrit ins Deutsche übersetzt und mit einem laufenden Comentar verseben, 3 vols., Harvard University Press, Cambridge, 1951
-KNOTT, K., Introducción al Hinduismo, Acento edit., Madrid, 1999
-MÜLLER, M. & OLDEMBERG, H., Vedic Hymns, 2 vols., MLBD, Nueva Delhi, 1973
-O’FLAHERTY, W.D., The Rig Veda, Penguin Books, Harmondsworth, 1981
-TOLA, F., “Filosofía de la India I: Vedismo, brahmanismo, hinduismo”, en CRUZ HERNÁNDEZ, M. (edit.), Filosofías no occidentales, edit. Trotta-CSIC, Madrid, 1999, pp. 97-136
-VILLAR, F., Himnos Védicos, edit. Nacional, Madrid, 1975 (RBA, 2002)

Arqueología americana: puntas de flecha II


1. Punta Cascade, de Idaho, en forma de hoja de sauce, entre 9500 y 6000 a.n.e. Una de ellas fue encontrada en la cadera del Hombre de Kennewick, hallado en 1996.
2. Punta de la cueva de Fell, en el sur de Chile. Hacia 11000 a.n.e. Tiene forma de cola de pez, y es tan antigua como las puntas Clovis de norteamérica.
Prof. Julio López Saco

Arqueología americana: puntas de flecha I











1. Punta del yacimiento de Cactus Hill, Virginia, entre 18 y 15 mil años de antigüedad.
2. Punta de Monte Verde, en basalto, de unos 15 mil años de antigüedad, en Chile. Muchos de los restos de animales cazados en el yacimiento, como los mastodontes, pudieron ser capturados con estas puntas de flecha.
3. Punta Clovis, de Colorado, entre 13500 y 12500 años de antigüedad.
4. Punta Folsom, en Colorado. Algunas fueron halladas entre las costillas de bisontes, lo que implica que el hombre habitaba en época de glaciaciones. Las muescas estriadas de los bordes identifican los objetos materiales de la cultura Folsom.
5. Punta Scottbluff, de Nebraska, empleada para la caza de bisontes. La sección media es más gruesa que las puntas Folsom.
Prof. Julio López Saco




21 de octubre de 2008

Imágenes del vedismo III


La primera imagen muestra al dios guerrero védico Indra, de la escuela de Mathura, datado entre los siglos IV y V, mientras que la segunda corresponde a un medallón de Bharjut que ilustra la presencia de dos elefantes vertiendo agua sobre la diosa Lakshmi. Es un relieve datado hacia 100 a.C.
Prof. Julio López Saco

17 de octubre de 2008

Imágenes del vedismo II


La primera imagen corresponde a un relieve que representa al dios Shiva y a Uma o Parvati, su consorte. La segunda ilustración muestra a Krishna en el monte Govardhana. Se trata de una miniatura Mewar, del siglo XVIII.


Prof. Julio López Saco

14 de octubre de 2008

Imágenes del vedismo I


La primera imagen corresponde a una trimurti de la diosa Durga, montada sobre el león Vahana. Bhopal, siglo XII. En la segunda podemos observar a Rama y a su hermano Lakshmana, siendo atendidos por Hanuman, el rey del ejército de monos, tal y como aparece reflejado en la epopeya del Ramayana. Es un relieve de Nakna Kuthara, del siglo V.
Prof. Julio López Saco

