El control y el aprovechamiento de
los estados de conciencia alterada son la base del fenómeno que se conoce como
chamanismo. Las experiencias de los chamanes son alucinaciones, y no simples
visiones, que afectan, en grados profundos, a los sentidos. Estos estados
profundos incluyen el trance, mundo en el que los chamanes penetran. Los
estados de trance pueden ser provocados por diversos factores (además de
ciertas condiciones patológicas), sobre todo por el consumo de drogas
psicotrópicas, la privación sensorial, el aislamiento social muy prolongado,
danzas desenfrenadas, intensos dolores, sonidos rítmicos constantes e
insistentes y cánticos. Hay varios estados del trance. En el primero se
observan formas geométricas (zigzags, puntos, líneas y curvas paralelas,
meandros), que pueden tener colores vivos que se “mueven”. Algunas sociedades
chamánicas les atribuyen u significado (los puntos brillantes pueden ser la Vía
Láctea, ciertas líneas curvas el arco iris. En el segundo estado se intentan
racionalizar las percepciones geométricas, transformándolas, dentro de sus
ilusiones, en objetos plenos de significado emocional, religioso (el zigzag,
por ejemplo, podría ser el movimiento ondulante de una serpiente).
El tercer estadio se alcanza a
través de un túnel, al final del cual hay una fuerte luz. En los laterales de
ese túnel se configura una malla en las que el chamán observa las verdaderas
alucinaciones en forma de animales, personas y toda suerte de elementos. Al
salir del túnel espera un extraño mundo
en el que seres monstruosos y humanos son de una realidad intensa. Las
representaciones se pueden proyectar, como las del primer estado, en las superficies que rodean
a los chamanes cuando abren los ojos. Además, las superficies se “animan”,
cambia la dimensionalidad, las cosas pueden transformarse en algo vivo. En esta
última fase el chamán siente que puede volar, y se transforma en ave o en otra
serie de animales. Los significados que puedan atribuirse a las imágenes de
cualquiera de los tres estadios del trance van a estar condicionadas por la
cultura. Así, un inuit, por ejemplo, verá un oso polar o una foca.
Los chamanes acceden a un estado
alterado de conciencia con la finalidad de lograr curaciones, encontrarse con
espíritus animales, modificar el tiempo, predecir el futuro o controlar,
mágicamente, a los animales reales por un medio sobrenatural. Todas sus
experiencias y actividades tienen lugar en el seno de un cosmos, de un universo
propio. La iniciación chamánica principal es la que se denomina búsqueda de
visiones, en lugares aislados y en condiciones extremas, lo que incluye la
consumición de alucinógenos sacados de plantas con propiedades psicotrópicas.
El chamán establece una relación con un espíritu-animal o incluso con una
planta y absorbe su poder sobrenatural[1].
Los estados profundos de la
conciencia alterada pueden interpretarse como una posesión por espíritus o como
una pérdida del alma. Las sociedades agrícolas más sofisticadas suelen creer
que el éxtasis del trance es provocado por un espíritu externo, bien sea
malévolo o benéfico, que penetra en la persona, apoderándose de ella. En las
sociedades de cazadores-recolectores, al contrario, piensan que los efectos y
las alucinaciones del último estado del trance son el resultado de la salida o
pérdida del alma; es decir, el espíritu del chamán abandona temporalmente su
cuerpo, volando o desplazándose bajo tierra hasta mundos habitados por
monstruos y espíritus de toda clase[2].
El “vuelo” puede darse también en sociedades agrarias.
El Universo chamánico suele
estructurarse en tres estratos básicos o niveles, el mundo superior, el
inferior y el de la vida cotidiana[3].
Los dos primeros están habitados por los espíritus y animales-espíritu. Cada mundo
del cosmos chamánico está separado de los demás, y cada uno tiene una
localización topográfica propia, pero están interconectados. No hay una
distinción tajante y radical entre lo sobrenatural y lo real. Al explorar el
cosmos también se revisan los universos espirituales. Los chamanes funcionan
dentro del cosmos estratificado que ellos mismos “crean”. En tal sentido, son
mediadores pues visitan los distintos mundos. El poste en el centro de la Danza
del Sol de las culturas de las llanuras americanas representa los niveles del
universo. Un águila en la cúspide del poste simboliza el cielo, mientras que un
cráneo de bisonte sobre el tronco o en la base del mismo encarna el mundo
humano y de los animales. Las ofrendas sobre el suelo, al pie del poste,
representan entonces el mundo inferior. Entre los inuit el espíritu del mundo
superior (Silapinua) habita en los cielos, mientras que el espíritu del mundo
inferior vive en el fondo del mar (Sedna).
En general, la conducta del chamán
es expresión de la representación de un rol que está culturalmente definido y
socialmente organizado. Las creencias chamánicas, asociadas a ritos, mitos y
símbolos propios, no constituyen, sin embargo, una religión ni un sistema
doctrinal, si bien en diversas partes del mundo y entre culturas de diferentes
características las tradiciones chamánicas asocian la realidad y la experiencia
humana de maneras análogas. Dicha globalidad posibilita considerar que acciones
y conceptos chamánicos hayan podido tener un origen muy arcaico, quizá
remontable al Paleolítico.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV Caracas- UG Granada
Bibliografía referencial
-Clottes, J. & Lewis-Williams,
D., Los chamanes de la prehistoria,
edit. Ariel Prehistoria, Barcelona, 2001
-Eliade, M., El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, edit. F.C.E.,
México, D.F., 1976
-Halifax, J., Shamanism: the Wounded Healer, edic. Crossroad, Nueva York, 1982
-Harner, M.-J. (Edit.), Hallucinogens and Shamanism, Oxford
University Press, Oxford, 1973
-Hultkranz, A., Native Religions of North America: the Power
of Visions and Fertility, edic. Harper & Row, San Francisco, 1987
-Siegel, R.K. & West, L.J.
(Edits.), Hallucinations Behaviour,
Experience and Theory, edit. Wiley-Blackwell, Nueva York, 1975
-Smith, N.W., An Analysis of Ice Age Art its Psychology and Belief System, edic.
Peter Lang, Nueva York, 1992
-Vazeilles, D., Les Chamanes, maitres de l’univers,
edic. Le Cerf, París, 1991
-Vitebsky, P., El chamán, edit. Debate, Barcelona, 1996
[1] La noción de un poder
sobrenatural no visible puede tener su origen en las sensaciones físicas que se
experimentan durante el trance, como temblores o picores. Podría concebirse
como una especie de fuerza vital.
[2] Se suele asimilar el viaje a
distintas aves. Los buriatos de Siberia dicen que el águila es el prototipo del
chamán; los san de Sudáfrica creían que los chamanes podían controlar las
golondrinas y convertirse en ellas. La sensación de elevación se expresa
también en historias de ascenso a los cielos por escaleras, árboles o postes.
El viaje bajo tierra puede adquirir la forma de inmersión en el mar. El
descenso puede ser, en esencia, parte de la iniciación chamánica.
[3] No siempre son tres los niveles.
En algunas sociedades el número de niveles corresponde a la complejidad de la
estructura social, como el caso de los zuñi.
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