23 de junio de 2010

La antigüedad persa III: el orden estatal y la política religiosa aqueménida

Abstract

The king bases his power, as maximum authority, that the divinity was granted. The religious sanction of the royalty turns to the Persian monarchy in a monarchy sacral. The Persian court was itinerant, due to climatic factors or of control of a vast territory, or furthermore, for utilization of the prestige of the cities that were joining to the empire. It is so Susa, Babylonia, Ecbatana, Pasargada and Persepolis were distributing the functions of capital.

Auszug

Der König stützt seine Kraft als maximale Autorität, die die Göttlichkeit bewilligt wurde. Die religiöse Sanktion des Königtums wendet sich der Monarchie von Persischen Golf in einer sakralen Monarchie zu. Das Gericht von Persischen Golf war, wegen klimatischer Faktoren oder Kontrolle eines riesengroßen Gebiets, oder ausserdem für Nutzbarmachung des Prestiges der Städte beruflich reisend, die sich zum Reich vereinigten. Das ist so Susa, Babylonia, Ecbatana, Pasargada und Persepolis teilten die Funktionen des Kapitals aus.
El rey basa su poder, como máxima autoridad, en que la divinidad se lo otorgó. Esta idea varía en relación a las creencias originales de los indoiranios, cuyo líder era elegido. La sanción religiosa de la realeza convierte a la monarquía persa en una monarquía, sin duda, sacral. La fidelidad de las aristocracias se logra integrando sus respectivos panteones, en un afán tolerante que el clero iranio no compartía. La corte persa era itinerante, debido a factores climáticos o de control de un vasto territorio, o aún más, por aprovechamiento del prestigio de las ciudades que se fueron incorporando al imperio. Es así que Susa, Babilonia, Ecbatana, Pasargada y Persépolis se repartían las funciones de capitalidad. En la administración provincial la novedad es el equilibrio entre la gran autonomía de las satrapías y el centralismo autocrático del gobierno central. Las satrapías conformaban unidades culturales y económicas, facilitándose la organización defensiva y la recaudación tributaria. El sátrapa, muchas veces miembros de la familia imperial, administraba justicia y tenía poder político y militar; sólo tenía que informar al Gran Rey y hacerle llegar la contribución provincial. El cargo acabó siendo hereditario, hecho que generó conflictos y un descenso del poder efectivo del soberano. El sistema defensivo no se basaba en desplazamiento de tropas, sino en guarniciones locales de cada satrapía, capitaneadas por persas o medos. A su lado existía un cuerpo de élite para proteger lugares estratégicos. El núcleo del estado estaba protegido por los Inmortales, diez mil soldados que conformaban una guardia personal del Gran Rey, con soldados persas, medos y del Elam.
La política religiosa aqueménida, por su parte, era muy tolerante. Este hecho contrasta con la práctica habitual y más tradicional en el Próximo y Medio Oriente, que era la de perseguir o desterrar la divinidad tutelar del pueblo vencido. La religión aqueménida se suele vincular a Zoroastro. Lo poco que sabemos de este personaje procede de los gathas del Yasna, uno de los libros del Avesta. Sin embargo, la situación político-social del mundo de Zoroastro estaba impregnada de valores guerreros, reflejando una distribución espacial fragmentaria que nada tiene que ver con la sociedad homogénea aqueménida y su régimen monárquico. Es por eso que, quizá, la presencia de Zoroastro haya que retrotraerla al tránsito entre el II y I Milenio a.n.e., lo que explicaría el escaso carácter mazdeísta de la dinastía. La religión irania parece haberse desarrollado en tres fases: un primer sistema politeísta, la religión de los nómadas indoeuropeos; una renovación, propuesta por Zoroastro, para adecuarse a las nuevas estructuras sociales y económicas, que suponen ya un monoteísmo ético dualista, abiertamente opuesto al politeísmo previo, y; una especie de parcial recuperación del politeísmo a través de procesos sincréticos, elaborados teoréticamente por el clero (los sacerdotes avésticos y los magos medos), por necesidades de política imperial. El el sistema religioso aqueménida, en definitiva, Ahura Mazda no era el dios único, sino el más grande, lo que favorecía la política de integración de territorios conquistados a través de una aparato ideológico.

Referencias bibliográficas básicas

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Sarkhosh Curtis, V., (1996), Mitos persas, edit. Akal, Madrid
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB

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