10 de octubre de 2008

Los orígenes de la cultura en Japón

Arqueología y pensamiento en los inicios de la cultura en Japón*

Prof. Julio López Saco


Períodos Jômon y Yayoi

Únicamente después del final de la Segunda Guerra mundial, las investigaciones sobre la historia antigua de Japón, gracias a las excavaciones arqueológicas que han proliferado en los últimos cincuenta o sesenta años, han venido a conferir una nueva perspectiva a los orígenes del pueblo y la cultura japonesa. Los especialistas han reconocido la división de la prehistoria en dos significativas etapas: el Paleolítico, entre 50000 y 12000 a.C., y el Neolítico, entre 11000 a.C. y 300 de nuestra era. Dentro de este segundo gran período, el que aquí interesa reflejar, se admiten dos etapas diferentes: el período Jômon (11000-300 a.C.), y el período Yayoi (300 a.C.-300).
De este segundo período, en concreto en la etapa Jômon, son abundantes las jarras funerarias y cerámicas de color ocre con decoración de cuerdas entrelazadas, obra de los primeros pobladores de las islas Ryûkyû y Hokkaidô. Las subdivisiones establecidas en esta fase, debidas a la presencia de piedras talladas y a los diferentes esbozos de la figura humana, suponen la existencia de dos tipos de población: una norteña y oriental, proveniente de Siberia, y otra meridional, procedente de China y Corea. La presencia de arpones, joyas, rastros de sacrificios y puntas de flecha entre el primer tipo poblacional parece que dio lugar a los ainu, gentes del norte adoradores del oso.
En términos genéricos, por consiguiente, Zyomon o Jômon se refiere a pueblos mesolíticos y neolíticos que hablaban dos lenguas, la antecesora del Ainu, hoy confinado a unos escasos miles de hablantes en las norteñas islas de Hokkaido y Sajalin, y una lengua austronésica (malayo-polinésica) proveniente del sur.
La vida de los habitantes Jômon estaba sostenida por una economía natural mixta, de caza y pesca, hecho que se deduce de los cúmulos de conchas halladas en las zonas del litoral marítimo, arrojadas cerca de las viviendas tras las comidas durante varios miles de años. Las viviendas eran en forma de cueva vertical con troncos cruzados, arbustos y hojas de árboles para protegerse de las lluvias. No obstante, conocían formas de usar el fuego y se servían de vasijas de barro cocido, decoradas con diseños en forma de soga. Se supone que un máximo de cuatro o cinco personas convivirían bajo un mismo techo. Son muy numerosas, en los asentamientos jômon, las agrupaciones de habitáculos reunidos en ciertos lugares dotados de condiciones climáticas óptimas, lo que puede hacer pensar que entre los habitantes jômon había cierta propensión a una vida y comportamiento gregario y comunitario.
Los enterramientos jômon se caracterizan por introducir el cadáver acurrucado en el interior de una tinaja, sin presencia de objetos personales que sirvieran como ajuar o accesorios funerarios y pudiesen, en consecuencia, ser un referente de los espíritus de los muertos. Parece probable que los hombres y mujeres jômon tuviesen una mentalidad fundamentada en un animismo elemental. No hay presencia, en último caso, de huellas, rastros o vestigios claros que delaten la existencia de ritos de sacrificios animales o humanos.
La antigua sociedad jômon fue superada por una nueva civilización de origen continental chino, extendida por Corea y la zona norte de Japón, denominada Yayoi. La infiltración de esta cultura de pueblos de lenguas altaicas, agricultores del arroz, e introductores de los tejidos y las herramientas de hierro y bronce, es referida en fuentes antiguas chinas como “área Wa”, conformada por una serie de reinos que se consideraban tributarios del Imperio Han. Este paso transicional se caracterizó por su rapidez y cierta brusquedad. Entre las novedades que aportó la nueva cultura se encuentran el avance técnico de la artesanía, sobre todo en la textil, además de la manipulación de los utensilios de bronce, particularmente espadas, lanzas, espejos y campanas. La distribución geográfica de estos útiles se fue extendiendo desde el occidente hasta la región oriental (kantô), incluyendo la zona central del país. No obstante, la mayor contribución de la nueva cultura fue la sedentarización de la población y la introducción del cultivo del arroz, verdadera revolución del mundo agrícola. El cultivo arrocero fue, en origen, una explotación agrícola que se había venido realizando en el continente asiático, en especial en las regiones del litoral meridional del mar de China y en algunas islas del Pacífico. El cultivo llega al archipiélago japonés cuando parte de los cultivadores, empujados por la ola expansiva del imperio chino Han, trata de encontrar tierras aptas. Los cenagales y terrenos pantanosos en Japón, esparcidos en las zonas costeras y las cuencas fluviales, fueron un espacio de recalada obligada. La rápida y amplia distribución de la producción agrícola estimuló la transformación de la vida económica e influyó en la mentalidad religiosa. Este hecho condujo a que los hombres yayoi se hicieran más sensibles a los cambios atmosféricos que sus antepasados cazadores, recolectores y pescadores. Es el momento en que, seguramente, nacieron nuevos conceptos que explican los fenómenos de la naturaleza como consecuencia del dominio que sobre ellos ejercían múltiples demiurgos. Es así como desde esta temprana época se comienza a establecer que la pérdida de las cosechas de arroz dependía, en esencia, de la acción de los espíritus que habitaban dentro de los propios cereales. Adorando a estos espíritus y aplacando sus iras se alejarían las calamidades y las cosechas serían abundantes y prósperas. Surge la costumbre de celebrar la festividad de la cosecha en otoño, tiempo de la recolección, para agradecer a los espíritus de los arrozales, mientras que en la primavera, al comienzo de la plantación, se adoraba a los espíritus que renacían en los nuevos brotes, organizando la fiesta del trasplante del arroz. Debemos deducir que se produce un avance decisivo hacia una nueva concepción religiosa relacionada directamente con la vida agrícola: la fe en los espíritus de los cereales, fundamento de la primitiva religión de Japón. La arqueología muestra como en esta época, también, empiezan a surgir ejemplos de inhumaciones de cadáveres junto con utensilios personales, como aperos de labranza y cuchillos.
A la vez que se generalizó el cultivo del arroz, los hombres comenzaron a cambiar su hábitat, trasladándose desde los valles altos, las mesetas y las zonas más silvestres, hasta las regiones anegadas más bajas. Estas nuevas condiciones propician la aparición de las viviendas elevadas y de los hórreos (hazekura), para evitar la humedad y asegurar buena ventilación para los cultivos allí guardados. El cultivo del arroz implica una planificación y la necesidad de realizar comunalmente ciertas labores, tales como el regadío o la desecación de zonas pantanosas. Con esta nueva conciencia la demografía aumenta, y la generalización de la convicción de que era necesario realizar el trabajo de modo colectivo, afirma los vínculos de solidaridad, creciendo, en consecuencia, las agrupaciones en forma de comunidades aldeanas. En este estadio, los espíritus de los cereales empiezan a ser adorados como dioses protectores de la comunidad.
Los muertos yayoi eran inhumados, normalmente, en grandes vasijas, rodeados de objetos familiares y cotidianos, tal y como se acostumbraba a hacer en China. Entre los objetos de los ajuares que las excavaciones arqueológicas han puesto al descubierto se destacan las campanas dôtaku, profusamente decoradas con motivos geométricos y representaciones bastante estilizadas de animales e, incluso, de seres humanos. Es probable que dichas campanas estuvieran asociadas a ritos agrarios y se las emplease para obtener la protección de las deidades.

