23 de abril de 2015

La formación del estado japonés: la teoría de los jinetes a caballo desde Corea

El estado antiguo de la dinastía gobernante Ojin del siglo V en la corte Kawachi se identifica arqueológicamente en la construcción monumental de tumbas en forma de ojo de cerradura en la llanura de Osaka. Esas tumbas de principios del siglo V, del período Kofun Medio o Kofun III, se caracterizan por su gran tamaño, múltiples fosos, grandes depósitos de armas y herramientas agrícolas, a la par que decrece el número de espejos de bronce. El reemplazo de objetos rituales, como brazaletes y espejos de bronce, por armas y herramientas utilitarias, refleja un cambio de estatus y poder de la elite del siglo V. Otro cambio que acontece es el alcance de la organización territorial. Ahora se forma una extensa jerarquía territorial en la región de Kinai, y las pequeñas entidades políticas del período Kofun Antiguo (Kofun I y II) se integran en esta jerarquía territorial bajo el gobierno de la corte Kawachi. Estaríamos ante la primera organización política de escala regional, entidad referida como Yamato.
Se cree, de parte de algunos autores, que el Yamato del siglo V fue colonizado por gentes constructoras de montículos funerarios procedentes de la península de Corea. Se trata de la teoría de los jinetes de caballos[1]. Se fundamenta en las afinidades estilísticas de muchos avíos con los de los nómadas euroasiáticos y, particularmente, escitas. La presencia de materiales de este tipo en las tumbas japonesas significaría un cambio en la cultura del período Kofun, de una sociedad agrícola y pacífica, con gran simbolismo ritual, a otra sociedad militarista con una aristocracia poderosa. Este medianamente repentino cambio de carácter habría tenido lugar  en la segunda mitad del siglo IV, hacia 375, como resultado de la conquista de pueblos constructores de montículos desde la península coreana. Dicha conquista de habría producido en dos fases o etapas. La primera, una migración de clanes aristocráticos desde el sur de la península coreana hasta el norte de Kyushu, en la segunda mitad del siglo IV; la segunda, un avance de poblaciones de componente militar a través del Mar Interior, a fines del siglo IV, que conquistaría la región de Kinai y establecería el primer estado japonés allí a comienzos del siglo V. Las hazañas y hechos varios de algunos personajes descritos en el Kojiki y en el Nihon Shoki se vincularían a esta conquista, específicamente los emperadores Sujin, Jinmu y Ojin. El emperador Sujin, primero de la línea de reyes que residieron en el distrito Miwa de Nara, portaba como nombre japonés Mimaki. Si se acepta el valor semántico del carácter chino que significa ciudad amurallada, asignado al elemento fonético ki en Mimaki, mientras que Mima es un nombre de ugar, el nombre de Sujin se podría traducir como “el emperador que vive en el palacio o castillo de Mima”. Si se iguala Mima con el nombre Mimana, en la costa del sur de Corea, se aclararía la identidad coreana del emperador, que habría migrado desde Mimana hasta Kyushu, punto de partida de la legendaria expedición del primer emperador Jinmu a través del mar interior para conquistar Yamato.
Aparece registrado que los tres primeros gobernantes de la línea de Mimaki, Sujin, Suinin y Keiko, tuvieron sus respectivos palacios en Mizugaki, Tamaki (Tamagaki) e Hishiro, respectivamente, lugares históricamente conocidos en el sureste de la cuenca de Nara. Mientras el elemento Mima aparece una sola vez en conexión con la península de Corea, en Mimana, el nombre japonés para el área que los coreanos llamaron Kaya, aparece registrado varias veces en Japón: en el nombre del quinto emperador Kosho, en el nombre de la hija del noveno emperador Kaika, y en el de la biznieta del octavo emperador Koken. Otro caso se documenta en la nominación del hijo del segundo rey de la dinastía Ojin. Además, el elemento Mima es registrado en la crónica china Wei zhi para los oficiales que servían en la corte de la reina Himiko en Yamatai, como mimagushi y mimasho.
Algunos arqueólogos ven deficiencias en la teoría porque las evidencias de adornos para caballos en el registro arqueológico acontecen tardíamente. De hecho, no comienzan a aparecer en los ajuares funerarios hasta el final del siglo V, bastante tarde para haber sido la causa de la construcción monumental de tumbas a comienzos de esa centuria. Aun aceptando la posibilidad de que Mimaki haya migrado desde Mimana a Kyushu, no significa que haya sido en modo de conquista o que representase una sociedad militarista. La migración desde la península coreana a Kyushu y a Yamato podría estar ubicada en la última fase de la expansión Puyo, hacia 369. Para algunos autores, la conquista de Yamato habría venido de Kyushu, no del continente, en virtud de que los oponentes de Yamato serían una entidad política, Kuna (Kumaso en las crónicas japonesas) registrada en las crónicas chinas como opuesta a Yamatai. En todo caso, esos gobernantes kuna debieron ser de extracción sureña tungúsico-puyo. El ataque de Kuna al área Yamato, en una expedición hacia oriente, estaría representada por el mito de Jinmu.
Los elementos peninsulares coreanos en la sociedad Kofun Media y Tardía (Kofun III a VII), pueden fundamentarse a partir de las interacciones culturales más que por una conquista. El desarrollo del estado debe ser señalado en términos de un proceso cultural más que en términos de un singular evento. La entidad política de comienzos del siglo V se relaciona con una expansión cuantitativa y un ordenamiento jerárquico de unidades celulares de organización que ya estaban presentes durante el siglo anterior, siendo estimulada por un conflicto o una competencia con el área de Kyushu, cuya hostilidad revelan las crónicas.
Tres períodos podrían ser identificados como fundamentales en las transformaciones de la antigua sociedad japonesa que condujeron a la formación del estado: el desarrollo de una subcultura de elite y una sociedad estratificada en el siglo IV; la emergencia de una gran entidad política jerárquica y territorialmente organizada a comienzos del siglo V; y la formación de un sistema administrativo centralizado durante el siglo VI. Cada período correspondería con líneas separadas de gobernantes, las dinastías Sujin, Ojin y Keitai, respectivamente, las cuales habrían mantenido una corte en un específico lugar, la región Kinai en Seto Oriental.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas



