En el mundo romano el
correlato del sátiro fue el fauno y los
silvanos. En sus orígenes, Fauno pudo haber sido un arcaico dios romano,
de carácter benéfico y protector de los rebaños y los pastores. Este hecho pudo
haber facilitado, bajo la influencia griega, su identificación con el arcadio
pan. La personalidad divina de Fauno, aun sin perderse, subsistió multiplicándose, pues los fauni serán, en época clásica, genios
campestres y selváticos, haciéndose equivalentes de los sátiros
helénicos. Su imagen, por su lascivia y sensualidad, quedó asumida muy
pronto a la del diabólico pueblo de los íncubos y fue rápidamente demonizado en
los primeros años del cristianismo. La imagen antropomorfa con
cuernos y patas de cabra se convertiría en una de las representaciones
iconográficas propias de los pequeños diablos que acompañaban de manera
recurrente a Satán.
Los silvanos eran
divinidades asociadas a las tierras incultas que rodeaban los campos sembrados.
Cada labradío poseía tres silvanos, uno doméstico, otro para los pastores y un
tercero para el límite. Estos númenes eran propiciados cuando los hombres se
adentraban más allá de los terrenos cultivados, fuera para pastorear, buscar
leña, roturar o sembrar nuevas tierras. Con el tiempo, Silvano se convirtió en
una serie de demonios de los bosques.
Para los romanos hubo
una relación vinculante entre una edad dorada y la presencia del hombre
salvaje, pues muchos de los que vivieron esa época poseían varias de las
peculiaridades de las deidades silvestres. Eran personajes sin civilización ni
reglas, se desplazaban desnudos, vivían como fieras y eran muy peludos. En ciertos
autores (Juvenal, Ovidio, Virgilio), se puede observar una tenue, pero clara,
admiración por esta suerte de primitivismo. Sus hombres salvajes, no obstante,
aunque estrechamente vinculados con la naturaleza, eran vegetarianos y no
caníbales (como los cíclopes, por ejemplo). Los romanos imaginaron los hombres
agrestes y las figuras míticas monstruosas en áreas alejadas de su centro
civilizado, ordenado y jerarquizado; es decir, en India o en Etiopía, por
ejemplo, pero fueron conscientes de su presencia en el seno mismo de la plebe,
bajo formas cultuales de mucha popularidad, como los rituales báquicos.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB
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