Arcaica organización socio-política

Con el paso del tiempo, se rompió el equilibrio entre las comunidades, debido a que algunas progresaron y otras no. Algunas se hicieron muy grandes, como Karako, en Nara, y Kugahara, en Tokio. En la obra china de la época Han, concretamente del siglo I, denominada la Leyenda de los Japoneses, se atestigua la presencia de más de cien “naciones” o Kuni, brotes de un estado primitivo o aldeas-estados, pequeños estados dirigidos por un jefe a la vez civil y religioso, en Japón occidental. Se trata, sin duda, de comunidades aldeanas, más o menos grandes, dominadas y dirigidas por su jefe o cacique comunitario. Las diferentes escisiones y unificaciones entre estas comunidades tribales de dieron con mucha intensidad entre los siglos I y III, generándose grandes contiendas intertribales, que dieron lugar a la sobrevivencia hegemónica de algunas de las más fuertes, y con el más elevado nivel cultural, en el norte de Kyûsyû. Se destacaron Mansura, Ito y Tohma, además de la nación tribal conocida como Yamatai, gobernada por la reina Himeko. Este reino estableció diferencias de rangos sociales entre sus componentes, es decir, entre nobles y plebeyos, con la presencia, por una parte, de esclavos y aldeanos dedicados a la caza, pesca y agricultura y, por la otra, de los nobles o taijin. La reina Himeko no estableció su nación, no obstante, conquistando a las tribus vecinas, ni creó un país unificado o una monarquía hereditaria. Es probable que el reino estuviera dotado de una suerte de poder político federado que ejercían en conjunto los jefes de las tribus autónomas. Lo que pudo alzar a la reina hasta la corona fueron sus poderes adivinatorios, que promoverían la solidaridad de los diversos grupos tribales y el respeto reverente por ella.
Entre los siglos IV y V, una nueva cultura procedente del continente chino se extiende hacia el este de Japón, asentándose en la parte oriental, en específico en la meseta de Yamato, alrededor de la actual Nara. Aquí surge un poderoso centro constituido en virtud de una federación de caciques, denominado el poder de Kinki, conformándose una plataforma de alto nivel cultural que compite con el Japón occidental. Aunque haya ocurrido la primacía de Yamatai o el de la meseta de Yamato o, incluso, el sincretismo entre ambos, lo cierto es que aquí se encuentra el origen del Japón. En esta época se constata en los enterramientos la presencia de nuevos objetos accesorios funerarios, como vasijas de bronce, puntas de flecha, arpones y utensilios de adivinación, además de aquellos útiles de empleo cotidiano, como azadas, hoces, enseres rituales, avíos militares y corazas, lo que implica un incremento de la religiosidad y la generalización del cultivo del arroz. Es en este momento cuando aumenta el empleo de las herramientas de hierro, que permitiría facilitar las labores del campo y un incremento de la productividad y de la rentabilidad del trabajo. Los terrenos se convierten ahora en propiedades colectivas y comunales de una aldea. Los miembros de cada comunidad se sienten más ligados a la tierra común, además de más unidos espiritualmente, lo que suscita entre ellos la conciencia de unas relaciones mutuas basadas en la unidad de raza y de linaje. Este es el mecanismo de creación de una comunidad local compacta, el denominado clan (uji), integrado por hombres vinculados étnica y espiritualmente. Los miembros del clan, que compartían colectivamente sus labores, también compartían las mismas convicciones religiosas, respetando y venerando a los espíritus de determinados antepasados como sus lares propios, llamados kami, que protegían a toda la tribu por igual. Estas primeras manifestaciones de un culto a los ancestros o veneración a los dioses tutelares, tenía por objeto venerar a los respectivos lares protectores y celebrar fiestas propiciatorias en su honor. Poco a poco, este credo religioso se sistematizó como una doctrina teológica que, una vez provisto con regulaciones y diversas fórmulas rituales y devocionales, evolucionó hasta configurar el shinto primitivo, auténtico prototipo de la espiritualidad japonesa, a la que más tarde volveremos a referirnos.
Dentro de la comunidad familiar surgió la división de clases, y nació en el interior del clan una jerarquía que culminaba en el honorable jefe, que gobernaba con autoridad paternal a los demás miembros de la comunidad y poseía propiedades exclusivas. Las distinciones de clase pudieron trasladarse también a la diferenciación entre clanes, de modo que los más débiles, sin poder subsistir por sí solos, se verían obligados a fusionarse con los más fuertes. La fusión de clanes suponía que los más poderosos no destruían la tradicional estructura del clan más débil, sino que se entablaban nuevas relaciones de convivencia, aunque fueran de parentesco ficticio. Los clanes más débiles tenían que pagar tributos a las familias de la clase superior. Estos pagos consistían en ciertos productos según sus propias habilidades, lo que motivó la conformación de especialidades contributivas, que llegaron a convertirse en profesiones y cargos hereditarios. De este modo, surgen los ministros del culto, los armeros, tejedores, militares, etc.
En estos siglos, los clanes poderosos mantienen, por lo tanto, el poder patriarcal. Su dominio y megalomanía de poder se traduce en el hecho de que en esta época comienzan a construirse numerosos monumentos funerarios gigantescos, que son un símbolo del poder socio-político. Estas grandes tumbas horizontales, tanto en mesetas como en regiones llanas, serán de forma cuadrada o en forma de ojo de herradura. Esta proliferación de grandes tumbas, llamadas kofun, constituye, desde una óptica arqueológica, el período de los grandes túmulos, que se dilata hasta el siglo VII. Los túmulos aparecen concentrados en unas pocas regiones, en el valle de Kyoto y en la meseta de Nara, lo que implica que aquí se reunieron clanes prominentes que ejercían un poder político superior. Según los relatos mitológicos, que perviven en los primeros documentos escritos de Japón, del siglo VIII, Kojiki o Crónica de relatos antiguos, y Nihon-shoki o Crónicas de Japón, los primeros brotes compactos de un estado federal integrado por clanes empezaron a concentrarse en la mitad oeste del archipiélago. El sistema mitológico, unificado en la teogonía oficial, se convirtió en el sustrato medular de la teología shintoísta y sirvió también de apoyo al poder estatal de la corte de Yamato. El ministro supremo de los actos rituales unificadores comenzó a ocupar una elevada posición, con lo que relegaba a un plano inferior a otros clanes y a los demás miembros de los mismos. El emperador, por su condición de jefe supremo de las ceremonias religiosas, suplanta a los demás clanes poderosos, recibe el prestigioso nombre de Gran Señor, y empuña las riendas del poder político en solitario. Las leyendas de las crónicas son las que verifican y justifican la labor de Yamato unificando Japón. Entre esos mitos se destacan la conquista de la región Yamato por el emperador legendario Jimmu, la cesión de Izumo y la conquista de Kumaso. Estas tres narraciones legendarias coinciden en revelar el avance hacia la unificación. La más importante es la primera: la entrada en Yamato de Jimmu, primer emperador mítico del Japón, supone la presencia de dioses terrestres y otros celestiales; mientras los terrestres serán los ancestros del emperador, los dioses del país parecen ser los clanes más poderosos avasallados por la corte imperial de Yamato. Así pues, la narración se podría interpretar simbólicamente como el dominio y anexión de las poderosas tribus por parte de la familia imperial. En todos los casos, es destacable mencionar que se les arrebató a los jefes tribales locales su tradicional privilegio litúrgico, siendo absorbido por el derecho unitario que ejercería el Estado de Yamato, heredero de la tradición mítica oficial. La familia imperial, amparada en un significativo poder económico, con la posesión de campos arroceros y silos de almacenamiento, muy superior a los demás clanes nobles, y gracias a su absoluta autoridad patrimonial sobre los cultos religiosos, acabó por someter también a las poderosas tribus locales esparcidas por las regiones más alejadas. La corte imperial dominaba por derecho hereditario sobre los demás clanes poderosos dentro del régimen estatal, pero, en realidad, la sociedad de Yamato no será más que una confederación tribal de clanes poderosos que servían a la corte mediante la distribución del trabajo hereditario, sin perder su espíritu de independencia. Puede decirse que la familia imperial no era más que uno de los clanes de primera categoría. Lo único que situó al emperador por encima de las demás familias fuertes fue su autoridad religiosa como sacerdote hereditario del Shinto, y no el poder militar ni la hegemonía económica. En este prestigio honorífico y religioso reside el papel jugado por la familia imperial hasta la actualidad. La autoridad suprema del emperador no penetró directa y profundamente en los estratos populares, sino que los gobernaba indirectamente a través de jefes de clanes, incorporados al régimen administrativo de la corte. El sistema de clanes independiente impedía un sistema o régimen impositivo para el Estado centralizado.