[1] Esta teoría postula que las tumbas monumentales del siglo V en las llanuras de Osaka son la manifestación material de un estado de jinetes a caballo. Serían las tumbas de los “conquistadores”. Durante esa centuria, los mandatarios de la dinastía Ojin solicitaron a la corte china el título de “grandes generales que mantienen la paz en el Oriente comandando todos los asuntos militares con hachas de guerra en los países de Wa, Paekche, Silla, Chin-han, Imna y Mok-han.” Ello implicaría la superioridad militar de esta entidad política. Sin embargo, la misma no tendría una estructura administrativa coherente.

17 de abril de 2015

La cerámica pintada griega: la mitología en vasos del siglo VI a.C.




Imágenes, de arriba hacia abajo. Ánfora de figuras negras de Vulci, pintada por Exekias. Hacia 540-530 a.C., hoy en los Museos Vaticanos de Roma; crátera de cáliz de figuras rojas, hecha por Euristeo y pintada por Eufronio. Datada en torno a 510 a.C. Metropolitan Museum of Art, Nueva York e; hidria de Caere, con Heracles y Busiris, datada entre 520-510 a.C. Kunsthistorisches Museum, Viena.

La cerámica griega fue un medio de difusión de imágenes y de narraciones gráficas de gran impacto. En su mayoría, los distintos tipos procedían de los sepulcros, en donde eran ubicadas como ofrenda al difunto, y de los santuarios. Las vasijas se hacían para usos específicos, y por ello sus formas corresponden a las funciones que desempeñaban. Han existido múltiples formas, entre las que destacan la hidria, de tres asas, vasija para contener el agua, el kylix o copa, el skyfos y el kantharos (todos de dos asas), para guardar el vino que se bebía en los banquetes[1], la crátera para mezclar el vino con el agua, modo habitual de degustar el primero[2], el ánfora de doble asa, que al lado del stamnos y el peliké, servían de recipientes para el vino y otras sustancias[3], y el lekythos, recipiente estilizado para guardar perfumes, aceites y ungüentos[4]. Además de las formas principales hubo algunas que servían para ciertas ocasiones especiales. Es el caso del ánfora panatenaica, que se otorgaba como premio en los Juegos Panatenaicos, y siempre se decoraba con Atenea en un lado y la prueba (en competencia con Poseidón) en la que obtuvo el premio, en el otro; el loutrophoros, vasija alargada de cuello alto con boca acampanada que se empleaba para transportar el agua del baño nupcial desde la fuente de Kallirrhoe y se colocaba en las tumbas de los solteros; o el lebes gámico acampanado, una vasija nupcial que se daba a la novia como obsequio especial.
Los vasos pintados se apreciaban entre los griegos de las polis, pero Corinto y, sobre todo Atenas, que dominaba el mercado cerámico en el Mediterráneo, propiciaron su exportación a las colonias del Mediterráneo oriental y occidental (las islas del Egeo, el norte de África, Sicilia, ciertas regiones de la península Ibérica), y a ciertos asentamientos del Mar Negro. Tuvieron un especial éxito en la península itálica, entre los etruscos, que las incorporaron con profusión a sus sepulcros más fastuosos. Era el famoso barrio de los alfareros o ceramistas de Atenas (Cerámico), en donde se reunían verdaderos talleres, prácticamente fábricas, de estas vasijas, cuyos propietarios empleaban también a varios pintores especializados. La producción se destinaba a los mercados interiores y externos. En términos generales, el valor científico, histórico y estético de estas piezas es notable.
La decoración de las cerámicas consistía en dos elementos básicos: las escenas figuradas y los motivos ornamentales. Estos últimos, inicialmente esparcidos por toda la superficie de la pieza, se hicieron más sistemáticos y se relegaron a áreas concretas. Acentuaban las partes estructurales, como el cuello, las asas o la boca, decoraban los bordes o enmarcaban la escenografía figurativa. Los motivos básicos fueron el loto, el meandro, la palmeta, volutas, rayos y coronas de laurel.
Las imágenes de las vasijas pintadas, además de mostrar a dioses y héroes, y relatar historias del mundo mítico de la antigüedad griega, reflejaban la vida cotidiana helena antigua: los ambientes de la gente más adinerada, el trabajo de los artesanos, las escenas de guerreros despidiéndose de sus familias, las animadas bacanales, escenas sexuales homoeróticas, ceremonias matrimoniales, entierros, actores representando obras teatrales, los sacrificios rituales de animales, la ejercitación en los gimnasios, banquetes con hombres reclinados en lechos, mujeres en sus quehaceres domésticos, o los combates deportivos. Además, en esas imágenes se retratan con mucha fidelidad arcones, sillas, mesas, trípodes, prendas de vestir, lujosas y finamente decoradas, mobiliario doméstico variado y diversos objetos. En algunos vasos aparecen, incluso, reproducciones de esculturas de dioses e imitaciones de famosos cuadros, hoy perdidos. En esencia, los pintores pudieron traducir en imágenes, en numerosas ocasiones, episodios y citas literarias. En ciertos casos, se añadían inscripciones que nombraban personajes, situaciones o aludían a los pintores y ceramistas[5], un factor que contribuye notablemente al conocimiento de determinadas costumbres antiguas.
Se conocen varios artistas de las cerámicas áticas de figuras negras y rojas, entre los que destacan el Pintor de la Gorgona, caracterizado por sus rostros expresivos, Sófilo, Clitias (que aparece relacionado con el ceramista Ergótimos), cuyos temas son casi todos mitológicos, el Pintor 606 de la Acrópolis (Nearco, su contemporáneo, fue un destacado ceramista), el Pintor de Amasis, cuyas figuras poseen una especial gracia; el alfareros Nicóstenes; Exekias, a la vez pintor y alfarero, cuyas obras son ejemplos de pausada elegancia; el Pintor de Andócides, uno de los primeros en trabajar con la técnica de figuras rojas, de estilo vigoroso y atrevido; Eufronio, Eutímides; y el Pintor de Sosias, entre otros varios de relevancia no menor.
