Capítulo 2: reunificación imperial (Sui, Tang y las Cinco Dinastías)
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
La dinastía Sui (581-618), unifica el norte y el sur y establece como su capital Chang’an. El emperador Wen Di establece un sistema administrativo fundamentado en tres ministerios y seis departamentos, que sentaría las bases del organigrama de las instituciones centrales de las posteriores dinastías. Además de una serie de reformas legales y militares, se reformó el sistema de moneda y de pasos y medidas, lo que contribuyó a sanear la economía. Esta es la época también en que comienza a construirse el Gran Canal, desde Beijing hasta Hangzhou, que refuerza la relación económica entre el norte y el sur. Los levantamientos campesinos y las rebeliones aristocráticas, aupadas por los fuertes gastos, trajeron como consecuencia que en 618 un general del ejército imperial diera un golpe de mano contra el emperador Yang Di. Ese mismo año, Li Yuan se declara emperador en la ciudad capital e inicia la grandiosa dinastía Tang.
El período Tang (618-907) fue, al igual que el considerado modélico precedente imperial Han, especialmente desde 630, uno de los más expansivos, militar y culturalmente hablando, de la historia del Medievo chino, de manera que el prestigio dinástico y la soberanía china alcanzaron, en este época, el sudeste de Asia, India y Corea. Su carácter cosmopolita es consecuencia de la presencia de ideas y doctrinas procedentes del Asia central, especialmente el budismo, que era considerado esencial por los emperadores de las dinastías Sui y Tang para asegurar y mantener la estabilidad social y la paz, así como para justificar el poder político y la unidad imperial, a pesar de la conformación de un movimiento de desacralización que se fundamenta en una ideología de talante casi nacionalista y xenófoba, una suerte de culturalismo y tradicionalismo autóctono. El desarrollo económico, en especial entre los siglos VIII y IX, y concretamente durante el reinado de Taizong (626-649), a través del uso continuado de los grandes canales, fue decisivo para que la dinastía tuviese continuidad después de la rebelión de An Lushan (756-763), motivada por el aumento de poder y autonomía de los jefes militares fruto de la expansión militar y los éxitos obtenidos, así como de la política interior, que buscaba limitar la fuerza de las concubinas y ministros en el seno de una administración que tendía a formar un cuerpo más o menos autónomo que servía de balance a las facciones de corte (eunucos, generales y familias de las emperatrices, sobre todo) y de freno a la arbitrariedad del emperador en el manejo de los asuntos de estado. Las grandes ciudades, en específico las dos capitales, Chang’an y Luoyang, reconstruidas y adecentadas, o Yangzhou, centro neurálgico de mercado, así como la presencia de las grandes vías navegables, serán los cimientos económicos de la China de los siglos VII al X, caracterizada por la florecimiento inusitado de mercaderes extranjeros y del comercio de gran cantidad y variedad de productos.
En 907, Zhu Wen, un gran general Tang, depuso al emperador Ai Di y proclamó el reinado Liang, conocido como Posterior. Desde aquí hasta 979, cuando el emperador Taizong de la dinastía Song unifica la nación, se establecen quince reinados: cinco dinastías, en Kaifeng (Liang, Tang, Jin, Han y Zhou, todas posteriores) y diez estados al sur y norte de China: Wu, Tang Meridional, Wuyue, Chu, Min, Han Meridional, Shu Anterior, Shu Posterior, Nanping y Han Septentrional. Este fue un período de guerras y caos, de mandatos innúmeros y de conflicto general.
El período Tang (618-907) fue, al igual que el considerado modélico precedente imperial Han, especialmente desde 630, uno de los más expansivos, militar y culturalmente hablando, de la historia del Medievo chino, de manera que el prestigio dinástico y la soberanía china alcanzaron, en este época, el sudeste de Asia, India y Corea. Su carácter cosmopolita es consecuencia de la presencia de ideas y doctrinas procedentes del Asia central, especialmente el budismo, que era considerado esencial por los emperadores de las dinastías Sui y Tang para asegurar y mantener la estabilidad social y la paz, así como para justificar el poder político y la unidad imperial, a pesar de la conformación de un movimiento de desacralización que se fundamenta en una ideología de talante casi nacionalista y xenófoba, una suerte de culturalismo y tradicionalismo autóctono. El desarrollo económico, en especial entre los siglos VIII y IX, y concretamente durante el reinado de Taizong (626-649), a través del uso continuado de los grandes canales, fue decisivo para que la dinastía tuviese continuidad después de la rebelión de An Lushan (756-763), motivada por el aumento de poder y autonomía de los jefes militares fruto de la expansión militar y los éxitos obtenidos, así como de la política interior, que buscaba limitar la fuerza de las concubinas y ministros en el seno de una administración que tendía a formar un cuerpo más o menos autónomo que servía de balance a las facciones de corte (eunucos, generales y familias de las emperatrices, sobre todo) y de freno a la arbitrariedad del emperador en el manejo de los asuntos de estado. Las grandes ciudades, en específico las dos capitales, Chang’an y Luoyang, reconstruidas y adecentadas, o Yangzhou, centro neurálgico de mercado, así como la presencia de las grandes vías navegables, serán los cimientos económicos de la China de los siglos VII al X, caracterizada por la florecimiento inusitado de mercaderes extranjeros y del comercio de gran cantidad y variedad de productos.
En 907, Zhu Wen, un gran general Tang, depuso al emperador Ai Di y proclamó el reinado Liang, conocido como Posterior. Desde aquí hasta 979, cuando el emperador Taizong de la dinastía Song unifica la nación, se establecen quince reinados: cinco dinastías, en Kaifeng (Liang, Tang, Jin, Han y Zhou, todas posteriores) y diez estados al sur y norte de China: Wu, Tang Meridional, Wuyue, Chu, Min, Han Meridional, Shu Anterior, Shu Posterior, Nanping y Han Septentrional. Este fue un período de guerras y caos, de mandatos innúmeros y de conflicto general.
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