Las primeras creencias: el culto shintô

Las creencias de los primeros habitantes de Japón eran animistas y chamanísticas. La presencia de piedras fálicas y estatuillas femeninas prehistóricas pudieran testimoniar la existencia de arcaicos cultos a la fertilidad. El shintoismo nació de la superposición a los cultos primitivos de la sacralización de la monarquía y de la aristocracia a través de las genealogías divinas. Además, a partir del siglo III aparecen las primeras formas de un culto vinculado al cultivo del arroz, lo que será esencial para entender el shintô primitivo. Sin ritual ni templo en sus orígenes, surge directamente de los diversos mitos y de la vida cotidiana de los hombres en perfecta simbiosis con al naturaleza. La fuerza de ésta y el miedo a su poder se manifiestan a través del shintô, como un mecanismo a través del cual el hombre intenta vincularse con la naturaleza y conocer sus procedimientos. Con el paso del tiempo, esta espiritualidad naturalista fomentará la construcción de la identidad y la permanencia del japonés, permitiéndole asimilar nuevas influencias culturales, espirituales o intelectuales. Los habituales tifones y las erupciones volcánicas, así como el inmenso poder de las aguas, en un país que es geográficamente un archipiélago de islas, inspiraron la certidumbre de la presencia de una energía interna del mundo y de una efímera fragilidad de las formas, sometidas al implacable paso del tiempo. El hombre mismo es visto como parte del Cosmos, sin individualidad real que le separe de la unidad primordial. La interpenetración de lo viable y lo invisible favoreció la aparición de aventuras y relatos legendarios de todo un conjunto de espíritus, los kami. Como poderes benéficos o maléficos, están albergados en plantas, árboles, piedras, animales, siendo venerados por grandes cuerdas de las que cuelgan votos y plegarias. El gran número de divinidades shintô son objeto, a partir de los siglos VII y VIII de cultos, ofrendas y ceremonias en santuarios y templo, construidos siguiendo las formas de la naturaleza, con la presencia de pórticos o torii, en rojo, que indican la entrada. En los santuarios públicos, las gentes se entremezclan y realizan fiestas cotidianas, llamadas matsuri, vinculadas a los ritos agrarios. No obstante, en cada casa puede haber altares shintô domésticos, en los que se veneran los espíritus de los antepasados o de un determinado kami familiar, haciéndoseles rituales y ofrendas de arroz, frutas e incienso. Los sacerdotes que sirven en los templos tienen una función más ritual que sacra. Mensajeros de los hombres y los kami, se encargan de ejecutar los ritos de purificación con agua, sal y arroz. Las prácticas más características del shintô son, en definitiva, los ritos de purificación, cuyo objetivo es el estado de claridad, alegría y retorno a la armonía original con los dioses y con el mundo.
El shintoísmo es el culto, en esencia, a innumerables divinidades, kamis, algunos entendidos como dioses, la mayoría como seres antropomorfos y, muchos otros, como espíritus venerados localmente. Estos numina inspiran un sentimiento de lo sacro anterior a toda representación mítica o doctrinal. La mayoría de los kamis están vinculados con fenómenos naturales o con actividades agrícolas. Las almas de dioses, hombres y cosas se parecen. Se trata, así, de cargas de energía espiritual, mayormente benéfica, aunque no siempre. A pesar de que el shintô ha evolucionado hacia la sistematización doctrinal y hacia la interiorización, la primacía del rito, la debilidad y diversidad de las representaciones de lo absoluto y también del más allá, le confieren un carácter arcaico muy diferente al de las religiones que consideramos de salvación. La energía sagrada de los orígenes, que se transmite de generación en generación, a través de comunidades e instituciones, y es reactualizada continuamente por mediación del ritual, procura y favorece beneficios espirituales, pero también materiales. La originalidad de esta religiosidad deriva de la relevancia concedida a las nociones de fuerza vital y de purificación. Los grandes kamis, y todo el Universo en general, poseen la fuerza generadora o energía vital, producida y mantenida por los vínculos que unen a los seres, que están en perpetuo crecimiento y cambio. El problema radica en que el hombre contrae impurezas, que no son fácilmente distinguidas de las faltas, culpas y crímenes, de ahí la imperiosa necesidad de la purificación limpiadora de las manchas, objeto esencial de la práctica shintoísta.
Una dirección significativa hacia la que el shintô se movió fue la que condujo a la veneración del emperador de Japón, y de los pasados soberanos, como kami. Esta tendencia está íntimamente cercana al culto del Estado. Este matiz de culto nacional que toma el shintô se veía reflejado en la ceremonia de la Gran Purificación, ritual en el que la nación, dos veces al año, debe limpiar el territorio nacional de cualquier corrupción acumulada. En épocas modernas, en espacial durante los años previos a la Segunda Guerra mundial, el shintoísmo adquirió el preponderante rol de ideología oficial del Estado, en vinculación con una fuerte tendencia ultranacionalista y expansionista que, a la postre, conduciría a la nación nipona a participar activamente en la susodicha conflagración.