El sentido de la línea, el color, la composición, la tridimensionalidad y el escorzo, fueron cualidades técnicas que los pintores de vasos emplearon para dotar de volumen a las figuras, para resaltar el sentido de la forma y para correlacionar las partes ente sí y con el todo. Desde un punto de vista técnico, la mayoría de la cerámica pintada del siglo VI, esencialmente ateniense, se hacía en torno y se cocía en hornos cerámicos, aunque se conservó la técnica de la cerámica hecha a mano para las vasijas comunes de uso casero, sobre todo, jarras para el almacenamiento en las cocinas.
Entre los ejemplos que sobresalen se van a escoger tres altamente representativos. El primero de ellos es un ánfora de figuras negras que fue moldeada y pintada por Exekias, que procede de Vulci, en la Etruria, datada entre 540-530 a.C., y que hoy se encuentra ubicada en los Museos Vaticanos. En esta vasija se observa a Aquiles y Áyax, sentados uno enfrente del otro en dos taburetes. Entre ambos se ve una mesa con un tablero: están jugando a los dados. Aquiles, que lleva en su cabeza un casco dice cuatro y gana, mientras que Áyax, que dice tres, pierde.
La composición de la escena responde a un principio de simetría, pero ciertas pequeñas diferencias, como el que uno de los guerreros lleva casco y el otro no, las lanzas que se cruzan en el centro de la imagen lo hacen en planos diferentes, o la inclinación de cada jugador es levemente distinta, provocan que la simetría no sea rígida. Ambos escudos, apoyados en la pared, tienen la misma forma pero sus motivos son diferentes. Por una parte, la cabeza de un sileno sobre una pantera, en el de la izquierda, el de Aquiles, mientras que una Gorgona sobre una sierpe se observa en el de la derecha, el de Áyax. Ambos héroes portan sobre sus corazas lujosas ropas, adornadas con grecas, espirales, estrellas y cintas trenzadas. Los rizos y cinta de pelo sobre la cabeza de Áyax recuerdan los kouroi arcaicos confeccionados en mármol, que representaban una imagen aristocrática y un ideal de belleza externa así como de valores guerreros interiores. Tanto Áyax como Aquiles personifican, precisamente, esos valores.
El segundo ejemplo es una hidria caeretana (de Caere, actual Cerveteri[6]) de figuras negras, datada entre 520 y 510 a.C., que se halla resguardada en el Kunsthistorisches Museum de Viena. La leyenda cuenta que Heracles, el héroe griego por excelencia, fue aprisionado en el transcurso de un viaje a Egipto, e iba a ser sacrificado por orden del faraón Busiris, quien llevando a cabo este sacrificio humano, pretendía poner fin a una larga sequía que asolaba la región. Ya encima del altar de sacrificios, Heracles rompe sus ataduras y mata sin contemplaciones tanto a Busiris como a su hijo Anfidamas y a todo el séquito que lo acompañaba. Este es el tema que, de un modo narrativo drástico, se representa en la hidria.
En la panza anterior de la hidria se representa el furor del héroe griego sometido a los egipcios, mientras que en la cinta inferior se aprecia la caza de un jabalí. El hombro se cubre con una tupida corona de mirto, y el pie, boquilla y cuello se adornan con grecas y hojas de palma. Heracles, de un tamaño mucho mayor que el de los demás personajes, aparece desnudo sujetando con sus manos a dos egipcios, al tiempo que estrangula a otro par con su brazo y aplasta con el pie a dos egipcios más. Los egipcios se distinguen por el color negro y amarillo de su piel y por el perfil nada clásico, así como por su kalasiris, una vestidura local confeccionada en lino. Busiris se identifica por su corona real (con la serpiente ureus) y por la barba. Se encuentra ya en el suelo, atado y derrotado a los pies del altar.
Para los griegos Egipto no era un país desconocido, pues desde el siglo VII a.C. hubo mercenarios griegos que fundaron el asentamiento comercial de Naucratis en el delta del Nilo. En este contexto la narración del mito de Busiris adquiere un sentido nuevo, particular, pues se recurre a un prejuicio realmente ancestral, la xenofobia, pero ahora sufrida en carne propia por los egipcios. Así como Heracles aplasta, con toda la intención de hacerlo, a los egipcios, en muchas representaciones es el faraón el que aniquila, y humilla, a sus enemigos, pisándolos o agarrándolos por el cabello.
El tercer, y último ejemplo, corresponde a una crátera de cáliz de figuras rojas, datada en torno a 510 a.C., cuyo ceramista fue Eusiteo y su pintor Eufronio[7]. Hoy se ubica en las dependencias de The Metropolitan Museum of Art en Nueva York. Entre bandas ornamentales de hojas de palma en la parte superior y flores de loto, así como hojas de palma, en la inferior, se encuadra la escena figurativa del campo de batalla frente a Troya, en la que dos figuras, Hipnos y Thanatos, esto es personificaciones de Sueño y Muerte, hermanos alados, representados con toda su panoplia militar, trasladan por el aire el cadáver desnudo de Sarpedón, hijo de Zeus, a quien Patroclo había dado muerte en combate. Lo trasladan a su patria, Licia, poniéndolo de este modo, a salvo de la rapiña de buitres y otras alimañas.
En el centro, el dios Hermes, mensajero de las deidades y guía de las almas de los muertos, es reconocible por su pétasos o sombrero de viaje, su keríkeion, caduceo, y por sus particulares sandalias aladas. A la izquierda y a la derecha de la escena, dos guerreros troyanos, nombrados Leodamas e Hipólito, observan pero sin intervenir. El muy voluminoso cuerpo de Sarpedón domina con amplitud la representación. La sangre mana abundantemente de sus heridas, aunque su rostro no se ve desfigurado, ni por el combate ni por la muerte recientemente acaecida. De nuevo, hay una clara similitud con los peinados de los kouroi arcaicos. Finalmente, se podría decir que el dibujo, el detalle anatómico y las reducciones perspectivistas son aspectos reveladores de la maestría del pintor Eufronio.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y Doctorado en Ciencias Sociales, UCV
Escuela de Letras, UCAB


