Cosmología budista. Representación del Universo, con los cuatro
continentes en el centro, los mundos subterráneos abajo y los estratos del
mundo de las apariencias, arriba. Pintura sobre papel tailandesa. Primer tercio
del siglo XIX.
El Cosmos es para el budismo el
informe tejido a partir de todas las experiencias posibles, de todos los
estados mentales por los que pasan los seres en su particular deambular por la
existencia, esto es, por samsâra. El espacio y sus ámbitos vitales son creación
del temperamento, el carácter y las acciones de los seres conscientes que lo
habitan. En este sentido, el ser no es el que mora en el espacio, sino que es
el espacio el que habita en el ser. Así, el espacio no es una categoría
anterior a los conceptos que actúa como escenario teatral para la dramatización
de la vida humana, sino el resultado de una creación mental. De este modo, una
acción del pasado podría materializarse a través de la traza que dejó en la
mente. Ello explicaría la emergencia de lo material desde lo mental.
Los ámbitos cósmicos no poseen una
completa y total estabilidad, sino que el espacio cósmico experimenta ciclos
recurrentes de contracción y repliegue que son desencadenados por tres
elementos fundamentales, el fuego[1],
el agua y el aire, que van reduciendo los mundos en sentido ascendente; es
decir, desde abajo hacia arriba, desde los ámbitos de existencia elementales a
los más sutiles y desarrollados. La desaparición o extinción es de los ámbitos
de existencia, de los seres vivos, y de los ámbitos receptáculo, de la materia
inanimada a la par. Así, conforme desaparecen los seres lo hace también el
espacio físico. Solo los ámbitos que corresponden al cuarto dhyâna permanecen al margen del
repliegue cósmico. Las moradas puras o suddhâvâsa,
así como los cuatro estados inmateriales (ârûpya),
nunca se repliegan, conformando un universo latente cuando todo desaparece.
Esto significa que es en estos estados en donde permanecen, en custodia, las
potencialidades de los seres, cuyo sendero kármico sobrevive a las
transformaciones cósmicas cíclicas, itinerario que es, de nuevo, efectivo en
una nueva era de despliegue. Según Vasubandhu, los seres sometidos a tal
contracción renacerían en ámbitos equivalentes de otros universos que no están
en repliegue, preservando así la ley del karma.
Los períodos cósmicos de larga
duración, asociados a los diversos ciclos de expansión y contracción del
universo, son referidos con el vocablo sánscrito kalpa. Hay, según el Abhidharmakosa, cuatro eras o eones cósmicos.
La era de repliegue se llama samvarta-kalpa, mientras que la de expansión
vivarta-kalpa. Existen también, en relación a su duración, eras menores y
mayores. El mundo tiene una duración de veinte eras menores. Transcurrido ese
tiempo, comienza la fase de repliegue. La era de expansión, que dura veinte
eras menores, se inicia con la aparición de un viento primordial, una ligera
brisa que se manifiesta en el espacio vacío. Paulatinamente, esta suave brisa
aumenta su intensidad y forma un círculo ventoso, formándose los receptáculos
en los que se acogerán los ámbitos de existencia. En otras palabras, se genera
el espacio físico y van a apareciendo los seres humanos en los cuatro continentes.
En definitiva, el universo en la
concepción búdica no tiene origen, aunque se repliega[2]
y expande de modo cíclico. Es el mapa mental, el conjunto de estados de ánimo.
El “tiempo”, en tal sentido, se concibe entonces como la distancia que media
entre la mente y el universo, mientras que el “espacio” es una actitud, un
auténtico modo de ser.
Lecturas recomendadas
-Arnau, J., Antropología del budismo, edit. Kairós, Barcelona, 2007
-_______., Cosmologías de India. Védica, sâmkhya y budista, edit. F.C.E.,
México, D.F., 2012
-Blacker,
C. & Loewe, M. (edits.), Ancient
Cosmologies, edic. George Allen & Unwin, Londres, 1975
-González Reimann, L., Tiempo cíclico y eras del mundo en la India,
El Colegio de México, México D.F., 1988
-Sadakata,
A., Buddhist Cosmology. Philosophy and
Origins, Kaisei Publishing, Tokio, 2004
-Tola, F. & Dragonetti, C., Filosofía de la India, edit. Kairós,
Barcelona, 2008
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB
[1] Una vez ya agotadas las
consecuencias del accionar colectivo de los seres, que son los responsables del
mundo físico, surgen siete soles y consumen con sus llamaradas el mundo.
[2] El repliegue de lo material y sensible
concreta un mundo no percibible y sin forma, pero con entendimiento. En él, los
estados de conciencia siguen subsistiendo, “suspendidos”, al margen de lo
material.
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