Bibliografía


Barnes, Gina L. (1988), Protohistoric Yamato: Archaeology of the First Japanese State. Ann Arbor, University of Michigan.
Collcut, M., & Jansen, M., Kumakura, I., (1995), Japón. El Imperio del Sol Naciente, ed. Folio, Barcelona.
Delay, N., (2000), Japón. La tradición de la belleza, edic. BSA, Barcelona.
Falero, A.J., (2006), Aproximación a la cultura japonesa, edic. Amarú, Salamanca.
Haguenauer, C., (1956), Origines de la Civilisation Japonaise, edic. Gallimard, París.
Imamura, K., (1996), Prehistoric Japan, UCL Press, Londres.
Kidder, E., (1985), El arte del Japón, ed. Cátedra, Madrid.
Kondo, A.Y., (1999), Japón. Evolución histórica de un pueblo (hasta 1650), ed. Nerea, Hondarribia.
Lavelle, P., (1998), El pensamiento japonés, Acento edit., Madrid.
Mikiso, Hane, (2003), Breve historia de Japón, Alianza edit., Madrid.
Tatsuo Kobayashi (edit.), (1977), Archaeological Treasures of Japan: Jomon Pottery, Tokyo.
Tazawa, Y. & Matsubara, S. & Okuda, S., & Nagahata, Y., (1981), Historia cultural del Japón. Una perspectiva. Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, Tokio.


*Este trabajo será publicado próximamente en la Revista de Arqueología española, de periodicidad mensual.

9 de octubre de 2008

Arqueología de la Ruta de la Seda III



Las ilustraciones muestran, en primer lugar, un paquete de seda, zapatos y telas hallados en la localidad de Loulan, Asia central, objetos todos ellos datados entre los siglos III-IV, en segundo término, una serie de tablillas con escritura Kharosti, encontradas en la comunidad-oasis de Niya por Aurel Stein entre 1906 y 1908; y en tercer lugar, una moneda de oro del rey kushan Kanishka I, representado como un Buda, en el anverso, y como rey, en el reverso. Su datación comprende los siglos I-II, y hoy se encuentra en el Museum of Fine Arts de Boston.
Prof. Julio López Saco

6 de octubre de 2008

Arqueología de la Ruta de la Seda II


La primera imagen corresponde a una pintura mural sita en la cueva nº 45 de Mogao (Dunhuang). Muestra a un grupo de mercaderes que se encuentran con bandidos. Dinastía Tang (618-907). La segunda ilustración es también una pintura mural que conmemora el viaje del peregrino budista chino Xuanzang a India, en el momento en que atraviesa el Pamir, en busca de escrituras, reliquias y maestros budistas. Época Tang.
Prof. Julio López Saco

Seminario Letras Ucab 2008-2009

UCAB
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE LETRAS




MITOGRAFÍA E ICONOGRAFÍA DEL ORIENTE ANTIGUO: INDIA, CHINA Y JAPÓN


Julio López Saco



SEMINARIO




OBJETIVOS


Establecer, comprender y analizar los componentes teóricos y simbólicos característicos del acontecer mítico-literario e iconográficos de la antigüedad india, del arcaísmo chino, y de la prehistoria e historia más antigua de Japón, ofreciendo las visiones hermenéuticas subyacentes en los relatos e imágenes míticas, estableciendo aquellas analogía significativas y diferencias contrastadas, en especial en relación a la mitología egipcia y acadia.


ÍNDICE TEMÁTICO


- Función y expresión del mito. Sus referentes hermenéuticos
- La literatura: su valor como fuente histórica y sus componentes mítico-religiosos
- El valor de la imagen y la esencia del símbolo
- Iconografía y simbolismo I. India. Contexto geo-histórico
- Iconografía y simbolismo II. China. Contexto geo-histórico
- Iconografía y simbolismo III. Japón. Contexto geo-histórico


METODOLOGÍA


Esencialmente el seminario pretende activar la participación analítica y comprensiva del alumnado desde diversos ángulos: el análisis textual de fragmentos de la literatura mitográfica, y el visionado y comentario comprensivo de obras de arte, ilustraciones y variados modelos iconográficos. A esto se añadirán algunas explicaciones ex cátedra, en especial aquellas referidas a los contextos geo-históricos y cronológicos reseñados, así como ejercicios de relación entre diferentes soportes narrativos y visuales, en los que se buscará mostrar la presencia viva de modelos y arquetipos presentes en los diversos repertorios mítico-simbólicos.


HERRAMIENTAS BÁSICAS


- Material visual
- Textos de mitógrafos, poetas, filósofos
- Video-documentales y películas con temática mítica
- Repertorios iconográficos en santuarios, templos en gruta, museos
- Fuentes y bibliografía esencial


EVALUACIÓN


Serán aspectos evaluativos los siguientes: 1. comentario de textos; (20%) 2. análisis de diapositivas y otros materiales audiovisuales; (30%) 3. asistencia al seminario (15%) y, finalmente, 4. un registro escrito final (35%) sobre un aspecto temático a determinar por el profesor, si bien encuadrado en el marco temático establecido en el curso.


FUENTES


Los Vedas, Upanisads, Puranas, Bhagavad Gita, Ramayana, Mahabharata, Canon Pali budista; repertorios iconográficos (Ajanta, Ellora, Dunhuang), Memorias Históricas (Shiji), Shanhai jing o Libro de los Montes y los Mares, Shujing o Libro de los Documentos, Huainanzi, Maestro de Huainan, Liezi, Wenzi, Tian Wen o Cuestiones celestiales, Kojiki, Nihonji, tumbas Kofun.