[1] Con estas piezas se sacaba el vino de las cráteras, que eran de mayor tamaño.
[2] La crátera tenían cuatro variantes, en función de sus cuerpos y de la forma de las asas: crátera de columnas, de volutas, acampanada y de cáliz.
[3] El oinocoe de una sola asa fue, sin lugar a dudas, la jarra de vino por antonomasia.
[4] El aríbalo y el alabastrón eran, no obstante, los recipientes por excelencia para ungüentos y aceites que se usaban en la palestra y en el hogar.
[5] Algunas inscripciones daban el nombre de las figuras representadas, habitualmente en nominativo o genitivo; otras describen el tema o la acción de una determinada figura. En algunos casos, señalan lo que una persona dice, o se dirigen frases a los que contemplan la vasija; en muchas ocasiones aparece también el epíteto bello o bella para catalogar a un joven o una muchacha. En otros casos, letras juntas sin significado pudieron usarse como efecto decorativo; en los pies de las vasijas pueden aparecer letras, señales, números o monogramas, que refieren notas de transacción entre el comprador y el vendedor. Además de la presencia de nombres famosos, que fueron execrados a través del ostracismo, como Temístocles, las inscripciones más relevantes son las referidas a las “firmas” de los artistas, ceramistas y pintores.
[6] Al frente de los talleres de esta localidad se encontraban griegos orientales que habían llegado a la península itálica desde Jonia para fabricar artículos destinados al consumo local autóctono.
[7] Eufronio, no obstante, acabó dedicándose, de modo exclusivo, a la alfarería, dejando de firmar como pintor. No se debe olvidar que el kerameus o alfarero gozó en tiempos arcaicos y clásicos de una consideración social mayor que la del pintor de vasos.

