
Las imágenes corresponden al sitio de Rakhigarhi, descubierto en 1963, y al asentamiento de Dholavira, en GujaratTextos e imágenes para la comprensión de procesos histórico-ideológicos, religiosos, artísticos y culturales de la antigüedad asiática, y para un acercamiento a los períodos arcaicos en África, América y Europa. Se presentan artículos de opinión, investigaciones, imágenes y diversos ensayos. Los vínculos (Museos, Institutos, Universidades, Centros de Investigación) complementan las indagaciones que se muestran.

Las imágenes corresponden al sitio de Rakhigarhi, descubierto en 1963, y al asentamiento de Dholavira, en Gujarat
La imagen corresponde a un cilindro-sello del periodo sumerio-acadio, en el que aparecen, de izquierda a derecha, un león o, quizá, un grifo, con cabeza de ave, símbolo de la diosa Ishtar (Inanna, diosa de la fertilidad y la naturaleza, asociada a Venus); el dios Sin (divinidad lunar y nocturna, nacido en el mundo subterráneo, y deidad tutelar de Ur), un probable Árbol de la vida; Inanna con el fruto del mencionado árbol; Utu-Shamash (dios solar y de la justicia acadio) con un cuchillo saliendo desde abajo; un ave y una cabra, símbolos de Ea, además del fluir del agua con peces; Ea (acadio)-Enki (dios de las aguas y, por ende, de la fertilidad, así como de la sabiduría, guardián del me, el orden, el atributo básico de la civilización), del que parece fluir la mencionada corriente acuosa y, por último, un dios bifacial, de nombre Usimud, que realiza la funciones de intercesor ante los diferentes dioses. En la esquina superior izquierda aparece el nombre del propietario, Adda, un escriba. El sello se data entre 2300 y 2200 a.n.E., y se encuentra actualmente en el British Museum de Londres.
Nidaba o Nissaba (Nanibgal) era el nombre de una diosa sumeria de la escritura y el grano, hija de An o Anu, divinidad celestial, así como una deidad asiria de la astrología. Era adorada, en especial, por los escribas sumerios. Se la representa con el pelo ondeando y portando una tiara con una luna creciente entre cuernos, pues se asociaba con las cosechas.Los sofistas, aquellos que enseñan la sabiduría, en un sentido práctico del término, son, en esencia, educadores (formalistas y dialécticamente manipuladores para Platón): Protágoras, Gorgias, Pródico, Hipias, Calicles, entre otros. Son fruto directo del desarrollo económico, cultural y político de Atenas, en relación a la democracia y las leyes (consideradas por ellos meramente convencionales). Se centraron en problemas de índole práctica, como la política, la moral, la religión, la educación y el lenguaje, si bien siempre con actitud relativista y escéptica. Son los herederos, de algún modo, de la función educadora de los poetas, y por ello, más que filósofos en un sentido estricto del término, deben ser considerados como educadores de líderes políticos. Enseñan oratoria y retórica, así como los poderes de la persuasión necesarios para actualizar el liderazgo político. En cualquier caso, sus enseñanzas no representan una doctrina monolítica, si bien son los creadores de lo que algunos señalan como “humanismo”: esto es, la cultura es interpretada como el cultivo de la naturaleza humana. Retienen la función educativa de la música y la poesía, pero no como expresión de un sentido sacro y mítico, sino como medios para desarrollar la naturaleza del hombre. A través de este ideal humanístico exploraron la relación entre la naturaleza dada en las personas y lo aprendido, proponiendo que el aprendizaje puede construirse sobre la propia naturaleza de cada quien, noción que contendía claramente con el antiguo ideal aristocrático, que señalaba que el carácter era hereditario, no adquirido. Con ellos, empezamos a vislumbrar, entonces, la racionalidad individual como una latente amenaza a la autoridad del estado, poniendo en tela de juicio a la polis en su sentido tradicional, y realizando una labor crítica de las instituciones y su funcionamiento.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB
Doctorado en Ciencias Sociales, UCV