16 de abril de 2024

Literatura mítico-religiosa e histórica etrusca


Imagen: sarcófago de la tumba de los Vipinana, de la necrópolis del Carcarello, hallado en 1839.

No se puede discutir que hubo una dependencia mitológica de Etruria en relación a Grecia, tal y como testimonian la onomástica y las imágenes de deidades y héroes helénicos figurados en numerosos sarcófagos, espejos de bronce, pinturas y demás objetos del arte etrusco.

Uno de los más notables ejemplos al respecto de lo arriba mencionado es el espejo de bronce, datado en el siglo IV a.e.c., de Preneste, y actualmente en el British Museum. En su reverso aparece la escena del nacimiento de Menrva que, en la forma de Palas Atenea con alas, surge de la cabeza de Tinia, divinidad primordial de Etruria. En el nacimiento colaboran unas damas aladas Ethausva y Thanr, que actúan de comadronas.

Un buen número de los nombres mitológicos griegos se escribieron en formas etruscas. Se pueden mencionar unos pocos ejemplos conocidos, de entre otros varios. Así, Acble (Aquiles), Aplu (Apolo), Chalchas (Calcante), Charun (Caronte), Hercle (Hércules), Thevrumines (Minotauro), Menrva (Minerva), Patruele (Patroclo), Turms (Mercurio) o Utusthe (Odiseo-Ulises).

No se sabe si los etruscos comprendieron los mitos griegos o en su desconocimiento acabaron por banalizarlos un tanto. Del mismo modo se ignora cuántos mitos de creación etrusca subyacen bajo las escenas de tipología griega en su tratamiento, que se muestran en el arte etrusco; unos mitos que debieron contar con el soporte de una literatura concreta, en la actualidad desaparecida, aunque su rastro puede seguirse en varios héroes, cuyos nombres no se corresponden con precisión con los de la mitología griega. Entre tales héroes se deben recordar Achvizr, figurado, en ocasiones, como un personaje masculino y otras femenino, componente de la corte de Turan; los sátiros Sime, Aulunthe, Puanea y Chelpun; Chaluchasu, identificado con el mítico Talos; Clesclan, vástago de la diosa Sol; el joven o la joven Leinth; la novia Malavisá, representada en los espejos y agente de un mito asociado con una boda; Munthuch, figura enigmática representada en escenas mitológicas de aseo personal; el joven Pulthisph; Thalna, una mujer que suele aparecer en escenas de parto; Tuchulcha, demonio de la muerte; Zipna, figura femenina del círculo de Turan; Nathum, quizá la versión etrusca de una de las Furias; o i/sil, el dios Sol.

Una personalidad singular, presente en leyendas específicas etruscas, la tuvieron la ninfa Vegoia o Begoe, autora reconocida de textos religiosos; Tages, un niño profético surgido de un surco de la tierra, y Tarchun (Tarconte), el legendario fundador de la ciudad de Tarquinia, imaginado sobre un espejo como un arúspice. De otras figuras menores, solamente representadas un par de veces en los espejos, casi no se sabe nada, como son Zinthrepus, Arle, Ucernei, Chais y Rathlth.

Muy probablemente, de mucha mayor relevancia fueron los textos religiosos mayores, revelados a los etruscos por el niño divino Tages y por la ninfa Vegoia-Begoe. Transmitidos inicialmente de forma oral de generación en generación posteriormente serían fijados por escrito en lengua latina, ya en el siglo I a.e.c. El conjunto de los libros sagrados, que no se pueden considerar textos literarios en sí mismos, constituyó la Etrusca disciplina, dividida en tres grupos o series de textos: los Libri haruspicini (atribuidos a Tages), que enseñaban reglas para el examen de las entrañas de los animales sacrificados ritualmente, sobre todo el hígado; los Libri fulgurales (relacionados con Vegoia), relativos a la interpretación, el rechazo e invocación de rayos y relámpagos; y los Libri rituales, un conjunto de contenido diverso.

En el primer siglo a.e.c.,diversas personas de origen etrusco, como Tarquicio Prisco, un amigo de Cicerón llamado Aulus Caecina, Julio Aquila o Nigidio Figulo, divulgaron y publicaron en latín el contenido de esos libros, generando, en la forma de una gran vulgata, una amplia base de información científica y religiosa, que sería recogida y empleada en unas pocas obras de autores como Censorino, Séneca, Varrón, Cicerón, Plinio el Viejo, Macrobio, Festo, Servio o Marciano Capella.

Muchos especialistas del mundo antiguo están convencidos de que hubo una literatura histórica etrusca, en función de un conjunto de referencias que sobre las historiae tuscae efectuaron historiadores latinos y griegos. Varrón aludió a ellas al hacerse eco de la duración de los diez saecula etruscos (el primer saeculum iniciaría en 969 a.e.c.)1 así como al referirse a los prodigios y señales que anunciaron el fin de la civilización etrusca. Lo propio hizo el emperador Claudio, quien escribió, a partir de auctores Tusci, una historia llamada Tyrrheniká sobre el pueblo etrusco.

