3 de abril de 2023

Historia del diluvio en la mitología griega. Motivo y características (II)

 

Imagen: un grabado de Virgil Solis para ilustrar la obra de Ovidio Metamorfosis (1530-1562).

En los mitos del diluvio de la antigua Grecia las montañas desempeñan un rol capital. Así, con ayuda del arca, Deucalión y Pirra alcanzan el Parnaso. Un elemento esencial del motivo de la salvación radica en la memorización del acontecimiento así como en el establecimiento de un nuevo ordenamiento que principia por la relación con la esfera de las deidades. Deucalión es el encargado de volver a instaurar el vínculo divino a través del sacrificio que dedica en honor de la divinidad que propicia la gran inundación aunque ahora en una advocación plenamente favorable: Zeus phýxios, al que se le sacrificará el carnero dorado que salvó a Frixo, aunque Arriano señala que en una versión argiva del diluvio se honra a Zeus aphésios.

El sacrificio ofrecido por Deucalión responde a la gratitud, si bien la intención última es restituir la conexión divina y su plena eficacia estableciendo, por lo tanto, una reciprocidad. Zeus ofrece su respuesta por medio de Hermes colmando el deseo humano de compañía, recreando así la raza humana. La soledad de la pareja espera y desea, en palabras de Higino o de Nigidio Fígulo, una compañía. La generación de humanos a partir de piedras aparece reflejada en Hesíodo, aunque es con Píndaro cuando se asocia con el relato del diluvio. Se podría estar aquí simbolizando la dureza de su origen con aquella de las piedras En tal sentido, es probable que esta antropogonía fuese un relato independiente en origen. De hecho, en los paralelos del Próximo Oriente precede la creación de los hombres a la devastación, aunque en todo caso, la inundación marca un punto de inflexión en la condición de ser humano en relación a su fecundidad, mortalidad y longevidad. Algunos análogos en lo tocante a la generación humana permiten pensar en el tema de la autoctonía. Así, es el caso del accionar en Tebas por parte de Cadmo con los dientes del dragón que previamente mató, o el de la generación de los mirmidones desde las hormigas, concesión de Zeus a Éaco. La humanidad que nace de una acción distinta de la pareja primordial sobreviviente implica un concepto genérico de la condición humana.

Luciano, en el siglo II, establece que la aventura de Deucalión señale el inicio de la historia heroica; es decir, la época en la que deidades y mortales se encuentran en la tierra, además de ubicar al margen de Grecia el escenario de la historia diluviana, un extrañamiento que conlleva una triple variación. Por un lado, el carácter universal tanto de la hecatombe diluviana como de la destrucción de la humanidad, excepción hecha de la pareja heroica que sobrevive; por otro, una moralización de la decisión divina con la contrapartida de la degeneración de los seres humanos; y finalmente, la presencia de animales. Por medio de los dos primeros elementos se establece una relación con los ortodoxos relatos del diluvio en el seno de la cultura occidental, tanto el que aparece contenido en el Génesis bíblico, como el que es referido en las Metamorfosis de Ovidio. Con Luciano se consolida una versión distinta a la de Apolodoro. Hay un intento de armonización de la versión de Luciano con las arcaicas historias diluvianas, en especial la versión sumeria, que el mundo greco-helenístico conoce por medio de las Babyloniaká de Beroso, quien presentaba una historia de la monarquía de Babilonia seccionada debido a la devastación de la inundación.

En esta versión del diluvio por parte de Luciano lo más novedoso es el motivo de la salvación. Deucalión sacrifica a las divinidades para luego erigir un templo en el sitio en el que se abrió una enorme sima salvífica (las aguas diluvianas se recogen en ella y regresan al abismo). Tal acción provoca la memoria del evento a partir del acontecimiento traumático, por la cual se debe recordar siempre tanto el peligro como la salvación última.

El origen de las historias grecorromanas de la inundación diluviana se encuentra en la muy abigarrada mitología próximo-oriental, si bien el modo en que se desplazaron las historias y cómo fueron los contactos que facilitaron sus transmisión y su asimilación a un nuevo ámbito cultural, no resultan fáciles de establecer. Hay dos obras literarias acadias que incorporan versiones del motivo del diluvio. Una de ellas es el Atrahasis (recibe su denominación por el nombre del héroe del diluvio), composición de la época paleo babilónica (entre 1900 y 1600 a.e.c.) que ha llegado hasta nosotros en varias versiones; una de ellas en babilonio antiguo, clásica, cuyo documento más antiguo está firmado por el copista Kasap-Aya, quien dice que labora en el reinado de Ammi-saduqa (1646-1626 a.e.c.), y la otra del final del período asirio que proviene de la célebre biblioteca de Nínive.

El poema abarca la historia mítica desde que el mundo es partido entre las grandes deidades hasta los tiempos postdiluvianos. Cuenta, básicamente, el modo cómo la raza humana fue generada, adaptándose a las necesidades divinas. Los seres humanos fueron creados para llevar a cabo aquellas labores que las deidades menores se habían negado a realizar. El fenómeno diluviano será un cuarto intento, después de una sequía, una hambruna y una pestilencia. Un intento que, como los demás, también fracasa debido al apego de una de las divinidades a las criaturas humanas. La cuestión genésica será básica en el relato babilónico, en tanto que se oficializa un definitivo reajuste en el régimen de reproducción, ya que desde ahora, los humanos serán mortales, disfrutarán de una vida más breve y, además, sufrirán la decrepitud por medio de una implacable vejez.

La otra obra, el Poema de Gilgamés, es una composición que ha llegado hasta hoy en varias versiones. La mejor conservada es la denominada estándar (ninivita, en doce tablillas), fechada en el período babilonio medio. Otras versiones son más antiguas, y algunas más son tardías. En la versión estándar, la historia del diluvio es una narración en segundo término, relatada por un personaje interno de nombre Utnapishtin, hacia el que Gilgamés se dirige con la intención de obtener la inmortalidad.

El diluvio en Grecia, en su forma de mito, no existía ni en Hesíodo ni tampoco en Homero. Tal motivo desplegado en mito solamente acontece, como ya se mencionó, a principios del siglo V a.e.c., apareciendo en la comedia y en la poesía de elogio. Algunos autores, especialmente Jan Assmann, han señalado la pertinencia de un proto mito diluviano. En la generalidad, el motivo diluviano presenta un proceso de corrección y mejora de la creación, una suerte de rectificación necesaria por culpa de un elemento discordante y algo forzado, el ser humano frente a las expectativas de su divinos creadores. En tal sentido, la acción humana en la creación introduce un desequilibrio que provoca que la divinidad deba subsanarlo. La final salvación humana y su ulterior pacto con las deidades no deja de resultar sorprendente. El proto mito se confirmaría en diversas modalidades. En Egipto, por ejemplo, por medio de la separación de tierra y cielo; en las culturas del Próximo Oriente por mediación de una catástrofe, principalmente un diluvio devastador.

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Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, Abril, 2023


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