10 de mayo de 2023

Los mitos en la épica arcaica griega (cíclica) desaparecida (Parte I)



Imágenes, de arriba hacia abajo: ánfora ática de figuras negras, datada en 510 a.e.c., en la que se observa a Ayax llevando el cadáver de Aquiles, flanqueado por Hermes y Atenea, Museo del Louvre; y escultura en la que se ve a Tetis sumergiendo a su hijo Aquiles en la laguna Estigia, de Thomas Banks, 1790.

La extensa producción épica entre el siglo VIII y V a.e.c., es muy mal conocida. El estado actual de nuestro conocimiento sobre la misma se circunscribe a pocos y fragmentarios ejemplos. El material con el que se cuenta se reduce a unos pocos versos, algún resumen del argumento y otras breves referencias. Gracias a un minucioso y dilatado estudio iconográfico y filológico se ha podido recuperar algún contenido de la muy cuantiosa producción literaria arcaica. En relación el ciclo tebano, se puede referir la Tebaida, que recoge el enfrentamiento entre Polinices y Eteocles; Epígonos y Edipodia, al respecto de la generación de Edipo. En lo tocante al ciclo de Troya se deben mencionar la Etiópida, Saco de Troya y Pequeña Ilíada, que relatan los acontecimientos ocurridos desde el final de la Ilíada hasta la final caída de Troya; la Telegonía, nóstos que relata hechos que sucedieron con posterioridad a la Odisea; los Regresos o Nóstoi, que se centran en los viajes de vuelta de los héroes griegos a sus respectivas patrias después del fin de la ciudadela; y Ciprias, que alude a los hechos que preceden a los narrados en Ilíada.

En tales poemas se encontraba ya representada buena parte de la gran variedad de mitos posteriormente conocidos por medio de la tragedia, la comedia, la lírica y los mitógrafos. Otros géneros se nutrieron en ellos. Así, por ejemplo, un personaje como Edipo fue previamente tratado en la Edipodia, poema épico del siglo VIII a.e.c., en tanto que el célebre tema de la guerra de Troya tuvo un extenso tratamiento pormenorizado de todos los episodios de la leyenda en un ciclo de seis poemas datados entre 725 y 570 a.e.c.

Las visiones que se plasman en la épica cíclica difieren del tratamiento temático de la épica homérica. En la épica cíclica arcaica se conocen casos de rejuvenecimiento, que se oponen al inevitable binomio vejez-muerte, caso del rejuvenecimiento que la hechicera Medea hace de Esón, padre de Jasón; asimismo en determinada ocasión un guerrero puede gozar de la inmortalidad: al héroe Memnón, fallecido por obra y gracia de Aquiles en la Etiópida, Zeus le concede la inmortalidad después de las desesperadas súplicas de su madre, la Aurora. Pintoresca es la concesión de inmortalidad, un día a cada uno, a los Dioscuros (Polideuces y Cástor), tal y como se narra en las Ciprias.

Frente al heroísmo presente en los personajes actuantes en la Ilíada, la épica cíclica desaparecida describe actos de cobardía. Así, en las mencionadas Ciprias se narraba un divertido episodio, en el cual Odiseo fingía locura para no acudir a la guerra de Troya, mientras en la Etiópida se presenta un intento de traicionero asesinato de Diomedes a manos de Odiseo, con la intención de no tener que compartir con él la gloria del robo del Paladión, después de su subrepticia entrada en Troya.

La temática erótica es un tema recurrente en esta épica. Ante héroes castos (Aquiles) o bien esposos y padres modélicos, caso de Héctor se encuentran en el Ciclo diversos episodios amorosos, que contemplan relaciones fuera del matrimonio, homosexualidad (Layo en la Edipodia), hijos naturales, violaciones e incestos. El propio Aquiles se aparece en la Etiópida apasionado por Pentesilea, una amazona, de la que cae perdidamente enamorado justo después de haberla matado en singular combate. El mismo héroe está prendado de Helena en las Ciprias, hasta el punto de que Afrodita y Tetis orquestan un encuentro entre ambos.

El tratamiento mítico de esta poesía se desarrolla, en consecuencia, en un ambiente fantástico, vulgar, romántico y muchas veces prodigioso, reflejo de la crisis que había sufrido el ideal heroico. Ahora los mitos ya no son ejemplares y se humanizan, se transforman en su carácter. En esta poesía hay un nuevo tratamiento literario de los mitos, tanto en su función como en su estructura. Un ejemplo se puede hallar en la característico vestimenta de Heracles, cuyo atuendo y armamento típico, así como el canon de sus célebres trabajos, fueron innovaciones del poeta Pisandro de Camiro, del siglo VII a.e.c., a tenor de su poema Heraclea, si bien sus orígenes pudieron estar en la región próximo-oriental.

