Separación de Cielo y Tierra en la mitología china
Prof. Julio López Saco
El principal mito de separación entre el Cielo y la Tierra es el de Zhong y Li, tarea ordenada por Shangdi a estos dos personajes. En este relato mítico, claramente cosmogónico y semejante estructuralmente a los mitos tai, se verifica la oposición entre Zhong, regulador del sur, y por ello del sol, fuego celeste = yang, que reúne a los dioses en lo alto, y Li, regulador del fuego terrestre (fragua, fundición, horno) = yin, que junta a los hombres en la tierra. Estamos, por lo tanto, en presencia de la separación de las esferas divina y humana, de las actividades técnicas civilizadoras del hombre (trabajo agrícola, textil), respecto a los fenómenos y fuerzas celestiales orientados a través de un preciso código astronómico. Li, nominación de un cargo, como también nombre de un soberano que expande los actos culturales por mediación del fuego, se vincula, así, a la acción civilizadora del horno, como artesano y fundidor. La separación de este modo reflejada es necesaria para establecer orden y armonía y mantener las sociedades divina y humana diferenciadas pero no carentes de vínculos, pues ambas se necesitan mutuamente, como yin necesita a yang y viceversa. El ser humano debe mantener el balance interno de esencia y forma en él, siguiendo el patrón del equilibrio Cielo-esencia y Tierra-forma. Combinando ambos se genera vida, como el hombre y la mujer lo hacen en el esfera humana. Este mito, de progresión hacia el orden, y origen del discernimiento frente a la indiferenciación originaria, señala cómo la comunicación entre dioses y hombres se mantenía a través de chamanes, shi y wu[i], pero en época de Shao Hao algunos usurparon esas funciones de mediadores entre ambas esferas y por eso, desde ese momento, deben mantenerse separados los asuntos de Cielo y Tierra. Desde esta óptica, el relato sería usado como mito político para demostrar la necesidad de un control social efectivo, aunque, fundamentalmente, se empleó como un mitologema esencial acerca de la separación entre los poderes sagrados y temporales, mutualmente interdependientes, pero, en esencia, el segundo sometido al primero: a través del sacrificio y las ofrendas a los dioses, los hombres reciben las bendiciones.
En la relación Cielo-Tierra, el primero expresa lo interior, lo que cubre, un simbolismo presente en algunas divinidades celestes como Urano o Varuna, y derivado de la propia etimología del término: caelere, ocultar, cubrir. Además, es la perfección activa, cuya forma dinámica es el círculo, símbolo de la totalidad. La tierra, por el contrario, es sujeción, sostiene, es el terreno-soporte externo, vinculado con la perfección pasiva (y por ello femenina), cuya forma es fundamentalmente estática, de carácter inconmensurable: el cuadrado. La unión gráfica de ambos es, en China, Tianxia, el Cosmos, “todo bajo el Cielo”, cuya representación está bien ilustrada en objetos cotidianos y rituales, como las monedas de cobre, objetos de jade bi, instrumentos de medición y presumible observación del firmamento, o los cong[ii], empleados en los enterramientos con una finalidad ritual y apotropaica. El jade, exquisito material, propicio para cubrir las necesidades estéticas y rituales en la antigüedad china, y del que suele estar hecho el cong, se usaba en las diversas ceremonias sacrificiales para adorar a los dioses de la naturaleza y conmemorar a los ancestros para que, de este modo, repartiesen bendiciones. En este sentido, el cong se utilizaba para ofrecer sacrificios al dios de la tierra, mientras que el disco bi se empleaba, originalmente, como un vaso ritual para ofrendar al dios del cielo. Es por este motivo por el que, normalmente, aparecen juntos en los enterramientos y tumbas de la cultura neolítica Liangzhu, aunque también en recintos mortuorios de otras culturas neolíticas y del bronce.
[i] Wu significa bruja, chamana, y el vocablo shi es un término que detenta el sentido de cadáver, designando al representante del muerto en el ritual funerario Zhou. Las prácticas de estas chamanas fueron significativas en la conformación y consolidación de la alquimia en China.
[ii] Sobre los objetos rituales bi y cong, Cervera, I., El arte chino, edit. Historia 16, Madrid, 1989, pp. 16-20 y ss., y Tregear, M., El arte chino, edit, Destino, Barcelona, 1991, pp. 21-49.
En la relación Cielo-Tierra, el primero expresa lo interior, lo que cubre, un simbolismo presente en algunas divinidades celestes como Urano o Varuna, y derivado de la propia etimología del término: caelere, ocultar, cubrir. Además, es la perfección activa, cuya forma dinámica es el círculo, símbolo de la totalidad. La tierra, por el contrario, es sujeción, sostiene, es el terreno-soporte externo, vinculado con la perfección pasiva (y por ello femenina), cuya forma es fundamentalmente estática, de carácter inconmensurable: el cuadrado. La unión gráfica de ambos es, en China, Tianxia, el Cosmos, “todo bajo el Cielo”, cuya representación está bien ilustrada en objetos cotidianos y rituales, como las monedas de cobre, objetos de jade bi, instrumentos de medición y presumible observación del firmamento, o los cong[ii], empleados en los enterramientos con una finalidad ritual y apotropaica. El jade, exquisito material, propicio para cubrir las necesidades estéticas y rituales en la antigüedad china, y del que suele estar hecho el cong, se usaba en las diversas ceremonias sacrificiales para adorar a los dioses de la naturaleza y conmemorar a los ancestros para que, de este modo, repartiesen bendiciones. En este sentido, el cong se utilizaba para ofrecer sacrificios al dios de la tierra, mientras que el disco bi se empleaba, originalmente, como un vaso ritual para ofrendar al dios del cielo. Es por este motivo por el que, normalmente, aparecen juntos en los enterramientos y tumbas de la cultura neolítica Liangzhu, aunque también en recintos mortuorios de otras culturas neolíticas y del bronce.
[i] Wu significa bruja, chamana, y el vocablo shi es un término que detenta el sentido de cadáver, designando al representante del muerto en el ritual funerario Zhou. Las prácticas de estas chamanas fueron significativas en la conformación y consolidación de la alquimia en China.
[ii] Sobre los objetos rituales bi y cong, Cervera, I., El arte chino, edit. Historia 16, Madrid, 1989, pp. 16-20 y ss., y Tregear, M., El arte chino, edit, Destino, Barcelona, 1991, pp. 21-49.
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