13 de abril de 2015

El gnosticismo y sus fuentes

Comienzo del Evangelio de Tomás en el Códice II de Nag Hammadi.

Gnosticismo es un término aplicable de modo conjunto a una gran cantidad de doctrinas sectarias que aparecieron en el marco del cristianismo antiguo y también a su alrededor inmediato, pagano. Se trata de una palabra derivada de gnósis, el vocablo que en griego designa el conocimiento. Estaríamos hablando del conocimiento como medio para obtener la salvación,  o como forma salvadora, además de que este conocimiento se pueda hallar en la doctrina. Ireneo utilizó el término gnosis para referirse a todas las agrupaciones sectarias que compartían ese énfasis y ciertas características particulares. Se puede hablar de escuelas, de sectas y de cultos gnósticos, así como de escritos y enseñanzas gnósticos, o también de mitos y especulaciones gnósticos. Más controvertido es ya la referencia a una religión gnóstica.
Los Padres de la Iglesia consideraron el gnosticismo, básicamente, como una herejía cristiana. Más allá de la visión tradicional existió un gnosticismo judío precristiano y también pagano helenístico. En ciertos casos, incluso, en virtud de ciertos criterios, además del conocimiento, como pueden ser el espíritu dualista y anti cósmico, doctrinas como la religión de Mani se podrían catalogar también como gnósticas.
Entre las numerosas fuentes del gnosticismo, se suelen distinguir aquellas fuentes primarias o directas de otras secundarias o indirectas. La mayoría de las primariasempezaron a ser consideradas ya a partir del siglo XIX, aunque se han visto constantemente enriquecidas desde esa época gracias a los hallazgos arqueológicos. De extrema valía para el conocimiento del gnosticismo allende la órbita cristiana se encuentran los libros sagrados de los mandeos, una secta con muy pocos adeptos, pero que ha logrado sobrevivir en la zona del bajo Éufrates, en el actual Irak. Esta secta, anticristiana y antijudía, incluye, sin embargo, entre sus profetas a Juan Bautista figura que, en este caso, sustituye y se opone a Cristo. Conforman los mandeos el único ejemplo de existencia continuada de la religión gnóstica hasta la actualidad. El nombre de la secta, de hecho, deriva del arameo manda, que significa precisamente conocimiento, de manera que mandeos vendría a ser, literalmente, gnósticos. Sus libros sagrados, escritos en arameo, están relacionados con el Talmud. Estos libros contienen tratados mitológicos y doctrinales, además de enseñanzas rituales y morales, una liturgia y colecciones de himnos y salmos.
Otro conjunto de fuentes en constante crecimiento es el conformado por los escritos cristianos copto-gnósticos, mayormente de la escuela valentiniana. El copto fue la lengua vernácula egipcia del último período del  helenismo, que combinaba el antiguo egipcio con el griego. El empleo de este lenguaje popular como mecanismo literario es señal inequívoca del surgimiento de una religión de masas, popular, enfrentada a la cultura secular griega de aquellos impregnados en el helenismo. Los escritos coptos gnósticos principales fueron, inicialmente, Pístis Sophía y los Libros de Jehú. Hacia 1945, no obstante, se produjo el hallazgo de Nag Hammadi, en el Alto Egipto, que arrojó una entera biblioteca de una comunidad gnóstica. La biblioteca contiene escritos de lo que se ha denominado la fase clásica de la literatura gnóstica, entre los que destaca el Evangelio de la Verdad, de cuya existencia tenemos constancia por el propio Ireneo. Entre los fragmentos gnósticos de uno de los códices coptos del más antiguo descubrimiento, hoy en un museo en Berlín, destaca por su relevancia el Apócrifo de Juan, una obra ya usada por Ireneo en su informe sobre este sistema del siglo II.
Así mismo, la biblioteca de los papiros maniqueos, descubierta en Egipto en 1930, está escrita en lenguaje copto. Entre estos códices, que se remontan al siglo IV, se halla Kephalaia, es decir, Capítulos,  un Libro de Salmos de la primera comunidad maniquea, y también parte de una colección de Homilías de la primera generación después de Mani. Al margen de los Manuscritos del Mar Muerto, este hallazgo es de superior relevancia para el estudio de la historia de la religión. Al igual que el corpus mandeo, el corpus maniqueo-copto contiene material doctrinal y también poético.
