29 de abril de 2024

La Historia en Polibio y Tito Livio. Una doble visión


Imágenes, de arriba hacia abajo: Polibio representado en un relieve sobre una estela, por Kleitor. Siglo II a.e.c. Museo de la Civilización Romana, Roma; y Busto de Tito Livio, obra de Andrea Briosco (hacia 1567).

Polibio, originario de Megalópolis (Peloponeso, Grecia, entre 209-208-122 a.e.c., fue un reconocido historiador griego que sería llevado a Roma como rehén, después de la batalla de Pidna, en la que el cónsul romano Paulo Emilio venció a Perseo, rey de Macedonia. Desempeñó el importante cargo de estratego y recibió una sólida formación filosófica y literaria. En tal sentido, en su obra menciona a poetas como Homero, Simónides o Píndaro, y tenía un conocimiento profundo de la literatura griega y de los historiadores griegos clásicos; esto es, Herodoto, Tucídides y Jenofonte.

Su concepción historiográfica era la peripatética de Aristóteles, de Teopompo y de Dicearco. Polibio pasa a la posteridad por escribir sus Historias. En ella Polibio historia los sucesos comprendidos entre la Primera Guerra Púnica, 265 a.e.c., y la destrucción de Corinto en 146 a.e.c., final de la Tercera. En la historiografía de la Antigüedad, Polibio ocupa un lugar primordial por su concepción de la historia y por su específica manera de interpretarla.

Desde el principio de la obra dejó claro el objeto de su estudio, que es, única y exclusivamente, escribir cómo, cuándo y por qué todas las partes del mundo conocido habitado cayeron bajo la dominación romana. Entiende las causas como los antecedentes que conducen a los juicios y las opiniones. Su concepción historiográfica se muestra teñida de una gran dosis de intelectualismo. Concede especial importancia a las constituciones políticas (fundamentadas en las costumbres y las leyes), entendiendo que si las costumbres y las leyes eran acertadas, la constitución sería atinada y, con ello, las personas, rectas.

Defiende que la causa suprema, tanto del éxito como del fracaso, es la estructura política, pues de la misma surgen todas las intenciones y proyectos de los actos. Las constituciones originarias eran la realeza, la aristocracia y la democracia, aunque también habla de unas constituciones degeneradas (tiranía, oligarquía y oclocracia) a partir de cada una de las primeras. Asimismo, examina otra constitución: la Monarquía. Esta teoría centrada en la idea de que todo régimen político tiende a degenerarse se denomina anaciclosis (anakyklosis, ἀνακύκλωσις) que describe una sucesión cíclica de regímenes políticos.

Polibio menciona la historia pragmática, y cita los tres tipos de narraciones históricas: la genealogía; la fundación de colonias, y las acciones de los pueblos, de los estados y de los políticos. El historiador entiende por historia pragmática la narración de las acciones que han hecho los pueblos y sus dirigentes. La historia, así, es útil al enseñar la actuación de los estados y de los personajes históricos. Para Polibio la historiografía pragmática implica la narración de los hechos políticos y militares encuadrados en la triple dimensión de modo, tiempo y causa. Esta historia pragmática comprende tres aspectos; la información ofrecida por las fuentes escritas y su yuxtaposición; la visita a diversos países y ciudades, con la finalidad de conocer las peculiaridades de cada uno de ellos; y la actividad política.

Sin embargo, de forma irónica, en la concepción historiográfica de Polibio, también la Fortuna desempeña un papel de primer nivel, por que dice que es determinante del destino humano. Los acontecimientos de un período concreto dependen de dos factores. De un lado, de la Fortuna; del otro, de Roma; de esta última porque se encuentra dotada de una excelente constitución histórica, y en ella abundan personas llenas de proyectos.

Finalmente, Polibio distingue en su obra fundamental historia universal e historia particular. No rechaza emplear discursos, aunque limita su incorporación porque entiende que el historiador no debe presumir en su obra de orador.

Tito Livio, natural de Patavium, vivió entre 64 a.e.c. y 17, siendo un historiador latino que vivió en Roma desde el 30 a.e.c. Inicialmente se interesó por la retórica, como la mayoría de los historiadores romanos. Es el autor de la célebre gran historia de Roma, Ab urbe condita libri (o las Décadas), que abarca desde la fundación de la ciudad (en 753 a.e.c. según la tradición), hasta el año 9 a.e.c. Para la confección de esta magna obra utilizó archivos así como historiadores antiguos (aunque casi no los cita), lo que hace que la obra carezca de cierta fiabilidad respecto a algunas épocas específicas. Intercaló pequeñas reflexiones en medio de la narración, de tono épico y dramático.

Livio concebía la historia desde un punto de vista moral y, en tal sentido, más que una obra científicamente construida, es la aportación de un poeta que canta y glorifica el esplendor del pueblo romano. No obstante, sirvió de modelo a historiadores posteriores, influyendo en los poetas épicos. Su conservadurismo es consecuencia de una ética patriótica, en la tradición de Virgilio o de Horacio, como glosador de las glorias republicanas y, al mismo tiempo, de la paz restaurada por Augusto.

Livio ordenó la historia año a año, siguiendo la tradicional técnica analítica. Se fundamentó en historiadores como Polibio, alternando, sin mezclarlos, hechos civiles de carácter político y social con episodios militares o diplomáticos. En no pocas ocasiones se valió de un estilo propagandístico y moralizante para exaltar el pasado de Roma. En su narración recurre a los discursos, a la descripción de personajes y a ciertos episodios de fuerte carácter dramático. Hay que remarcar que nunca tuvo una concepción científica del trabajo historiográfico, en tanto que su ideal no era la búsqueda ni la crítica de documentos, sino fusionar la tradición literaria en una unidad armónica.

El valor histórico de la narración depende del valor de las fuentes, que Livio reelaboró con libertad, sin tener en cuenta su propio valor intrínseco. Allí donde descubría contradicciones o falsificaciones, simplemente indicaba las distintas opiniones o sus dudas al respecto, pero no las discutía ni las sometía a crítica alguna.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, abril, 2024.

 

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