BIBLIOGRAFÍA


- Acevedo, C.M., Mito y Conocimiento, edit. Iberoamericana, México, 1993
- Agud, Ana, (1995), Pensamiento y cultura en la Antigua India, editorial Akal, Madrid.
- Allan, S., The Shape of the Turtle: Myth, Art and Cosmos in Early China, State University of New York Press, Albany, 1991
- Anesaki, M., Mitología japonesa, col. Olimpo, edicomunicación, Barcelona, 1996

- Ayala, R.R., Mitología China, edit. Edicomunicación, Barcelona, 1999
- Binjie, Ch., Relatos Mitológicos de la Antigua China, edit. Miraguano, Madrid, 1992.
- Birrell, A., Chinese Mythology. An Introduction, The Johns Hpkins University Press, Baltimore, 1993
- Birrell, A., Chinese Myths, British Museum Press, Londres, 2000
- Boisselier, J., La sabiduría de Buda, editorial Temas Clave, Barcelona, 1998

- Campbell, J., Los mitos. Su impacto en el mundo actual, edit. Kairós, Barcelona, 2001
- Cencillo, L., Los mitos. Sus mundos y su verdad, B.A.C., Madrid, 1998.
- Coomaraswamy, A.K., Hinduismo y Budismo, ed. Paidós-Orientalia, Barcelona, 1997

- Chang, K.C., Art, Myth and Ritual. The Path to Political Authority in Ancient China, Harvard University Press, Cambridge, Massachussets, 1983
- Changwu, T., “On the Legends of Yao, Shun, and Yu and the Origins of Chinese Civilization”, Chinese Studies in Philosophy, vol. XIX, nº 3, 1988, pp. 21-68
- Chantal, Z., Mythes et croyances du monde chinois primitif, edit. Payot, París, 1989.
- Delay, N., Japón. La tradición de la belleza, edit. BSA, Barcelona, 2000

- De Palma, D., Jâtaka. Veintitrés nacimientos del Buddha Gotama, Miraguano edic., Madrid, 1998

- Duane, O.B., / Hutchinson, N., Chinese myths and legends, edit. Brokchampton Press, Londres, 1999
- Duch, Ll., Mito, interpretación y cultura. Aproximación a la logomítica, edit. Herder, Barcelona, 1998
- Dumézil, G., El destino del guerrero, editorial siglo XXI, México, 1971
-
- Eliade, M., Mito y Realidad, edit. Labor, Bogotá, 1996.
- Eliade, M., El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición, edit. Alianza / Emecé, Barcelona, 1989
- Frilley, G., India Sagrada, ed. Abraxas, Barcelona, 1998

- Gadamer, H.-G., Mito y Razón, Paidós Studio, Barcelona, 1997
- García-Ormaechea, C., India inmortal, edit. Hist. 16, Madrid, 1988

- Gavin, F., El Hinduismo, edit. Cambridge Univ. Press, Madrid, 1998

- Hua, Z., Relación de las cosas del mundo, ( trad, Yao Ning / Gabriel García-Noblejas ), edit. Trotta, Madrid, 2001
- Jensen, A.E., Mito y culto entre los pueblos primitivos, edit. F.C.E., México, 1975.
- Jesi, F., Literatura y mito, Barral edit., Madrid, 1972.
- Knott, Kim, Introducción al Hinduismo, Acento edit., Madrid, 1999

- Kolakowski, L., La presencia del mito, ed. Círculo Universidad, Madrid, 1994

- Kondo, A.Y., Japón. Evolución histórica de un pueblo (hasta 1650), ed. Nerea, Hondarribia, 1999

- Lavelle, P., El pensamiento japonés, Acento edit., Madrid, 1998

- Lenoir, F., El budismo en occidente, edit. Seix Barral, Barcelona, 2000

- Levi, J., “Le mythe de l’age d’or et les théories de l’evolution en Chine ancienne », L’Homme, 1977, XVII, I, pp. 73-103
- Liu Li, “Who were the ancestors ? The origins of Chinese ancestral cult and racial myths”, Antiquity, 73, nº 281, 1999, pp. 602-613
- Liu Sanders, T.T., Dragones, dioses y espíritus de la mitología china, edit. Anaya, Madrid, 1985
- López Saco, J., “Mitos y héroes: su lenguaje y su realidad”, en Revista Quincunce, n° 6, enero del 2004, Univ. Católica Andrés Bello, pp. 8-12.
- López Saco, J., “La mitología tradicional en la literatura china antigua”, Quincunce, n° 8, Mayo de 2004, pp. 31-36
- López Saco, J., “Dao: unidad, vacío, totalidad. ¿Una visión generadora y orgánica del Cosmos?”, Lógoi, nº 7, 2004, pp. 215-228.
- López Saco, J., “El carácter histórico-cultural del mito: aproximaciones teóricas”, Rev. Pasado y Presente, nº 17. vol. 9, enero-julio 2004, pp. 77-89.
- López Saco, J., “La poesía épica en la literatura hindú: Mahabharata y Ramayana”, en Quincunce, nº 10, 2004, pp. 15-18.

- López Saco, J. “Culturalidad china y budismo: ¿ conciliación o sentimiento de superioridad cultural ?”, Tierra Firme, nº 86, año 22, vol.XXII, 2004, pp. 181-189.

- López Saco, J., El triunfo de la cultura budista en China: budización frente a sinización. Historia de un proceso expansivo y de consolidación hasta época Tang, Colección Académica, UCV, Caracas, 2004

- López Saco, J., “El periplo del budismo en China: un proceso de transformación, aculturación y sinización”, Iter Humanitas nº 4, UCAB, 2005, pp. 9-53

- López Saco, J., “La historia y el pensamiento oriental en India y China en su particular visión: inconvenientes y desafíos en el marco de la investigación y la docencia. Reflexiones en honor al P. Carmelo Elorduy S.J.”, en Religión e Investigación Social. Libro Homenaje a Angelina Pollak Eltz, Memorias de las IV Jornadas de Historia y Religión, pp. 83-96, UCAB, 2005

- López Saco, J., “Origen y significado de la Ruta de la Seda en la antigüedad”, en Altagracia, nº 2, 2006, pp. 116-123.