Otro grupo de fuentes originales de la religión maniquea, en su forma oriental, lo constituyen los Fragmentos de Turfan, escritos en persa y en turco, hallados en excavaciones realizadas en Turfan, en el actual Turquestán chino, a principios del siglo XX. A estos fragmentos se añaden dos textos chinos en Turquestán, un rollo que contiene un himno, y un tratado conocido por el nombre de su descubridor y editor, Paul Pelliot. Estos documentos dan fe cierta del florecimiento de una religión gnóstica en Asia central.
Muy significativo es también el corpus de los textos griegos atribuidos a Hermes Trismegisto, denominado habitualmente Poimandres, por su primer capítulo. El corpus es el remanente de una literatura helenística egipcia de la revelación llamada hermética por la identificación sincrética del dios egipcio Tot con el Hermes griego. El espíritu gnóstico está presente en la literatura alquímica y en algunos de los papiros mágicos griegos y coptos. Finalmente, hay un  material gnóstico en algunos de los Apócrifos del Nuevo Testamento, como los Hechos de Tomás y las Odas de Salomón, sobre todo en forma de poemas[1].
En relación a las fuentes secundarias o indirectas, habría que empezar señalando que la lucha contra el gnosticismo, considerado un peligro para la verdadera fe, ocupó parte de la literatura de los inicios del cristianismo. Los escritos dedicados a su refutación constituyen, por la discusión que plantean y por los sumarios sobre las enseñanzas gnósticas, además de por las citas extraídas de los escritos gnósticos, la fuente secundaria de información más relevante. De este grupo, de deben mencionar los polémicos trabajos de los Padres, de Orígenes, Ireneo, Epifanio e Hipólito, en griego, así como de Tertuliano en lengua latina. Otro Padre, Clemente de Alejandría, dejó entre sus escritos una colección de excerpta de los escritos de Teodoto, miembro de la escuela gnóstica valentiniana, que representa su rama oriental, específicamente anatolia. De su rama itálica, Epifanio preservó un documento literario completo, la Carta a Flora de Ptolomeo. Deben también contarse los informes de Hipólito sobre los naasenos y sobre el Libro de Baruc. En su conjunto, estas fuentes patrísticas facilitan información relevante sobre un buen número de sectas, todas ellas nominalmente cristianas. Otra contribución del conjunto pagano es el tratado de Plotino, filósofo neoplatónico, titulado Contra los Gnósticos. Dicho tratado está dirigido contra las enseñanzas de una secta gnóstica cristiana en particular, secta no identificable por los estudiosos.
A partir del siglo III, los escritores anti heréticos se comprometieron con la refutación del maniqueísmo. Dichos escritores no consideraron, sin embargo, esta nueva religión como parte de la herejía gnóstica. De la enorme literatura cristiana, deben nombrarse Acta Archelai, los trabajos de Tito de Bostra, en griego, los de san Agustín, en latín, y aquellos de Teodoro bar Konai, en siríaco. A ellos se suma un autor pagano de formación filosófica, el egipcio Alejandro de Licópolis. Algunas de las religiones mistéricas de la antigüedad  tardía pertenecen también al círculo gnóstico, ya que crean alegorías de sus rituales y de sus mitos de culto originales con un espíritu análogo al gnóstico. Es el caso de los misterios de Isis, de Mitra y Atis. Las fuentes de información en lo tocante a estas religiones son escritos de autores contemporáneos griegos y latinos, sobre todo paganos. Hay, así mismo, algunas  informaciones veladas dispersas por la literatura rabínica. Pero en este caso, se optó por el silencio, considerado el método más efectivo para combatir la herejía.
Finalmente,  y a pesar de su tardía aparición, la rama de la literatura islámica que aborda las distintas religiones contiene relatos reveladores, en especial sobre la religión maniquea, aunque también sobre oscuras sectas gnósticas cuyos escritos habían sobrevivido hasta el período islámico.

Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia-Doctorado en Historia, UCV


[1] Las fuentes originales, correspondientes a las fuentes directas, son el griego, el copto, el arameo, el persa, el turco y el chino. Todas las fuentes secundarias, por su parte, aparecen expresadas en griego, latín, hebreo, siríaco y árabe.

