IMAGEN. AHURA MAZDA CORONANDO A SAPOR I
La política religiosa aqueménida
fue esencialmente tolerante. Este hecho contrasta con la práctica habitual, y
más tradicional en el Próximo y Medio Oriente, que era la de perseguir o
desterrar la divinidad tutelar del pueblo vencido. La religión aqueménida se
suele vincular a Zoroastro. Lo poco que sabemos de este personaje procede de
los gathas del Yasna, uno de los libros del Avesta.
Sin embargo, la situación político-social del mundo de Zoroastro estaba
impregnada de valores guerreros, reflejando una distribución espacial
fragmentaria que nada tenía que ver con la sociedad homogénea aqueménida y su
régimen monárquico. Es por eso que, quizá, la presencia de Zoroastro haya que
retrotraerla al tránsito entre el II y I Milenio a.n.E., lo que explicaría el
escaso carácter mazdeísta de la dinastía fundadora de los persas. La religión
irania parece haberse desarrollado, de modo genérico, en tres fases: en
principio, una fase que supone un sistema politeísta, que sería la religión de
los nómadas indoeuropeos; en segundo término, una fase de renovación, propuesta
por Zoroastro, para adecuarse a las nuevas estructuras sociales y económicas, y
que supone ya un monoteísmo ético dualista, abiertamente opuesto al politeísmo
previo; finalmente, una etapa de parcial recuperación del politeísmo a través
de procesos sincréticos, elaborados teoréticamente por el clero (los sacerdotes
avésticos y los magos medos), por necesidades de política imperial. En el
sistema religioso aqueménida Ahura Mazda
no será el dios único, sino el más grande, hecho que favorecía la política de
integración de los territorios conquistados a través de un aparato ideológico.
La religión en Irán antes de la
reforma de Zaratustra presentaba rasgos análogos a los de la India védica, como
el sacrificio de animales, aquellos dedicados a la entidad divina llamada Geush Urvan, y el empleo de la bebida
ritual haoma. Los seres divinos
pertenecían a dos clases, los ahuras
o señores y los daivas o dioses. Se
trataba de una religión que correspondía a la aristocracia guerrera. Con la
reforma de Zaratustra (Zoroastro), se rechazaron los sacrificios sangrientos y
se propuso un cambio en el panteón, que pretendía ser monoteísta y dualista al
mismo tiempo.
Entre las fuentes del zoroastrismo,
puestas por escrito entre los siglos IV y VI, se destacan el Avesta y los escritos en pahlavi o persa medio, redactados
tardíamente (durante el siglo IX), entre los que deben señalarse el Zand, una interpretación del Avesta, el Bundahishn o génesis zoroastriano, el Denkard y el libro Namag,
entre otros. Con el zoroastrismo asistimos a una revolución puritana de las
costumbres. El recurso a la idea del libre albedrío no supera, sin embargo, una
contradicción lógica, pues Ahura Mazda,
señor supremo, creador de los contrastes, tiene dos hijos gemelos, Spenta Mainyu (Espíritu Benefactor) y Angra Mainyu (Espíritu Negador), que
deben escoger entre la verdad asha y
la mentira druj, pero ambas
consisten, a la vez, en pensamientos, acciones y palabras malas o buenas. Tal
dualismo ético tiene aspectos cosmológicos, teológicos y antropológicos. Ahora
los ahuras son dioses que optan por asha, y los daivas demonios que eligen la mentira. Los intermediarios entre el
espíritu benefactor y los seres Mitra humanos
son los Anesha Spentas, Inmortales
Benéficos, en realidad un conjunto de virtudes (pensamiento, verdad, devoción,
plenitud, entre otros), propias de Ahura
Mazda, pero también atributos de los mortales que se acogen al orden de la
verdad.
Los sacerdotes avésticos
orientales, y más tarde los sacerdotes occidentales, conocidos como magos,
llevaron a cabo síntesis de los aspectos tradicionales. Recuperaron antiguos
dioses, caso de, y transformaron otros, como
Indra, en demonios; además, aparecen otras divinidades mazdeas que son
reinterpretaciones de la diosa indo-irania conocida como Sarasvati y del propio Mitra.
En el panteón mazdeo Mitra preside,
al lado de Sraosha y Rashnu, el juicio de las almas tras la
muerte. Otras divinidades relevantes son ahora Verethragna, deidad de las victorias o Vayu, dios que preside el viento.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB
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