En numerosas oportunidades se obtiene en estos poemas épicos una forma del mito elemental facilitándose con ello seguir la historia de las posteriores reorganizaciones o reelaboraciones de los prístinos esquemas míticos en la poesía más tardía. Un caso servirá para ilustrar este aspecto. El protagonista de la Edipodia, muy probablemente combatía cuerpo a cuerpo con la Esfinge; es decir, no la vencía resolviendo un acertijo, un aspecto que dista mucho de la búsqueda de la trágica verdad sofóclea que conducirá al protagonista a un terrible desenlace, descubriendo que es el asesino de Layo.

Se puede apreciar, en tal sentido, que el mito es siempre algo versátil, en continua formación, que se amplía o simplifica, recombinable y que, por lo tanto, pueden aparecer novedosos, variados y múltiples complejos míticos. Con la excepción de la lírica, esta épica desaparecida permite observar la cantidad de propósitos, como el interés especulativo, el disfrute estético o la propaganda política, con los que un mito puede ser enunciado.

Un grupo de temas míticos de esta poesía responde al deseo de sistematizar el propio mito, configurando complejos míticos interrelacionados desde temáticas elementales. Tal sistematización se logra por medio de las propuestas cíclica (sobre los ciclos épicos griegos, tebano y de Troya), genealógica y teogónica.

Esta poesía arcaica cíclica, en el sentido de épica posterior a la homérica, se ocupa de temas llamados internacionales desde la perspectiva helena, por tanto aquellos que interesan a las ciudades en general, en oposición al localismo épico sobre leyendas de un particular pasado mítico. Se podría decir que el interés básico de la poesía cíclica es rellenar vacíos de la narración homérica. De alguna forma el público, que no ignora los acontecimientos narrados en Odisea e Ilíada quiere saber, partiendo de una concepción no consciente del mito como si fuese un singular acontecimiento histórico, de que manera finaliza la historia allí contada.

Se quieren conocer los detalles, los pormenores, de lo que ocurrió antes y después de lo que cuenta Homero. Es decir, el motivo por el que los aqueos estaban presentes en Troya, cómo habían llegado, los hechos previos en los años anteriores al tiempo que relata la Ilíada, el modo en que la ciudadela troyana fue tomada, o cómo fue el regreso al hogar de los héroes griegos (al margen de Odiseo en Odisea). La gan épica centraba su interés únicamente en aspectos cruciales esenciales, aludiendo solo escasamente o silenciando de lleno, numerosos episodios. Así, los poetas cíclicos responden a la demanda de los oyentes disponiendo una línea continuada y coherente de acontecimientos. Este concreto aspecto fue definido por Proclo en la Crestomatía.

Algunos detalles que habían sido silenciados por la tradición homérica despiertan la libre acción creadora de los poetas cíclicos. Incluso, esta libertad desemboca en la grotesca configuración de la leyenda, tal y como ocurre en la Telegonia, extraño poema de Eugamón de Cirene (de mediado el siglo VI a.e.c.). En esta obra aparece un hijo de Circe y Odiseo, de nombre Telégono, que en Ítaca asesina por equivocación a su padre. Al final, Circe concede la inmortalidad a Odiseo y se casa con Telémaco, al tiempo que Telégono celebra nupcias con Penélope. Las situaciones conflictivas a las que están sometidos los personajes crearán temas adecuados para la tragedia ateniense.

La solución genealógica intenta hallar los orígenes por medio de ensartar breves semblanzas de personajes y temas míticos, principalmente de carácter local, en una línea sucesoria que se remonta a un primer ancestro. En este particular, esta poesía busca las raíces, la identidad de una población, en virtud de la idea de que en la concepción antigua los rasgos de los descendientes siempre se encuentran en el progenitor prístino; en otras palabras, existe una identidad esencial del genos desde su origen, de forma que resulta lógico que la comunidad se solidarice con las hazañas de sus míticos antepasados. Ensalzarlos y vanagloriarse sería una manera indirecta de hacerse una suerte de auto propaganda. Este específico género viene de la mano de Asio y de Eumelo de Corinto.

Un aspecto importante a destacar es que esta búsqueda de raíces, poco a poco desmitificada, será remplazada por la historia. En este orden de cosas, Hecateo de Mileto, en Genealogías, sigue fielmente el esquema de los arcaicos poemas épicos. El afán sistematizador aplicado a las deidades derivará en las teogonías. La forma en la que se organizan en ellas los mitos divinos posteriormente será una herencia de los mitógrafos tardíos, como el caso de Apolodoro.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, mayo, 2023.

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