- López Saco, J., “Simbolismo y significado de la arquitectura budista y su influencia en China”, Baciyelmo, nº 1, 2007, pp. 83-99.
- López Saco, J., La leyenda del Iluminado. Aproximación mítico-simbólica al Buda, edit. Comala.com, Caracas, 2007
- López Saco, J., “Memoria de un demiurgo chino: Yu, entre la re-creación mítica y el ordenamiento político”, en San Ginés, P. (edit.), LA INVESTIGACIÓN SOBRE ASIA PACÍFICO EN ESPAÑA, edic. Universidad de Granada, capítulo 42, pp. 677-685, 2007, Granada, España.

- López Saco, J., “Antiguos mitos chinos: héroes-dioses creadores y civilizadores”, Revista de Arqueología, nº 318, 2007, (España), pp. 46-55.

- López Saco, J., (2007) “Imagen del mundo en la China antigua”, Revista de Arqueología, nº 320, 2007, (España), pp. 46-55.

- Mackenzie, D.A., China y Japón. Mitos y Leyendas, M.E., Editores, Madrid, 1995
- Maillard, Ch., La sabiduría como estética. China: confucianismo, taoísmo y budismo, ed. Akal, Madrid, 2000

- Maspero, H., El Taoísmo y las religiones chinas, ed. Trotta, Madrid, 2000
- Mardones, J-M., El retorno del mito. La racionalidad mito-simbólica, ed. Síntesis, Madrid, 2000.
- Ning, Y., / García-Noblejas, G. (trad.), Libro de los Montes y los Mares (Shanhai Jing). Cosmografía y Mitología de la China Antigua, Miraguano edic., Madrid, 2000
- Peinado, V.M., Mitología japonesa, Avalancha edit., Madrid, 2005
-
- Piggot, S., Arqueología de la India prehistórica hasta el año 1000 a.C., F.C.E., México, 1966

- Rank, O., El mito del nacimiento del héroe, Paidós-Studio, Barcelona, 1991

- Suzuki, D.T., El zen y la cultura japonesa, RBA edit., Barcelona, 2002

- Taddei, M., India antigua, Mars Ivars, Valencia, 1983

- Thapar, R., Historia de la India, I, F.C.E., México, 2001

- Wang, A., Cosmology and Political Culture in Early China, Cambridge Univ. Press, Nueva York, 2000
- Werner, E.T.C., Cuentos e Historias de la Antigua China, M.E. Editores, Madrid, 1997
- Whitfield, S., La vida en la Ruta de la Seda, edit. Paidós-Orígenes, Barcelona, 2000

- Wilhelm, R., Cuentos chinos, I, edit. Paidós-Orientalia, Barcelona, 1997
- Wilkins, W.J., Mitología Hindú, col Olimpo, Edicomunicación, Barcelona, 1998
- Zhang, S.N., Five Heavenly Emperors. Chinese Myths of Creation, Tundra Books, Hong Kong, 2002
- Zimmer, H., Filosofías de la India, Edeba, Buenos Aires, 1979
-
- Zimmer, H., Mitos y símbolos de la India, ed. Siruela, Madrid, 1997

3 de octubre de 2008

Arqueología de la Ruta de la Seda I


La primera imagen muestra las ruinas de la ciudad de Termez (sur de Uzbekistán), importante centro budista cuyo florecimiento se produjo entre los siglos I y II de nuestra era. La segunda ilustración corresponde a un importante ejemplo de la arquitectura de la región de Gandhara. Se trata del sitio budista de Butkara, Swat, en el norte del actual Pakistán.
Prof. Julio López Saco

Programa Seminario Educación UCAB 2008-2009

UCAB
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE EDUCACIÓN




HISTORIA ANTIGUA DE ASIA.
REFERENTES CULTURALES DE INDIA, CHINA Y JAPÓN


Prof. Dr. Julio López Saco



SEMINARIO




OBJETIVOS


Establecer, comprender y analizar los componentes socio-históricos y culturales de la antigüedad india, del arcaísmo chino, y de la prehistoria e historia más antigua de Japón, ofreciendo las visiones hermenéuticas subyacentes en textos e imágenes, estableciendo aquellas analogías significativas y diferencias contrastadas, en especial en relación a otras grandes civilizaciones de la antigüedad, en especial, Egipto y las culturas de Mesopotamia.


ÍNDICE TEMÁTICO


- Civilización del Indo: arqueología e historia
- Las penetraciones de poblaciones “arias”: la sociedad brahmánica
- Los reinos del norte de India y el nacimiento del budismo
- La Ruta de la Seda: de Oriente a Occidente
- Los orígenes de China: geografía, arqueología y mitología
- Neolítico y Edad del Bronce en China: dinastías Xia, Shang y Zhou
- El primer imperio chino. Qin y la gran dinastía Han
- El nacimiento de Japón: culturas Jomon y Yayoi
- La conformación imperial: Yamato


METODOLOGÍA


Esencialmente el seminario pretende activar la participación analítica y comprensiva del alumnado desde diversos ángulos: el análisis textual y el visionado y comentario comprensivo de obras de arte, ilustraciones y variados modelos iconográficos. A esto se añadirán algunas explicaciones ex cátedra, en especial aquellas referidas a los contextos geo-históricos y cronológicos reseñados, así como ejercicios de relación entre diferentes soportes narrativos y visuales, en los que se buscará mostrar la presencia viva de modelos y arquetipos culturales presentes en los diversos repertorios.


HERRAMIENTAS BÁSICAS


- Material visual
- Textos
- Video-documentales y películas
- Repertorios iconográficos en santuarios, templos en gruta, museos
- Fuentes y bibliografía esencial


EVALUACIÓN


Serán aspectos evaluativos los siguientes: 1. comentario de textos; (20%) 2. análisis de diapositivas y otros materiales audiovisuales; (30%) 3. asistencia al seminario (15%) y, finalmente, 4. un registro escrito final (35%) sobre un aspecto temático a determinar por el profesor, si bien encuadrado en el marco temático establecido en el curso.