8 de abril de 2015

El Neandertal: una presencia escondida

Los neandertales conformaron una especie de humanos que fueron contemporáneos del hombre moderno durante una parte de nuestra prehistoria. En ciertos aspectos se parecían más que nosotros a los especímenes de Homo sapiens arcaicos, salvo el pronunciado arco supraciliar. Parece ser que surgieron de una raíz arcaica hace entre cien y doscientos mil años, no en África sino en Europa y en Próximo Oriente. Los fósiles que proceden de estas regiones indican una transición gradual de Homo sapiens arcaicos a neandertales. Los primeros fósiles seguros de neandertal encontrados datan de hace  130000 años, justo antes del inicio de la última glaciación.
La especie siguió viviendo en los territorios de la actual Europa durante casi todo el periodo glacial y se extinguió hace unos treinta mil años. Durante toda su existencia los neandertales fueron contemporáneos de humanos anatómicamente modernos que habían emigrado desde África hacia Europa. Es probable que los responsables de su extinción fueron estos últimos sapiens, bien porque directamente acabaron con ellos o, más probablemente, porque compitieron con ellos y salieron, digamos tecnológicamente, victoriosos.
Entre las adaptaciones a su muy gélido entorno habría que citar la presencia de un cuerpo bajo y fornido, extremidades cortas y grandes narices. Seguramente se abrigaban con pieles de animales. Ya tenían el cerebro tan grande como el de los humanos actuales, o incluso mayor. Algunos indicios parecen demostrar que enterraban a sus muertos, sea por motivos higiénicos o como expresión espiritual. No se sabe si manejaban un lenguaje hablado, aunque ciertos hallazgos arqueológicos parecen dar a entender que neandertales y  sapiens pudieron haber intercambiado conocimientos de índole tecnológica, pero tal vez más por imitación, no mediante un lenguaje hablado.
No se puede obviar que ambas especies, Homo sapiens y Neandertal, coincidieron en Europa durante un período de tiempo relativamente dilatado y, sin duda, se tuvieron que producir contactos. Las mitocondrias neandertales (el ADN mitocondrial solamente es heredado por vía materna) son evidentemente distintas de las de todos los seres humanos modernos, un hecho que indica que los neandertales no están más emparentados con los europeos de hoy que con ningún otro pueblo moderno. El testimonio genético indica que los cruces fructíferos entre neandertales y sapiens fueron raros, y por tal motivo se suele afirmar que se extinguieron sin dejar descendientes.
Sin embargo, un elemento que hay que tomar en cuenta es que si un solo macho neandertal se hubiese introducido en un círculo reproductor sapiens, le habría otorgado bastantes posibilidades de convertirse en un antepasado común de los europeos actuales. Esta salvedad sería, irónicamente cierta, aun cuando los europeos no poseyeran un solo gen neandertal.  Dicho de otro modo, aunque muy  escasos de nuestros genes, o ninguno, procedan de los neandertales, es posible que ciertas personas tengan en su haber muchos antepasados de esta especie.
La evolución está determinada por el flujo génico. En consecuencia, no deberíamos centrarnos en examinarla en términos de linajes de individuos. La descendencia evolutiva se refiere a antepasados-genes, no a antepasados-individuo o persona. Los cambios en el registro fósil también son un reflejo de linajes genéticos, no sólo de linajes genealógicos. En tal sentido, los fósiles señalan que la anatomía de los sapiens se extendió por el resto del planeta a través de las migraciones del tipo ahora llamado “salida reciente de África[1]”. Sin embargo, en parte también descendemos de homínidos no africanos y puede que hasta de Homo erectus.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV




[1] Habría habido no dos, sino tres grandes migraciones desde África. Además del éxodo llamado salida antigua de África (la primera gran aventura, la de Homo erectus o ergaster) de hace unos 1,7 millones de años, que todos aceptan y del que hay pruebas en su mayoría de tipo fósil, y de la más reciente migración que postula la teoría salida reciente de África, habría existido un tercer gran éxodo de África hacia Asia hace entre 800000 y 420000 años. Esta emigración sería una especie de salida intermedia de África. La emigración salida reciente de África (coincidente con la teoría Unirregional) se ve corroborada por pruebas mitocondriales y del cromosoma Y. Otras señas genéticas revelan una significativa emigración de regreso a África desde Asia hace unos 50000 años. Poco después, el ADN mitocondrial y varios genes menores ponen de relieve otras migraciones: de Europa meridional a Europa septentrional, del sur de Asia hasta Asia septentrional, a través del Pacífico y a Australia. Según indican el ADN mitocondrial y las pruebas arqueológicas, unas poblaciones humanas procedentes del noreste de Asia colonizarían América  a través del puente terrestre de Bering.

