Las fuentes principales, aunque no las únicas, que nos informan sobre las calzadas romanas son el Itinerario de Antonino, al Anónimo de Rávena y la Tabula Peutingeriana, además de la Geografía de Ptolomeo. El Itinerario es una obra que data de la época de Caracalla (196-217), aunque su redacción es tardía, no anterior al gobierno de Diocleciano y Maximiano, entre 284 y 305. En él se mencionan 372 vías terrestres. En realidad, no parece un documento oficial hecho por funcionarios del Estado, ni la obra de un geógrafo, sino más bien una compilación literaria tomada de un antiguo mapa. Quizá fue obra de un particular, realizado con fines prácticos; algo así como una especie de guía de viajeros o un documento de interés militar, que permitiese planear los desplazamientos de tropas. El Anónimo de Rávena fue una compilación hecha por un monje en el siglo IX, que manejaba documentación del siglo IV o V. Su modelo habría sido la Tabula Peutingeriana. Fue escrito en cinco libros, y nos presenta una lista de más de cinco mil nombres, indicando rasgos topográficos e hidrográficos bastante precisos. Es útil para identificar ciudades antiguas. La Tabula Peutingeriana, por su parte, es una colección de doce hojas, escrita a fines del siglo XII o comienzos del siguiente, copiando un mapa de caminos antiguo, del siglo IV. En ella únicamente se señalan las distancias itinerarias.
Acerca de las infraestructuras de las calzadas contamos con varios textos de carácter literario: Vitrubio, del siglo I, Estacio, poeta de época Flavia, que testimonia con precisión los sistemas de construcción, Plinio el Viejo, en su Historia Natural, y Procopio, en una obra titulada Las guerras de los Godos. Gracias a las vías romanas se facilitaba la alimentación de las poblaciones, así como los efectos de la romanización; se propagaba el latín y la religión; se permitía la identificación y ubicación de viejas ciudades y mansiones, así como la delimitación de las rutas comerciales y la fijación de los límites de los conventos jurídicos.
Acerca de las infraestructuras de las calzadas contamos con varios textos de carácter literario: Vitrubio, del siglo I, Estacio, poeta de época Flavia, que testimonia con precisión los sistemas de construcción, Plinio el Viejo, en su Historia Natural, y Procopio, en una obra titulada Las guerras de los Godos. Gracias a las vías romanas se facilitaba la alimentación de las poblaciones, así como los efectos de la romanización; se propagaba el latín y la religión; se permitía la identificación y ubicación de viejas ciudades y mansiones, así como la delimitación de las rutas comerciales y la fijación de los límites de los conventos jurídicos.
Prof. Dr. Julio López Saco
28 de junio del 2010
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