De los textos históricos etruscos de distintas épocas nada ha sobrevivido excepto un breve pasaje de Aulus Caecina sobre la conquista de la Etruria padana por Tarcón, el héroe de la ciudad de Tarquinia. El material historiográfico debió ser aprovechado por escritores griegos y latinos que quisieron referir temas etruscos. Lo que han escrito autores clásicos como Tito Livio, Plinio el Viejo, Servio, el comentarista de Virgilio, Dionisio de Halicarnaso, Estrabón o Marco Verrio Flaco, se deduce la plausible existencia de historias etruscas. No obstante, casi nada se puede decir acerca del tipo o el enfoque de esa literatura histórica. Los especialistas creen que se recogería en forma de anales y de res gestae para significar las historias locales o bien genealógicas y biográficas referentes a las grandes familias aristocráticas. En las grandes narraciones se enmacarían en un contexto religioso, asociado directamenre a la Etrusca disciplina.

La célebre Disciplina debió de estar vinculada a la Historia puesto que era a la vez cosmogonía, en el sentido de historia del mundo; profecía; esto es, adivinación de la historia futura de las poblaciones, Individuos y ciudades y, acción sobre la Historia, como posibilidad de determinarla por mediación de rituales expiatorios y plegarias. La Historia fue concebida por los etruscos como una duración específica, los saecula, marcada por un final. La duración acompañaría a la adivinación, encargada de desentrañar las señales divinas y los portentos que señalaban el fin de los saecula.

Al margen de las referencias de carácter fabuloso, es decir, las fabulae Etruscae que cita Plinio el Viejo, conectadas con las historias de fundación, de las alusiones a aspectos locales de las ciudades, orientadas en la vetus fama Etruriae, así como de las pugnas interurbanas o contra una Roma enemiga, la historia sirvió como mecanismo para detallar diversos elementos biográficos de algunos relevantes personajes, caso de los hermanos Vibenna, Mastama o Porsenna, o como medio de sintetizar en elogia las acciones de personajes de renombre, que se inscribieron en las lastras de mármol honoríficas, las tumbas y los sarcófagos. Así, se puede citar el elogium de Laris Pulenas, inscrito en el volumen que exhibe en sus manos, o el de los tres miembros de la familia Spurinna, los cuales, redactados seguramente por Vestricius Spurinna en honor de sus antepasados, se expusieron al lado del Ara della Regina, el templo de Tarquinia, en el siglo I.

Escritos en lengua latina, recordaban hechos de los siglos IV y III a.e.c. lo cual evidencia la existencia de archivos familiares entre ciertas familias etruscas, un factor constatado por Tito Livio (VIII, 38-40). Aunque el elogium del primer miembro se ha perdido, los elogia de los otros dos miembros, Velthur Spurinna y su hijo Aule Spurinna, se han conservado hasta hoy en día, si bien incompletos. El elogium de Velthur, ubicado en el Museo Nacional de Tarquinia, menciona su cargo de pretor, desempeñado un par de veces, advirtiendo un significativo acontecimiento: el haber sido el primero de los etruscos en atravesar el mar al mando de unas tropas, una alusión a la ayuda prestada a los atenienses en la campaña de Siracusa en 414-413 a.e.c. Por su parte, el segundo, el de Aule, recuerda que había depuesto a Orgolnio Velthume, el soberano de Caere, además de haber sofocado una sublevación de siervos en Arezzo, haber capturado a los latinos varias ciudadelas del Lacio y haber mantenido contactos con los faliscos.

Algunos textos más tardíos recuerdan elogia de otros personajes etruscos, en particular aquellos relativos a Tarquinia. Se puede mencionar el del Fragmento Borman 1869, ya perdido, en donde se alude a un anónimo personaje que intervino durante tres décadas tanto en la política como en las enseñanzas religiosas; esto es, de la Etrusca disciplina. Existen, asimismo, epígrafes de personajes que, en varios períodos de la historia romana, desempeñaron el cargo honorífico de praetor Etruriae XV populorum, o de los que integraron el Ordo haruspicum LX, un evidente testimonio del arraigo en Roma de las tradiciones etruscas.

De una forma o de otra, la visión histórica de los etruscos siempre estuvo asociada a un determinismo divino, en concreto si se apunta hacia al tope de los arriba mencionados diez saecula en que los etruscos habían calculado el tiempo de su duración como población y nación.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, abril, 2024.

1 El saeculum II y el saeculum III etrusco comenzarían en 800 y 707 a.e.c., respectivamente. Justo un siglo después de esta última fecha iniciaría el IV saeculum etrusco. El V saeculum etrusco comienza en 507, mientras que el inicio del VI es en 384 a.e.c. El VII saeculum etrusco comienza en 265. En 146 a.e.c. inicia el VIII saeculum y en el 90 el IX. El vidente etrusco Vulcantius será el encargado de proclamar el fin del siglo IX etrusco en 44 a.e.c., coincidiendo con el asesinato de Julio César, con lo que comenzaría ese mismo año el X y último, que dura hasta, aproximadamente, el 31 a.e.c.

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