2 de abril de 2015

Olduvai: hogar de los ancestros de la humanidad



Imágenes: arriba, cráneo de Zinjanthropus; abajo, el cráneo de Homo hábilis de Olduvai.

Olduvai, sitio del sisal salvaje en lengua masai, se ubica en la llanura del Serengueti, en la zona noroeste de Tanzania. El origen de tan peculiar lugar se debe a un curso de agua que fue excavando un lecho sobre sedimentos muy erosionables, en su mayoría de origen fluvial, volcánico o lacustre. La garganta de Olduvai salió a la luz por primera vez en 1911, cuando fue descubierta por un entomólogo alemán de nombra Kattwinkel, en una época en que Tanzania era una colonia de Alemania. Dos años después se organizó, con apoyo del Kaiser alemán, una expedición científica que fue organizada y comandada por un geólogo de la Universidad de Berlín, de nombre Hans Reck. Desde ese momento, se llevarán a cabo cuatro expediciones más al lugar. No obstante, la Primera Guerra Mundial provocó la suspensión de las campañas. Al finalizar el conflicto, además, Tanzania se convierte en un territorio bajo mandato británico.
En 1931, de nuevo Hans Reck, pero ahora acompañado por Louis Leakey, hijo de un misionero inglés, y que en aquella época era un estudiante británico de Cambridge, dirige una nueva campaña en Olduvai. Leakey, acompañado por en aquel momento su esposa Mary Nicol, trabajarán de nuevo en el yacimiento en varias campañas, en 1941, 1953, 1955, 1957 y 1959. En esta última es cuando Mary Nicol hallará un cráneo bien conservado, al que únicamente le faltaba el maxilar inferior, al que denominaron Zinjanthropus boisei, en honor de Charles Boise, quien financió la expedición de la pareja.
El cráneo, conocido popularmente como Zinj o Nutcraker, esto es, “cascador de nueces”, fue estudiado por el paleoantropólogo Philip Tobias, de la Universidad de Witwatersrand, quien lo ubicó en un rango sub específico llamándolo Australopithecus boisei. La datación, en base al sistema potasio-argón, atribuyó al depósito en el que apareció el fósil (Bed I), una antigüedad de 1.75 millones de años.
Unos años después, en 1960 y 1963, ahora con el apoyo financiero de la National Geographic Society americana, se llevaron a cabo excavaciones sistemáticas en Olduvai, tanto en los niveles inferiores, catalogados como Bed I y II, como en los superiores, nombrados Bed III, IV y Masek Beds, así como trabajos geológicos y estratigráficos minuciosos, que incluyeron un programa de datación absoluta. Desde ese momento, Olduvai se convirtió en un yacimiento capital, presentando un muy relevante registro arqueológico, propiciando la denominación de una industria lítica denominada Olduvaiense, encuadrada en el Paleolítico Inferior[1], afirmando la consolidación de una especie del género Australopithecus[2] (al que corresponde Zinjanthropus), así como la primera especie representante del género Homo (hábilis).
En mayo de 1960 se produjo otro sorprendente hallazgo de los Leakey, en este caso, dos parietales, una mandíbula prácticamente completa, y un conjunto determinado de huesos del pie y las manos. Estos fósiles aparecieron asociados con útiles de piedra y con restos de fauna. Presentaban estos restos evidencias de una capacidad cerebral relativamente grande (mayor que Zinjanthropus), con huesos del cráneo mucho menos gruesos y una dentición bastante más similar a la humana moderna. Las características anatómicas más claramente humanas que fueron observadas y anotadas por Leakey, Napier y Tobias en este homínido, les llevaron a incluirlo en el género Homo, creando así la especie hábilis, obviando, de algún modo, que estos restos habían aparecido en una posición estratigráfica similar a la del Zinjanthropus. Puede ser que este último fuese un invasor del hábitat de hábilis o, incluso, su víctima, si bien es muy discutible esta presunción de Leakey.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. Caracas



[1] Los artefactos líticos del Olduvaiense son choppers, discoides, raederas, buriles, esferoides y poliedros, principalmente. El yacimiento más antiguo se reconoce como DK (Douglas Korongo), en Bed I. A finales de Bed II aparece el Olduvaiense evolucionado, con tres facies, en el que predominan los esferoides y algunos raspadores; más tarde, se documenta un Achelense, con bifaces y hendedores. Esta fase se interestratifica con el Olduvaiense evolucionado. Su predominio se constata en Bed III, IV y Masek Beds.
[2] El género Australopiteco fue creado por el profesor australiano de anatomía en la Universidad de Witwatersrand, en Johanesburgo, Raymond Dart en 1925, a partir del hallazgo de un molde endocraneal y un maxilar inferior de un joven de unos seis años de edad, al que se bautizó como Niño de Taung. El descubrimiento se publicó en la revista británica Nature ese mismo año.