FUENTES


Los Vedas, Upanisads, Puranas, Bhagavad Gita, Ramayana, Mahabharata, Canon Pali budista; repertorios iconográficos (Ajanta, Ellora, Dunhuang), Memorias Históricas (Shiji), Shanhai jing o Libro de los Montes y los Mares, Shujing o Libro de los Documentos, Huainanzi, Maestro de Huainan, Liezi, Wenzi, Tian Wen o Cuestiones celestiales, Kojiki, Nihonji, tumbas Kofun.


BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

- Agud, Ana, (1995), Pensamiento y cultura en la Antigua India, editorial Akal, Madrid.
- Anesaki, M., Mitología japonesa, col. Olimpo, edicomunicación, Barcelona, 1996
- Ayala, R.R., Mitología China, edit. Edicomunicación, Barcelona, 1999
- Binjie, Ch., Relatos Mitológicos de la Antigua China, edit. Miraguano, Madrid, 1992.
- Boisselier, J., La sabiduría de Buda, editorial Temas Clave, Barcelona, 1998
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- Delay, N., Japón. La tradición de la belleza, edit. BSA, Barcelona, 2000
- De Palma, D., Jâtaka. Veintitrés nacimientos del Buddha Gotama, Miraguano edic., Madrid, 1998
- Dumézil, G., El destino del guerrero, editorial siglo XXI, México, 1971
- Frilley, G., India Sagrada, ed. Abraxas, Barcelona, 1998
- García-Ormaechea, C., India inmortal, edit. Hist. 16, Madrid, 1988
- Gavin, F., El Hinduismo, edit. Cambridge Univ. Press, Madrid, 1998
- Knott, Kim, Introducción al Hinduismo, Acento edit., Madrid, 1999
- Kolakowski, L., La presencia del mito, ed. Círculo Universidad, Madrid, 1994
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- López Saco, J., “La mitología tradicional en la literatura china antigua”, Quincunce, n° 8, Mayo de 2004, pp. 31-36
- López Saco, J., “Dao: unidad, vacío, totalidad. ¿Una visión generadora y orgánica del Cosmos?”, Lógoi, nº 7, 2004, pp. 215-228.
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- López Saco, J., “La poesía épica en la literatura hindú: Mahabharata y Ramayana”, en Quincunce, nº 10, 2004, pp. 15-18.
- López Saco, J. “Culturalidad china y budismo: ¿conciliación o sentimiento de superioridad cultural?”, Tierra Firme, nº 86, año 22, vol.XXII, 2004, pp. 181-189.
- López Saco, J., El triunfo de la cultura budista en China: budización frente a sinización. Historia de un proceso expansivo y de consolidación hasta época Tang, Colección Académica, UCV, Caracas, 2004
- López Saco, J., “El periplo del budismo en China: un proceso de transformación, aculturación y sinización”, Iter Humanitas nº 4, UCAB, 2005, pp. 9-53
- López Saco, J., “La historia y el pensamiento oriental en India y China en su particular visión: inconvenientes y desafíos en el marco de la investigación y la docencia. Reflexiones en honor al P. Carmelo Elorduy S.J.”, en Religión e Investigación Social. Libro Homenaje a Angelina Pollak Eltz, Memorias de las IV Jornadas de Historia y Religión, pp. 83-96, UCAB, 2005
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- López Saco, J., “Simbolismo y significado de la arquitectura budista y su influencia en China”, Baciyelmo, nº 1, 2007, pp. 83-99.
- López Saco, J., La leyenda del Iluminado. Aproximación mítico-simbólica al Buda, edit. Comala.com, Caracas, 2007
- López Saco, J., “Memoria de un demiurgo chino: Yu, entre la re-creación mítica y el ordenamiento político”, en San Ginés, P. (edit.), LA INVESTIGACIÓN SOBRE ASIA PACÍFICO EN ESPAÑA, edic. Universidad de Granada, capítulo 42, pp. 677-685, 2007, Granada, España.
- López Saco, J., “Antiguos mitos chinos: héroes-dioses creadores y civilizadores”, Revista de Arqueología, nº 318, 2007, (España), pp. 46-55.
- López Saco, J., “Imagen del mundo en la China antigua”, Revista de Arqueología, nº 320, 2007, (España), pp. 46-55, 2007
- López Saco, J., “Dinastías Shang y Zhou: fundamento tradicional de la antigüedad china pre-imperial”, Revista de Arqueología nº 325, mayo del 2008, pp. 44-53
- Maillard, Ch., La sabiduría como estética. China: confucianismo, taoísmo y budismo, ed. Akal, Madrid, 2000
- Maspero, H., El Taoísmo y las religiones chinas, ed. Trotta, Madrid, 2000
- Muñoz Goulin, A., La Ruta de la Seda, Acento edit., Madrid, 1999
- Ning, Y., / García-Noblejas, G. (trad.), Libro de los Montes y los Mares (Shanhai Jing). Cosmografía y Mitología de la China Antigua, Miraguano edic., Madrid, 2000
- Peinado, V.M., Mitología japonesa, Avalancha edit., Madrid, 2005
- Piggot, S., Arqueología de la India prehistórica hasta el año 1000 a.C., F.C.E., México, 1966
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- Zimmer, H., Filosofías de la India, Edeba, Buenos Aires, 1979
- Zimmer, H., Mitos y símbolos de la India, ed. Siruela, Madrid, 1997

1 de octubre de 2008

Mapas antiguos de la Ruta de la Seda



La primera imagen, a la izquierda, muestra un mapa con una caravana de comerciantes de la obra Gerardum Mercatorem Tabulae Geographicae Cl. Ptoloemei Ad Menetem Autoris Restitutae & Emendate, datado a fines del siglo XVI. La segunda ilustración, a la derecha, también ilustra una caravana en la ruta de la seda. Corresponde al Atlas catalán de Cresques Abraham, fechado en el último cuarto del siglo XIV, hacia 1380.
Prof. Julio López Saco

Arqueología de Japón IV



Dos ejemplos de la cultura material kofun: brazalete y casco metálico de dicho período. Siglo IV de nuestra era.
Prof. Julio López Saco