Imágenes, de arriba
hacia abajo: el dios Mitra, el rey Ardashir II (Artajerjes) en el centro y el
dios Ahura Mazda a la derecha, que le entrega el poder. Siglo IV; Figura en
terracota de un sogdiano, datada en el siglo VIII, con velo de capucha. Puede
ser un sacerdote zoroastriano oficiando un ritual en un templo del fuego. Museo
de Arte Oriental del Turín y; moneda de plata de Yazdegerd II, con presencia de
un altar del fuego y dos presuntos sacerdotes o ayudantes.
La
política religiosa persa aqueménida fue esencialmente tolerante. Este notable hecho
contrasta con la práctica habitual, y mucho más tradicional en el Próximo y
Medio Oriente, que era la de perseguir o desterrar la divinidad tutelar del
pueblo vencido en combate, aislándola de su lugar de origen y residencia
habitual.
La
religión aqueménida se suele vincular a un individuo llamado Zoroastro. Lo poco
que se sabe de este personaje procede de los gathas del Yasna, uno de
los libros del Avesta. La situación
político-social del mundo de Zoroastro estaba impregnada de valores guerreros,
reflejando una distribución espacial fragmentaria que nada tenía que ver con la
sociedad homogénea aqueménida y su estricto régimen monárquico. Por tal motivo
quizá la presencia de Zoroastro haya que retrotraerla al tránsito entre el II y
I Milenio a.e.c., lo que explicaría el escaso carácter mazdeísta de la dinastía
fundadora de los persas. La formación del zoroastrismo se puede encuadrar, de
modo genérico, entre 1600 y 1200 a.e.c., en la región del noroeste de Irán. Se
trata de una de las primeras religiones henoteístas conocidas.
La
religión irania parece haberse desarrollado, de modo genérico, en tres fases. En
principio, una fase que supone un sistema politeísta, que sería la religión de
los nómadas indoeuropeos; en segundo término, una etapa de renovación,
propuesta por Zoroastro, para adecuarse a las nuevas estructuras sociales y
económicas, y que supone ya un monoteísmo ético dualista, abiertamente opuesto
al politeísmo previo; finalmente, un período de parcial recuperación del
politeísmo a través de procesos sincréticos, elaborados teoréticamente por el
clero (los sacerdotes avésticos y los magos medos), por necesidades de la
política imperial. En el sistema religioso aqueménida Ahura Mazda no será el
dios único, sino el más grande, un hecho que favorecía la política de
integración de los territorios conquistados a través de un aparato ideológico.
Los reyes persas se asimilarán a esta deidad, considerándose sus representantes
en la esfera terrenal, lo cual les facilitaría la posibilidad de justificar el
sometimiento de la población.
La
religión en Irán antes de la reforma de Zaratustra-Zoroastro presentaba rasgos
análogos a los de la India védica, como el sacrificio de animales, aquellos
dedicados a la entidad divina llamada Geush Urvan, y el empleo de la bebida
ritual haoma (soma védico). Los seres divinos pertenecían a dos clases, los ahuras o señores y los daivas o dioses. Se trataba de una
religión que correspondía a la aristocracia guerrera. Con la reforma de
Zaratustra (Zoroastro), se rechazaron los sacrificios sangrientos y se propuso
un cambio en el panteón, que pretendía ser monoteísta y dualista al mismo
tiempo.
Entre
las fuentes del zoroastrismo, puestas por escrito entre los siglos IV y VI, se
destacan el mencionado Avesta y los
escritos en pahlavi o persa medio,
redactados tardíamente (durante el siglo IX), entre los que deben señalarse el Zand, una interpretación del Avesta, el Bundahishn o génesis zoroastriano, el Denkard y el libro Namag,
entre otros.
Con
el zoroastrismo asistimos a una revolución puritana de las costumbres. El
recurso a la idea del libre albedrío no supera, sin embargo, una contradicción
lógica, pues Ahura Mazda, señor supremo, creador de los contrastes, tiene dos
hijos gemelos, Spenta Mainyu (Espíritu Benefactor) y Angra Mainyu (Espíritu
Negador), que deben escoger entre la verdad asha
y la mentira druj, pero ambas
consisten, a la vez, en pensamientos, acciones y palabras malas o buenas. Tal
dualismo ético tiene aspectos cosmológicos, teológicos y antropológicos.
Ahora
los ahuras son dioses que optan por asha,
y los daivas demonios que eligen la
mentira. Los intermediarios entre el espíritu benefactor y los seres humanos
son los Anesha Spentas, Inmortales Benéficos, en realidad un conjunto de
virtudes (pensamiento, verdad, devoción, plenitud, entre otros varios), propias
de Ahura Mazda, pero también atributos de los mortales que se acogen al orden
de la verdad.
Los
sacerdotes avésticos orientales, y más tarde los sacerdotes occidentales,
conocidos como magos, llevaron a cabo síntesis de los aspectos tradicionales.
Recuperaron antiguos dioses y transformaron otros, como Indra, en demonios;
además, aparecen otras divinidades mazdeas que son reinterpretaciones de la
diosa indo-irania conocida como Sarasvati y de Mitra. En el panteón mazdeo
Mitra preside, al lado de Sraosha y Rashnu, el juicio de las almas tras la
muerte. Otras divinidades relevantes son ahora Verethragna, deidad de las
victorias o Vayu, dios que preside el viento.
Como
características cruciales del zoroastrismo derivado del mazdeísmo podríamos
señalar las siguientes: la presencia del Faravahar,
símbolo del alma antes de nacer y después del fallecimiento; la preeminencia
del fuego como elemento sacro, lo cual redunda en el hecho de que la práctica
funeraria no haya sido la cremación; y la creencia en una resurrección además
de la existencia de un paraíso, en tanto que se espera un salvador, de nombre Saosyant al final de los tiempos, que
hará resucitar a todos los fallecidos. Las almas tendrán que cruzar un puente y
serán juzgadas tanto por sus actos como por sus palabras y hasta por sus
pensamientos. Una vez eliminado el mal, la salvación se universaliza.
Las
enseñanzas de Zoroastrismo, como religión monoteísta y dualista a la par, se
focalizaron en la naturaleza espiritual y moral del ser humano, así como en el
determinante encuentro entre el bien y el mal, destacando la libertad humana
para elegir moralmente entre uno u otro. Acabaría siendo sustituida por el Islam
a partir del siglo VIII.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP-UFM, agosto, 2021.
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