13 de abril de 2021

Arcaicas contribuciones a la cultura japonesa: Jômon


Imágenes: arriba, figura Dogu Jômon, datada entre 1000 y 400 a.e.c., conservada en el Musée Guimet de París; abajo, grupo de edificaciones reconstruidas en el yacimiento Jômon de Sannai Maruyama.

La cultura Jômon, datada entre 13000 y 2800 a.e.c., es una arcaica cultura de Japón (nombre que parece provenir del término malayo jepang, que escucharían mercaderes portugueses en el siglo XVI y lo trasladarían a Europa), que suele dividirse en distintas etapas (Inicial, Temprana, Media, Tardía y Final). Esta cultura Jômon y sus portadores pudieron contribuir a la conformación de la idiosincrasia cultural esencial del pueblo japonés, palpable en la actualidad a pesar de las decisivas influencias externas posteriores, sobre todo de China. De la misma sobresale su legado en la formación de la tradición más rebuscada de la estética japonesa. Con Jômon se sentaron las bases poblacionales y varios elementos clave de la cultura popular, sobre todo lo relativo a las creencias mágico-religiosas.

En cualquier caso, como no fue una cultura monolítica, en función de una pluralidad en sus orígenes, recibió influencias externas a lo largo de su desenvolvimiento, hecho reflejado en la formación de diversas áreas culturales. En tal sentido, en la etapa de transición a la época Yayoi, se distinguían dos regiones divididas en el centro de Honshü, la del suroeste y la del noreste. Si bien son dudosas las razones que motivaron esta división geocultural, la línea divisoria coincide con la establecida por la dialectología y los análisis del folclore, las creencias y las tradiciones populares, así como de la estructura social (tipo de familia y de comunidades).

Uno de los referentes esenciales de la cultura se encuentra en el sitio arqueológico de Sannaimaruyama, un asentamiento humano de la época Jômon Temprana (hacia 3500 a.e.c.), que perduró hasta el final de la fase Jômon Media. En su período de esplendor el lugar alcanzó una población de medio millar de habitantes. El poblado mostraba una planificación, pues había un área habitacional con chozas semi subterráneas, una zona con edificaciones para procesar alimentos y almacenarlos (graneros), además de un par de áreas de inhumaciones bien diferenciadas en relación a la ocupación de las personas en el seno de la comunidad. Además, se distingue un espacio en donde se ubica una casona de casi treinta metros de largo, al margen de una zona para el depósito de los escombros, en donde la tierra con cerámicas de desecho, huesos, cáscaras, restos de alimento vegetal y conchas son claramente visibles.

El descubrimiento de una notable cantidad de figurillas en barro, muchas femeninas y con forma de cruz, al lado de entierros con presencia de diversos artículos funerarios, caso de vasijas o joyas de jade, constata la existencia de una práctica mágico-religiosa. Por otra parte, se sabe que los habitantes de Sannaimaruyama intercambiaban productos con los de otras regiones más lejanas, tal y como se infiere de la presencia de jade de Itoigawa o de alquitrán de Akita.

La cultura Yayoi, con la introducción del cultivo del arroz, es crucial en la configuración de la cultura y lengua japonesas. No obstante, aunque la ritualidad agrícola asociada con el cultivo del arroz es esencial en la cultura popular, en un buen número de las regiones del país, el empleo ritual de tubérculos, mijo, el castaño u otros cereales relacionados con la práctica agrícola arcaica Jômon, remarca la persistencia paralela de la tradición agrícola previa a la época Yayoi, por lo tanto Jômon. Por otro lado, la llegada de la cultura Yayoi nunca tuvo presencia en la septentrional isla de Hokkaido, en donde la cultura Jômon siguió su específico desarrollo sobre el fundamento de una economía de recolección, caza y pesca, si bien con el complemento de la agricultura, para configurar la cultura Satsumon, considerada uno de los precedentes de la célebre cultura Ainu.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP-UFM, abril, 2021.

 

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